-¿Qué
libros te gusta leer, Marcela?
-Me encanta leer novelas históricas.
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-¿Qué
libros me podrías recomendar?
-Acabo de leer un libro que me facinó de José Saramago, Premio
Nobel de literature en 1988. "El Evangelio
según Jesucristo" (1991).
-Con ese libro fue
catapultado a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal (que
se considera una república laica), cuando el gobierno vetó su presentación al
Premio Literario Europeo de ese año, alegando que "ofende a los
católicos".
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-¿Qué otros libros me puedes recomendar?
-Hay
varios, como por ejemplo:
"Avicena o la ruta de Isfahán" de Gilbert Sinoué;
"El
último judío en España" de
Noah Gordon;
"Las
Pirámides de Napoleón" de William
Dietrich;
"El
haren de la Sublime Puerta" de Alfred
Shmueli.
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-¡Dejame
apuntarlos! porque los voy a conseguir.
-A mi me gustaría
escribir, Emilio, pero, ¡eso no es lo mio!
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-En una cita el gran Oscar Wilde dice
que no existen más que dos reglas para escribir, tener algo que decir y
decirlo. Sin embargo, hay personas que han cursado la primaria, la secundaria y
muchas veces hasta la preparatoria y la universidad, pero intuyen que han
fallado en una cuestión fundamental: no aprendieron a expresarse bien por
escrito.
-Si el problema se halla tan
generalizado, debe ser porque la política educativa no otorgó la importancia
debida al idioma español.
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-Así es Marcela, en algún momento los
encargados de la educación decidieron que las tres disciplinas: ortografía,
sintaxis y puntuación dejaran de aprenderse. El idioma empezó a descuidarse en
las escuelas.
-¿Qué se puede hacer para reconquistar
la lengua castellana?
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-El primer paso para reconquistar la
lengua castellana consiste en reconocer dos cosas: que sí es importante saber
redactar bien y que cualquiera puede aprender a hacerlo si se lo propone. Hago
hincapié en estos dos puntos porque muchas personas no lo creen así. Piensan que
la buena redacción compete únicamente a los escritores, los periodistas y los
maestros de escuela.
-Es cierto, Emilio, así opina mi primo,
está convencido de que no hay problema si los recados, mensajes cartas,
informes y memorandos que se escriben están redactados de manera confusa. Él
me dice: “Pero tú me entiendes, ¿no? Eso es lo importante.”
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-En algunas ocasiones sí es posible
comprender el sentido de un escrito mal redactado. Pero muchas veces surgen
equívocos de consecuencias imprevisibles.
-¿Me podrías dar algunos ejemplos?
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"Hasta que compré una casa en el
fraccionamiento Las Rosas, fui feliz".
-Con esto se dice lo contrario de lo que
se desea expresar. En efecto, nos hace saber que fue feliz mientras no se le
ocurrió comprar una casa en ese fraccionamiento, y que en cuanto la compró dejó
de ser dichoso.
-¿Cómo sería lo correcto?
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"No fui feliz hasta que compré una
casa en el fraccionamiento Las Rosas".
-Una sola coma puede cambiar de manera
radical el sentido de una oración. No es lo mismo afirmar, por ejemplo, “No
vino en mayo” que “No, vino en mayo”.
-Tampoco significa lo mismo “Juan
escucha la sinfonía” que “Juan, escucha la sinfonía”.
-No hace falta aspirar a ser escritor
profesional para aprender a redactar bien.
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