miércoles, 31 de diciembre de 2014

Citas personales (Lázaro Cárdenas)


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CITAS DE LÁZARO CÁRDENAS


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•    A cada quien en relación a su trabajo; a todos según sus necesidades de pan, casa vestido, salud, cultura y dignidades.
Lázaro Cárdenas del Río, (1895 è 1970); estadísta mexicano.
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•    Gobierno o individuo que entrega los recursos naturales de la nación, total o parcial, es traición a la Patria.
Lázaro Cárdenas
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•    Hemos recomendado a mis partidarios que combatan a la oposición con ideas, no a pedradas.
Lázaro Cárdenas
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•    La miseria, la ignorancia, las enfermedades y los vicios esclavizan a los pueblos.
Lázaro Cárdenas
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•    Las reformas avanzadas son victorias de las fuerzas del bien sobre el mal en sus luchas por la redención de los oprimidos.
Lázaro Cárdenas
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•    Sólo la justicia social garantiza la paz y la felicidad humana.
Lázaro Cárdenas
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•    Suprimir lo superfluo para que nadie carezca de lo necesario y se evite que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres.
Lázaro Cárdenas
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martes, 30 de diciembre de 2014

La Gestación de la Raza Humana


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LA GESTACIÓN DE LA RAZA HUMANA


Desde que, en 1856, se descubrieron casualmente los primeros restos del hombre de Neandertal, en Alemania, arqueólogos y antropólogos no han dejado de realizar excavqciones en África, Europa, Australia y Asia, en busca de otros vestigios que permitan esclarecer incógnitas fundamentales de nuestra existencia: ¿cuándo, donde y cómo surgió la especie humana?


El estudio reciente de ciertos fósiles encontrados en Indonesia y China plantea posibilidades sorprendentes y pone en duda muchas de las tesis que sobre los orígenes del hombre se han arraigado en los libros de texto. Cuanto más avanza la paleontología humana, más se convencen los científicos de que el paso del mono al hombre fue un proceso largo y complejo. Es posible que en determinadas épocas y regiones hayan existido dos o más especies de homínidos que competían por la supervivencia. Y la lucha pudo haberse decidido en favor de una u otra en cualquier momento. El Homo sapiens moderno parece haber sido una de tantas especies rivales.


La historia de este sobreviviente, el cual llegó a dominar la Tierra, comenzó hace unos 4 millones de años en las exuberantes selvas africanas, donde se han desenterrado los más antiguos fósiles de homínidos. Un descubrimiento decisivo tuvo lugar en Etiopía en 1974, cuando la expedición encabezada por el antropólogo estadounidense Donald Johanson y el geólogo francés Maurice Taich reunió pacientemente los fragmentos de un antiquísimo esqueleto de primate, cuya especie se denominó Australopithecus afarensis.


Los investigadores advirtieron que, a diferencia de todos los primates encontrados hasta entonces, aquel “eslabón perdido” entre el mono y el hombre caminaba totalmente erguido. Desde entonces han aparecido muchos otros vestigios de la misma especie, entre ellos unas huellas de pies perfectamente conservadas, descubiertas en Tanzania en 1978 por un equipo dirigido por la antropóloga Mary Leakey.
Es probable que la inteligencia de estas menudas criaturas (los machos medían menos de 1.5 metros de estatura) no haya sido muy superior a la de un simio común, pero la postura erguida y la locomoción bípeda seguramente les dieron ventaja pues les dejaron las manos libres y los volvieron más aptos para la recolección.
El hecho más importante desde el punto de vista de la selección natural es que los australopitecos prosperaron y trasmitieron su constitución genética a sus descendientes que con el tiempo dieron origen a una especie llamada Homo habilis (“hombre hábil”). 


Este hominido, aparecido probablemente hace más de 2 millones de años, se distinguía poco de sus antecesores en el aspecto físico, pero poseía un cerebro algo mayor, y fue el primero en fabricar herramientas de piedra.
Como consecuencia de sus adaptaciones a los rigores de la vida en el África prehistórica el Homo habilis fue evolucionando hasta constituir otra especie el Homo erectus, un homínido más alto, fuerte e inteligente cuyo aspecto físico, al menos del cuello a los pies, debe de haber sido casi idéntico al del ser humano moderno. Los primeros fósiles de esta especie, que alcanzó un prosperidad y una movilidad extraordinarias, se encontraron a miles de kilómetros de distancia de su lugar de origen en África. 


En 1891, Eugène Dubois, médico holandés que se encontraba en las Indias Orientales Holandesas (hoy Indonesia) realizando excavaciones, descubrió unos restos de intrigante antigüedad (una bóveda craneal y un fémur) en el lecho del río Solo, en la isla de Java. Dubois los atribuyó a una antigua raza de “hombre mono” a la que llamó Pithecanthropus erectus. Durante los decenios que siguieron se hallaron huesos semejantes en China y África.


Con el tiempo, los antropólogos comprendieron que aquellos fósiles eran de criaturas tan parecidas, que todos podían clasificarse dentro de la misma especie de homínido: el Homo erectus.
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En fechas recientes, los  investigadores estadounidenses Garniss Curtis y Carl Swisher, del Centro de Geocronología de Berkeley, en California, y sus colegas indonesios rectificaron la datación de unos fragmentos de cráneo de Homo erectus procedentes de dos asentamientos javaneses. Resultó que no tienen 1 millón de años de antigüedad, como habían indicado los primeros análisis, sino casi dos veces más.
Si este dato se confirma, habrá que suponer que nuestros antepasados emigraron de su cuna africana cientos de miles de años antes de lo que se creía. Y será necesario someter la historia de la evolución  humana a una profunda revisión.
La nueva datación hace pensar que el Homo erectus tuvo tiempo de sobra para evolucionar en dos direcciones distintas, hasta diversificarse en una raza africana y otra asiática. Los científicos chinos sostienen que cierto cráneo de hombre moderno desenterrado en su país hace dos decenios tiene al menos 200,000 años de antigüedad, mucho más que los otros fósiles de Homo sapiens hallados en Asia. Más aun, el cráneo presenta rasgos semejantes a los de los asiáticos actuales.

¿Cuándo y por qué partió el Homo erectus de su primitivo emplazamiento en África para extenderse por el Medio Oriente, luego por Europa y finalmente hasta la cuenca del Pacífico?

Algunos antropólogos conjeturan que la emigración de este homínido puede explicarse a la luz de un avance técnico. En asentamientos que datan de hace 1.4 milloes de años (unos 400,000 después de la aparición de la especie) se han desenterrado hachas y cuchillos de piedra mucho más elaboradas que las toscas herramientas usadas en épocas anteriores. Los nuevos utensilios, concluyen los proponentes de esta hipótesis, debieron de facilitar mucho al Homo erectus la obtención de alimentos y, por ende, la emigración.

-Si las herramientas avanzadas propiciaron la salida de África, ¿por qué no se han encontrado en todos los lugares adonde se extendió la especie?

Alan Thornek, de la Universidad Nacional Australiana en Canberra, explica que el Homo erectus asiático pudo haber hecho instrumentos del mismo nivel técnico, pero de un material menos duradero. “Las herramientas de bambú”, dice, “son en muchos sentidos mejores que las de piedra y tienen más aplicaciónes”. Pero el bambú, a diferencia de la piedra, no deja ninguna huella después de 1 millón de años.
La prueba más indiscutible de la época en que el Homo erectus llegó a Asia es sin duda alguna la edad de los fósiles que allí se han encontrado. Pero resulta difícil datarlos con precisión, sobre todo en el caso de los restos javaneses. La antigüedad del “niño de Mojokerto”, una bóveda craneana infantil hallada en 1936, se calculó en alrededor de 1 millón de años, y la de un esqueleto facial machacado y un fragmento de cráneo procedente de Sangiran, en poco menos.
Tal vez estos cálculos no se habrían cuestionado seriamente de no haber sido por la intervención de Curtis. En 1970, el investigador aplicó una técnica de datación radiactiva a una muestra de piedra pómez tomada del estrato que contenía el fósil de Mojokerto, y concluyó que la antigüedad de este se acercaba más bien a los 2 millones de años. No obstante, como la técnica era falible, la datación de Curtis quedó en duda durante más de dos decenios. Al cabo de este tiempo, Swisher y él hicieron otro análisis con un método nuevo y mucho más preciso.
El segundo resultado confirmó el primero: el niño de Mojokerto y los fósiles de Sangiran tenían alrededor de 1.8 y 1.7 millones de años de antigüedad respectivamente; es decir lo mismo que los restos más arcaicos del Homo erectus de África. Clark Howell, antropólogo de la Universiad de California en Berkeley,comenta: “Es pasmoso,. Nadie esperaba cifras tan grandes”. Con todo, el especialista advierte que antes de dar por segura la datación habrá que relacionar direcamente la piedra pómez con la posición en que fueron hallados los fósiles.
He aquí, pues, una solución verosímil a uno de los grandes misterios de la evolución humana. “Siempre nos habíamos preguntado por qué los homínidos tardaron tanto en emigrar de África”, señala Swisher. La respuesta que salta a la vista es que, según el reloj de la prehistoria, no tardaron tanto: quizá 100,000 años a lo más, y no cerca de 1 millón como se pensaba. De ser así, la hipótesis de que el Homo erectus necesitó herramientas refinadas para salir de África quedaría refutada.
A Swisher no le sorprende esta posibilidad. “Los elefantes emigraron de ese continente varias veces a lo largo de su historia”, señala. “Son muchos los animales que amplían su territorio. El principal factor de la expansión del Homo erectus pudo ser un cambio climático. Ningún otro animal ha requerido utensilios de piedra para salir de África”.
Los científicos ya poseen pruebas de que incluso los homínidos más primitivos, los simiescos australopitecos, que vivieron hace algunos 
millones de años antes, se adaptaron a 
condiciones ambientales diferentes.
Vrba, paleontóloga de la Universidad de Yale, cree que éxito de estas criaturas (y con el desarrollo del género Homo) tuvo relación con los cambios climáticos ocurridos entonces. Hace entre 2.9 y 2.5 millones de años, una era glacial hizo bajar las temperaturas de todo el planeta (según algunos climatólogos, hasta en 11°C.), por lo que la húmedad de la selva africana se volvió una sabana mucho más seca.
Al estudiar los fósiles, Vrba averiguó que la población de grandes mamíferos del continente sufrió un cambio radical. Muchos antílopes de la selva dejaron su lugar a otras especies del mismo género, como los búfalos gigantes, mejor adaptados a los pastizales abiertos. La alteración de las condiciones climáticas también pudo favorecer el surgimiento del Homo erectus, especie apta para propagarse por el Viejo Mundo.
En opinión de Alan Walker, especialista en los orígenes de la especie humana, de la Universidad Johns Hopkins, la adaptabilidad del hombre primitivo le facilitaba la colonización de nuevos ambientes, pero fue la creciente inclusión de carne en su dieta lo que lo impulsó a emigrar. “Los carnívoros necesitan un enorme territorio”, explica.
Y no es imposible que el Homo erectus haya emigrado a Asia en sólo unas decenas de miles de años. “Con sólo avanzar 30 kilómetros cada 20 años, no se tarda mucho en completar el recorrido”, puntualiza Walker.
Swisher y sus colegas creen que la nueva datación apoya la teoría de la difusión desde África; es decir, que el Homo sapiens apareción primero en ese continente y luego se extendió por el resto del mundo. Si las razas africana y asiática de Homo erectus hubieran permanecido separadas durante casi 1 millón de años, argumentan los investigadores, habrían evolucionado hasta constituir dos especies distintas. Es prácticamente imposible que dos grupos aislados durante tanto tiempo hayan dado origen a la misma especie: el Homo sapiens. Swicher supone que el Homo erectus asiático se extinguió, y que el Homo sapiens surgió en África de manera independiente.
No necesariamente, replica Alan Thorne, destacado defensor del multirregionalismo. Esta doctrina propone otra interpretación: las poblaciones no evolucionaron en forma aislada, sino  en contacto constante, intercambiando su herencia biológica al mezclarse entre sí. “Hoy en día”, dice Thorne, “circulan genes humanos de Johannesburgo a Pekín y de París a Melburn. Si excluimos las interrupciones causadas por las eras glaciales, es probable que el contacto se haya mantenido a lo largo de toda la trayectoria evolutiva del Homo sapiens”.
Christopher Stringer, del Museo de Historia Natural de Gran Bretaña, no esta de acuerdo: ”Si se examina el acervo de fósíles del último medio millón de años, África es la única parte del mundo que presenta una continuidad evolutiva entre el hombre primitivo y el moderno”.
Stringer agrega que los primeros fósiles de Homo sapiens cuya edad se ha coprobado provienen de África y del Medio Oriente, y los más antiguos datan de hace 120,000 años. El hombre moderno no apareció en Europa ni Asia hasta decenas de miles de años después.

¿Como encaja en esto la reciente noticia sobre el cráneo de Homo sapiens de 200,000 años de antigüedad encontrado en China?

La mayoría de los científicos la han acogido con reserva, en parte porque la técnica de datación empleada sigue siendo experimental. Stringer piensa que la afirmación de que el cráneo pertenece a un hombre modero no se sostendría ante un examen detenido. La única certidumbre en esta materia siempre fascinante, donde los datos escasean y abunda la imaginación, es que seguirá departándonos muchas sorpresas.
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Tomado de TIME
14/3/1994
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lunes, 29 de diciembre de 2014

Cofradía de Médicos


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COFRADÍA DE MÉDICOS

-¿Qué significa “cofradía”?

-La palabra cofradía tiene dos  acepciones:

cofradía s. f.
1   Congregación que forman algunos devotos bajo una advocación religiosa (la Virgen, un santo, etc.), para ejercitarse en obras de piedad: la cofradía del Nazareno. 
2   Asociación de personas de un mismo oficio, para su asistencia mutua.


A continuación quiero ofrecerte la narración de una cofradía de médicos.
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Ben Hecht

-Siembre hay un aura de misterio en torno a los cónclaves médicos. Uno se pregunta a veces si el secreto con que rodean sus reuniones tiene por objeto evitar que el lego descubra cuánto saben, o evitar que descubra cuántos ignoran.
-En esta generación, pocas asambleas médicas ha habido tan misteriosas como las efectuadas en la Ciudad de Nueva York por un grupo de eminentes especialistas que dieron en llamarse Club X. 
-Durante 20 años, esta pequeña  banda de galenos se reunía cada tres meses a puerta cerrada en el Hotel Walton  y se ocupaba hasta el amanecer de una empresa desconocida.
El último encuentro impresionante del Club X se realizó una noche sombría y lluviosa. A  pesar del clima hostil, los 14 socios asistieron, pues la sesión de ese día ejercía un especial atractivo: un miembro nuevo, el decimoquinto, iba a incorporarse a la sociedad. El Dr. Samuel Warner era demasiado joven para ser un talento... un talento de prestigio. Por otra parte, jamás había recibido una distinción más formal que su elección como miembro del Club X, en tanto que los otros 14 socios eran líderes reconocidos en sus diversos campos.
Después de intercambiar saludos, el Dr. Warner se sentó en un rincón y rechazó serenamente un vaso con whisky y agua, un coctel y una copa de brandy. Tenía la cara tan tensa y el cuerpo tan recto en la silla, que más parecía estar a punto de echar a correr que de querer participar en una reunión.
A las 9, el venerable especialista en diagnósticos, Dr. William Tick, declaró abierta la sesión.
-Dr. Warner, el Club X tiene un solo propósito -empezó-. Sus integrantes nos congregamos cada tres meses para coonfesar algún homicidio cometido por cualquiera de nosotros desde la última asamblea. Me refiero, por supuesto, a homicidios médicos, aunque pudiera ser sin un alivio oír confesar una muerte realizada por pasión, y no por estupidez. Nos interesan, pues, esos casos en que el médico, por un diagnóstico erróneo o por una medicación o procedimiento quirúrgico equivocados, haya matado a un paciente que de otra manera hubiera vivido y mejorado.
-Comprendo que esta es mi primera reunión -murmuró con impaciencia el neófito, y después levantó la voz-; pero tengo algo muy importante que decir.
-¿Un homicidio? preguntó el Dr. Tick.
-Sí.
-Muy bien. Con gusto te escucharemos, pero hay dos homicidios en la lista antes que tú.
Fue en ese momento cuando varios de los asistentes cayeron en la cuenta de que había algo más que miedo en la tensión del joven cirujano. La certeza de que Sam Warner había acudido a su primera reunión con algo violento y misterioso dentro de sí, llenó el cuarto.
El Dr. Philip Kurtiff, eminente neurólogo, puso su mano sobre el brazo de Warner y susurró:
-Todos hemos cometido errores más graves que lo que tú hayas podido hacer.
-Si deseas consolar a Sam, hazlo en silencio -exigió el viejo Tick-. Esto no es un sanatorio para médicos con complejos de culpa, sino un clínica para el error. Nuestro propósito es científico. El primer caso de esta noche -agregó- lo presentará el Dr. Wendell Davis.
Ante el silencio general, el elegante gastroenterólogo se puso de pie y empezó a hablar: 
“A fines del verano pasado me llamaron para que fuera a casa de un fogonero, un tal Horowitz. El senador Bell había ofrecido un almuerzo campestre a los pobres de su distrito electoral, y en la comida los tres niños de Horowitz se habían intoxicado. El senador, que como anfitrión se sentía responsable del percance, me pidió que atendiera el caso. Encontré a dos de los chiquillos, uno de nueve y otro de once años, con fuertes vómitos. La madre me dio una lista de los alimentos que habían consumido. ¡Era asombrosa! Les administré una buena dosis de aceite de ricino. El tercer niño, de siete años, no estaba tan mal. Se veía pálido, tenía un poco de fiebre y náuseas... pero no vomitaba. Parecía intoxicado en menor grado. Para mayor seguridad le prescribí una dosis igual de aceite de ricino.
-A medianoche el padre me llamó, alarmado por la condición del pequeño (los otros dos habían mejorado mucho). Le dije que no se preocupara, que el chiquillo había desarrollado más lentamente la intoxicación, pero que sin duda alguna estaría mejor en la mañana. Cuando colgué el teléfono me sentía satisfecho de haberle recetado profilácticamente el aceite de ricino. Al día siguiente encontre a los dos chicos mayores casi recuperados, a diferencia del de siete años, que iba de mal en peor: estaba deshidrado, tenía  más de 40°C. de temperatura, los ojos hundidos, un semblante de dolor, las ventanas de la nariz dilatadas, los labios azules debido a la falta de oxìgeno en la sangre, y la piel fría y gelatinosa.
Aprovechando una pausa en el relato, el Dr. Milton Morris, prestigioso neumólogo, pregunto: 
-¿Falleció en pocas horas?
Davis afirmó con un movimiento de cabeza.
-Bueno. Quizá sufría de una apendicitis aguda cuando lo viste por primera vez y el aceite de ricino provocó que estallara el apéndice. En tu segunda visita, ya le había empezado la peritonitis.
-Sí -reconoció, pesaroso, el gastroenterólogo-, exactamente eso sucedió.
-Muerte a causa de aceite de ricino -concluyó con  un risa temblona el viejo Tick-. Ahora tomará la palabra el Dr. Kenneth Wood.
El cirujano escocés se levantó.
-Bueno -miró a su colega del hospital, el nuevo socio-, Sam, ni sabes cómo es esto de las vesículas biliares. Ya entrada la noche, mi paciente se internó con un intenso dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen. Se extendía hacia la espalda y el hombro, completamente característico de la vesícula. Le di un medicamento para disminuirle el dolor, pero a la mañana siguiente este era intensísimo. Sin temor a equivocarme, juzgué que la vesícula se había perforado, así que  procedí a operar, mas no encontré una sola anomalía en su maldita vesícula. La mujer falleció una hora más tarde.
-¿Se aclaró algo en la autopsia? -indagó el Dr. Weeney.
-Un momento -intervino el Dr. Wood-; se supone que tú debes deducirlo.
-¿Le hiciste su historia clínico, -inquirió el Dr. Kurtiff después de una pausa.
-No; era un caso de urgencia.
-¡Ajá! -resopló Tick-. Ahí está. La mataste por haber mal interpretado el origen del dolor. Además de la vesícula, ¿qué puede producir el dolor que Wood describió?
-El corazón -respondió rápidamente el Dr. Morris.
-Te estás acercando -observó Wood-. En la autopsia se apreció un infartación de la rama descendente de la arteria coronaria derecha.
-Muerta por un principiante -gruñó el viejo Tick-. Caballeros, de estos homicidios infantiles no hemos aprendido nada más que la ciencia y la estupidez van cogidas de la mano. Sin embargo, ahora nos acompaña un joven y diestro esgrimidor de los instrumentos médicos. Les aseguro que si él ha cometido un homicidio, este será inusitado y notable. Véanlo: tan nervioso como un verdadero homicida, sudando su culpa y su deseo de confesarlo todo. ¡Colegas, ahora les dejo con nuestro nuevo delincuente, el Dr. Samuel Warner!
El Dr. Warner se limpió el cuello con el pañuelo, ya húmedo.
-El paciente era un joven de 17 años, sorprendentemente talentoso. Escribía poesía. Estuvo enfermo durante dos semanas antes de que me llamaran. Nada más verlo, ordené que lo llevaran sin demora al hospital. El padecimiento había empezado con un dolor agudo en el lado derecho del abdomen. Me iba a telefonear, pero la molestia se calmó después de tres días, así que pensó que ya estaba bien. Después de dos días le repitió, y empezó a tener temperatura y diarrea. Había  pus y sangre pero no amibas o bacterias patógenas, cuando por fin me lllamó. Después de leer los reportes patológicos le diagnóstique colitis ulcerativa. Los  síntomas parecían no tener nada que ver con el apéndice. Puse al paciente bajo un tratamiento de sulfaguanidina y líquidos depurados. Sin embargo, empeoró. Presentaba un ablandamiento abdominal generalizado. Después de dos semanas de cuidadoso tratamiento, murió.
-¿Y la autopsia mostró que te habías equivocado? -preguntó el Dr. Wood.
-No se la practiqué. Sus padres y él mismo me tenían mucha fe. Y sabían que yo hacía todo lo posible por salvarle la vida.
-Entonces -intervino el Dr. Hume-, ¿cómo sabes que te equivocaste en el diagnóstico?
-Por el simple hecho -respondió Warner, algo molesto- de que el paciente murió en vez de curarse. Lo maté por un diagnósitio errónoeo.
-Una conclusión lógica -apuntó el Dr. Sweetney.
-Bueno, caballeros -interumpió el viejo Tick-, no cabe duda que nuestro talentoso amigo liquidó a un gran poeta. Pueden empezar analizar su diagnóstico.
-¿Cuánto hace que murió el paciente? -quiso saber el Dr. Rosson.
-El miércoles pasado. ¿Por qué? 
-Dijiste que sus padres confiaban en  ti -comentó Kurtiff- y, curiosamente, se te ve preocupado. ¿Ha hecho alguna investigación la policía?
-No. Cometí el homicidio perfecto. Ni ustedes mismos podrán desaprobar mi diagnóstico.
El reto molestó a varios de los asistentes.
-¡Aquí hay truco! -insinuó Wood, y sus ojos intentaron penetrar en Warner.
-El único truco es la complejidad del caso. Ya entiendo que ustedes caballeros, prefieren un descuido profesional más simple, como los que escuché hace rato.
Sweeney opinó:
-El caso del Dr. Warner es un buen ejemplo de diagnóstico mal investigado. Los síntomas que expuso podrían referirse a muchas enfermedades.
Warner se sonrojó.
-¿Te importaría respaldar tus insultos con un poco de ciencia?
-Hablaste de ablandamiento general del abdomen como de uno de los últimos síntomas -observó el Dr. Davis-. Eso es una peritonitis.
-Y una perforación diferente de  úlcera -apoyó Sweeney.
Sam volvió a secarse la cara con el pañuelo húmedo.
-Nunca pensé en una perforación a causa de un cuerpo extraño -reconoció.
-Debiste hacerlo -sonrió el Dr. Kurtiff.
-Vamos, vamos -interrumpió el viejo Tick-. No se trata de adivinar. ¿Qué causó perforación?
-Tenía 17 años -respondió Kurtiff-, demasiada edad para tragarse alfileres.
-Tampoco pudo haber sido un hueso de pollo pues se le hubiera encajado en el esófago -dijo el Dr. Wood.
-¡Magnifico, Warner! -saltó el viejo Tick-. Ya hemos delimitado. La propagación del ablandamiento se debió a que la infección se extendiá. El curso tomado por la enfermedad hace pensar en una perforación, más que en una úlcera. Y solamente un objeto tragado pudo hacer una perforación de ese tipo. Ya descartamos los alfileres y los huesos de pollo; sólo queda otra conjutura obvia.
-Una espina de pescado -insinuó el Dr. Sweeney.
-¡Exacto! -exclamó Tick.
Warner se acercó rápidamente al armario y tomó su sombrero y su abrigo.
-¿A dónde vas? -le  preguntó el Dr. Wood-. Apenas empezamos la reunión.
Warner sonrió.
-No me queda mucho tiempo. Tenían razón al sospechar que había truco en el caso: mi paciente aún vive. Llevo dos semanas tratándolo como si padeciera de una colitis ulcerativa, y esta tarde me convencí de que había diagnosticado erróneamente el caso y de que el muchacho moriría en un lapso de 24 horas a menos que yo averiguara lo que realmente le ocurría. Muchas gracias a todos por su diagnóstico. Ahora podoré salvar la vida de mi paciente.
Media hora más tarde los socios del Club X se hallaban en el Hospital Saint Michael’s viendo operar a Warner. Nadie hablaba. Los minutos corrían. En silencio las enfermeras le pasaban los instrumentos al cirujano. La sangre salpicaba sus manos.



Catorce grandes especialistas miraban llenos de esperanza la cara inconsciente y agobiada del joven que se había tragado una espina de pescado. Nunca un rey o un papa  tuvieron en su enfermedad más médicos de esa talla conteniendo la respiración en torno suyo.
De repente el Dr. Samuel Warner, sudoroso, levantó algo entre sus dedos enguantados y se le lo pasó a una enfermera.
-Lleve esto y enséñeselo a los caballeros.
El viejo Tick se adelantó a tomar aquel objeto de la mano de la enfermera.
-Una espina de pescado... -comentó.
El Club X se congregó a su alrededor como si se tratara de un tesoro fantástico. Tres semanas después el joven paciente se recuperó por completo.
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sábado, 27 de diciembre de 2014

Una Clase de Francés


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UNA CLASE DE FRANCÉS

-Emilio, ¿me podrías decir cuándo se usa el verbo auxiliar avoir y cuando se usa el verbo auxiliar être al formar el “passé composé”? 
-No me explico porqué en “passé composé” se tiene que emplear el auxiliar être con esos dichosos 14 verbos de desplazamiento y con los verbos pronominales.



-Sí, con todo gusto, Marcela.
-Affamer es un verbo que significa “hambrear, hacer padecer hambre”.
-Su participio pasado se forma eliminando la terminación -er del infinitivo y colocando en su lugar, la terminación : affamé.

-El participio pasado affamé es una palabra que tiene dos funciones:
  1.     como participio pasado y
  1.     como adjetivo.

-A ver, dame ejemplos donde affamé se use sólo como adjetivo.

  1.     La madre hambrienta.
  La mère affamée.

  1.   Los niños hambreados.
      Les enfants affamés.

-Como es bien sabido, los adjetivos varian de acuerdo al género y al número.

-Pero, permiteme continuar con mi razonamiento con estos otros dos ejemplos.

  1.   La madré hambrió a su hijo.
      La mère a affamé son fils.

  1.   La madre está hambreada.
       La mère est affamés.

-En la frase (3), el participio pasado se comporta como verbo, es decir, que la madre hizo que su hijo padeciera hambre, esto se sabe porque se está empleando el auxiliar avoir.

-Y en la frase (4) el participio pasado se comporta como adjetivo, es decir, que por emplear el auxiliar être, la hambreada es la madre.

-En este caso, la acción del participio pasado, es como adjetivo. Y como todos los adjetivos varían de acuerdo al género y número del sujeto.

-Ah, ya caigo, en la frase (3), la acción del participio pasado recae sobre el complememto, (con avoir) y en la frase (4), la acción del participio pasado recae sobre el sujeto (con être).

-Exactamente. ¿Algo más?

-Sí, solamente decirte que escogiste un verbo horroroso para explicarme la diferencia del uso de los auxiliares.
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viernes, 26 de diciembre de 2014

El Dios de Einstein


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EL DIOS DE EINSTEIN



     -¿Qué comentario puedes darme en torno a esta cita de Einstein?

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• Es, por supuesto, una mentira lo que he leído sobre mis convicciones religiosas, una mentira que está siendo repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y nunca he negado esto, sino que lo he expresado con claridad. Si hay algo en mi que pueda considerase religioso es mi admiración por la estructura del universo hasta donde nuestra ciencia puede revelarla.
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-Los científicos se
basan únicamente en la comprobación de todo aquello que empieza con hipótesis. Partiendo de la base que todas las religiones están basadas en dogmas y de que los científicos no pueden aceptar dogmas, Einstein, quizá el más grande científico que haya vivido hasta ahora, no puede haber creido en Dios, como una “noción antropomórfica de Dios”.

-Un momento Emilio, después de leer las siguientes 5 citas, ¿crees aun que Albert Einstein NO haya creido en Dios?

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1° Dios es sofisticado pero no malévolo.
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2° El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir.
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3° No puedo creer que Dios juega a los dados con el Cosmos.
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4° Nuestro comportamiento moral en la Tierra es algo que concierne a los humanos, no a Dios.
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5° No puedo concebir la idea de un Dios que premia y castiga a sus
criaturas, o que tiene la voluntad que tenemos nosotros. Ni puedo concebir un ser humano que trasciende su
propia vida. Es absurdo.
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-¿Conducen las ciencias de la naturaleza, necesariamente a quienes las practican a la negación de lo religioso? Ser un buen científico, ¿exige la proclamación de ateísmo o al menos de agnosticismo?

-En un libro del profesor Antonio Fernández Rañada se indagan las creencias religiosas de un centenar de científicos universalmente conocidos.
-Uno de los más citados es Albert Einstein. En repetidas ocasiones, Einstein se proclamó seguidor de Spinoza en su concepción filosófica del mundo, de Dios, de lo humano y de la religión. Para ambos, Dios y el universo constituyen una totalidad esencial, una unidad.
-Dios esta presente en cada una de las manifestaciones materiales, en cada objeto que puebla el Universo por más pequeño que sea. En cada mota de polvo, en cada átomo, en cada partícula subatómica, está Dios. Si esto es así, Dios anima a cada una de las manifestaciones de la naturaleza, grande o pequeña, y además Dios estará ahí también.

-¿Por qué es tan importante Albert Einstein para la humanidad?

-Einstein revolucionó el mundo de las ciencias y de la filosofía con sus novedosas propuestas sobre la luz, el espacio y el tiempo.
-Su genialidad, en armonía con su pasión por la naturaleza, su humanismo y su sentido del humor le convirtieron en una figura de culto en una era en constante agitación.

-¿Escribió Einsein sobre Dios y la religion?

-Sorprende a muchas personas el hecho de que Einstein haya escrito numerosos ensayos en los que alude a Dios y a la religión.
"¿Cuál es el sentido de nuestra vida, cuál es, sobre todo, el sentido de la vida de todos los vivientes?
Tener respuesta a esta pregunta se llama ser religioso.
Pregunta: ¿tiene sentido plantearse esa cuestión?
Respondo: quien sienta su vida y la de los otros como cosa sin sentido es un desdichado, pero hay algo más: apenas merece vivir".
Cuando los humanos intentan responder a esto, topan con el "misterio":
“El misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir. Es la sensación fundamental, la cuna del arte y de la ciencia verdaderos. Quien no la conoce, quien no puede admirarse ni maravillarse, está muerto. Sus ojos se han extinguido. Esta experiencia de lo misterioso —aunque mezclada de temor— ha generado también la religión".
Para Albert Einstein:
"La verdadera religiosidad es saber de esa Existencia impenetrable para nosotros, saber que hay manifestaciones de la Razón más profunda y de la Belleza más resplandeciente sólo asequibles en su forma más elemental para el intelecto.
En ese sentido, y sólo en éste, pertenezco a los hombres profundamente religiosos".
La percepción del misterio conduce a lo que Einstein denomina un sentimiento religioso cósmico.
"El motivo más fuerte y más noble de la investigación científica. Sólo quienes entienden los inmensos esfuerzos y, sobre todo, esa devoción sin la cual sería imposible el trabajo innovador en la ciencia teórica, son capaces de captar la fuerza de la única emoción de la que puede surgir tal empresa, siendo como es algo alejado de las realidades inmediatas de la vida".
Las ideas religiosas que Einstein manifiesta en sus escritos
construyeron unos valores éticos e impulsaron la vida de Einstein en una determinada dirección. Sus ideas configuran su humanidad, su sentido común y su compromiso político contrario a la violencia y a toda clase de opresión.

-¿Qué motivó la religiosidad en la vida de Einstein?

-Para entender el papel de la experiencia religiosa en la vida de Einstein, hemos de retroceder a su juventud.
-A los doce años, al someter la interpretación literal de la Biblia al análisis científico, entró en una crisis de fe que le llevó a un episodio de ateísmo.
-La posterior lectura de los escritos de filósofos, como Spinoza, y, sobre todo, sus propias reflexiones personales sería lo que le reconcilió con la creencia en Dios.
-Puede decirse que debajo de la experiencia religiosa de Einstein late el corazón de dos filósofos que fueron muy queridos por él: Arthur Schopenhauer (1788-1860) y, sobre todo, Baruch Spinoza (1632-1677).
-Einstein se manifiesta contra
cualquier “religión del miedo” de orientación primitiva. Pero también se opone frontalmente a toda “religión moral” como la que aparece “en las Sagradas Escrituras del pueblo judío” y luego en el Nuevo Testamento. En cambio, aboga por una “religiosidad cósmica”, un “sentimiento religioso cósmico” que no responda a una “noción antropomórfica de Dios”.
-Según Einstein, este tipo de experiencia religiosa se encuentra ya en germen en algunos salmos de David y en ciertos profetas del Antiguo Testamento, pero con mayor fuerza “en el budismo, como se aprende gracias sobre todo a las maravillosas obras de Schopenhauer”.
-Por ello, según Einstein, "es precisamente entre los herejes de todas las épocas donde se encuentran hombres imbuidos de este tipo superior de sentimiento religioso, hombres considerados en muchos casos ateos por sus contemporáneos y a veces considerados también como santos.
Si se enfoca de este modo a hombres como Demócrito, Francisco de Asís y Spinoza, se ve que existen entre ellos relaciones".
-Einstein opina que los grandes genios religiosos de todas las épocas se han caracterizado por esa religiosidad cósmica sin dogmas, sin iglesias, sin casta sacerdotal.
-Religiosidad que no conoce un Dios concebido a imagen del hombre.
-En repetidas ocasiones, Einstein se proclamó seguidor de Spinoza en su concepción filosófica del mundo, de Dios, de lo humano y de la religión.
-Para la Filosofía de la Religión de Spinoza y de Einstein, Dios y el universo constituyen una totalidad esencial, una unidad.
-Para Spinoza, Dios está presente en cada una de las manifestaciones materiales, en cada objeto que puebla el Universo por más pequeño que sea. En cada mota de polvo, en cada átomo, en cada partícula subatómica, está Dios. Si esto es así, Dios anima a cada una de las manifestaciones de la naturaleza, grande o pequeña, y además Dios estará ahí también. Si una partícula está habitada por Dios, ésta habrá de compartir también los atributos de perfección del Creador.
-Así también ciertas características que suelen ser consideradas exclusivas de Dios, como infinitud, eternidad e inmutabilidad (siempre el mismo, no cambia, pues si es perfecto, no puede dejar de serlo a no ser que existan dos estados de perfección equivalentes, ya que si no son equivalentes e igualmente perfectos, entramos en una contradicción, pues esto equivale a decir que uno de los estados es mejor que el otro y por lo tanto, una de las perfecciones es mejor que la otra, lo que en otras palabras nos indica que una de ellas no es perfecta y por lo tanto, sólo uno de los estados de perfección es el verdadero).
-Si Dios es perfecto y ha cambiado, o ha dejado de ser perfecto, o antes en realidad no lo era y ahora sí, como Dios es perfecto por definición, entonces no cabe la posibilidad de cambio, y como en la filosofía de Spinoza, Dios y el Universo forman una unidad, si Dios no puede cambiar, el universo tampoco.
-Para Einstein aceptar que el Universo cambiaba con el tiempo, que evolucionaba, era como admitir que Dios mismo cambiaba, que Dios evolucionaba, por lo que la perfección de Dios se veía comprometida.

-¿Como podía cambiar algo que era perfecto?

-Si Dios era perfecto, no podía cambiar, no podía verse afectado por el paso del tiempo. Lo que es perfecto, si cambia, sólo puede cambiar para transformarse en algo inferior, pues la perfección ha de ser un estado único, no puede haber dos perfecciones y Dios no puede cambiar a un estado inferior.
-Como consecuencia de ello, el Universo, ha de ser infinito, eterno e inmutable. Esta creencia en la inmutabilidad del Universo, fue la que llevó a Einstein a descartar las soluciones cosmológicas de sus ecuaciones de la Teoría General de la Relatividad, que podrían conducir a la contracción del Universo. Para evitarlo incluyó la llamada constante cosmológica, un artilugio matemático que destruía la natural belleza de sus ecuaciones y permitía describir un Universo estacionario, planteando la existencia de una fuerza opuesta a la gravedad.
-Sus ecuaciones eran correctas, como demostró en 1927 el astrofísico belga y sacerdote jesuita Georges Lemaître explicando la expansión del Universo y probó experimentalmente en 1929 el astrofísico Edwin Hubble.
-Al finalizar una conferencia impartida por Lemaître en California en 1932, Einstein se levantó aplaudiendo y dijo:
"Es ésta la más bella y satisfactoria explicación de la creación que haya oído nunca".
-Los hechos experimentales y su explicación teórica le llevaron a superar sus concepciones filosóficas previas.

-¿Cuál fue el conflicto entre ciencia y religion en el pensamiento de Einstein?

-Einstein dedica bastantes reflexiones personales a las relaciones entre la ciencia y la religión.
-Tal vez era demasiado optimista y no podía explicarse las convicciones ateas de muchos científicos.
-En texto de su artículo “Religión y Ciencia”, Einstein concluye:
“¡Qué profundos debieron ser la fe en la racionalidad del universo y el anhelo de comprender, débil reflejo de la razón que se revela en este mundo, que hicieron consagrar a un Kepler y a un Newton años de trabajo solitario a desentrañar los principios de la mecánica del cielo!"
-Sólo quien ha dedicado su vida a fines similares puede tener idea clara de lo que inspiró a esos hombres y les dio la fuerza necesaria para mantenerse fieles a su objetivo a pesar de innumerables fracasos. Es el sentimiento religioso cósmico lo que proporciona esa fuerza al hombre.
-Y refiriéndose a la r eligión de los científicos escribe:
“Aquellos individuos a quienes debemos los más grandes logros de la ciencia fueron todos ellos hombres imbuidos con la convicción religiosa verdadera de que este universo nuestro es algo perfecto y susceptible de un esfuerzo racional por conocerlo… si no fuera así, difícilmente hubieran sido capaces de tal devoción incansable, que por sí misma habilita al hombre para que logre sus más grandes hazañas”.
-Es frecuente oír hablar del Dios de los físicos, ese Dios que, según Einstein, se revela en la armonía de lo existente, regido por leyes, no un Dios que se ocupe de la suerte y de los actos del hombre.
-La respuesta humana a ese nuevo Dios cósmico no es la adoración ni la oración, sino la investigación científica.
-La religión cósmica es el más fuerte y noble motor de la investigación científica, puesto que “el individuo siente la futilidad de los deseos y aspiraciones humanas y percibe al mismo tiempo el orden sublime y maravilloso que se pone de manifiesto tanto en la naturaleza como en el orden del pensamiento”.
-Para Einstein, la vinculación de Dios con el mundo es tal, que todos los acontecimientos del mundo están regidos por la causalidad; sin embargo, no acepta que Dios pueda intervenir en el devenir del universo.
-De ahí su oposición al principio de indeterminación al que llegó la mecánica cuántica, describiendo un microcosmos probabilístico, y que él expresó en su famosa frase:
“Dios no juega a los dados”.
-El cosmos (orden, en griego) está presidido por un orden central que puede ser captado por los humanos a través de la unión mística.
-Al respecto Einstein decía:
"Aunque he afirmado antes que, ciertamente, no cabe un auténtico conflicto entre ciencia y religión, es preciso, no obstante, matizar un poco más esta afirmación en torno a un punto esencial y con referencia al contenido de hecho de las religiones históricas. La matización tiene que ver con el concepto de Dios. (…) La fuente de conflictos entre las esferas científica y religiosa en el presente reside en ese concepto de un Dios personal".

-Entonces, si para Einstein es tan lógico el que un científico sea religioso, ¿cómo es posible que hoy se dé entre la ciencia y la religión el antagonismo que Einstein quiere superar a toda costa precisamente con la religiosidad cósmica?

-La regla de causa y efecto imperante en la ciencia, la ley universal de causalidad, es la que excluye una intervención divina en la marcha del mundo:
"Quien está convencido de que todos los acontecimientos del mundo se rigen por la ley de la causalidad no puede aceptar en modo alguno la idea de un ser que interviene en la marcha del mundo, a no ser que no tome realmente en serio la hipótesis de la causalidad”.
La respuesta es clara para Einstein:
"La fuente principal de conflicto entre el campo de la religión y el de la ciencia se halla, en realidad, en este concepto de un Dios personal".

-¡Dame una síntesis del pensamiento de Einstein!

-Un resumen de su pensamiento puede encontrarse en la respuesta que dio a un rabino estadounidense que le preguntó si creía en Dios.
-Respondió: "Creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la armonía de lo existente regido por leyes, no creo en un Dios que se ocupe de la suerte y de los actos de los humanos".
-No obstante, en su discurso en el Seminario Teológico de Princeton en 1939, dejó claros sus fundamentos éticos:
"Los más elevados principios de nuestras aspiraciones y juicios nos los proporciona la tradición judeo-cristiana".
-Sus más profundas convicciones se enraizaban en dicha tradición:
"Sólo una vida vivida para los demás vale la pena ser vivida".

-Una pregunta final: ¿cuál fue la conscepción filosófica sobre Dios que tenía Spinoza y que adoptó Einstein?

-Beruch Spinoza cuenta lo que Dios hubiera dicho:

"¡Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa!
Mi casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas.
Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu sexualidad fuera algo malo.
El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría.
Así que no me culpes a mí por todo lo que te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo.
Si no puedes leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito.... ¡No me encontrarás en ningún libro!
Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer mi trabajo?
Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te critico, ni me enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.
Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar.
Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío.
¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?
¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te hice?
¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad?
¿Qué clase de dios loco puede hacer eso?
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que sólo crean culpa en ti.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para tí.
-Lo único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado de alerta sea tu guía.
Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el paraíso.
Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único que necesitas.
Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un infierno.
No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo.
Vive como si no lo hubiera.
Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.
Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que te di.
Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?... ¿Te divertiste?... ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Que aprendiste?...
Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar.
Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en tí.
Quiero que me sientas en tí cuando besas a tu amada, cuando arropas a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el mar.
Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan.
¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo.
¿Te sientes mirado, sobrecogido?...
        ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Deja de complicarte las cosas y de repetir como perico lo que te han enseñado acerca de mí.
Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo está lleno de maravillas.
¿Para qué necesitas más milagros?
        ¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en tí".
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