sábado, 31 de agosto de 2019

La Inteligencia de los Gatos


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INTELIGENCIA DE LOS GATOS


  -Todas las noches ocurre lo mismo. Vuelvo a casa después del trabajo y encuentro al gato echado sobre un mueble de la cocina. Le ordeno que se baje, pero no obedece. Entonces lo obligo a bajar con un ligero empujón. Él se acerca al refrigerador y se detiene a dos dedos de la puerta. Cuando lo abro, la puerta le golpea la nariz. Luego, en cuanto meto una cuchara en una lata de alimento para gatos, este se pone a dar vueltas. Y justo en el momento en que el alimento se desprende de la cuchara, él se asoma a su tazón vacío. La comida le cae sobre las puntas agudas orejas, y de ahí va a dar casi toda en el tazón. Él come. Yo como. Lluego vemos la televisión.

-Este ritual se ha repetido por espacio de 10 años.

  -Una mañana, después de la consabida escena del empujón, el salto, el golpe con la puerta del refrigerador y el alimento deparramado, le eché una larga mirada a mi gato. Yo me disponía a salir rumbo al trabajo; él se disponía a dormir la siesta. A esa hora yo ya tenía media docena de problemas en la cabeza; él llevaba media hora contemplalndo el vacío.

  -Me he preguntado si Izzy, mi gatito, es muy listo o muy estúpido.

  -¿Es el gato doméstico en realidad distante y misterioso, como algunos opinan, o es, como lo percibo yo, un animalito ambulante y cubierto de pelaje, que se ha convertido en el más perfecto de los parásitos? 
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  -¿De veras son listos los gatos?

  -Randall Lockwood, experto en conducta animal, especializado en estos felinos me contestó. 

“Muy listos, de acuerdo con su propia naturaleza”.

-Los especialistas en la materia reducen la cuestión a estos términos: si usted le pidiera a su gato que jugara al ajedrez, este resultaría bastante inepto. Sin embargo, si él le pidiera a usted que subiera corriendo a un árbol y atrapara un gorrión al vuelo, tampoco haría usted un papel muy brillante. 

  -¿Cómo es posible que un animal que, al parecer, siempre está sumido en reflexiones sea incapaz, aparentemente, de aprender cosa alguna?

-John Wright, consultor en comportamiento animal contesta: 

“Ha aprendido que si se echa sobre el mueble de la cocina, y luego lo obligan a bajar con un empellón, y después recibe un golpe con la puerta del refrigerador, y por último acerca la cabeza al tazón, la comida le caerá encima y quedará junto a su boca. Como eso es lo que siempre ha hecho, cree qu eso es lo que debe hacer”.

-Supongo que los gatos no disponen de mucho tiempo para aprender, ya que siempre están dormidos. 

-La veterinaria Joah Hendricks, quien ha estudiado durante años el sueño de estos felinos, afirma que dedican el 80% del tiempo a esa actividad. “Lo notable”, añade, “es que mientras duermen discriminan aquellos sonidos que son importantes para ellos entre una gran cantidad de ruidos irrelevantes”.

-Esto explicaría por qué los sábados Izza permanece en algo parecido a un estado de letargo mientras funcionan la lavadora, la secadora y la aspiradora, hasta que mi esposo se dispone a abrir una lata de jugo. Entonces sus orejas se orientan hacia la cocina, sus patas se ponen en acción, y en un instante Izzy está allí, con una expresión que dice: “¿Comida? Más  vale averiguar”.

  -Cuando los gatos están despiertos   ¿en qué meditan mientras fijan la mirada en el espacio? 

  “Ignoro si piensan en algo”, responde Wright. “Quizá observan el entorno. O tal vez sólo disfrutan de su bienestar”.

“Lo que sí sabemos es que, cuando miran con fijeza, los gatos ven un mundo diferente del que nosotros percibimos. Sus ojos funcionan con una eficacia a la vez superior e inferior que la de los nuestros. Por un lado, tienen una enorme capacidad de captación lumínica y ven mejor que los ojos humanos cuando la intensidad de la luz es baja. Pero, por otro lado, ese extraordinario mecanismo de captación lumínica hace que en condiciones de luz normales su agudeza visual sea menor. Son incapaces de percibir detalles”.

“Para un gato que observa, el movimiento, sobre todo en sentido horizontal, constituye un poderoso estímulo; en cambio, el movimiento vertical parece resultarle más difícil de detectar”. 

“Esto explica por qué, cuando tú  preparas un pastel de carne sobre el mueble de la cocina y dejas caer un pequeño bocado, Izzy se encuentra en el piso en actitud suplicante, se queda inmóvil, sin apartar la vista de tu mano. Si en vez de ello, lanzaras la misma bolita de carne en sentido horizontal  por el piso de la cocina, la atraparía en un instante”.
 
-Algo curioso es que Izzy tiene la  capacidad para mover al mismo tiempo una oreja hacia adelante y la otra hacia atrás. A los humanos nos resultaría muy útil en las fiestas o cuando caminamos por barrios tenebrosos  en la noche.

“Los gatos tienen también un sentido del olfato muy superior al nuestro, y permanentemente dejan rastros de olor. Si bien sus orines huelen de modo horrible, por suerte las secrecionas de las glándulas que tienen en las mejillas, la frente y los costados son prácticamente  imperceptibles para nosotros. Cuando un gato frota su cuerpo apasionadamente contra nuestra pierna, su intención no es decirnos que nos ama. Por medio del olor que deja al frotarse les advierte a otros gatos que le pertenecemos.

-Por buena que pueda ser la comunicación entre los gatos, los expertos convienen en que la evolución no les ha infundido la necesidad de complacernos ni de comunicarse con nosotros. 

-Peter Borchelt, terapeuta de la conducta animal, señala al respecto:  

“Los perros son animales gregarios que en estado salvaje cazan juntos. Establecen jerarquías, y desean servir a un amo. En cambio, los gatos, que son cazadores solitarios, tienen una necesidad menor de responder a señales sociales. Yo suelo decir que el perro, como mascota, es un buen amigo y es receptivo a muchas señales sociales humanas. El gato también es “un buen amigo, pero le falta motivación para responder a esas mismas señales”.

-Algunas personas creen que los gatos entienden todo lo que se les dice, pero que carecen de modales. Una amiga mía lo expresa así: 

“Si llamo a mi perro, este acude corriendo como si dijera: Sí, ¿en qué puedo servirte?  La  respuesta del felino, es: Dímelo por escrito, y ya veremos”.

-Esto no quiere decir que los gatos no puedan comunicarse con la gente. De hecho, lo hacen cada vez que consideran que ya es tiempo de que uno se levante, o que ya es su hora de comer, de salir o de volver a casa. Las dificultades comienzan cuando uno quiere hablar con ellos. Aparte del atiplado “michi, michi, michi”, que lo hace venir a la carrera (si le da la gana), Izzy no parece entender gran cosa de lo que le digo.

  -Ian Dunbar, especialista en conducta animal me dijo que era culpa mía si mi gato y yo no podíamos sostener un diálogo. 

“La gente acostumbra hablarles a sus gatos de la misma manera en que le hablarían a su cafetera”, explicó. “No esperan que sepan nada. Pero se puede y se debe enseñarles”.

-Dunbar sostiene que tanto los perros como los gatos pueden entrenarse de modo que respondan a  numerosas palabras. 

“Los gatos pueden aprender a asociar nombres de objetos, tales como silla, mesa y puerta, y a obedecr órdenes. El proceso de enseñanza requiere de una buena cantidad de tiempo, pero bien vale la pena. Al fin de cuentas, o su gato aprende a reaccionar ante determinadas palabras, o usted aprende el idioma gatuno”.

  -¿Yo? ¿Aprender el idioma gatuno?, si los gatos no dicen nada, excepto “miau”.

  -Según las investigaciones de la zoóloga Patricia McKinley, que ha estudiado los sonidos emitidos por los gatos, estos son capaces de producir 15 sonidos simples y de combinarlos para formar hasta diez frases complejas.

“No pretendo afirmar que los gatos tienen un lenguaje en el sentido convencional del término”, aclara la zoóloga, “pero sí emiten distintos sonidos que corresponden a diferentes situaciones. Así, por ejemplo, miau suele estar reservado para los humanos”. 

“En general, los sonidos graves se asocian con el temor o la agresión. Los breves y agudos suelen indicar que el gato prevé algo bueno”.

-Patricia McKinley agrega que nosotros podemos imitar esos sonidos, “Un gruñido ronco puede molestar al animal, en cambio, con gorjeos agudos lo complaceremos”.

-A decir verdad, me tiene sin cuidado no poder hablar con Izzy. Pero estoy de acuerdo con un amigo, que  también posee un gato, el que estos animales “serían mucho más divertidos si se les pudiera enseñar a hacer algo”.
  
-Cuando le pregunté a Dominique Lefort, una entrenadora de gatos para actos circenses, si era posible que Izzy aprediera alguna habilidad, ella expresó reservas. 

“Como ya es viejo, el proceso sería prolongado” explicó.

-Tendré que resignarme a que Izzy jamás ejecute suertes. Ya acepté que invariablemente se eche sobre el mueble de la cocina, que obstruya el movimiento de la puerta del refrigerador y que permita que la comida caiga sobre sus puntiagudas orejas. Pero ahora sé que no es estúpido. Es simplemente un gato... y lo quiero con locura.
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Penny Ward Moser
dueña de Izzy.
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