domingo, 19 de agosto de 2018

Biografía (Abel Quezada)


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BIOGRAFÍA DE ABEL QUEZADA


Quezada Revitalizó La Caricatura Mexicana

De Abel Quezada podrían hablar los escritores, los pintores, los intelectuales.. pues una de sus virtudes fue precisamente el saber ser amigo. 

En esta ocasión preferimos que fueran algunos de sus colegas, los caricaturistas, los que hablaran de su obra.

EDUARDO DEL RIO, Rius:

Realmente me siento triste porque considero que Abel, con su inspiración, no sólo fue mi maestro involuntario -me hice caricaturista viendo su trabajo- sino que su mejor aportación fue demostrar que no hacía falta saber dibujar para ser un buen caricaturista. 

Abel suplía con su ingenio  con su crítica la deficiencias que él decía tener en el dibujo. 

Yo opino que finalmente no sólo aprendió a dibujar, sino a pintar  y creo que murió contento porque hizo todo lo que quería. 

Fue el primero en proponer una caricatura en la que la idea y el diálogo predominaban sobre el dibujo. 

Para muchos, como yo, fue un ejemplo a seguir y nos abrió la posibilidad de hablar de lo que queríamos y utilizar los espacios que tradicionalmente eran utilizados por los ilustradores de los dueños de los periódicos. 

Creo que todos los caricaturistas estamos en deuda con Abel Quezada.

GONZALO ROCHA:

Quezada, el primer monero; antes, la caricatura tenía un aspecto más formal y Abel al empezar a hacer sus dibujos irreverentes abrió paso a lo que podemos llamar la caricatura moderna mexicana. No es gratuito que haya sido uno de los principales maestros de Rius. Considero que todos los moneros estamos influenciados de alguna manera u otra por el humor de Abel Quezada. Los nuevos caricaturistas, alguna vez hemos dibujado un tapado, un policía mosqueado, una señora rica con chongo de tres pisos o un Gastón Billetes como representación del político mexicano paquetudo... personajes que inventó Abel Quezada y que h±emos retomado.

HELIO FLORES: 

Creo que tuvo el mérito de haber iniciado un nuevo estilo en la caricatura en el que combina textos con dibujos. 

Lamentablemente no ha habido muchos seguidores de ese estilo en México. 

Un estilo fresco con mucho humor y con bastante crítica. 

Más que analizar su obra, creo que lo correcto en estos momentos es manifestar que es lamentable su pérdida como persona y como caricaturista.

RAFAEL BARAJAS, El Fisgón:

Quezada, con su mezcla de historieta-narración-cartón político, revitalizó la caricatura mexicana al   salirse de los cauces que había marcado Cabral; con su fineza y refinamiento dio a la caricatura un rango político y literario. 

Fue un sutil y profundo comentarista de la vida política y social del país. Era,  además, uno de los  grandes cuentistas e imaginadores que tiene el país; es de los que inventaron la fisonomía de México y los mexicanos durante las décadas de los 50 y los 60.l Todos sus personajes -el taquero, el charro Matías, don Gastón Billetes, el policía con las moscas, la tía Eduviges-, y por supuesto Comala, han formado parte de la imagen que los mexicanos tenemos de nosotros mismos. Resulta curioso que, siendo un caricaturista haya llegado a tener la fama y la popularidad que alcanzó, eso te habla de que también era uno de los grandes psicoanalistas de nuestra sociedad. 

Creó un lenguaje propio, narrativo, que contado con sus magníficos cuentos y con unos preciosos monitos que, por ser esquemáticos, le permitían retratar aspectos que la caricatura más tradicional no recogía. 

Es así, como Abel logra formar arquetipos de lo que es México; su dibujo -contrariamente a lo que opinan los que tienen una idea más formalista de la caricatura- me parece que tiene un enorme valor estético, con esa extraña   mezcla entre una   abstracci±ón casi pura -precisamente por su esquematismo- y una elegancia sencilla. Lo que pasa es que Abel Quezada era un poeta que no rimaba versos, pero sus textos y dibujos tenían una visión poética del mundo político y de los arquetipos del país.

MANUEL AHUMADA: 

Realmente estoy patidifuso con la noticia. Y aunque Quezada no ha influido directamente en mi estilo, reconozco que con él empezó, en México, la caricatura moderna. Fue una lástima que cambiara tanto en sus últimos años; nunca dejó de ser honesto pero si cambió su punto de vista, dejó de ser, como dice en su libro, un hombre verde.

LUIS MIGUEL QUEZADA: 

Yo creo que mi padre murió cuando supo que ya no podía seguir trabajando. 

No podría yo calcular la cantidad de obras que hizo, fue una infinidad, era un pintor muy prolífico. 

¿Un museo? 

Mi padre nunca fue propenso a hacer grandes obras a su nombre, al contrario, como pintor, caricaturista y periodista que fue, nunca Ÿle importó mucho la supuesta grandeza. 

Yo creo que no sería una idea que le hubiera gustado mucho a él, aunque yo particularmente lo he pensado porque sí nos gustaría compartir su obra de alguna manera.

ALBERTO ISAAC: 

Abel fue mi amigo de toda la vida. 

Lo último que tuvo fuerzas de escribir fue la introducción a mi último libro. 

Es el amigo más cercano que he tenido desde que llegué a México. 

Llegamos los dos siendo provincianos, dos payos queriendo triunfar en la misma linea de actividad; pasamos momentos muy difíciles y a los dos nos separó la actividad; yo me fui por muchos a otros caminos pero nunca dejé el dibujo ni su amistad, además fuimos concuños. 

Para la cultura mexicana Abel Quezada es importantísimo, tenía un ojo para la actualidad y para la interpretación crítica de la realidad como muy pocos. 

El trascendió al cartón, era un comentarista social, y creo que ese ojo que él tenía es la que molestó a tanta gente a la que de pronto le pisaba el cajyo. Su irreverencia, su forma de ver la política, de interpretarla y de retratarla es la lo que lo identificó tanto con la gente. No ha habido un cartonista en México con más éxito que él, lo cual es muy merecido.

JAIME GARCíA TORRES:

Como le decía yo a Octavio Paz cuando le dieron el Premio Nobel: en la los grandes triunfos y en los grandes lutos tiene uno muy poco que decir; hasta él me lo dijo, los grandes triunfos tienen su lado luctuoso. 

Pero insisto ¿qué se puede decir ante este lugar común por excelencia que es la muerte y a la que sin embargo no nos acostumbramos? por lo menos yo no, porque fui amigo de Abel Quezada desde hace muchísimos años, pero últimamente estuve en sus grandes triunfos en París, en Milán... y es natural que ahora no se trata de un triunfo sino de este lugar común. ¿Cuál es el sitio que le corresponde? La historia y la sabiduríaµ del pueblo lo pondrán en su sitio; él tiene muchos sitios en realidad, porque no es propiamente un artista popular, no es sólo un pintor; era todo todas las cosas al mismo tiempo. Recorrió todo. Es de lamentarse siempre que muere una persona, pero es particularmente lamentable y patético que sea en el momento en que hubiera estado recibiendo el reconocimiento internacional.

RAFAEL FREYRE: 

Abel Quezada revolucionó la caricatura política, con gran acierto creó un humor propio que ha dejado huella mediante símbolos. 

Simbolizó con sus dibujos muchas figuras de la vida social y cotidiana de México y con su estilo muy personal y sus inquietudes llegó a la pintura sin dejar de ser Abel Quezada. Su muerte significa una pérdida muy importante porque se ha dicho que México tiene mucha historia en la caricatura, pero yo pienso que hacen falta muchos dibujantes. Hay muy buenos muchachos que empiezan a destacar las posibilidades de un dibujoº especial, pero su línea, la línea de Abel Quezada está presente. Fuimos compañeros de plana en Excélsior muchos años, frente a frente; lo recuerdo profesional, sonriente, con un sentido del humor muy especial que le dio un tono diferente a la caricatura. Abel Quezada también trascendió fronteras; se proyectó en Estados Unidos en importantes publicaciones, hay obra de él en Cuba y en el Museo de la Caricatura de Buenos Aires. Fue un verdadero pilar de la caricatura mexicana  y lo veo proyectado en otros cartonistas, tuvo gran impacto. Y está el testimonio en las hemerotecas, que son nuestra fuente de inspiración; ahí quedará Quezada para inspiración de muchos que quieren seguir su huella.

PEDRO SOL

Conocí a Quezada en un elevador y lo vi por última vez en un elevador. Es como una huella digital al que difícilmente se le puede igualar; tenía un sello muy personal, la ironía y la inteligencia que dejó en sus personajes influyeron en gente como Rius y muchos otros colegas, creó un género nuevo dentro del periodismo. Coleccionó una gran cantidad de amistades, pero también generó muchas envidias. 

Lo recuerdo gran admirador de Rogelio Naranjo. Otra de sus virtudes fue que rescató mucho de la forma de ser del político mexicano y de las costumbres del país, desde cómo comer un taco hasta cómo gobernar a México. Fue de los primeros caricaturistas que asistieron a las giras de campaña presidenciales en el pool de reporteros, desde la época de Adolfo López Mateos. 

Yo propongo que se instale un salón permanente que exhiba su obra, lo que pasó en el Museo Tamayo en 1984 fue es excepcional, vieron su exposición más de 125 mil personas; a mi me correspondió el honor de seleccionar su trabajo. Recuerdo que cuando visitaba su propia muestra, Quezada hacia fila para entrar entre la gente y hasta pagaba su boleto.

Así era Abel Quezada a los ojos de sus colegas, familiares y amigos.



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