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Sobre la autora
. -Soy Violeta Santamarina,
tengo 33 años y soy Argentina.
-Me encanta comer helado mientras hablo por teléfono con mis amigas.
Soy licenciada en Ciencias de la Comunicación. Desde los 18 trabajo como
periodista con un impás de cuatro años donde trabajé como productora de
telenovelas. Notarán entonces que estuve en contacto con historias de la
ficción y de la realidad. Con conocimiento de causa les digo, la realidad,
siempre supera a la ficción. Hay ciertos temas que sólo nos divierten y nos
interesan a nosotras.
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Sábado, Diciembre 26, 2009
Estaba poniendo los fideos en agua
cuando suena el timbre de casa. Sorprendida
por no haber estado esperando a nadie respondo y descubro que era Martina, mi
prima.
Al abrir la puerta y ver su cara adiviné
que necesitaba una oreja amiga e incondicional.
-Que suerte que te encuentro, necesito
hablar urgente con alguien- fueron sus primeras palabras envuelta en mar de
lagrimas.
Martina tiene 33 años, casada y con dos
hijos.
Llevaban cuatro años de noviazgo con
Miguel cuando se embarazó de su primer hijo y decidieron casarse. Desde allí
hasta hace un año y medio se dedicó a armar su hogar, criar sus hijos y estar
esplendida para su marido.
Hace 15 meses decidió reinsertarse en el
mercado laboral.
Cabe aclarar que también se reinsertó al
mercado social, ya qué, hasta ese entonces sólo frecuentaba a las maestras del
jardín de infantes, al verdulero y de vez en cuando al carnicero.
Un estudio de abogados necesitaba una
abogada sin demasiada experiencia para comenzar su carrera allí y a Martina le
vino como anillo al dedo.
Comenzó a dividirse en mil pedazos para
hacer de madre, de esposa, de abogada y lo logró.
El problema apareció cuando conoció a
Lucio (36 años, abogado exitoso, soltero, buen mozo y muy, pero muy charlatán).
Lucio se planteó como objetivo anual el
conquistar y llevarse a la cama a la bella Martina y demostrarle a ella y al
mundo que todos podemos tropezar.
Hace meses que Martina venía contándome
las decenas de manifestaciones de amor que Lucio le hacia a diario. Flores,
desayunos sorpresa, CD, libros dedicados, notitas de amor.
Ella se resistía y auto convencía que su
matrimonio estaba primero, que ella era un modelo para sus hijas y que nada ni
nadie la iba a desviar de aquel juramento de amor eterno que un día realizó
junto a su esposo frente al altar.
Reconocía que la rutina había achanchado
su matrimonio. Que cada vez el sexo era mas espaciado y que su queridísimo
Miguel había ya olvidado los gestos de romanticismo. Pero consideraba que era
algo común y cotidiano.
Ayer llegó llorando a mi casa
sintiéndose una basura y creyendo que por los poros destilaba traición.
Lucio había ganado la pulseada y había
logrado finalmente acostarse con ella durante el horario del almuerzo.
-No puedo ir a mi casa y mirar a la cara
a mi marido. No puedo mirar a los ojos a mis hijas, me comporté como una
prostituta y lo peor de todo es que no me gustó. No se porqué lo hice.
-Por mi parte, no se si hice bien o mal
pero yo le minimice el echo.
-Le dije que lo dejara pasar, que lo
positivo era que no le había gustado por lo tanto no lo iba a repetir.
-¿No?
-Infiel… que palabra dura y rígida.
Infiel es aquel que lo hace a diario y con premeditación.
-Vos, más que nadie, como abogada sabes
que lo grave es la premeditación y la reiteración. Si fue una vez y nunca mas,
ya esta. Borrón y cuenta nueva.
-Acá no paso nada. Seguí con tu vida,
con tu matrimonio y no le des más importancia que la de un desliz de un
mediodía agitado.
-Martina, partió rumbo a su casa, un
poco mas tranquila. Pero yo quede pensando, ¿será esta la única vez? ¿Una vez
que uno engaña abre la puerta a múltiples engaños?
-¿Podrá Martina seguir con su vida “como
si nada” o este será el inicio del fin de su matrimonio?
-¿Se vuelve de una infidelidad guardando
silencio y no mostrando a la pareja que se lo engañó?
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