Gregorio Selser
Las
cifras de las publicaciones neonazis, fascistas y antisemitas que
infestan Europa son abrumadoras.
Los sucesos de los años
recientes en el este de Europa parecen
haber destapado los diques de contención en las dos
alemanias vueltas al redil unitario.
Ahora se informa que
la organización soviética Pmiat, nacionalista
derechosa tradicionalmente
clandestina e ilegal, sería la responsable de nuevas y cuantiosas
reediciones del pasquín
zarista.
Los Protocolos de
los Sabios de Sión, que vio
la luz a fines del siglo XIX en las mazmorras e imprentas de la policía. De seguir así las cosas, no
sería de admirar que Pmiat edite
en ruso Mein Kampf de Adolfo Hitler.
De
Polonia las noticias eran anteriores y crecieron durante la
campaaña electoral en la que resultó triunfante Lech Walesa, quien para vencer en la primera
ronda a su rival al primer ministro
Tadeuss Mazowiecki hizo difundir secretamente la versión de que este, aunque reconocidamente
católico, tenía remotos orígenes judíos.
Recurrió
además a otra artimaña: repetidamente invitó a los políticos
de origen judío a declararse a sí mismos como tales.
Más tarde, a
raíz de las críticas procedentes
sobre todo de Estados Unidos, cambió
de táctica, dijo que se
trataba de un error y pidió disculpas por ella.
Antes
de que se iniciara la Segunda Guerra Mundial, Polonia era el
centro del judaísmo mundial, con una población de más 3
millones de judíos, de los cuales,
al término de la conflagración, sólo restaban unos 300 mil, que se
fueron reduciendo aún más durante las purgas antisemitas
de 1968, ya que la mayor parte de ellos optó por emigrar a Israel.
Cifras
recientes del NEW YORK TIMES estíman hoy en 10 mil el número de quienes
preservan su identidad judaica y su edad promedio es de 70 años.
Simplemente
y a pesar de los rebrotes de hostigamiento, han elegido quedarse a morir en su tierra natal polaca.
El
tema no dejó de alarmar a ciertos jerarcas "liberales" de la Iglesia.
En
tiempos del mariscal Pisudski y aun desde mucho antes el promedio del
polaco era declaradamente antisemita con
la misma convicción con que se ufanaba
de su catolicismo (90% de los polacos es
cristianos sin remilgos). La relación entre ser una
cosa y la otra ya ha sido
esclarecida en textos señeros como
el de Jules Isaac (Las
raíces cristianas del antisemitismo,
Buenos Aires, 1966).
En Polonia ese obsceno vínculo guarda coherencia con los viejos
mitos cultivados por un clero más inculto que reaccionario,
los curas de misa y olla, las monjas, párrocos y teólogos
que reeditan perjuicios y propagandas que hasta los distintos regímenes comunistas de pos guerra calificaron
como imbéciles.
Persiste como justificativo para eso renacer de
tufos rancios la noción del "decidio: que ya el Concilio Vaticano II reudió
en los años sesenta: en toda su simpleza, fueron los
judíos los que "asesinaron" a Jesucristo y por ello deben pagarlo por los siglos de los siglos.
El empeoramiento de la situación económica
en Polonia con motivo de su ingreso a la economía
libre de mercado, provee a los sectores
predispuestos a buscar un chivo expiatorio: los viejos 10 mil judíos dirigen la
economía, arruinan a Polonia y le
roban sus excedentes para enviarlos a Israel.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Ya no existen en
Polonia los medievales GHETTOS ni los judíos se recluyen en barrios exclusivos y de fácil
localización, pero las serpientes siguen deshovando.
El sacerdote católico Stanislaw Musial declaró a
Stephen Engelberg, del NEW YORK TIMES, que se
hace indispensable un analisis crítico de la complicidad
polaca en los horrores nazis, proceso que es necesario tanto para contrarrestar
el antisemitismo en el país como
para superar el estereotipo vigente en
Occidente y que presenta a Polonia como una
nación de antisemitas impenitentes.
"Debemos
enfrentar enfrentarnos a nuestra historia y asumir la responsabilidad por la misma, y decir la verdad
aun cuando en ocasiones no sea
agradable para nosotros", afirmó Musial..
Después de pronunciar un discurso en el cual admitió con
honestidad que "sí hubo un
papel polaco en la muerte de judíos durante la época de guerra", agregó que su
declaración salía de lo profundo
de su corazón.
Musial
sostuvo que estaba desafiando aspectos de carácter nacional al instar a sus compatriotas a
aceptar alguna
responsabilidad por los
acontencimientos de la ocupación nazi
y añadió que debido a que Polonia también sufrió sus propias pérdidas en
la guerra, la gente permanece renuente incluso a considerar la posibilidad de una complicidad polaca.
"Tenemos
-señaló Musial- una mitología de nosotros
mismos como una nación
mártir. Nosotros siempre somos los
buenos, los otros son los
malos. Con esta imagen nacional es
absolutamente imposible que
el pueblo polaco pueda hacer cosas
malas a los otros. Bajo la carga de nuestros
propios sufrimientos -dijo
ante un grupo de judíos estadounidenses- y pese a
los muchos casos en los que los ayudamos -incluso bajo amenaza de muerte- no siempre los ayudamos".
Por ésto les pedimos
perdón. Por cada polaco de fe cristiana que no les extendió una mano amiga en esos días y después,
por cada polaco de fe cristiana que los traicionó a los nazis, que
trató de enriquecerse explotando su temor y soledad, por todos ellos les pedimos perdón".
Cuando llovieron sobre Walesa las críticas por sus pullas
electoreras antisemitas, se defendió: "Polonia es un país de 85% de creyentes católicos. En
cada misa oigo decir que Israel es
un pueblo elegido. Si soy creyente no puedo ser antisemita.
Evidentemente en este a país hay políticos israelitas y uno puede tener disputas con ellos, pero eso no tiene
nada que ver con el antisemitismo".
En
las fiestas navideñas de 1990, hubo en Varsovia un primer acto público de contrición episcopal.
En un documento la jerarquía católica romana condenó las prácticas antisemitas en Polonia, y reconoció que
algunos polacos ayudaron a los
nazis a asesinar a los judíos durante la
Segunda Guerra Mundial.
Nosotros expresamos nuestro sincero
pesar por todos los casos
de antisemitismo que hayan sido cometidos en todo tiempo y por cualquier persona en territorio
polaco. Todos los casos de antisemitismo se perpetran
contra el espíritu del
Evangelio y son contrarios a la
visión cristiana de la dignidad humana".
"En
la perspectiva polaca este es un verdadero descubrimiento -dijo Kostanty Kostanty Gebert, un
colomnista político de Varsovia
que es judío. Esto confirma formalmente que el antisemitismo existe aquí, que es condenable y que es
un deber cátolico el reconocerlo.
---------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario