sábado, 19 de mayo de 2012

Máquinas Pensantes



            Los científicos de los países altamente desarrollados han estado trabajando, desde hace tiempo, muy fuertemente, en la construcción de máquinas para jugar al ajedrez.
Por ejemplo, existe en Francia, un Comité de Expertos de EURATOM que trabajan para construir un jugador de ajedrez automático.


            Se podría preguntar por qué una gran organización como ésa, que se interesa en cosas importantes y serias como son los problemas de traducción y documentación automáticas, pidió a matemáticos, físicos, electrónicos, etc., que hiciesen un jugador automático de ajedrez.
            La razón de ello es que dichas máquinas son laboratorios que sirven para estudiar la construcción de las máquinas que aprenden.
            Al principio se construyeron máquinas que parecían tener una personalidad rígida, de la misma manera que la personalidad de  cualquier persona.
En la máquina se le programan reglas y recomendaciones para jugar,  porque aún la máquina que aprende está regulada por las posibilidades de aprender que están contenidas en su programa.
A estas primeras máquinas, una vez que se encontraba el método para oponérseles, siempre se les vencía.
            Posteriormente, y en especial con las máquinas más recientes, las cosas cambiaron.
Como ejemplo, en la compañía IBM, un ingeniero construyó una máquina que después de cierto número de partidas, empezó a ganarle todas a su constructor.
En su evaluación, la máquina escoge los movimientos de los juegos ganados y rechaza los malos.
Se da una revaluación de la movilidad, el dominio de los lugares, el número de piezas, etc., y se sigue jugando con esta nueva evaluación, al cabo de cierto tiempo se le vuelve a considertar y así sucesivamente.
Dicho de otro modo, después de cierto tiempo la máquina es verdaderamente una máquina cuya  personalidad cambia.
Las jugadas del adversario que tuvieron éxito hasta entonces, dejan de tenerlo.
Al estudiar la máquina se observa que no sólo aprende sino que su personalidad se desarrolla.
Su constructor dijo que después de algunas horas de jugar no pudo volverle a ganar a su creación.
            El hecho de que la máquina lo haya vencido demuestra que éste no había previsto las consecuencias de su programa, es decir, la máquina puede tener lo que parece una individualidad no conocida del hombre que le hace el programa.
            La máquina para jugar ajedrez no  se considera como un fin en si mismo, sino como un medio para satisfacer las demandas del hombre, como una parte de un sistema humano-mecánico.
Esa es la dirección que lleva esta idea.
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