MIGUEL DE UNAMUNO
(1864 - 1936)
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1. BIOGRAFÍA
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Miguel de Unamuno y Jugo fue un escritor
y filósofo español.
En su obra cultivó gran variedad de
géneros literarios.
Miguel de Unamuno nació en la calle
Ronda del casco viejo de Bilbao.
Fue el tercer hijo y primer varón, tras
María Felisa y María Jesusa, del matrimonio habido entre el comerciante Félix
de Unamuno Larraza y su sobrina carnal, Salomé Jugo Unamuno.
Más tarde nacerán Félix, Susana y María
Mercedes.
A los diez años, sus primeros estudios
en el colegio de San Nicolás y a punto de entrar en el instituto, asiste como
testigo al asedio de su localidad durante la Tercera Guerra Carlista.
Estudió Filosofía y Letras en la
Universidad de Madrid, obteniendo la calificación de notable en 1883, a sus
veintiún años.
Al año siguiente se doctora con una
tesis sobre la lengua vasca: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria
de la raza vasca. En ella anticipa su idea sobre el origen de los vascos,
contraria a las afirmaciones del nacionalismo vasco que propugnaban una raza
vasca no contaminada por otras razas.
En 1884 comienza a trabajar en un
colegio como profesor de latín y psicología, publica un artículo titulado «Del
elemento alienígena en el lengua vasco» y otro costumbrista, «Guernica»,
aumentando su cotrabajoación en 1886 con el Noticiero de Bilbao.
En 1888, se presentó a la cátedra de
psicología, lógica y ética del Instituto de Bilbao convocadas por la Diputación
de Vizcaya, junto con Sabino Arana y el novelista y folclorista Resurrección
María de Azkue, adjudicándose la plaza éste último.
Polemizó con Arana, que iniciaba su
actividad nacionalista, ya que consideraba a Unamuno como vasco pero
«españolista» debido a que Unamuno, que ya había escrito algunas obras en
euskera, consideraba que ese lengua estaba próximo a dessurgir y que el
bilingísmo no era posible. «El vascuence y el castellano son incompatibles
dígase lo que se quiera, y si caben individuos no caben pueblos bilingíes. Es
éste de la bilingíidad un estado transitorio».
En 1889 prepara otras oposiciones y
viaja a Suiza, Italia y Francia, lugar en el que se celebra la Exposición
Universal y se inaugura la torre Eiffel.
El 31 de enero de 1891 se casa con
Concha Lizárraga, de la que estaba enamorado desde niño. Pasa los meses
invernales dedicado a la preparación de unas oposiciones para una cátedra de
Griego en la Universidad de Salamanca, la cual obtiene.
Con motivo de estas oposiciones, entabla
amistad con el granadino Ángel
Ganivet, amistad que se irá intensificando hasta el suicidio de aquél en 1898.
En 1901 es nombrado Rector de la
Universidad de Salamanca.
El 11 de octubre de 1894 ingresa en la
Agrupación Socialista de Bilbao y trabaja en el semanario Lucha de clases de
esta localidad, abandonando el partido socialista en 1897 y sufriendo una gran
depresión.
En 1914 el ministro de Instrucción
Pública lo destituye del rectorado por razones políticas, convirtiéndose
Unamuno en mártir de la oposición liberal.
En 1920 es elegido por sus compañeros
decano de la Facultad de Filosofía y Letras.
Es condenado a dieciséis años de prisión
por injurias al Rey, pero la sentencia no llegó a cumplirse.
En 1921 es nombrado vicerrector. Sus
constantes ataques al rey y al dictador Primo de Rivera hacen que éste lo
destituya nuevamente y lo destierre a Fuerteventura en febrero de 1924.
El 9 de julio es indultado, pero él se
destierra voluntariamente a Francia; primero a París y, al poco tiempo, a
Hendaya, en el País Vasco francés, hasta el año 1930, año en el que cae el
régimen de Primo de Rivera.
A su vuelta a Salamanca, entró en la
localidad con un recibimiento apoteósico.
Miguel de Unamuno se presenta candidato
a concejal por la conjunción republicano-socialista para las elecciones del 12
de abril de 1931, resultando elegido.
Unamuno proclama el 14 de abril la
República en Salamanca. Desde el balcón del ayuntamiento, el filósofo declara
que comienza «una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido,
envilecido y entontecido».
La República le repone en el cargo de
Rector de la Universidad salmantina. Se presenta a las elecciones a Cortes y es
elegido diputado como independiente por la candidatura de la conjunción
republicano-socialista en Salamanca. Sin embargo, el escritor e intelectual,
que en 1931 había dicho que él había contribuido más que ningún otro español
”con su pluma, con su oposición al rey y al dictador, con su exilio...” al
advenimiento de la República, empieza a desencantarse.
En 1933 decide no presentarse a la
reelección. Al año siguiente se jubila de su actividad docente y es nombrado
Rector vitalicio, a título honorífico, de la Universidad de Salamanca, que crea
una cátedra con su nombre.
En 1935 es nombrado localidadano de
honor de la República. Fruto de su desencanto, expresa públicamente sus
críticas a la reforma agraria, la política rescogiosa, la clase política, el
gobierno, Azaña.
Al iniciarse la guerra civil, apoyó
inicialmente a los rebeldes. Unamuno quiso ver en los militares alzados a un
conjunto de regeneracionistas autoritarios dispuestos a encauzar la deriva del
país.
Cuando el 19 de julio la práctica
totalidad del consistorio salmantino es destituida por las nuevas autoridades y
sustituida por personas adictas, Unamuno acepta el acta de concejal que le
ofrece el nuevo alcalde, el comandante Del Valle.
En el verano de 1936 hace un llamamiento
a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que
representaban la defensa de la civilización occidental y de la tradición
cristiana, lo que motivo tristeza y horror en el mundo, según el historiador
Fernando García de Cortázar.
Azaña lo destituye, pero el gobierno de
Burgos le repone de nuevo en el cargo. Sin embargo, el entusiasmo por la
sublevación pronto se torna en desengaño, especialmente ante el cariz que toma
la represión en Salamanca. En sus bolsillos se amontonan las cartas de mujeres
de amigos, conocidos y desconocidos, que le piden que interceda por sus esposos
encarcelados, torturados y fusilados.
A finales de julio, sus amigos
salmantinos, Prieto Carrasco, alcalde republicano de Salamanca y José Andrés y
Manso, diputado socialista, habían sido asesinados, así como su alumno
predilecto y rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila Hernández.
En la cárcel se hallaban recluidos sus
íntimos amigos el doctor Filiberto Villalobos y el periodista José Sánchez
Gómez, éste a la espera de ser fusilado. Su también amigo, el pastor de la
Iglesia anglicana y masón Atilano Coco, estaba amenazado de muerte y de hecho
fue fusilado en diciembre de 1936. A comienzo de octubre, Unamuno visitó a
Franco en el palacio episcopal para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos
presos.
Unamuno se arrepintió públicamente de su
apoyo a la sublevación durante el acto de apertura del curso académico, el 12
de octubre de 1936, en el Paraninfo de la Universidad. Varios oradores soltaron
tópicos acerca de la «anti-nuestro pais». Un indignado Unamuno, que había
estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso en pie y pronunció un
apasionado discurso. «Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de
la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es
sólo una guerra incivil. Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre
todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Se ha
hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-nuestro pais; pues
bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor
obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y
yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no
sabéis...».
Furioso, Millán gritó: «¡Muera la
inteligencia!». En un intento de calmar los ánimos, el poeta José María Pemán
exclamó: «¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!».
Unamuno no se amilanó y concluyó:
«¡íEste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo cura! Vosotros
estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el
proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis.
Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque
convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta:
razón y derecho en la lucha. Me parece inútil solicitaros que penséis en
nuestro pais».
La esposa de Franco, Carmen Polo, toma
del brazo a don Miguel y le acompaña a su casa, rodeados de su guardia
personal, lo que evita que el incidente acabe en tragedia. Ese mismo día, la
corporación municipal se reunió de forma secreta y expulsó a Unamuno. El
proponente, el concejal Rubio Polo, reclamó su expulsión «...por nuestro pais,
en fin, apuñalada traidoramente por la pseudo-intelectualidad liberal-masónica
cuya vida y pensamiento sólo en la voluntad de venganza se mantuvo firme, en
todo lo demás fue tornadiza, sinuosa y oscilante, no tuvo criterio, sino
pasiones; no asentó afirmaciones, sino propuso dudas corrosivas; quiso
conciliar lo inconciliable, el Catolicismo y la Reforma; y fue, añado yo, la
envenenadora, la celestina de las inteligencias y las voluntades vírgenes de
varias generaciones de escolares en Academias, Ateneos y Universidades».
El 22 de octubre, Franco firma el
desafío de destitución de Unamuno como rector.
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2. CITAS
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• Es
detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no
procuran la transmisión de esos conocimientos.
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• La
envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
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• La
libertad es un bien común y,
mientras no
participen todos de
ella, no serán libres
los que se creen tales.
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• No des a
nadie lo que te pida, sino lo que
entiendas que necesita: y soporta luego la ingratitud.
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• Siempre
me han aburrido y repugnado las corridas de toros.
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5 citas de 87 de Unamuno
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