Los
científicos de los países altamente desarrollados han estado trabajando, desde
hace tiempo, muy fuertemente, en la construcción de máquinas para jugar al
ajedrez.
Por ejemplo,
existe en Francia, un Comité de Expertos de EURATOM que trabajan para construir
un jugador de ajedrez automático.
Se
podría preguntar por qué una gran organización como ésa, que se interesa en
cosas importantes y serias como son los problemas de traducción y documentación
automáticas, pidió a matemáticos, físicos, electrónicos, etc., que hiciesen un
jugador automático de ajedrez.
La
razón de ello es que dichas máquinas son laboratorios que sirven para estudiar
la construcción de las máquinas que aprenden.
Al
principio se construyeron máquinas que parecían tener una personalidad rígida,
de la misma manera que la personalidad de
cualquier persona.
En la máquina se
le programan reglas y recomendaciones para jugar, porque aún la máquina que aprende está regulada por las
posibilidades de aprender que están contenidas en su programa.
A estas primeras
máquinas, una vez que se encontraba el método para oponérseles, siempre se les
vencía.
Posteriormente,
y en especial con las máquinas más recientes, las cosas cambiaron.
Como ejemplo, en
la compañía IBM, un ingeniero construyó una máquina que después de cierto
número de partidas, empezó a ganarle todas a su constructor.
En su evaluación,
la máquina escoge los movimientos de los juegos ganados y rechaza los malos.
Se da una
revaluación de la movilidad, el dominio de los lugares, el número de piezas,
etc., y se sigue jugando con esta nueva evaluación, al cabo de cierto tiempo se
le vuelve a considertar y así sucesivamente.
Dicho de otro
modo, después de cierto tiempo la máquina es verdaderamente una máquina
cuya personalidad cambia.
Las jugadas del
adversario que tuvieron éxito hasta entonces, dejan de tenerlo.
Al estudiar la
máquina se observa que no sólo aprende sino que su personalidad se desarrolla.
Su constructor
dijo que después de algunas horas de jugar no pudo volverle a ganar a su
creación.
El
hecho de que la máquina lo haya vencido demuestra que éste no había previsto
las consecuencias de su programa, es decir, la máquina puede tener lo que
parece una individualidad no conocida del hombre que le hace el programa.
La
máquina para jugar ajedrez no se
considera como un fin en si mismo, sino como un medio para satisfacer las
demandas del hombre, como una parte de un sistema humano-mecánico.
Esa es la
dirección que lleva esta idea.
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