En 1815 Napoleón Bonaparte huyó de la
isla de Elba. Condujo de nuevo a Francia, durante lo que se conoce como Régimen
de los 100 días
-hasta la derrota definitiva en
Waterloo-. Los lugartenientes del Emperador recurrieron a la segunda línea de
sus partidarios para adjudicarles cargos en el fugaz Gobierno.
Nicolás Gabriel Galois, partidario de
Napoleón, se convirtió en alcalde de Bourg-la-Reine, un suburbia de París.
Después del 18 de junio de 1815, el
desastre. Los bonapartistas resultaban casi tan subversivos como los
republicanos. La familia Galois ingresa en la lista negra.
Nicolás Gabriel Galois fue sacado del
Ayuntamiento de Bourg-la-Reine a empellones por las tropas de Luis XVIII.
El pequeño Evariste, hijo de Nicolás
Gabriel Galois, tenía en aquel momento 4 años de edad. Desde ese momento crece
con un estigma: siempre perseguidor, siempre rebelde. El único refugio inviolable,
que endulza su infancia, fue su propia casa, donde su madre, Adelaide Marie
Demante, vuelca toda la inmensa cultura que poesía para sentar sobre
formidables bases su instrucción elemental. La buena señora poesía una
formación notable para una dama de aquella época. A los 12 años Evariste ya no
le puede aprender nada a su madre. Ingresa en el College Royal de
Louis-le-grand y debe hacer frente a la incomprensión,
a la soledad, a las burlas de los mediocres.
Especialmente desataba las iras de
aquellos maestros rutinarios a los que Evariste Galois ponía en apuros con sus
preguntas desconcertantes. No se contentaba con aprender sus lecciones, como
los demás niños: siempre contemplaba las cosas desde puntos de vista muy
diferentes; podia sentir una especial predilección por lo raro y difícil.
Evariste Galois adquiere especial
interés por las matemáticas recién ingresa en el College Royal.
No gracias a sus profesores, sino a pesar de ellos.
Pronto superó las aburridas
explicaciones de sus maestros y se sumerge en la lectura de libros tremendos
tales como "La Geometría", de
Adrien-Marie Legendre, "Tratado de Álgebra", de Joseph-Louis Lagrange, mismos que los mismos profesores
dominaban poco y mal. Solo uno de ellos, Louis Richard, se entusiasmó con la
inteligencia asombrosa del muchacho y se avino a darle clases particulares.
No era hombre excepcional, pero gozaba
de la suficiente modestia como para reconocer el ingenio ajeno, incluso cuando
aparece en un niño que aún no ha llegada a la adolescencia y al que tiene por
alumno.
En la corta vida de Evariste Galois, el
viejo Richard sería el único interlocutor de las proezas científicos, la única
figura que le alentaría a proseguir aquellas extravagantes busquedas que lo
apasionaban. También se debe a él que el niño haya podido ubicar algunos
trabajos menores.
El tema que interesaba a Galois no podia
ser más abstracto: la manera de resolver ecuaciones complejas, en las que
intervienen términos elevados a potencias superiores a cuatro. El caso es, que
hasta entonces, tales problemas se encaraban por un camino equivocado.
Casi al mismo tiempo que Evariste
Galois, un espíritu paralelo al suyo también trabajaba en lo mismo, aunque a
2,000 kilómetros de distancia.
Niels Abel nació en Noruega 9 años antes
que Evariste. En 1824, cuando apenas tenía 22 años, logró la famosa prueba que
Evariste Galois estaba buscando.
En 1829 murió ignorado por todos, sumido
en la miseria. No había cumplido aun los 27 años. Hoy se cree que fue una
suerte que Evariste Galis no hubiese leído a Niels Abel hasta después de
desarrollar sus propios razonamientos. Porque el sendero que recorrió -si bien
era menos directo para abordar el problema específico de las ecuaciones de
quinto o más grados- le permitió proponer conceptos unificadores sobre los
cuales se cimentan capítulos importantísimos de las matemáticas contemporaneas:
el Campo de Galois, el Grupo de Galois, la Teoría de Galois.
Lo sorprendente es que Evariste tenía 17
años, en 1927, cuando completó las bases de su sistema teórico.
Louis Richard, muy contento, lo preparó
para que ingresase en la prestigiosa École Polytéchnique, meca de los principales matemáticos de Francia. Evariste Galois fue
confiadísimo al examen. Pero en la prueba no pudo reprimirse: habló de más se
entusiasmo, expuso teorías que revolucionaban el algebra. Al final los
examinadores se miraron: no habían entendido nada, ese muchacho estaba loco. Y
lo suspendieron por inepto.
Ocurría lo imprevisible. Los grandes
maestros de la École Polytéchnique no
lo comprendían.
El año 1829 fue el más amargo de los
años para el joven genio.
Además de que se entera del triste final de Niels Abel,
vuelve a presentarse al examen de la École Polytéchnique con el mismo resultado.
Hace llegar una Memoria de sus
investigaciones a la Academia de Ciencias y Augustin-Louis Cauchy -quien debía
juzgarla- confiesa que la ha extraviado antes de siquiera echarle un vistazo.
Por fin, catástrofe familiar.
Carlos X, segundo monarca de la Casa de
Borbón después de la Restauración y jefe de la ultraderecha, había sumido a
Francia en una tiranía calificada de oprobiosa. Las presiones contra Nicolás
Gabriel Galois se tornaron insostenibles. Y, harto de chocar contra puertas
cerradas; economica, política y humanamente arruinado; convencido que de seguir
así acabría por desencadenar las represalias del poder no solo contra él sino
también contra sus seres queridos, el padre de Evariste -fiel a los dictamenes
de aquella generación- se dispara un tiro en la sien.
La carrera de gran matemático
instituciionalizado, académico, socialmente reconocido como tal, se había
frustrado para el joven Galois.
Así lo admitió y presentó su candidatura
profesoral en la École Normal Sulperièure -menos afamada que la Politécnica-,
para ganarse el pan. Pero, lejos de abandonar la militancia política, se
radicalizó. Se convirtió en uno más entre los fogosos intelectuales
republicanos.
No obstante, continuó las
investigaciones matemáticas.
En 1830 resolvió enviar una segunda
Memoria a la Academia de Ciencias. Esta vez, el destinatario era un científico
venerable y cuyas ideas políticas coincidían con las de su padre: Jean-Baptiste
Joseph Fourier.
Hijo de un sastre que participó en la
Revolución de 1789, Fourier había sido bonaprtista de la primera hora. Acompañó
a Napoleón en su campaña a Egipto, compiló y editó luego la monumental Description
de l'Egypte, en 21 volumenes. Napoleón le concedió
una baronía. Ocupó varios cargos políticos importantes.
Como matemático creo nada menos que las
Series de Fourier, que dieron origen a una rama importantísima de su
disciplina: la Teoría de funciones de una Variable Real.
Es verdad que, luego de Waterloo,
abandonó su actividad militante -se entregó por completo a cultivar el oficio
de científico profesional. En 1817 es candidato a la Academia de Ciencias, de
la cual se convierte en secretario perpetuo, en 1822. Cuatro años después
ingresa en la de Medicina y -sueño de su vida- lo ungen inmortal de la Academia
Francesa. Respetado por todo el mundo era la persona idonea para que Evariste
mandara su Memoria.
Jean-Baptiste Fourier fallece el 16 de
mayo de 1830. Entre sus papeles jamás fue hallado el trabajo de Galois.
Aquellos eran días turbulentos. Evariste
Galois no tuvo tiempo para lamentar el incidente: hechos más significativos
reclamaban su atención. En medio de una insurrección popular, se derrumba, en
julio, el Gobierno de Carlos X. Contra lo que se esperaba, no ocupa su lugar la
República, sino otro rey, Luis Felipe de Orleans. Usa la bandera tricolor, se
apoya en las capas más adineradas de la burguesia. Alimenta proyectos
imperialistas, a él se debió la conquista de Argelia. Parece democrático,
liberal, capitalista.
Evariste Galois se adelanta tanto en
política como en matemáticas. Previó exactamente lo que iba a ocurrir 18 años
más tarde. Visualizó el creciente descontento obrero, el estallido de las
barricadas del 48, los desastres que provocaría aquel sonriente principe
burgués. Y lo consignó en ardientes artículos periodísticos.
La respuesta del Gobierno fue inmediata.
Primero, un arresto de algunas horas y la exoneración de su cargo en la École
Normal Suerieure. Después, 6 meses de prisión. Evariste Galois aprovechó la
cárcel para escribir una tercera Memoria, destinada a la Academia de Ciencias.
Ya en libertad, la presentó. Ahora sería Simeon-Dennis
Poisson, el mismo de la Curva de Poisson, un teorico ilustre, quien iba a
devolverle el escrito, con una anotación de su puño y letra. Tachaba la Memoria
de "virtualmente incomprensible" y aconsejaba a Evariste Galois que
ampliara y clarificara la exposición.
Auguste Chevalier, amigo y ex compañero
de estudios de Evariste Galois, recibió la misiva el 30 de mayo de 1832. Con
febril premura, Evariste Galois le comunicaba que debía batirse en el campo de
honor y ante el presentimiento de que sobrevendría lo peor, quería hacerle
depositario de su testamento científico.
Le daba cuenta de sus últimas
investigaciones. En las notas dispersas hay nitidas señales de que Evariste
Galois había comenzado a desarrollar la teoría de las Fuentes Algebraicas.
Tendrían que pasar 4 decadas antes de
que el alemán Bernhard Rieman completase esta obra.
Las autoridades sugirieron que el joven
-apenas tenía 21 años y 7 meses- se había batido por una cuestión de faldas.
Sus correligionarios aseguraron que el
desafío había partido de una facción de la extrema derecha.
Otros sostuvieron, con bastante fundamento, que hubo un
agente provocador de la Policia, y que había sido, lisa y llanamente un
asesinato de los esbirros de Luis Felipe.
La policia del "monarca
burgués" Luis Felipe d'Orleáns, admitió con satisfacción que se había
eliminado en forma providencial a un peligroso militante de la oposición.
Nadie supo, entonces, que en esa
madrugada trágica se truncó la vida joven de uno de los máximos genios de las
matemáticas que ha producido la Humandidad.
Racine, en 1846, se atrevió a reproducir
los principales trabajos de Galois en el Journal de Mathematiques Purs et
Appliquées. Pero su significación no fue captada
hasta que, en visperas de la Guerra Franco-Prusiana de 1870, el matemático
Camille Jordan ofreció la primera exposición integral de las teorias del
infortunado Evariste Galois.
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