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-Emilio,
¿qué sabes sobre Los Templarios?
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-Antes de que te
platique sobre los Templarios, Marcela, dejame que te cuente una historia.
-Salomón fue un
rey culto e inteligente que gobernó Israel unos mil años antes del nacimiento
de Cristo. Para que te hagas idea de la clase de persona que era, te dire que
suyo es el hermoso Cantar de los cantares de la Biblia y también los libros de
la Sabiduría, los Proverbios y el Eclesiastés. Pues bien, este rey sabio y
justo quiso edificar un templo en honor de Yahvé. Si has leído el primer Libro
de los Reyes recordarás que allí se detalla minuciosamente su construcción,
para la cual se utilizaron los mejores materiales de los reinos de Oriente, madera de cedro, piedra, mármol, cobre, hierro y oro, grandes cantidades de
oro. Todas las paredes fueron recubiertas con láminas de este metal precioso y
los objetos de culto y el gran candelabro de siete brazos fueron fundidos en
oro macizo. Nada era bastante hermoso para cobijar y proteger el Arca de la
Alianza y las Tablas de la Ley que Moisés cinceló con sus propias manos en el
monte Sinaí. Porque eso es lo que contenía el templo. Para guardarlas lo mandó
construir Salomón. Todo el edificio era de proporciones inmensas y también de
una gran belleza: los querubines situados encima del Arca (de oro puro,
naturalmente), eran como leones con alas y cabeza humana y las dos columnas
enormes de la fachada del templo tenían unos receptáculos de aceite encendido
que la iluminaban día y noche.
-Pero no eran los
materiales la parte más valiosa del templo. Gente muy especial intervino en su
diseño. Makeda, la reina de Saba, atraíada por la renombrada sabiduría de
Salomón y por su profunda espiritualidad, emprendió un largo viaje hacia el
norte para conocerle y "probarle con enigmas", como dice la Biblia.
Permaneció junto a él durante mucho tiempo, transmitiéndole el conocimiento
sagrado de los tiempos primigenios para que lo utilizase en la
edificación del templo.
-El templo de
Salomón tenía tres recintos concéntricos en el interior de los cuales se
custodiaba el Arca y donde nadie podía entrar so pena de muerte, excepto el
gran sacerdote, que podía hacerlo una vez al año.
-Cuatro siglos
después, Jerusalén fue destruida por las tropes del rey Nabucodonosor II, y con
ella el hermoso templo de Salomón.
-¿Y qué ocurrió
con el oro del Templo de Salomón?
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-Desde
que el pueblo de Israel supo que Nabucodonosor se preparaba para atacar, el
Arca de la Alianza fue puesta a buen recaudo y el oro se escondió en un lugar
seguro, así que el rey babilonio no pudo llevarse a su tierra los tesoros que
esperaba. Lo cierto es que, en compesnsación, se llevó a los judíos como
esclavos, pero ésa es otra historia. Siglos después, cuando los israelitas
regresaron a Jerusalén, el templo fue reconstruido, aunque de manera más
sencilla, pero del Arca, las Tablas de la Ley y las riquezs no volvió a saberse
nada. Y así hasta el día de hoy. ¿Qué te parece?
-Me parece
extraño, como también me parece extraño que los Caballeros del Temple
adoptaran el nombre del Templo de Salomón. ¿No es absurdo?
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-Los Caballeros
del Temple no se llamaban así, su verdadero nombre era el de Pobres Caballeros
de Cristo, pero todo el mundo les conocía por Caballeros del Temple o Templarios.
-En 1118 un noble
francés, Hugue de Payns, se presentó ante el rey Balduino II, rey de Jerusalén,
y le pidió permiso para defender,
con la ayuda de otros ocho caballeros franceses y flamencos, a los peregrinos
de Occidente que viajaban hasta allí para visitar los Lugares Santos. Era un
ofrecimiento generoso que venía a cubrir una necesidad urgente ya planteada por
el rey, así que éste aceptó complacido. Los nueve caballeros solo hicieron, a
cambio, un simple ruego: poder instalar su residencia en los terrenos que
anteriormente ocupaba el Templo de Salomón.
-¿Fue eso lo
primero y lo único que pidieron cuando llegaron a Jerusalén?
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-Así es, ¿no te
parece raro?
-¡Desde luego!
Pero no se ocurre por qué tanto interés, quizá, ¿para poder llamarse
Caballeros del Temple o templarios?
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-Pero ¿es que no
lo ves, Marcela? A pesar de su ofrecimiento al rey de Jerusalén para vigilar
los caminos y defender a los peregrinos, una vez obtenido el antiguo templo,
los nueve caballeros se encerraron en él durante nueve años, sin salir al campo
de batalla, sin enfrentarse ni una sola vez con los infieles y sin defender a
ningún viajero, dedicándose exclusivamente según decían, a la oración y a la meditación. Piensa Marcela:
nueve caballeros encerrados en el
Templo de Salomón durante nueve años, sin reclutar sirvientes y sin dejar
entrar o salir a nadie de él sin su consentimiento. ¿No es extraño? Acabado ese
período, seis de los nueve templarios regresan a Francia para conseguir la
aprobación de sus estatutos en el concilio de Troyes.
-¿Quieres
decir que cuando los templarios llegaron a Jerusalén tenían algún objetivo
secreto en mente?
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-Los templarios
buscaban algo especial cuando llegaron a Tierra Santa, no cabe duda. Quizá te
haga falta saber algo más. San Bernardo de Claraval, fundador y primer abad de
Clarava, de quien sin duda has oído hablar por ser una figura prestigiosa de la
Iglesia.
-No, ¡ni idea
tengo de ese señor!
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-Fue el encargado
de traducir y estudiar los textos sagrados hebraicos hallados en Jerusalén
después de la toma de la ciudad en la primera Cruzada. Años después, publicó un
polémico texto en el que planteaba la necesidad de unos monjes soldados que
defendieran la fe por medio de la espada, lo cual era un concepto completamente
nuevo por aquel entonces. San Bernardo era tío carnal de uno de los ocho
caballeros que acompañaban a Hugues de Payns, de quien también era amigo
personal. Así que la idea de fundar la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo
fue, sin duda, de san Bernardo. Ahora ya tienes todos los datos que precisas
para arribar tú sola a la conclusión lógica.
-Bueno… Quizá…
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-San Bernardo
encontró algo en aquellos documentos hebraícos, algo que quería conseguir, para
lo cual envio a los nueve caballeros a Jerusalén.
¡Ya lo
entiendo! Lo que estas intentando decirme es que el Arca de la Alianza y la Tabla de la Ley debieron
permanecer ocultas en algún lugar secreto del Templo de Salomón, y que ese
documento que Bernardo tradujo decía exactamente dónde se encontraban! Por eso envió a lo caballeros.
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-Si el documento
hubiera señalado claramente el lugar en que se encontraba el Arca con la
Tablas, los caballero no hubieran tenido necesidad de nueve años completos para
encontrarlas, ¿no te parece?
-Es verdad.
Bueno, pues los documentos solo decían dónde podían hallarse aproximadamente,
en algún lugar del Templo, sin especificar.
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-Auque también es
posible que los encontraran y que, dada la importancia y la sacralidad de lo
hallado, durante aquellos nueve años los Templarios se dedicaran a lo
que decían: a orar y a meditar.
-Y si todo esto lo sabía la gente, ¿porqué nadie les quitó el Arca?
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-Porque los Templarios lo negaron siempre y, si alguien niega algo con la fuerza y la
perseverancia suficientes, resulta imposible desmentirlo, si no se tienen
pruebas, y pruebas nunca las hubo. Sospechas, sí; todas. Pero pruebas, ninguna.
-Los siglos se
encargarán de desvelar la evidencia
-¡Pero nosotros ya no lo veremos!
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-Ese es el
problema de no poseer la inmortalidad nos perdemos el futuro.
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Tomado de IACOBUS de Matilde Asensi
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