martes, 22 de diciembre de 2015

Incongruencias de Estados Unidos


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INCONGRUENCIAS DE 
ESTADOS UNIDOS

Muchas víctimas del extremismo Sunni (a menudo llamado Wahhabismo o Salafismo son de hecho musulmanes (a menudo con un izquierdista secular o el fondo político nacionalista), Sunni moderados o miembros de la fe islámica Shiita. 

La alianza entre los Estados Unidos y el Reino de Arabia Saudita ayudó a expandir la ideología del Islam Sunni fundamentalista por el globo. 
La mayoría de sus víctimas no son ciudadanos de países occidentales, sino ciudadanos de países que las élites americanas consideran una amenaza a sus intereses económicos y geopolíticos.
Los sauditas son violentamente antichiitas; por tanto, están contra Irán, país del que temen tenga una visión hegemónica en la región.

Arabia Saudita es un país que se afirma mucho en su gasto militar (67 mil millones de dólares anuales) y en la protección que le da Washington.

Estados Unidos tiene una doctrina que viene de tiempos de Dwight Eisenhower (presidente entre 1953 y 1961),  en la que se plantó que quien quisiera inmiscuirse con Arabia Saudita se iba a enfrentar directamente con Estados Unidos.

Estados Unidos dedica entre 20 y 30% de su presupuesto bélico a la defensa de sus intereses en Medio Oriente, siendo Arabia Saudita el   principal destino de dichos recursos.

  Este gasto apuntaría a asegurarse de que no habrá interrupción del flujo petrolero. 

Esa es la motivación de la alianza.

En Arabia Saudita rige el wahabismo: Una visión fundamentalista del Islam, muy similar a la sostenida por el Estado Islámico.

Resalta que muchas de sus prácticas coercitivas son idénticas:  decapitaciones, lapidaciones, castigos coroporales, amputaciones.

Son tremendamente estrictas, la mujer en Arabua Saudita practicamente no tiene existencia legal. 



Hay una policia religiosa que es tremendamente  poderosa.

El integrismo religioso reinante en Arabia Saudita es un caldo de cultivo para el terrorismo yihadista. 

La mayoría de quienes participaron en los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono en septiembre de 2011, provenían de dicho país.

La política de Arabia Saudita es reprimir duramente a los grupos fundamentalistas dentro de sus fronteras, pero fuera de éstas ‘los dejan ser’ e incluso los alimentan, como hicieron con al-Qaeda.

Los sauditas han sido instrumentales en el desarrollo de varios de los grupos islámicos, inclido el EI, al que han ayudado y probablemente siguen ayudando en forma encubierta, debido a que está organización combate contra los chiitas.

Los sauditas ayudan al EI a sabiendas de que éste actúa de la forma más criminal imaginable.

Además, Arabia Saudita ha financiado la construcción de mezquitas en Europa, que han sido centros de reclutamiento y agitación, desde donde han partido miles de yihadistas europeos a luchar en Siria e Irak.

En este momento, Arabia Saudita implementa una guerra contra Yemen, la que declaró luego que este país cayera en manos de los rebeldes huties (chiitas).

Como parte de la embestida, la citada petromonarquía -junto con otros emiratos de la región- impuso un bloqueo naval y ha lanzado masivos bombardeos aéreos -que afectan a civiles- que están provocando una catástrofe humanitaria, silenciada por la comunidad internacional.

A partir de lo anterior, Estados Unidos y el resto de Occidente han sido muy parcos, por no decir absolutamente cínicos, en la forma en que manejan la cuestión; mientras denuncian los crímenes del Estado Islálmico, Arabia Saudita ejecuta atrocidades que están totalmente reñidas con los derechos humanos, y, respecto de eso, hay absoluto silencio.
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Tomado de proceso 2039
Francisco Marin
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