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BIOGRAFÍA DE ALFREDO QUIÑONES
-¿Quién es ALFREDO QUIÑONES?
-ALFREDO QUIÑONES, es un neurocirujano con una "mente brillante" que escapó de México a Estados Unidos (y cuya historia Hollywood quiere llevar al cine).
-Considerado como una "mente brillante" de la neurocirugía, ALFREDO QUIÑONES ha tenido una vida tan inspiradora que la compañía audiovisual del actor Brad Pitt quiere llevarla al cine.
-ALFREDO QUIÑONES es ahora el director de neurocirugía de uno de los mejores hospitales del mundo: la Clínica Mayo. Ahí trabaja extirpando tumores con la misma precisión del que desactiva una bomba.
-¿Dónde nació ALFREDO QUIÑONES?
-ALFREDO QUIÑONES nació el 2 de enero de 1968 (edad 53 años), Mexicali en el estado de Baja California.
-¿Cómo fueron los principios de su vida?
-Vivían en Palaco, una localidad en las afueras de Mexicali, justo al lado del muro que separa a México de Estados Unidos, al final de la línea del tren.
“Eramos cinco: Gabriel, Jorge, Rosa, Jacqueline y yo. Mis padres no tenían mucha educación pero eran muy chambeadores”.
“Originalmente éramos seis. Es que mi hermanita falleció de diarrea, de deshidratación, cuando tenía apenas seis meses. En esa época el acceso a cuidados médicos era muy poco común.
“Yo era un niño muy travieso, muy inquieto. Un niño lleno de imaginación. Me encantaba explorar, nos íbamos a los campos, a los canales. Yo siempre tenía ganas de viajar a las estrellas. Me imaginaba que era una persona que navegaba el mundo”.
“Yo nací en 1968, pero en 1977 vino una crisis y es ahí donde las familias pobres se hicieron más pobres. Es cuando empieza una bifurcación de clases mucho más acentuada”.
“Mi padre entra en un período de depresión muy fuerte y mi madre surge como la matriarca de la familia y empieza a trabajar, a coser ropa, a limpiar casas, lo que pudiera conseguir para seguir sosteniéndonos. También tenía unos tíos que nos ayudaban cuando podían”.
-¿Le gustaba leer cómics a ALFREDO QUIÑONES?
-Solía leer una revista que se llamaba Kalimán, que era un superhéroe que utilizaba ciencias, tecnología, ingeniería, matemáticas...
“Kalimán era una de mis revistas favoritas. Miraba las revistas y como él viajaba por todo el mundo, yo también quería viajar por el mundo.
“Mi abuelito era el que me llevaba a las montañas a explorar”.
“Mi abuelita materna también influyó en mi vida, porque mi Nana María, era curandera y partera. La gente la quería mucho. Décadas más tarde me vine a dar cuenta que de ella aprendí lo importante que es el servicio a la comunidad”.
-¿Cómo fue el crecimiento profesional de ALFREDO QUIÑONES?
-Su carrera empezó en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, como profesor de Neurocirugía y Oncología, Neurología y Medicina Celular y Molecular. Además de dirigir el Programa de Cirugía de Tumores Cerebrales en el hospital Johns Hopkins Bayview y el Programa de Cirugía de la hipófisis en el Hospital Johns Hopkins,
ALFREDO QUIÑONES dirigía el Laboratorio de Células Madre Tumorales.
-Actualmente es profesor de William J. and Charles H. Mayo, jefe de Cirugía Neurológica y lidera el Laboratorio de Células Madre Tumorales en la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida.
-Su práctica se enfoca principalmente en el tratamiento quirúrgico de los tumores cerebrales primarios y metastásicos, con énfasis en el mapeo de las áreas de lenguaje y motora durante la cirugía, así como en el tratamiento de los pacientes con tumores de hipófisis y de base craneal utilizando abordajes endonasales transesfenoidales mínimamente invasivos.
-ALFREDO QUIÑONES, quien ha sido nombrado como uno de los mexicanos más creativos del mundo por la revista Forbes en 2015, al igual que uno de los 100 hispanos más influyentes en 2008, recibió su título en medicina de la Universidad de Harvard, donde se graduó con honores.
-Luego hizo su residencia en neurocirugía en la Universidad de California, San Francisco, donde también obtuvo una beca postdoctoral en desarrollo y biología de células madre.
-Junto con su equipo, investigan el papel de las células madre en el origen de los tumores cerebrales y también su función potencial en la lucha contra el cáncer de cerebro y la recuperación de la función neurológica.
-Cabe señalar que su investigación, que está financiada por el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, tiene solicitadas 11 patentes y cofundó una compañía llamada Sidera Medicine, LLC.
-Es autor de numerosos artículos de revistas, capítulos de libros y otras publicaciones científicas, además de haber publicado una autobiografía, Becoming Dr. Q, sobre su trayectoria desde sus tiempos como jornalero migrante hasta que llegó a neurocirujano.
-Es también el editor principal de la sexta edición de Schmidek and Sweet’s Operative Neurological Tecniques, la enciclopedia preeminente en el mundo de la neurocirugía, y uno de los autores de Controversies in Neuro-Oncology al que se le otorgó el primer premio de la Asociación Médica Británica.
-Ha recibido doctorados honoris causa de Southern Vermont College, Lackawanna College, la Universidad Dominican, la Universidad de Notre Dame y la Universidad de Loyola.
-Además de sus actividades clínicas y de investigación, ALFREDO QUIÑONES es cofundador y presidente de la fundación sin fines de lucro, Mission: BRAIN, Bridging Resources and Advancing International Neurosurgery, y miembro de mesa de directores de Voices Against Brain Cancer.
-¿Cuál es el estado de ánimo con el que ALFREDO QUIÑONES entra a una operación?
-Is everybody ready to rock and roll? (¿Están todos listos para rockear?) dice entusiasmado antes de ingresar al quirófano para tratar de salvarle la vida a Robert, un paciente con un tumor de grandes dimensiones del interior de su cerebro.
"Me siento como un samurái que va a combatir contra un monstruo extraordinario", explica el Doctor Q, a quien así llaman en Estados Unidos por la difícil pronunciación de su apellido para los estadounidenses.
-¿Y qué se imaginaba que podía llegar a ser cuando fuera mayor?
“Como no tenía ejemplos a seguir, yo no sabía qué iba a ser. Pero te juro que yo sabía que había una luz. Cuando todos veían oscuridad, yo veía una luz y me imaginaba una vida llena de satisfacción”.
-Cuando era adolescente decidió cruzar de México a Estados Unidos saltando el muro. ¿De dónde le vino esa idea a ALFREDO QUIÑONES?
“Sale de la necesidad. Era lo que nosotros veíamos y es lo mismo que sigue pasando ahora. La idea de brincar el muro me vino porque no lo veía como un obstáculo físico que estaba frente a mí, sino como un reto”.
-ALFREDO QUIÑONES fue un inmigrante ilegal. Después de años de laborar como trabajador agrícola, ahorró suficiente dinero para costearse su carrera.
“Yo estaba buscando una mejor vida, ganar un poco de dinero y mandárselo a mis padres. La gente me mira ahora, con éxito y todo, pero no tiene la menor idea de la cantidad de sacrificios que hemos tenido que pasar”.
-La primera vez que saltó el muro no le fue muy bien.
“Practiqué por muchos años cómo brincar. Tienes que correr a toda velocidad, subirte rápido y antes de llegar al alambre de púas tienes que lanzar tu cuerpo hacia el otro lado”.
-ALFREDO QUIÑONES saltó dos veces el muro cuando tenía 19 años. La primera vez lo detuvieron y la segunda vez logró su objetivo.
“Apenas caí del otro lado me agarraron los de migración, estuve detenido durante la noche y al día siguiente me regresé a México”.
“Y luego fue a saltarlo por segunda vez que decidí no darme por vencido. Y la segunda vez salí triunfante. Al momento de caer del otro lado, cuando tus pies tocan tierra firme, hay una cantidad de adrenalina que te agarra con fuerza y empecé a correr hacia el otro lado sin parar, brincando, saltando cercos pequeños, casas, perros.
Sabía que en unas cuantas cuadras había un primo esperándome”.
-¿Cuántos años tenía cuando llegó a trabajar a los campos de California?
“Tenía 19 años cuando me fui a vivir permanentemente. Aunque a los 15 años ya había ido ilegalmente durante los veranos a trabajar en la agricultura y rogaba por trabajo y guardaba mi dinerito y me regresaba. Cuando me fui a vivir trabajaba en el algodón en un pueblito cerca de Mendota, California”.
-¿Y qué lo impulsó a salir de ahí?
“Un día empecé a conversar con mis primos que habían abandonado la escuela, prepa y todo. Entonces yo le dije a uno de mis primos que estaba interesado en aprender inglés y salir adelante”.
-ALFREDO QUIÑONES se fue del campo a trabajar en una empresa de ferrocarril. Hacía un turno de noche y estudiaba inglés durante las mañanas.
“Mi primo me decía, ¿por qué estás soñando eso? Este va a ser tu futuro, aquí vas a estar trabajando el resto de tu vida. Cuando me dijo eso sentí como si me hubieran clavado una daga en el corazón y la hubieran movido. Algo me dolió. Y lo que me dolió más, es que sentía que la gente nos miraba como invisibles. Y yo no quería ser invisible”.
-¿Hacia dónde se fue?
-Se fue a Stockton, donde ya se habían mudado sus padres. Ahí empezó a trabajar en una compañía de ferrocarril.
“En menos de un año ascendí a soldador, y después trabajé como supervisor en un turno de noche. Tenía como 21 años y me puse a estudiar inglés durante las mañanas”.
-¿Cómo dió el tremendo salto desde aprender inglés hasta llegar a la universidad?
“Estaba en un community college, el San Joaquín Delta College. Luego me aceptaron en la Universidad de California en Berkeley, que sigue siendo la mejor universidad pública de Estados Unidos”.
-¿Y con qué dinero pagó la universidad?
-Una combinación de becas y préstamos.
“Cuando terminé medicina y luego me gradué de mi residencia en neurocirugía en la Universidad de California en San Francisco, ya había acumulado una inversión en mí mismo, una deuda de más de US$175,000. La educación no es gratuita, hay que pagarla”.
-¿Por qué eligió la especialidad de neurocirugía?
“Me acuerdo la primera vez que vi el cerebro completamente expuesto en un quirófano. Pensé que era increíble... para mi fue algo sagrado. Sentí una conexión que no la podía entender. Ahí se plantó la semilla para que después me especializara en neurocirugía”.
-Y ahora se dedica a extirpar tumores cerebrales...
“Sí, ahora estudio los glioblastomas multiformes. Siento ese deseo de pelear contra ellos, de luchar contra esa injusticia, porque siempre he pensado que el hecho de no encontrar una cura contra el cáncer, especialmente en el cerebro, es una injusticia”.
“Entonces me siento como Kalimán otra vez, como ese superhéroe que yo admiraba cuando era niño, para luchar contra este monstruo que parece ser invencible”.
“Yo me rehúso a creer que el cáncer es invencible. Me siento como un samurái que va a combatir contra un monstruo extraordinario”.
-¿Ha perdido pacientes?
“Claro, no en el quirófano, pero hemos estado a punto de perderlo, de repente el corazón se para y no quiere regresar y ahí estamos lidiando con eso. De repente el paciente tiene una hemorragia o ya no puede mover la mitad de su cuerpo… todas esas cosas pueden pasar. Lo más difícil de mi trabajo no es la cirugía en sí, porque sabes lo que vas a hacer. Lo más difícil es tener la presión de que cualquier error puede tener una repercusión grave”.
“Por ejemplo, a veces estás quitando un tumor y llega un momento en que no sabes qué es tumor y qué es tejido normal, y eso puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte, es decir, usted hace operaciones de altísimo riesgo”.
“Eso es algo que te mantiene humilde. Es algo que las palabras no pueden describir. Es una sensación de agradecimiento hacia el paciente”.
“Siento que tengo tanto que hacer y que se tan poco... porque además de las cirugías tengo mi laboratorio, financiado con millones de dólares del gobierno federal”.
"Cuando veo que el cerebro tiene más de 100 millones de neuronas, más de 160 trillones de sinapsis… más sinapsis que estrellas en la galaxia, me doy cuenta que ese universo que tenemos en nuestro cuerpo es hermoso", dice el Doctor Q.
-¿Ha escrito algo ALFREDO QUIÑONES?
“Hemos publicado ocho libros, 500 artículos sobre cosas muy importantes. Esa es otra parte de mi vida que me da la esperanza de que algún día vamos a encontrar curas contra el cáncer”.
-¿Por qué ALFREDO QUIÑONES ha dicho que el cerebro es la parte más hermosa del cuerpo?
“Cuando veo que el cerebro tiene más de 100 millones de neuronas, más de 160 trillones de sinapsis… más sinapsis que estrellas en la galaxia, me doy cuenta que ese universo que tenemos en nuestro cuerpo es hermoso”.
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