.
-Emilio, ¿sábes cuál es el secreto de un buen
vendedor?
|
-Bueno,
una compañía norteamericana contrató los servicios de un conocido actor de cine
para que enseñara el arte de sonreír a los vendedores de esa empresa.
-El
actor fue llamando a sus nuevos discípulos uno a uno, les hizo ensayar la más
cordial y seductora de sus sonrisas, les advirtió lo que en cada una había de
desagradable y no les escatimó con su censura minuciosa y despiadada motivos
para ruborizarse y sentirse avergonzados de sus desempeños.
-Algunos
de ellos creían que poseían el secreto de una sonrisa cautivadora; pero el
inexorable maestro los convenció de lo contrario, probándoles que sus sonrisas
eran simples muecas grotescas, sin pizca de gracia.
-Según
el actor, la diferencia, apenas perceptible pero real, entre una verdadera
sonrisa y una mueca está en la expresión de los ojos. Cuando sonreímos de
veras, los ojos sonríen también. Cuando hacemos torpemente la parodia de una
sonrisa, sólo sonríe la boca. Los ojos, en tanto, pueden lucir una expresión de
dureza, de indiferencia, hasta de hostilidad.
-Después
de las dos semanas que duró aquel original curso, los vendedores vieron que sus
ventas aumentaron en un veinticinco por ciento.
-¿Quién era el actor convertido en maestro?
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-¡Ay,
Marcela! No me acuerdo, pero creo que fue Michael Caine, pero verdaderamente no
estoy seguro.
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LA PIEDRA
LA PIEDRA
Estaba
un día Diógenes plantado en la esquina de una calle y riendo como un loco.
"¿De
qué te ríes?", le preguntó una tanseúnte.
"¿Ves
esa piedra que hay en medio de la calle? Desde que llegué aquí esta mañana, 10
personas han tropezado en ella y han maldecido, pero ninguna se ha tomado la
molestia de retirarla para que no tropezaran otros."
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