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ECOLOGÍA SEGÚN LA BIBLIA
-Según la tradición Moisés es el autor de la Torá, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, que contienen normas para vivir bien.
-La investigación moderna ha llegado a la conclusión de que se trata más bien de una tradición oral que empezó a ser puesta por escrito en el siglo X a.C. por escribas de la corte de los reyes judíos.
-El Antiguo Testamento adoptó su forma actual durante el cautiverio de los judíos en Babilonia, en el siglo VI a.C. época en que se "modernizó" según los últimos avances de la ciencia de aquel entonces.
-Pero, ¿qué hay detrás de las normas de pureza de los cinco libros de la Ley de Moisés?
-Los teólogos creen que este estricto código estaba destinado a fortalecer la unidad del pueblo elegido entre sí y con Dios, pero según el biólogo Aloys Paul Hüttermann tenía otros motivos.
-En su opinión, el Antiguo Testamento es el primer manual ecológico del mundo, "una guía detallada para el desarrollo sostenible".
-Hüttermann estudió la Biblia para ver cuánto sabían los israelitas sobre la naturaleza y concluyó:
"Hace más de dos mil años, los judíos ya debían de tener un profundo conocimiento de la ecología y las relaciones entre los seres vivos".
-Gracias a los mandamientos y prohibiciones establecidos en la Ley de Moisés pudieron "vivir en armonía con la naturaleza a través de los siglos, en un territorio árido y muy reducido".
-Desde su punto de vista, el antiguo Israel es "probablemente la única sociedad que logró practicar una economía sostenible durante muchos siglos".
-Hüttermann sostiene que "se puede leer la Biblia sin tener que aceptar la existencia de Dios".
-A los teólogos conservadores no les gusta escuchar esto, en cambio, entre los partidarios de un estudio científico modernista de la religión, su tesis del "mensaje ecológico de la Torá" goza de gran aceptación.
-Hüttermann señala que "es posible especular si los judíos habrían subsistido en un medio tan inhóspito de no haber sido por su fe en Dios".
-Para ilustrar su idea de que el Antiguo Testamento es una guía eficaz para el desarrollo sostenible, el científico cita en particular las normas de alimentación e higiene, muchas de las cuales cree que pueden interpretarse como "mandamientos ecologistas".
-¿Por qué prohíbe el Antiguo Testamento comer carne de puerco?
-Por ejemplo, Levítico 11:1-8 prescribe que se puede comer cualquier animal de pezuña partida que rumie, "pero no los que sólo rumian o solo tienen partida la pezuña… El camello… el cerdo… serán inmundos para vosotros”.
-De esta norma bíblica puede extraerse el mandamiento ecologista:
"No criarás animales que compitan contigo por el alimento".
-La división entre animales puros e impuros tiene sentido desde el punto de vista biológico.
-Según Hüttermann, "aunque los cerdos son buenos consumidores de forraje, también tienen necesidades nutricionales parecidas a las del hombre, por lo que rivalizaban con los judíos por el alimento. Los rumiantes, en cambio, sólo comen forraje y pueden digerir aun los pastos más fibrosos, no aptos para el consumo humano".
-Los camellos, pese a ser rumiantes, eran indispensables como bestias de carga y de tiro, de ahí quizá que estuvieran entre las especies protegidas.
“No comerás los animales acuáticos que te libran de parásitos”.
-¿Por qué a los antiguos israelitas les repugnaban las ranas?
-Así es como puede interpretarse el mandamiento ecológico contenido en Levítico 11:9-10:
"Entre las criaturas acuáticas, todo cuanto tiene aletas y escamas… lo comeréis; pero abominaréis de cuanto no tiene aletas ni escama”.
-La prohibición se refiere a los anfibios, que se alimentan de insectos, sobre todo las ranas (en el antiguo Israel no había langostas, conagrejos ni anguilas).
-El caso de Bangladesh ilustra la necesidad de esta prohibición.
-En los años 70, los bangladesíes empezaron a captur ranas en gran cantidad para exportarlas, porque sus ancas se consideran una exquisitez en Occidente.
-Al poco tiempo hubo un brote de paludismo en el país, incluso en regiones donde la enfermedad no era endémica.
-Al diezmar la población de ranas, Bangladesh perdió la defensa barata y eficaz que tenía contra el paludismo.
“No privarás de nutrientes a las plantas”.
-Es el precepto ecológico que se deduce de dos pasajes bíblicos:
"No plantes en tu viña semillas de dos clases…", dice Deuteronomio 22:9.
-En otras palabras, sembrar plantas perenes como el olivo o la vid junto con plants anuales como los cereales empobrece la tierra.
-El otro pasaje, Levítico 19:23-25, establece: "Cuando plantareis árboles frutales de cualquier especie, durante tres años sus frutos serán para vosotros incircuncisos y no los comeréis. Al cuarto año, los consagraréis a Yahvé, y al quinto podréis ya comerlos".
-Es evidente que esta norma se basa en el principio de que hay que dejar caer los frutos durante varios años para formar una capa de humus capaz de almacenar suficiente agua para nutrir los árboles maduros.
-Más sorprendente aún es el conocimiento que, según Hüttermann, se desprende del precepto del año sabático dispuesto en Éxodo 23:10-11:
"Sembrarás tu tierra seis años y recogerás sus cosechas; al séptimo la dejarás descansar… Eso harás también con las viñas y los olivares".
-Dejar descansar la tierra es sensato desde el punto de vista agronómico, porque le permite fertilizarse en forma natural, y los resultados eran patentes: los judíos de la época obtenían cosechas seis veces más abundantes que las semillas sembradas, rendimientos únicos en el mundo, que no se logró en Europa sino hasta el siglo XIX.
-Según Hüttermann, la norma del año sabático no podía tener motivos religiosos porque es posible demostrar que se observaba en las ciudades.
-Algo que le parece fascinante a este estudioso de la Biblia es la hipótesis de que los antiguos israelitas ya debían tener ciertos conocimientos de microbiología. Como prueba cita los preceptos de limpieza.
“No tentarás contra tu salud con cosas impuras”.
-Así pueden interpretarse las normas de higiene del Antiguo Testamento, Levívitco 11:32-34 advierte contra animales pequeños como ratas y ratones: "Todo objeto sobre el que cayere uno de sus cadáveres será manchado… toda vasija de barro donde algo de esto caiga quedará manchada y la romperéis; todo alimento preparado con agua de esa vasija quedará manchado".
-Los judíos sabían, pues, que los cadáveres representaban peligro de enfermedad y muerte, porque las bacterias nocivas que inmediatamente proliferan en ellos pueden infectar la tierra.
-El pasaje de Levítico 11:37-38 también demuestra un avanzado conocimiento bacteriológico:
"Si alguno de estos cuerpos muertos cayere sobre semillas que han de sembrarse, las semillas quedarían puras; pero si se les tendréis por manchadas".
-Se sabe que los judíos solían remojar las semillas para apresurar su germinación.
-Las semillas húmedas son un medio ideal para la prolíferación de bacterias, mientras que secas se conservan intectas.
-En opinión de Hüttermann, los mandamientos ecológicos de la Biblia nada tienen que ver con la revelación divina.
"En ellos se trasluce un conocimiento adquirido mediante siglos de observación e investigación de la naturaleza, y transmitido por tradición oral de generación en generación, hasta quedar finalmente consagrado en el texto bíblico", afirma.
-En cambio, el biólogo considera que la investigación de la naturaleza sí tenía algunos motivos religiosos.
"Era la manera en que los judíos servían a Dios. Si sus huertos no daban frutos, era el castigo divino por algo que habían hecho mal. Y debían averiguar en qué consistía el pecado para no repetirlo".
-Según los expertos, la conciencia ecológica también explica por qué los israelitas consideraban un pecado devastar las tierras de los pueblos a los que derrotaban, a diferencia de lo que hicieron después griegos y romanos.
"No dejarás tierras arrasadas a tu paso.
-Tal es el principio que se desprende de Deuteronomio 20:19: "Si para apoderarte de una ciudad enemiga tienes que hacer un largo asedio, no destruyas la arboleda, metiendo en ella el hacha; come sus frutos y no los tales…" Así pues, aun en caso de guerra, que es excusa para infringir todas las reglas, los judíos se sentían obligados a proteger el ambiente.
-El mundo ha tardado más de dos mil años para resdescubrir el mandamiento del desarrollo sostenible.
-No fue sino hasta la cumbre de 1992 en Río de Janeiro cuando los gobiernos participantes coincidieron en que la humanidad no tiene futuro a menos que deje de socavar los cimientos de la vida y de destruir los recursos de las generaciones venideras.
-Los judíos de la Biblia ya lo sabían, y vivían en consecuencia, concluye Hüttermann.
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