-Emilio, a mi me gusta leer
los libros de Isaac Asimov, excepto sus novelas.
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-¿Por qué?, Marcela.
-Porque lo que cuenta parece tan
real, que no sé si es o no verdad. Lo mismo pasa con "El Código Da
Vinci", Me acabo de enterar que la Iglesia Católica prohibió el libro de
Dan Brown, porque, según dice, se mencionan mentiras acerca de la Biblia.
¿Por qué el miedo del Vaticano a la novela de Dan Brown "El Código da
Vinci"?
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-La declaración del arzobispo de Roma,
Tarcisio Bertone, en el sentido de que el best-seller es un “castillo de
mentiras”, y que por tal razón no debe ser comprado ni leído, no sólo demuestra
el estadio inquisitorial en el que permanece la Iglesia Católica sino su
creciente debilidad. Tarcisio Bertone se quejó, en entrevista con el diario
milanés Il Giornale, de la gran
distribución que ha tenido a nivel internacional el libro y precisó los temores
del catolicismo oficial: “Hay un riesgo muy real de que muchas personas que lo
lean crean que las fábulas que contiene son ciertas”.
-¿Qué le disgusta al Vaticano del
Código da Vinci?
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-La aseveración de que Jesús se casó con
María Magdalena y que de ese matriomonio o apareamiento nació una hija. Qué el
verdadero sucesor de Jesucristo, como dirigente de la Iglesia, era María
Magdalena y no San Pedro. Qué ella también ofició misa en contra de la versión
oficial de que las mujeres no pueden hacer carrera sacerdotal. Y que el
auténtico mensaje de Cristo ha sido distorsionado por el
Vaticano para acomodarlo a su conveniencia.
-"El Código da Vinci", junto
con otros trabajos históricos y literarios recientes sobre la vida del hombre
que se hizo Dios, es un claro indicador de que el mundo necesita de la Iglesia
dos cosas: conocer al verdadero Jesucristo, hasta hoy negado y oculto por la
Ley Sagrada, y la adecuación de ese pensamiento o doctrina a las exigencias
actuales.
-Lo que se me ocurre
preguntar, sin embargo, es si esas afirmaciones están solamente en El Código
da Vinci y si también la versión que nos transmite la Iglesia es una verdad
absoluta e incuestionable.
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-Existen varios libros, en los cuales se
inspiró Dan Brown.
-¡Recomiendame uno!
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-Bueno, te recomiendo uno que me pareció
maravilloso: "María Magdalena, la diosa prohibida del Cristianismo"
cuya autora es una teologa inglésa de nombre Lynn Picknett.
-La prohibición de un best-seller que ha
conmovido conciencias, que ha producido grandes crisis, incluso entre los más
fervientes católicos, y convertido a Jesucristo en objeto de investigación,
muestra a una Iglesia incapaz de ofrecer argumentos para contrarrestar lo que
el cardenal ha calificado como una versión vergonzosa.
-La prohibición inquisitorial a todo lo
que no le gusta, a lo que no comparte o conviene, es la única reacción y
respuesta que tiene la Iglesia Católica tradicional a un mundo cambiante que ya
no admite, como receta única, a los diversos y profundos cuestionamientos
actuales.
-Pero
bueno, Emilio, si las novelas son ciertas o falsas importa a lectores, como
tú, consciente o inconscientemente, hacen depender lo segundo de lo primero.
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-Los inquisidores españoles, por
ejemplo, prohibieron que se publicaran o importaran novelas en las colonias
hispanoamericanas con el argumento de que esos libros disparatados y absurdos
-es decir, mentirosos- podían ser perjudiciales para la salud espiritual de los
indios.
-Por esa razón, los hispanoamericanos
sólo leyeron ficciones de contrabando durante trescientos años y la primera
novela que, con tal nombre, se publicó en América española apareció sólo
después de la independencia.
-Al prohibir no unas obras determinadas
sino un género literario en abstracto, el Santo Oficio estableció algo que a
sus ojos era una ley sin excepciones: que las novelas siempre mienten, que todas
ellas ofrecen una visión falaz de la vida.
-Se pensaría que se podría ridiculizar
una generalización semejante, sin embargo, creo que los inquisidores españoles
fueron acaso los primeros en entender -antes que los críticos y que los propios
novelistas- la naturaleza de la ficción y sus propensiones sediciosas.
-Las novelas mienten -no pueden hacer
otra cosa- pero ésa es sólo una parte de la historia. La otra es que,
mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresar, de manera
disfrazada, lo que no es. En realidad, se trata de algo muy sencillo: los seres
humanos no están contentos con su suerte y casi todos quisieran una vida
distinta de la que tienen. Por ello, se escriben y se leen para que los seres
humanos tengan las vidas que no se resignan a no vivir. En el embrión de toda
novela bulle una inconformidad, late un deseo.
-De una manera menos cruda y explícita,
y también menos consciente, todas las novelas rehacen la realidad ya sea
embelleciéndola o empeorándola. En esos sutiles agregados a la vida -en los que
el novelista materializa sus secretas obsesiones- reside la originalidad de una
ficción.
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