Hasta
los mejores escritores tienen sus momentos de distracción.
A continuación doy a continuación algunos deslices de la pluma, tomados
de obras maestros de la literatura.
Alphonse Daudet, en Tartarín en los Alpes :
"Silencioso y cruzado de brazos, Tartarín observaba la operación, hacía
críticas en voz alta, daba consejos..."
Alejandro Dumas, padre, en El collar de la reina :
"¡Ah!, exclamó don Manuél en portugués".
Guy de Maupassant, en Bola de sebo :
"Los viajeros llevaban once horas de camino, las cuales, con las cuatro y
media horas en que los caballos habían comido y descansado, sumaban
catorce".
Emilio Zola, en La caída del abad Mouret :
"Désirée, que también se había tomado la sopa sin abrir la boca, acababa
de levantarse de la mesa..."
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