sábado, 31 de diciembre de 2016

La Guerra debe Terminar

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LA GUERRA DEBE TERMINAR



Lorenzo Meyer

La "guerra contra las drogas" iniciada en la época del presidente norteamericano Richard Nixon ya se perdió. 

En México, uno de sus principales frentes de batalla, el fracaso se hizo obvio hace tiempo y a nivel internacional el hecho aún se debate. 

En cualquier caso, México debe retomar la posición que intentó en 1940 pero que Estados Unidos le obligó a abandonar: delinear una política en función de sus intereses y necesidades, sin atarse a prioridades ajenas.

Para comprobar el fracaso de la actual política contra el narcotráfico no hay que ir muy lejos, es suficiente con leer la prensa. 

Para sorpresa de nadie, la semana de vacaciones de marzo ofreció un auténtico rosario de noticias relacionadas con ejecuciones llevadas a cabo en Acapulco por el crimen organizado, cuyo núcleo duro lo conforma el narcotráfico, sin importar que el puerto estuviera repleto de turistas, militares y policías. Es en este ambiente de política fallida que el Senado tuvo unas audiencias para discutir cuál debe ser la posición de México en una sesión especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el sistema internacional de control de las drogas en abril.

Las ideas ventiladas en el Senado fueron un reflejo fiel de las que circulan en ámbitos nacionales más amplios: la política prohibicionista imperante es inviable porque no disminuyó la producción, ni el consumo de drogas prohibidas y sí tuvo -y tiene- un altísimo costo en vidas, en recursos públicos, violaciones de derechos humanos, castigo sin sentido a miles de jóvenes -los "peces pequeños" en el inmenso mar del negocio de las drogas- y de corrupción institucional en gran escala.

Lo que ya está claro 

El comercio internacional de drogas lo empezaron las grandes potencias siglos atrás, notoriamente, aunque no exclusivamente, Inglaterra, que obligó a China a consumir el opio producido en India. 

Actualmente los términos han cambiado pues las economías centrales son las grandes consumidoras y los países periféricos como el nuestro, los productores y exportadores, pero las posiciones prohibicionistas siguen sin funcionar y el mayor daño lo sufren los países con las estructuras institucionales más débiles.

A estas alturas y después de un siglo de convenciones y acuerdos internacionales, desde la conferencia de Shanghái en 1909 sobre el opio hasta el Plan de Acción sobre las drogas de la ONU en 2009, la producción, comercio y consumo de drogas persiste pese al gasto anual de unos 100 mil millones de dólares de los gobiernos en la guerra global contra las drogas (http://www.countthecosts.org/es/los-siete-costos/). El informe de la ONU de 2015 calculó en 246 millones las personas que consumieron alguna droga prohibida en 2013. Javier Sicilia, líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, calcula que las muertes y desapariciones causadas por el crimen organizado en México desde fines de 2006, año en que el gobierno intensificó su "guerra contra el narcotráfico", ya suman alrededor de 200 mil (Reforma, Revista R, 27 de marzo). El grueso de las personas en prisión en nuestro país por posesión de narcóticos son varones de entre 20 y 30 años y que recibieron penas de un año o menos (Carlos Galindo, "México y las convenciones en materia de drogas", Instituto Belisario Domínguez, 28/03/2016). Las cifras, todas, indican que la política oficial seguida hasta ahora a nivel mundial y local ha sido un fracaso socialmente muy costoso.

Estado débil y narco fuerte 

Curiosamente, en México, la opinión pública pareciera aún empeñada en mantener las políticas prohibicionistas fracasadas. La encuesta de Parametría de octubre de 2015 encontró que el 77% de la población se oponía a la legalización del consumo de marihuana. Sin embargo, otras encuestas mostraron que el 72% de los mexicanos consideró que la violencia provocada por los cárteles de la droga era uno de los grandes problemas del país (Pew Research Center, 2014).

Así pues, el grueso del público mexicano pareciera no aceptar que se debe elegir entre dos males, y que empeñarse en mantener una política prohibicionista es el peor de ellos.

Históricamente, el Estado mexicano ha sido muy débil. Esa debilidad la medio ocultaron los autoritarismos y sus "presidentes fuertes" -el Porfiriato y la postrevolución- pero cuando a partir de diciembre de 2006 el gobierno de Felipe Calderón lanzó toda la supuesta fuerza del Estado contra los narcos, estos contraatacaron con sus dos mejores armas: la violencia extrema y la corrupción. Y Calderón fracasó pese a contar con el apoyo del gobierno norteamericano vía la "Iniciativa Mérida".

Estados Unidos tampoco ha ganado su "guerra contra las drogas" pero teniendo un Estado relativamente fuerte, su fracaso no ha sido tan evidente ni escandaloso y su estructura institucional mantiene la normalidad de la vida colectiva. En contraste, en México, literalmente, hay regiones políticamente colapsadas y donde las decisiones de autoridad las toman de tiempo atrás los cárteles de la droga.

Y si Estados Unidos, el país que ha dictado los lineamientos de la política prohibicionista a nivel mundial, ya está empezando a legalizar el consumo de marihuana, con mayor razón el gobierno mexicano debe replantearse, y rápido, la naturaleza misma de su política sobre enervantes. Mantener la inercia, como lo hecho el actual gobierno, es cosa de vida y de muerte.

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viernes, 30 de diciembre de 2016

¿Debe el Español ser el Segundo Idioma Oficial de Estados Unidos?

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¿DEBE EL ESPAÑOL SER EL 
SEGUNDO IDIOMA OFICIAL 
DE ESTADOS UNIDOS?


Denise Recalde

El debate continuo sobre los inmigrantes ilegales y la reforma migratoria en Estados Unidos ha hecho que surjan muchas preguntas interesantes durante los últimos años, algunas de las cuales no están relacionadas con temas como la atención a la salud, el seguro social, los empleos y la economía. En cambio, el debate sobre la inmigración ha conducido a algunas personas a proponer que los Estados Unidos adopte el español como segundo idioma oficial.

Este es un tema polémico para muchos. 

El inglés ha sido el idioma de facto de los Estados Unidos desde la fundación del país, pero al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, no hay un idioma oficial en Estados Unidos.

El debate

El primer intento para hacer que el inglés fuera el idioma oficial del país fue en 1780 cuando el padre fundador John Adams lo propuso ante el Congreso Continental.

En ese momento, Estados Unidos era una nación naciente formada por inmigrantes que hablaban una variedad de idiomas, por lo que la propuesta de Adams fue rechazada a favor de no tener ningún idioma oficial. 

Los otros padres fundadores consideraron la declaración de un idioma oficial contraria al concepto de democracia y libertad individual.

Desde la fundación de la nación, el inglés se ha convertido en el idioma dominante que se habla en Estados Unidos. 

Durante este tiempo, los legisladores han intentado que se declare un idioma oficial, pero los argumentos esencialmente iguales que a los de los padres fundadores sucumbieron las medidas.

El boom español

El movimiento para declarar el español como idioma oficial de Estados Unidos ha tomado velocidad. 

El español no sólo es el segundo idioma más utilizado en el mundo, con un total de hispanohablantes en todo el mundo  de 472 millones hasta el 2016, sino que es el segundo idioma más común en Estados Unidos después del inglés, hablado por más de 41 millones de personas de 5 años o mayores en sus hogares en Estados Unidos hasta el 2015, según la Oficina del Censo de los Estados Unidos.

En el estado de Nuevo México, hasta el 2011, el 47% de la población hablaba el idioma. 

También es fuertemente representado en ciudades como Los Ángeles, Miami, San Antonio, la ciudad de Nueva York, y en los últimos diez años, el idioma ha crecido rápidamente en Detroit, Dallas, Phoenix, Houston, Cleveland, Baltimore, Atlanta, Boston, Richmond, Washington DC y Missouri.

Evidentemente el español es muy utilizado en Estados Unidos y declararlo como segundo idioma oficial les permitiría a los hispanos comunicarse más fácilmente en el país, particularmente en puestos gubernamentales y lugares de trabajo comunes, dicen los proponentes de la medida.

Además, como las personas tienen derecho a “vida, libertad y felicidad” tal y como se declara en la Constitución, el gobierno tiene que satisfacer a la segunda población étnica más grande de Estados Unidos y hacer que la comunicación con hispanohablantes, que cubren un gran porcentaje de la población, sea más fácil, indican los proponentes de la medida. 

El caso del inglés

Los defensores a favor de “sólo inglés” argumentan que el español no tiene realmente un futuro en Estados Unidos. 

Existen datos que indican que los inmigrantes de hoy aprenden a hablar inglés más rápido que los inmigrantes pasados en Estados Unidos.

Las generaciones de inmigrantes más jóvenes (de 5 a 17 años) generalmente aprenden a hablar inglés mejor que el idioma de sus padres en la edad adulta, afirmó Rubén G. Rumbaut, profesor de sociología y codirector del Centro de Investigación sobre Inmigración, Población y Política Pública en la Universidad de California-Irvine, según lo comentado a la Oficina de Referencia de Población.

Con cada generación nueva, más y más jóvenes descendientes de inmigrantes hablan solamente inglés, indicó Rumbaut.

En un estudio que evalúa más de 5,200 hijos de segunda generación de inmigrantes en los sistemas escolares de San Diego y Miami, Rumbaut y el profesor de sociología de la Universidad de Princeton, Alejandro Portes, descubrieron que el 99% hablaba inglés con fluidez y menos de un tercio hablaba el idioma nativo de sus padres a la edad de 17 años.

La conclusión de Rumbaut es que la demografía resolverá este tema naturalmente, lo que hace que definir el español como idioma oficial sea innecesario en unas pocas décadas, señalan los observadores.

El statu quo

Al final, a medida que las medidas para establecer el inglés como el idioma oficial de Estados Unidos fracasan y no hay un proyecto serio actual para establecer el español como segundo idioma oficial, los líderes políticos están contentos de dejar las cosas como están y autorizar el gasto de millones en servicios de traducción para hacer que los materiales y los servicios gubernamentales sean accesibles a todos los ciudadanos.

Sin embargo, a medida que los inmigrantes continúan ingresando al país, el tema continuará creciendo en gran cantidad y seguirá siendo un tema muy debatido entre los estadounidenses.
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jueves, 29 de diciembre de 2016

Cuando 200 mil soon 30

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CUANDO 200 MIL SON 30


Lorenzo Meyer
19 May. 2016

La igualdad que sugiere el título de esta columna pareciera ser un error, sin embargo no lo es porque no se trata de una igualdad matemática sino moral. 

Y es que si en una supuesta democracia un partido también supuestamente democrático acuerda en secreto con otro, no democrático, la transferencia de 200 mil votos para registrarlos como propios y ayudarle así al triunfo sobre un tercero, la esencia de esa transacción es la traición a la voluntad popular y al espíritu democrático por el equivalente a las 30 monedas de plata que según el Nuevo Testamento fue el precio que Judas cobró hace dos milenios por entregar a su maestro a sus enemigos.

Lo anterior viene a cuento por una revelación que hace Álvaro Delgado en su último libro, El amasiato. El pacto secreto Peña-Calderón y otras traiciones panistas, (México: Ediciones Proceso, 2016). 

Ahí, en las páginas iniciales, Delgado se refiere a una reunión nocturna, en el Hotel Nikko en la Ciudad de México, entre el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y el candidato presidencial del PAN, Felipe Calderón. 

La reunión ocurrió antes de las elecciones del 2006. Peña iba acompañado de dos futuros secretarios de Estado, Luis Videgaray y Jesús Murillo Karam, en tanto que Calderón lo estaba por su mano derecha, quien también lograría un puesto en el gabinete, Juan Camilo Mouriño, y por Ulises Ramírez, alcalde de Tlalnepantla con licencia. 

Los acompañantes dejaron solos a sus jefes para que acordaran la naturaleza de un pacto del que luego informaron a sus colaboradores pero exigiéndoles mantener el secreto. 

El gobernador, cuyo estado había sido dominado por el PRI ininterrumpidamente a lo largo de 77 años, se comprometió a "operar" para transmitirle 200 mil votos priistas al panista y ayudarle en su empeño de impedir el acceso a la Presidencia del enemigo común: la izquierda de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Doscientos mil no parece una gran cantidad para el total de los votos válidos en 2006, que fueron 41.8 millones, pero resultan cruciales si oficialmente en esa elección Calderón superó a AMLO por apenas 243,934 votos. Y si a los 200 mil votos mexiquenses se le suman los que pudieron haber resultado de la llamada telefónica que el día 2 de julio le hizo Elba Esther Gordillo, la otrora poderosa líder del SNTE al gobernador priista de Tamaulipas, Eugenio Hernández Flores, donde la lideresa, y según una grabación de la época, urgió al gobernador a abandonar al inviable candidato de su partido -el priista Roberto Madrazo- y negociar de inmediato su apoyo a Calderón (es de suponer que la maestra Gordillo tuvo comunicaciones similares con otros gobernadores), entonces resulta que el margen que le dio la Presidencia a Calderón se puede explicar por acuerdos como los del Hotel Nikko.

No deja de ser irónico que hoy EPN esté en la Presidencia y la maestra Gordillo en la cárcel, cuando en una coyuntura que trastocó la naturaleza de la transición política mexicana, ambos jugaron en el mismo bando. EPN, Gordillo y otros efectivamente lograron impedir el triunfo de AMLO pero también impidieron que en México se consolidara una genuina democracia electoral y que en su lugar arraigara el desafortunado híbrido político que hoy padecemos.

País de ciudadanos y de súbditos 

Delgado asegura haber confirmado la existencia del "Pacto del Hotel" con dos fuentes que mantiene anónimas pero finalmente con el propio Ulises Ramírez. Sin embargo, no explica cómo en un sistema que se preciaba de tener un par de árbitros electorales profesionales e imparciales -el IFE y el TEPJF- un gobernador puede "operar" el cambio en la naturaleza de miles de votos. Esa transformación sería simplemente imposible en un sistema de sufragio libre, secreto e inalterable y poblado por ciudadanos, pero si se parte de que en nuestro caso hay varios Méxicos, y mientras uno lo conforman ciudadanos el otro aún está habitado por súbditos, entonces sí es posible. Y es que los súbditos actúan dentro de redes clientelares que hacen posible manipular su voto no por miles sino por millones.

En 2006, como en 2012 y como seguramente ocurrirá en las próximas elecciones locales y presidenciales, muchos sufragios serán resultado de esa vieja herencia colonial que ha sobrevivido hasta nuestros días: la relación entre clientes y patrones, y el PRI es la maquinaria con mayor experiencia en este ramo aunque no la única. Un gobernador o un partido con recursos aún puede pedirle a sus operadores en sindicatos, organizaciones agrarias, de colonos, comerciantes informales, vendedores informales, taxistas, etcétera, la entrega de votos a quien él lo desee.

Epílogo

El grueso de la obra de Delgado se centra en mostrar las varias formas como Calderón pagó los votos que le entregó EPN en 2006. Y una de ellas fue su falta de apoyo en 2012 a la candidata de su propio partido, Josefina Vázquez Mota, y frenando los spots antipeñistas del PAN cuando éstos realmente empezaron a tener un impacto medible por encuestas de opinión pública ("Peña no Cumple").

Conclusión

La alianza del PAN con el PRI, que viene del entendimiento de Diego Fernández de Cevallos con Carlos Salinas para bloquear al neocardenismo, se siguió renovando hasta, por lo menos, el "Pacto por México" y ese entendimiento ha resultado fatal para el proyecto democrático mexicano.

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miércoles, 28 de diciembre de 2016

De Orfandades

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DE ORFANDADES



Lorenzo Meyer

Nora Méndez, escritora que militó en las Fuerzas Armadas de Liberación de El Salvador, afirmó en una entrevista que dio a RT en Español (13 de septiembre), que hoy una buena parte de sus conciudadanos se sienten "huérfanos de patria", de ahí el desánimo generalizado, la violencia -91 homicidios por cien mil habitantes- y las "maras", donde esa violencia ofrece un torcido sentido de comunidad.

El concepto de orfandad nacional es, desde luego, subjetivo, pero útil para entender ciertas coyunturas. 

Quizá en nuestro país, aún no es dominante un sentimiento de ese tipo -el sentido de patria que costó mucho construir a lo largo de siglos se acaba de mostrar a raíz de la sorpresiva visita al país de un personaje tan insultante para los mexicanos como Donald Trump-, pero hay indicadores que muestran que un buen número de nosotros experimenta algún sentido de orfandad: uno que emerge de saberse no cobijado por una estructura de instituciones públicas legítimas, relativamente eficientes y que den sentido a la idea de presente y futuro nacional realmente incluyente, solidario y digno.

Entre 1995 y 2004, el National Opinion Research Center (NORC) de la Universidad de Chicago llevó a cabo un par de encuestas de opinión muy elaboradas en 34 países (México no fue incluido) y que dieron por resultado un índice comparado de "orgullo nacional" (Journal of Public Opinion Research, N° 18, [Spring, 2006], pp. 127-136). A pocos debió extrañar que fueran los norteamericanos los que tuvieran el sentimiento de satisfacción más alto como nación y en áreas específicas de esa vida nacional: el sistema político, el económico, su influencia en el mundo, la seguridad social, las Fuerzas Armadas, el desarrollo científico, arte y literatura, logros deportivos, su historia y la equidad en el tratamiento de los grupos sociales. Tampoco debió sorprender que los países de la Europa del Este -los del fallido "socialismo real"- se colocaran a sí mismos al fondo de la lista. Lo que sí pudo sorprender entonces y, sobre todo ahora, es que Venezuela empatara con Estados Unidos en primer lugar en ese índice de orgullo nacional.

Y es que la Venezuela llena de la confianza que midió el NORC fue una con serias dificultades políticas y económicas de la época de Rafael Caldera y, sobre todo, de la de un Hugo Chávez que había sobrevivido a un golpe en 2002 y a una huelga general, pero que también había logrado despertar el entusiasmo sobre el futuro en las tres quintas partes del electorado más pobre.

De llevarse a cabo hoy una repetición de la encuesta de NORC es probable que los venezolanos siguieran expresando un gran sentimiento general de orgullo, en tanto venezolanos, pero ya no en relación a las áreas específicas que la encuesta identificó como los pilares del orgullo y la autoestima de la nación. Y es justamente ahí, en la suma de lo específico, en el funcionamiento de la red de instituciones que son el sostén de la vida cotidiana de la comunidad donde, si se falla mucho y por mucho tiempo, puede emerger ese sentimiento de orfandad nacional al que se hizo referencia al inicio. Quizá hoy los norteamericanos, sin perder su primer lugar, también tuvieran un puntaje menor al de hace 12 años, al menos así lo manifiesta la insatisfacción que caracteriza su campaña presidencial.

México 

Viéndonos en el espejo de los otros países y en nuestra evolución como comunidad nacional, es donde podemos apreciar qué tanto nos acercamos o nos alejamos de la construcción de los cimientos objetivos de un orgullo nacional alto, sentimiento indispensable para enfrentar las incertidumbres y crisis del presente y de lo por venir. 

Hoy el nivel de satisfacción de los mexicanos con el sistema político, con nuestra democracia, es bajo, como lo demuestran lo mismo las encuestas que las manifestaciones del pasado 15 de septiembre en la capital. 

Por un lado, una marcha que demandó la renuncia del Presidente y que fue generada no por un partido u organización política sino por un sentimiento extendido de repudio a la situación política imperante. Por el otro, el acarreo de miles de habitantes de los estados circundantes para lograr una audiencia "a modo" en el Zócalo y permitir al Presidente dar "el grito" sin correr el riesgo del abucheo.

Y qué decir de los otros indicadores. El de la influencia internacional de México cuando un candidato presidencial norteamericano ha elaborado todo un discurso alrededor de la idea de obligarnos a levantar un muro para aislar a su país del nuestro, calificándonos de vecinos indeseables. El de una economía que apenas crece y que depende absolutamente de que Estados Unidos no repudie el TLCAN. En equidad social hemos recreado el México oligárquico de hace un siglo. Hay logros en ciencia, pero pocos porque el sistema educativo no los alimenta y en deporte son magros, como lo mostró la última olimpiada. Las artes y la literatura se salvan y el proceso histórico es juzgado de manera positiva por la mayoría, pero el orgullo por nuestra Revolución ya no neutraliza la vergüenza por la corrupción actual.

Para concluir, la orfandad respecto de nuestras instituciones, de continuar, puede llevarnos al siguiente estadio: a uno donde llegue a ser necesario el acarreo como única forma de vitorear en la plaza pública a héroes a los que la actual clase dirigente les arrebató el sentido.

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lunes, 26 de diciembre de 2016

Anécdotas (Yehudi Menuhin)

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ANÉCDOTAS (YEHUDI MENUHIN)


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A los tres años

-A los tres años Yehudi Menuhin fue llevado a un concierto de la Sinfónica de San Francisco. 

-En esa oportunidad fue hechizado por el violinista que ejecutó un “solo”. 

-Pidió a sus padres que le regalaran un violín.

-Más o menos cuando tenía cinco años el talento del muchacho alertó a un reputado discípulo del mítico Ysae, Louis Persinger, que tuvo los redaños de presentar al monstruo públicamente con la Sinfonía española de Lalo. 

"Puedo asegurarles que nos encontramos ante el mayor violinista del siglo", confesó el maestro Alfred Hertz, más o menos ajeno al pronóstico.

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En el ferrocarril

        “Recuerdo un viaje por ferrocarril de Nueva York a Washington para un concierto de matiné. 

“Me dieron una de las cabinas privadas al final del coche-cama, donde podría practicar a mi gusto.

“Los pasajeros se molestaron y venían por turnos a tocar furiosamente a la puerta, que estaba cerrada con llave.

“Seguí practicando, pero me mortificaba que cuando el tren llegara yo tendría que salir ante las malignas miradas de todos aquellos que habían estado soportando mi música.

        “Sin embargo, ya que me era forzoso practicar, di con una manera de ablandar a aquellos espíritus hostiles.

“Al acercarnos a nuestro destino, toqué con reconcentrado sentimiendo el Ave Maria.

“Su efecto calmante fue notable, y salí de mi cabina, pasando entre las benévolas miradas de los caballeros, que ya no deseaban apedrearme”.

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En defensa de Furtwängler

-Los conciertos amainaron en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial, hasta el punto de que Menuhin permaneció dos años fuera de los auditorios.

-Felizmente resignado a las obligaciones humanitarias del conflicto, decidió aprovechar las cuerdas de su stradivarius para complacer los tiempos muertos del ejército aliado y consolar a los enfermos que colmaban los centros hospitalarios de la Cruz Roja.

-No se trataba de una posición incompatible con el enemigo, entre otras razones porque Yehudi Menuhin, pese a sus connotaciones judías, tuvo el valor de defender a Furtwängler cuando la sociedad alemana de la posguerra le reprochó el pasado nazi y aquellos conciertos serviles ejecutados al servicio de Hitler.

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"¿Quién soy yo?", 

-En una ocasión, a Yehudi Menuhin le preguntaron en una entrevista, que quien era él.

"Un músico, un hombre sincero, un tipo que ha luchado por las cosas en las que creo, un buen padre, un director de orquesta y, según dicen, un violinista".

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¿Otra Guerra con Estados Unidos?

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¿OTRA GUERRA CON ESTADOS UNIDOS?



Lorenzo Meyer
17 Mar. 2016

En una entrevista en televisión (MSNBC, 9 de marzo), Donald Trump, el precandidato presidencial por el Partido Republicano en Estados Unidos, aseguró que la gran muralla antiinmigrante que se propone construir en la frontera con México cuando sea Presidente la pagará México. Y la pagará porque con el Ejército norteamericano que él va a recrear, "México no querrá jugar a la guerra con nosotros" (http://www.politico.com/news/mexico).

No es la primera amenaza 

George Friedman, fundador y director de la agencia Stratfor de estudios estratégicos en Austin, Texas, después de examinar las posibilidades de un futuro conflicto de Estados Unidos con China, Rusia, Japón y otros países, en The next 100 years: a forecast for the 21st century (Random House, 2009), supone que alrededor del año 2080 tendría una confrontación armada con México (pp. 223-247). Las semillas del conflicto estarían en la migración mexicana que habría tenido lugar décadas antes como resultado de factores económicos pero que para entonces ya no sería necesaria gracias a la robótica. Esta mano de obra redundante exacerbaría las tensiones sociales en un país que ya sería abiertamente bicultural y donde el antimexicanismo de una parte de su población se enfrentaría al antiamericanismo de la otra, la de origen mexicano y residente en los estados fronterizos, lo que desembocaría en un conflicto en la región del NAFTA. Friedman, que no duda en pronosticar los resultados de los otros choques, no se atreve a pronunciarse sobre el desenlace de éste porque sería un conflicto interno e internacional a la vez.

Tres lustros antes, en 1995, el exsecretario de Defensa de Estados Unidos bajo el gobierno de Ronald Reagan, Caspar Weinberger, junto con Peter Schweizer (Hoover Institution), publicaron The next war (Washington, DC). Ahí los autores construyen escenarios de conflictos futuros que involucrarían a Estados Unidos. 

El libro era un alegato a favor de reforzar y reestructurar las Fuerzas Armadas de ese país. 

La trama eran cinco posibles conflictos regionales novelados pero construidos con "datos duros" y donde Estados Unidos tendría que intervenir. 

Cuatro de esas contiendas se centraban en Corea, Irán, Rusia y Japón. El quinto caso era México. 

Nuestro país sería invadido por su vecino del norte para poner fin al gobierno de un personaje muy desagradable que combina radicalismo antiamericano -expropiaba sus empresas- con ligas muy estrechas con los cárteles de la droga, lo que llevaba a que millones de mexicanos (¡un millón al mes!) huyeran hacia Estados Unidos, creando allá una situación de crisis. En este escenario, el Ejército norteamericano derrotaría sin problemas al mexicano pero no a las guerrillas que empezarían a surgir de esa descomposición social y política, pues Estados Unidos no estaba preparado para ese tipo de guerra. En fin, se dibujó un escenario que en algo se asemejaba al que enfrentó la "expedición punitiva" del general Pershing cuando intentó capturar a Villa en 1916.

¿Qué hacer? 

Una nueva guerra México-Estados Unidos es una fantasía norteamericana, pero una fantasía producto de problemas, miedos y conflicto de intereses reales entre los países a los que separa el río Bravo y sus historias.

Un gobierno mexicano como el actual, donde su experiencia previa se limita al manejo de dos estados alejados de las fronteras -Estado de México e Hidalgo- y que carece de una auténtica política exterior, no es precisamente el más adecuado para enfrentar las consecuencias que tendría un Trump o un Ted Cruz en la Casa Blanca. Llamar a Trump remedo de Mussolini o Hitler y dejar claro que México no pagará ningún muro en la frontera, como lo acaba de hacer Enrique Peña Nieto (Excélsior, 7 de marzo), está bien pero no es suficiente.

Un funcionario del actual gobierno ha propuesto alentar la movilización de las numerosas organizaciones de origen mexicano en Estados Unidos para que todos los que puedan participar en el proceso electoral de noviembre lo hagan y echen su peso en contra de la derecha republicana. 

En realidad esto ya está sucediendo -véase el artículo de Julia Preston en The New York Times (7 de marzo)- pero debe crearse el sentido de urgencia para que el papel político efectivo de la comunidad corresponda a su potencial.

Ya en el pasado el gobierno mexicano intentó movilizar a los mexicano-americanos en su negociación con Washington, pero el resultado no fue precisamente un éxito. Sin embargo, esta vez la situación puede ser diferente pues se trata de hacer ver a la colectividad de origen mexicano al norte del Bravo que hoy no se trata de apoyar sólo la agenda del gobierno mexicano sino de defender al México de ambos lados de la frontera de una derecha norteamericana que le tiene en la mira.

Ayudar a movilizar a la comunidad de origen mexicano en Estados Unidos, de cara a las elecciones en ese país, es hoy un tema urgente y vital para el gran México, pero en el largo plazo lo importante es reconvertir a la economía mexicana para que no sea tan peligrosamente dependiente de la norteamericana en una época donde el "comercio libre" -léase TLCAN- ya no es bien visto por un buen número de votantes en el país que lo impuso (The New York Times, 15 de marzo).

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