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Alfonso R. Carrillo
Las leyes naturales que rigen en el cosmos son eternas e inmutables. Son también inexorables y nadie las viola impunemente. En vez de darnos cabezazos contra la pared, mejor será que estudiemos esas leyes para ponernos cuanto antes en armonía con ellas.
El que pretenda nadar contra esa poderosa corriente será arrollado y herido en los peñascos. Nadie en la historia de la humanidad ha logrado transgredir las leyes cósmicas sin sufrir las consecuencias.
Todo por el contrario, el que acata esas leyes y vive en consonancia con ellas, logrará alcanzar una vida de paz y felicidad.
Si comes lo que no es natural al cuerpo físico, la enfermedad sobrevendrá para amonestarte que te has desviado del camino verdadero, que has violado las leyes de la salud.
Si encuentras constantes dificultades en la vida, busca las causas en tu interior y encontraras que estás violando las leyes del pensamiento.
Así nuestra mayor felicidad se logra mediante nuestra cooperación consciente y constante con las leyes naturales.
Cosechamos lo que sembramos y sólo nos llega lo que ha salido de nosotros. El pensamiento es creador y la cosecha será según la semilla que sembremos en la mente.
Para que el pensamiento sea dinámico y arrollador debe llevar el indispensable ingrediente del amor, en su más amplio sentido. El que imparte un servicio, el que vela por el bien del prójimo, coadyuva con la ley cósmica del progreso.
La acción no es sino la expresión visible del pensamiento. Al ver lo que haces, sé perfectamente bien lo que has pensado.
El estudio de las leyes mentales nos enseña que el pensamiento es un imán. Piensa en la salud y la prosperidad y serán tuyas. Piensa en la enfermedad y en la miseria y te vendrán. Igual atrae a igual y tú te das lo que piensas, sea para bien, sea para mal.
Debes, pues, tener mucho cuidado con las palabras que pronuncies porque son la expresión oral del pensamiento. Manifestamos una vida más elevada a medida que nuestras palabras y pensamientos se refinan y purifican. Las palabras de un hombre revelan la íntima naturaleza de su sér.
Son trascendentales las palabras porque representan pensa-mientos que toman forma visible en el mundo fenomenal de las cosas.
Las leyes cósmicas son siempre positivas: hay fórmulas en las matemáticas pero no las hay en el error. Hay reglas para la salud y no para la enfermedad. Hay premisas para la verdad pero no para la mentira. Hay principios de ciencia pero no de la ignorancia. La oscuridad no existe en realidad porque no es sino falta, ausencia o en negación de la luz. Donde penetran los rayos del sol se disipan las tienieblas.
Si aplicamos la fórmula matemática correctamente podemos estar seguros del resultado. Si abrimos la mente a todo lo bueno, se desvanece como por obra de magia todo lo mal. He aquí la fórmula para destruir toda discordia y entronizar en la vida humana la armonía.
Es necesario, pues, que comprendas que el conocimiento de las leyes mentales pone en tus mano manos un enorme poder, dinámico y creador, que encausado con inteligencia, puede erigirte felizmente en el árbitro absoluto de tu destino.
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viernes, 13 de mayo de 2011
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