viernes, 27 de agosto de 2010

Bendita Entre las Mujeres

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Dorothea Kallenberg

La muchacha judía que se unió en matrimonio con el carpintero José de Nazaret se llamaba Miriam y tenía 12 años, la edad en que la gente solía casarse en aquel tiempo.
Era hija única, y sus padres, Ana y Joaquín, que la trajeron al mundo después de muchos años de no poder concebir, confiaron su educación a los preceptores del templo.
En Belén, Miriam dio a luz un hijo, Jesús, que a los 12 años iba a asombrar a los adultos con sus interpretaciones de las Escrituras.
Jesús abandonó el hogar paterno cuando tenía alrededor de 30 años, momento que el pintor alemán Lucas Cranach el Viejo plasmó en su obra "Cristo se despide de su madre".
Pero tiempo después, cuando los romanos condenaron a Jesús a morir crucificado, Miriam reapareció para acompañarlo junto con otras mujeres hasta el Calvario.
Eso es casi lo único que los evangelios y las fuentes extrabíblicas relatan de la vida de la madre de Jesús; según la cronología actual, las referencias a su persona terminan hacia el año 30 de nuestra era.
Desde entonces la judía Miriam se ha convertido en la María cristiana: en la sufriente madre que la tradición transformó en santa y a la cual se venera e invoca para que interceda por el bien de la humanidad.
La Virgen María ha inspirado innumerables obras maestras de la música, la pintura, la escultura y la poesía.
Después de Jesús, es la figura más representada en el arte cristiano.
Las primeras imágenes importantes de ella datan del siglo III, y, despendiendo del ámbito cultural de cada artista, aparece como doncella o reina de los cielos, como intercesora o madre de la Iglesia.
Todos conocemos cuadros de la madre bendita en Belén, y de la mujer encogida de dolor al pie de la cruz, pero también se le representa como una virgen coronada de estrellas que cobija bajo su manto a los que sufren.
Hacia fines de la Edad Media algunos artistas representaron a María al lado de un unicornio, ya que en ese tiempo este animal fabuloso simbolizaba la virtud o la encarnación de Dios.
El pintor alemán Martin Schongauer, de Colmar, Alsacia, representó así a la Virgen en una de sus obras, en el siglo XV.
Muchos grandes artistas sitúan la escena de la Anunciación en un entorno doméstico.
El ángel que le anuncia á María que va a concebir y dar a luz suele aparecer con un lirio en la mano.
De acuerdo con el Evangelio según San Lucas, María visita más tarde a su parienta Isabel, que también está encinta.
Entre los creadores que han representado el abrazo de ambas mujeres figura el pintor florentino Fra Angélico, quien entre 1432 y 1433 realizó varias obras con el tema de la Visitación que al parecer conmueven en especial a las mujeres.
Hay también, numerosas representaciones de la muerte de María, entre ellas un retablo de 1508 del pintor veneciano Vittore Carpaccio.
Según una leyenda, María murió en el monte Sión, cerca de Jerusalén, y fue sepultada en el huerto de Getsamaní, en una tumba labrada en la roca que cierto día encontraron vacía.
La madre de Dios había ascendido a la gloria, donde, tal como lo plasman los artistas, fue proclamada reina de los cielos.
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La Inmaculada Concepción

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Ladislav Varcl

-El primer capítulo de Los Hechos de los Apóstoles señala que, entre los que "en concordia se mantenían en oración" esperando al Espíritu Santo, estaban María, la madre de Jesús, y con sus hermanos" (I,14).
-Esa parte de Los Hechos de los Apóstoles fue escrita a fines del siglo I, o bien algo más tarde, época en que las versiones acerca de los comienzos del cristianismo estaban en pleno florecimiento.
-En ese capítulo, María está caracterizada como una mujer sencilla y concretamente como "madre de Jesús" y difiere totalmente del diluvio de apelativos llenos de veneración que, sobre ella, dejaron caer posteriormente todos sus admiradores y que originó el culto mariano.
-Merece investigarse si hay en el Nuevo Testamento algún testimonio, digno de crédito, que permita fundamentar su veneración como virgen madre de Jesús.
-Los libros denominados Las Epístolas no se refieren en absoluto a María, madre de Jesús.
-Ello significa que todavía en la época en que fueron escritos, no había en las filas cristianas ningún interés especial por la personalidad de esta mujer.
-Tampoco aparece en el Apocalipsis mención alguna a María. -Únicamente se menciona en el capítulo XII, a una mujer a punto de dar a luz y que es acosada por un dragón.
-Tal relato, tomado de una vieja leyenda del Cercano y Medio Oriente, no puede ser aplicado a la madre de Jesús.
-De ella, sólo hablan los Evangelios, y no todos igual.

-¿Qué es lo que dicen de ella cada uno de los Evangelios?

-En el Evangelio de San Juan no se encuentra en absoluto el nombre de María, y su figura se encuentra solamente en historias que sirven de marco a la de Jesús.
-Aparece, en el capítulo II, versículos 1, 5, 12, en una boda en Caná de Galilea.
-Y también en el capítulo 19, versículos 25 y 26, junto a la cruz donde fue muerto su hijo.
-En ninguna de estas citas se hace mención a la "inmaculada concepción".
-Sin embargo, San Juan interpreta a Jesús como encarnación del Verbo divino, cuyo poder no es de este mundo.
-Ello permite afirmar que el autor del Evangelio de San Juan no conocía el relato sobre la inmaculada concepción o que, si sabía de su existencia, no creía en el mismo.
-Puede decirse lo mismo con respecto a la afirmación del Evangelio de San Lucas de que Jesús hizo saber a sus discípulos cuáles serían sus futuros sufrimientos y acerca de su resurrección.
-Entre los tres Evangelios se encuentra una contradicción:
-El más antiguo de ellos, el de San Marcos, dice lo contrario de los otros que surgieron de su adaptación: el de San Lucas y el de San Mateo.
-El Evangelio de San Marcos, se refiere a la madre de Jesús, citando su nombre (VI, 3). Habla de la visita de Jesús a su región natal y del enojo que provocó su actuación en la sinagoga local.
-Los "atónitos" concurrentes se preguntan si "no es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? (versículo citado) para asegurar que era un hombre común y que no tenía derecho a hablar "como si tuviera el poder".
-Por dicho versículo se sabe que su madre tuvo, por lo menos cuatro hijos más, y también hijas, cuyos nombres no están consignados.
-En el Evangelio de San Mateo (XIII, 55) se encuentra la misma narración con algunas diferencias poco importantes.
-Se menciona al padre de Jesús, aunque sólo indicando su oficio.
-El Evangelio de San Lucas presenta también este episodio (IV, 22) sin mencionar los nombres de la madre y hermanos de Jesús, en cambio, cita a su padre José, sin referirse a su oficio.

-¿Por qué se mencionan en los Evangelios estos nombres?

-Seguramente para dar la impresión de estar perfectamente informados acerca de tales cosas, ya que pueden consignar con tanta precisión esos detalles.
-Los tres Evangelios coinciden en general, lo que prueba que en la época en que fueron escritos, se mantenía aún en las comunidades cristianas más antiguas la tradición acerca del origen sencillo, "humano", de Jesús.

-¿Es posible hacer concordar la numerosa familia de María con la inmaculada concepción?

-Los teólogos protestantes y los ortodoxos contestan afirmativamente.
-Sostienen que estas dos noticias, no se contradicen entre sí, afirman que sólo Jesús fue concebido en esas condiciones y era mayor que sus hermanos, que luego fueron engendrados naturalmente.
-Los teólogos católicos romanos, por el contrario, defienden la permanente virginidad de María, su Iglesia, precisamente, venera a la Virgen María.
-Por lo tanto, estos teólogos niegan veracidad a las informaciones dadas en los tres Evangelios.
-La madre de Jesús, sus hermanos y hermanas, son citados una vez más en dichos Evangelios, cuando éste aún vivía en Galilea, y es visitado por los mismos.
-Evidentemente estaban preocupados por sus actividades revolucionarias y hablaron con él para que cesara en las mismas.
-Este argumento no figura en los libros mencionados, pero puede deducirse esta hipótesis, ya que Jesús se negó a verlos, diciendo que su hermano, hermana o madre era "quien hiciere la voluntad de Dios" (Evangelio de San Marcos, III, 31-35; Evangelio de San Mateo, XII, 46-50; y Evangelio de San Lucas, VIII, 19-21).

-¿Por qué los Evangelios han narrado este episodio?

-Se quiere mostrar, con el ejemplo de Jesús, cómo debe comportarse con su familia quien se entrega por entero para servir al reino de Dios.
-La vinculación con Dios debe ser más fuerte que los lazos familiares.
-Los esenios, por lo menos los de la secta qumranita, sostenían igual criterio.
-Actitud que, propiamente, significa un desprecio a lo que es considerado como lo más valioso en el mundo: el amor maternal; difícilmente puede ser tomada como la digna actitud de quien representaba la encarnación de la esencia divina, según el Evangelio de San Juan.
-Los tres Evangelios son una parte antigua de la narración bíblica, que estaba arraigada en tal grado en la primitiva tradición cristiana, que no pudo ser olvidada ni callada.
-Puede agregarse que, difícilmente, cabe en la imaginación un ser "concebido por el Espíritu Santo" que pudiera despreciar a su propia madre.
-Por lo tanto, ello significa que la forma más antigua de los relatos del Evangelio no conocía la versión de la "inmaculada concepción".
-Aclarado esto, fácilmente se deduce que los episodios del Evangelio de San Juan, en que aparece la madre de Jesús, fueron agregados posteriormente.
-El tratamiento que éste da a su madre es totalmente distinto: aparece como hijo ejemplar, lleno de solicitud y respeto a hacia ella, tal como debe ser la "encarnación del Verbo divino".
-Entre estos episodios totalmente increíbles hay que colocar los relativos a la "anunciación a la Virgen María" que figura en el Evangelio de San Lucas (I, 26-38), y a la "concepción por el Espíritu Santo", citado en el Evangelio de San Mateo (I, 18-21).


-¿Por qué se consideran increíbles y, aún más, agregadas posteriormente?

-En primer lugar, porque no es posible hacerlas concordar con la razón o con algún hecho concreto y, luego, porque puede probarse su origen posterior.
-Una divergencia de carácter menor se pone de manifiesto en el Evangelio de San Mateo: el nacimiento de Jesús no se anuncia a María sino a su esposo José; también él recibe la misión, que cumple oportunamente, de llamar Jesús al hijo que alumbre María.
-En cambio, en el Evangelio de San Lucas, María es la única protagonista del episodio.
-Además, en este último Evangelio, dicha narración está precedida del relato sobre la concepción de Juan el Bautista, quien aparece como pariente de Jesús (I, 5-25).
-Se señaló anteriormente, que ese relato fue incorporado porque se intentaba dar supremacía al cristianismo sobre el juanismo cuyo fundador, era precisamente, Juan el Bautista.
-Además, como se ha mencionado, fueron incluidas dos "genealogías" distintas de Jesús en los Evangelios de San Mateo (I, 1-16) y San Lucas (III, 23-28).
-Sus divergencias prueban que fueron agregadas posteriormente en algunas comunidades cristianas y que no formaban parte de la forma más antigua de la tradición cristiana.
-Ello, por si sólo, arroja una nueva luz, sobre la milagrosa concepción.
-Pero eso no es todo: la genealogía de Jesús termina siempre en José, su padre, y evidentemente ha sido inventada, porque falta en el Evangelio de San Marcos, que es el más antiguo, y el redactor del Evangelio de San Juan no la conocía.
-Sin embargo, fue agregada antes de que apareciera el relato sobre la concepción por el Espíritu Santo.
-El autor del Evangelio de San Lucas trató de eliminar esa contradicción.
-Por eso dice: (III, 23 "... hijo de José, como se creía...", dándole entonces a éste el carácter de padre "aparente".
-Ello no ayudó mucho al redactor pues, según las costumbres judías, la herencia de la familia gobernante pasaba de padre a hijo (y la genealogía de Jesús tiene por objeto hacerlo legítimo heredero del Rey David).
-Por su parte, en el Evangelio de San Mateo, hay contradicción entre la genealogía que habla de "... José, marido de María, de la cual nació Jesús... (I, 16) y la concepción por el Espíritu Santo que se describe en ese mismo capítulo (I, 18-25).
-Aún hay más, mucho más.
-Es posible aportar otra prueba, sacándola de los propios Evangelios, con respecto a la inmaculada concepción.
-Se trata del bautismo de Jesús por Juan el Bautista: los redactores de los Evangelios difieren algo en los detalles, pero coinciden en lo principal al señalar durante el bautismo que Jesús era "Hijo de Dios"; fueron sus palabras "Tú eres mi Hijo amado en ti me he complacido".

-¿Por qué interesa esta expresión?

-Porque, precisamente era usada de acuerdo con las tradiciones judías, cuando se adoptaba un hijo.
-Así, por ejemplo, el Evangelio de San Marcos conserva la forma original de la adopción de Jesús por Dios. De esa manera era posible convertirse en "Hijo de Dios".
-Y ésa fue, precisamente, la forma original del relato en que Jesús se convierte en "Hijo de Dios".
-Tal conclusión se desprende, en primer lugar, porque la noticia se encuentra precisamente, en el Evangelio de San Marcos.
-Luego, la confirma el hecho de que los judíos de aquella época, y por ende, los primeros cristianos, ni siquiera podían imaginar otra manera de entender las relaciones entre los hombres y la divinidad.
-Para el modo de pensar judío, la idea de que Dios pudiera engendrar un hijo con una mujer, era totalmente extraña.

-¿Hay alguna prueba?

-Véase el Génesis o primer libro de Moisés (VI, 2-4), donde se muestra el arrepentimiento de Jehová por haber permitido relaciones de mujeres con los "hijos de Dios".
-La versión dada por el Evangelio de San Marcos, el más antiguo, acerca de la adopción de Jesús, fue lo suficientemente fuerte como para conservarse, casi sin variaciones, en el Evangelio de San Marcos (III, 17) y en el de San Lucas (III, 22).
-De ello se desprende que el relato sobre la inmaculada concepción debe ser considerado como agregado posterior.

-¿Hay alguna relación entre la versión más vieja y la más reciente? Así como el relato más antiguo (Jesús adoptado por Dios) correspondía a las costumbres judías, ¿podría verse en la segunda (Jesús engendrado por el Espíritu Santo) algo que indique que su origen no es judío sino pagano?

-Sí, puede encontrarse en el Imperio Romano por ejemplo, en el cual eran corrientes las leyendas donde los dioses engendraban hijos con mujeres.
-Esa costumbre estaba tan arraigada entre griegos y egipcios que era aceptada, inclusive cuando se hablaba de contemporáneos suyos.
-Por ejemplo, se aseguraba que los faraones eran hijos de las esposas de los reyes unidas con la suprema divinidad egipcia: Amón.
-Alejandro Magno, después de conquistar Egipto en la segunda mitad del siglo IV a. n. e., aprovechó esa superstición para consolidar su poder, proclamándose hijo de tal Dios.
-Los discípulos de Platón afirmaban que el famoso filósofo griego no era hijo de su padre Aristón, sino que el mismo Dios Apolo lo había engendrado en su madre Perictiona.
–Por lo tanto, queda demostrado que la versión sobre la inmaculada concepción de Jesús es similar a una leyenda pagana.

-Bueno, y ¿por qué surgió?

-Fue creada por aquellos que pensaron que el nacimiento natural no era lo suficientemente digno para quien debía ser el "Hijo de Dios".
-Y como tampoco podía hablarse de un contacto directo entre la divinidad y la madre del Mesías, fue necesario atribuírselo al "Espíritu Santo".
-Un pasaje del Antiguo Testamento (Isaías, VII, 14) anuncia la llegada del Mesías diciendo: "He aquí que la Virgen concebirá, y parirá un hijo, y llamará su nombre Emmanuell".
-En el Nuevo Testamento, Evangelio de San Mateo (I, 23) figura esta frase escrita en griego.
-El libro de Isaías está redactado en hebreo, por lo que al traducirla al griego surgió una confusión: la palabra hebrea sólo significa "doncella, joven mujer", y al verterla al griego se utilizó la palabra griega parthenos, que significa "virgen".
-Indudablemente, el sentido de la traducción de cualquier texto importante, debe ser determinado de acuerdo con el que tiene en el idioma en que fue escrito y con mayor razón, si se trata de palabras consideradas proféticas.
-En este caso, debe partirse del texto hebreo, lo que no fue reconocido por los primeros pensadores cristianos.
-Estos estaban acostumbrados a considerar sobrenatural todo lo relacionado con Dios; por lo cual no podían reconocer entonces que el "Hijo de Dios" lo fuera de una simple mujer joven.
-Por eso se aferraron a su interpretación del relato de Isaías, a pesar de que los investigadores judíos del Antiguo Testamento les advirtieron su error.

-¿Cómo pudo producirse semejante error?

-El hebreo, lengua original de los judíos fue desapareciendo cuando dejó de ser la que se hablaba habitualmente y se trasformó en patrimonio de un puñado de eruditos.
Pero el Antiguo Testamento estaba escrito en hebreo, y se corría el riesgo de que la mayoría de los creyentes no comprendiera su contenido.
-Por ello, surgió la necesidad de traducirlo a otros idiomas, sobre todo a aquel que fuera accesible a la mayoría de los judíos, especialmente los radicados fuera de Palestina, en el Cercano y Medio Oriente.
-Por eso, se tradujo al griego que era utilizado en la mayor parte de aquellas regiones.
-El Antiguo Testamento fue traducido paulatinamente en diversos lugares: por último apareció la traducción griega de toda la Biblia judía.
-Los judíos hicieron circular la versión de que esa traducción había sido lograda por milagro.
-Trabajaron en ella setenta y dos eruditos, cada uno por separado, sin saber nada de los demás.
-Al terminar, se reunieron para comparar los resultados y comprobaron que coincidían hasta en el último detalle.

-¿Por qué lo hicieron?

-Porque querían probar así que no solamente el original hebreo era algo más que una obra humana, sino también su traducción al griego; querían probar que era la "palabra de Dios".
-Ahora bien, los cristianos comenzaron a utilizar esa traducción griega, como punto de apoyo para sus especulaciones.
–Así se explica la drástica medida tomada por los judíos de maldecir la mencionada traducción, calificándola de obra del diablo.
-Los cristianos desconocieron esa imprecación: sólo los judíos ortodoxos podían creer en su efectividad, de igual manera que hoy, la excomunión dictada por el Papa, sólo puede causar efecto entre los que creen en la fuerza mágica de las ceremonias de la Iglesia católica.
-A los teólogos católicos nada les importó, ni les importa, esa maldición, pues siguen tratando de demostrar la veracidad de la inmaculada concepción, apoyándose precisamente en la incorrecta traducción de esa frase del libro de Isaías.
-Para finalizar puede decirse que la Virgen María como tal, era ajena a la versión original que utilizaba sólo creencias judías o describía costumbres de ese pueblo.
-Más adelante, cuando fue cada vez mayor el número de paganos que se convertían al cristianismo, pudo parecer aceptable la idea de que Jesús nació por un milagro.

-¿Por qué el culto mariano alcanzó, en algunos países, un desarrollo tan grande que ha hecho sombra, o poco menos, al culto del Dios-Padre y del Dios-Hijo?

-Pudo haber sucedido porque el culto a la Virgen María, imita en gran medida, al que en la más remota antigüedad, se rendía a las divinidades femeninas: Isis, en Egipto; Astarté, en Babilonia; Tonanzin, en el antiguo México; Cibeles, en Asia Menor, llamada también "La Gran Madre"; en las regiones del Cercano y Medio Oriente, las divinidades femeninas eran las más poderosas.
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martes, 24 de agosto de 2010

El Cristianismo y el Sexo

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Bertrand Russell

La peor actitud de la religión cristiana es la que tiene con respecto al sexo; es una actitud tan morbosa y antinatural que sólo se la puede comprender cuando se la relaciona con la enfermedad del mundo civilizado en el momento en que decaía el Imperio Romano.
A veces oímos hablar de que el cristianismo ha mejorado la condición de las mujeres.
Ésta es una de las mayores perversiones de la historia que es posible realizar.
Las mujeres no pueden disfrutar una posición tolerable en la sociedad donde se considera de la mayor importancia que no infrinjan un código moral muy rígido.
Los monjes han mirado siempre a la mujer como la tentadora; la han considerado como la inspiradora de deseos impuros.
La enseñanza de la Iglesia ha sido, y sigue siendo, que la virginidad es lo major, pero que, para los que hallan esto imposible, está permitido el matrimonio.
“Pues más vale casarse que abrasarse”, como dice San Pablo brutalmente.
Haciendo indisoluble el matrimonio y eliminando todo el conocimiento del Ars amandi, la Iglesia hizo cuanto pudo para lograr que la única forma de sexualismo permitido supusiera poco placer y mucho dolor.
La oposición al control de la natalidad obedece, en realidad, al mismo motivo: si una mujer tiene un hijo por año hasta que muera agotada, no va a tener gran placer en su matrimonio; por lo tanto hay que combatir el control de la natalidad.
El concepto del pecado unido a la ética cristiana causa un enorme daño, ya que da a la gente una salida a su sadismo que considera legítima e incluso noble.
Tómese, por ejemplo la cuestión de la prevención de la sífilis.
Sabido es que, si se toman precauciones por adelantado, el peligro de contraer la enfermedad es muy pequeño.
Sin embargo, los cristianos se oponen a la difusión del conocimiento de este hecho, ya que mantienen que los pecadores deben ser castigados.
Mantienen esto hasta tal punto que están dispuestos a que el castigo se extienda a las esposas y los hijos de los pecadores.
En la actualidad, hay en el mundo muchos miles de niños que padecen sífilis congenital y que no debrían haber nacido, de no haber sido por el deseo de los cristianos de ver castigados a los pecadores.
No puedo entender cómo las doctrinas conducentes a esta diabólica crueldad se pueden considerar como beneficiosas para al moral.
No sólo con respecto al preceder sexual, sino también con respecto al conocimiento de los temas sexuales, la actitud de los cristianos es peligrosa para el bien humano.
Toda persona que se ha molestado en estudiar la cuestión sin prejuicios sabe que la ignorancia artificial acerca de los temas sexuales que los cristianos ortodoxos tratan de inculcar a los jóvenes es extremadamente peligrosa para la salud física y mental, y causa en los que se informen mediante conversaciones “indecentes”, como hacen la mayoría de los niños, la actitud de que el sexo es en sí indecente y ridículo.
No creo que haya quien pueda defender que el conocimiento es indeseable en forma alguna.
Yo no pondría barreras a la adquisición de conocimientos por nadie, de ninguna edad.
Pero en el caso particular del conocimiento del sexo, hay argumentos de mucho más peso en su favor que en caso de la mayoría de los demás conocimientos. Una persona probablemente actúa con menos pruedencia cuando es ignorante que cuado está instruida, y es absurdo dar a los jóvenes una sensación de pecado porque tengan una curiosidad natural acerca de un asunto importante.
A todos los muchachos les interesan los trenes.
Supongamos que se les dice que el interés por los trenes es malo; supongamos que se les venden los ojos siempre que están en un tren o en una estación de ferrocaaril; supongamos que nunca se permita que la palabra “tren” se mencione en presencia suya, y se mantenga un misterio impenetrable en cuanto a los medios por los cuales se les transporta de un lugar a otro.
El resultado no sería hacer que cesase el interés por los trenes; por el contrario, los muchachos se interesarían más por ellos, pero tendrían una morbosa sensación de pecado, porque este interés se les ha presentado como indecente.
Todo muchacho con inteligencia activa, puede, por esto medio, convertirse en un neurasténico.
Esto es precisamente lo que se hace en material de sexo; pero, como el sexo es más interesante que los trenes, los resultados son aun peores.
Casi todo adulto de una comunidad cristiana tiene una enfermedad nerviosa como resultado del tabú en el conocimiento del sexo cuando era muchacho.
Y este sentimento de pecado, implantado artificialmente, es una de las causas de la crueldad, timidez y estupidez en las etapas posteriores de la vida.
No hay motivo racional de ninguna clase para impedir que un niño se entere de un asunto que le interesa, ya sea sexual o de otra clase.
Y no tendremos jamás una población sana hasta que este hecho haya sido reconocido en la primera educación, como imposible mientras las Iglesias dominen la política educacional.
Dejando de lado estas objeciones relativamente detalladas, es evidente que las doctrinas fundamentales del cristianismo exigen una gran cantidad de perversión ética antes de ser aceptads.
El mundo, según se nos dice, fue creado por un Dios que es a la vez bueno y omnipotente.
Antes de crear el mundo, previó todo el dolor y la miseria que iba a contener; por lo tanto, es responsable de ellos.
Es inútil argüir que el dolor del mundo se debe al pecado.
En primer lugar eso no es cierto; el pecado no produce el desbordamiento de los ríos ni las erupciones de los volcanes.
Pero aunque esto fuera verdad, no serviría de nada.
Si yo fuera a engendrar un hijo sabiendo que iba a ser un maniático homicida, sería responsable de sus crímenes.
Si Dios sabía de antemano los crímenes que el hombre iba a cometer, era claramente responsible de todas las consecuencias de esos pecados cuando decidió crear al hombre.
El argumento cristiano usual es que el sufrimiento del mundo es una purificación del pecado, y, por lo tanto, una cosa buena.
Este argumento es, claro está, sólo una racionalización del sadismo; pero en todo caso es un argumento pobre.
Yo invitaría a cualquier cristiano a que me acompañase a la sala de niños de un hospital, a que presenciase los sufrimientos que se padecen allí, y luego a insistir en la afirmación de que esos niños están tan moralmente abandonados que merecen lo que sufren.
Con el fin de afirmar esto, un hombre tiene que destruir en él todo sentimiento de piedad y compasión.
Tiene, en resumen, que hacerse tan cruel como el Dios en quien cree.
Ningún hombre que cree que los sufrimientos de este mundo son por nuestro bien, puede mantener intactos sus valores éticos, ya que siempre está tratando de hallar excusas para el dolor y la miseria.
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jueves, 12 de agosto de 2010

El Retorno de Santa Anna

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Estamos ante circunstancias parecidas a las que se vivieron en el último periodo de gobierno de Antonio López de Santa Anna. En aquel entonces, había, como ahora, una profunda tristeza en el pueblo: nos acababan de arrebatar más de la mitad del territorio nacional. Y, sin embargo, el 17 de marzo de 1853, se volvió a designar a Santa Anna, por undécima vez, presidente de la República, y lo trajeron desde Colombia. Era tal el ambiente de desorientación que prevalecía y la incapacidad del gobierno de Mariano Arista para encontrar salidas a la crisis, que se terminó decidiendo por llamar de nuevo a quien, apenas unos años atrás, había causado el desastre de la nación.
Agustín Yáñez, analizando aquellos tiempos, sostuvo que "es difícil encontar en nuestra historia una época aciaga que pueda equipararse a este periodo", y que "cada vez se hacía más urgente el advenimiento de un hombre que, aunque no remediase las causas, paliara los síntomas de la enfermedad nacional, no importaría el pasado de ese hombre: presente y apremiante era el desastre gubernativo".
A la llegada de Santa Anna al país, a pesar de que casi siempre se había comportado como un mal ciudadano y un mal gobernante, se le recibió como a un héroe. En su recorrido de Veracruz a la ciudad de México, fue aclamado por multitudes. El historiador Juan Suárez y Navarro escribió que "agiotistas, comerciantes quebrados, empleados, vagabundos, licenciados sin pleitos ni bufetes, y hombres que están siempre al sol que nace, formaban el cortejo del funcionario que dizque venía a reestablecer el orden y la moralidad". El júbilo era naturalmente mayor en las filas de los conservadores. El gran ideólogo de ese agrupamiento, Lucas Alamán, le escribió una carta recomendándole que había que mantener los privilegios del clero, suprimir el federalismo y "todo lo que se llama elección popuar". En pocas palabras, le proponía no tocar los bienes de la Iglesia; restablecer el centrallismo y nada de democracia; asegurándole que se disponía de "la fuerza moraal que da la uniformidad del clero, de los propietarios y de toda la gente sensata que está en el mismo sentido". Además, "para realizar estas ideas se puede contar con la opinión general, que está decidida a favor de ellas, y que dirigimos por medio de los principales periódicos de la capital y de los estados, que todos son nuestros.".
Casi al mismo tiempo, a petición de Santa Anna , Miguel Lerdo de Tejada, de firmes convicciones liberales, le escribe una carta con una interpretación distinta de la realidad y con otro remedio para enfrentar los males del país. Don Jesús Reyes Heroles decía que "si una carta aspira a retrogradar, la otra insta a dar el último jalón". En efecto, Lerdo tiene otra visión y la expresa con claridad. Le dice
que primero hay que conocer las necesidades "de la gran mayoría del pueblo" y no sólo escuchar las opiniones "de las clases que directa o indirectamente viven sobre ella". En su escrito repasa "los deseos que hoy manifiestan los individuos de las clases más elevadas". Acerca de los miembros del ejército sostiene que "quieren un gobierno fuerte que les dedique toda su atención y con ella todas las rentas públicas para sujetar a la sociedad bajo el dominio del sable y seguir siendo los árbitros de su destino". Asegura que "los individuos del clero desean también un gobierno fuerte que sofoque toda idea de reforma en su clase, para continuar en la holganza, disfrutando tranquilamente de las desgracias del pueblo, aunque sin hacer jamás el más pequeño sacrificio de su parte para mejorar su situación". De la burocracia opina que "prefieren el desbarajuste que existe en la administración pública, para continuar así unos cumpliendo poco o nada con sus obligaciones, y otros malversando las rentas que les están confiadas, sin temor a ser jamás castigados por sus faltas o por sus delitos". Y "por último, los ricos de México, esos hombres que sus gandes fortunas pudieran ser útiles a su país, tomando una parte activa e ilustrada en la marcha de los negocios públicos, se lilmitan también a desear un gobierno que conserve la sociedad en el estado que hoy se halla, porque en sus mezquinas ideas no conciben ni apetecen otra dicha que la de seguir especulando, unos con la paralización de los giros y de la miseria pública, y otros con las angustias del tesoro nacional, conformándose, todos ellos, con la influencia que les da su dinero, y siéndoles indiferente que el gobierno haga o no la felicidad del país con tal que a ellos no les aumente las contribuciones". Como síntesis, Lerdo formuló estas interrogantes: "¿Pero podrá decirse por esto que esos deseos de las clases elevadas son los de la sociedad? ¿Habrá acaso algún hombre que de buena fe pueda sostener que lo que le conviene sólo a las dos mil, 10 mil o 20 mil personas que las compongan, es lo que conviene a toda la nación?"
Lerdo aconseja la reforma económica: supresión de trabas al comercio; cesación del monopolio del tabaco; mejoramiento de los caminos de tierra y construcción de ferrocarriles; seguridades y garantías; promoción de la educación; un ejército "moralizado y bien instruido" que cuide la integridad del territorio y la paz pública; moralización de la administación pública; manejo cuidadoso de las rentas del Estado. Y sostiene que la ciudadanía "quiere también que el gobierno en bien de la nación, procure que respecto del Clero se hagan las reformas convenientes sobre algunos abusos que contribuyen a mantener en la miseria a la clase más infeliz de la sociedad y a extraviar sus ideas". Y expresa su opinión de mantener el sistema del gobierno federal representativo y popular. Por último, le advierte a Santa Anna que cualquier pretensión de implantar un régimen dictatorial lo llevaría al fracaso. Proféticamente termina diciéndole:
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Usted tiene en su propia historia algunos ejemplos de que, aunque en nuestra sociead no hay todavía todos los elementos de fuerza para impedir esos frecuentes trastornos que destruyen por el momento el orden constitucional, la sola opinión que se ha ido generalizando a favor de la libertad y de los derechos del pueblo, es ya bastante poderosa para hacer imposible sino muy transitoriamente, el establecimiento en México de la tiranía de una persona o de una clase, cualquiera que sea.
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Sin embargo, Santa Anna no quiso escuchar el llamado a la tranformación, a las reformas. Su conservadurismo y sus afanes dictatoriales le impidieron percibir los cambios que se estaban gestando en la sociedad. La nueva realidad exigia adecuación en los métodos políticos y el viejo caudillo se había quedado rezagado de modo que optó por mantener intacto al antiguo régimen y su gobierno se inspiró en la carta de Alamán, que más tarde se convertiría en las "Bases para la administración de la República". En ellas se otorgaba "amplia facultad" a Santa Anna para la reorganización de la administración.
Con Alamán como jefe del gabinete se tomaron las primeras medidas. El 25 de abril de 1853 se expidió un decreto que restringía la libertad de imprenta; el 14 de mayo, por otro decreto, se determinó la centralización de las rentas públicas; el 20 de mayo con el mismo procedimiento se consideraba la necesidad de mantener un ejército de 91 mil 499 hombres, de los cuales 26 mil 553 serían de fuerza permanente y 64 mil 946 de activa. Esta medida resultaba absurda para un país pobre y de escasa población. Mientras tanto, Alamán fracasa en sus negociaciones en el exterior a para traer un príncipe español, cosa que produce el beneplacito de Santa Anna, quien a su vez hacía gestiones para traer un regimiento suizo que le sirviera de guardia personal.
A partir de la muerte de Alamán, el 2 de junio de 1853, se inició la etapa del dominio absoluto de Santa Anna o del santannismo. Es el periodo de mayor autoritarismo y desvarío. El dictador, ante la imposibilidad de importar jerarquías extranjeras, instaura un régimen de condecoraciones e investiduras. El 22 de noviembre, por decreto se restablece la Orden de Nuestra Señora de Guadalupe "para excitar en los ánimos de los mexicanos los sentimientos de honor que
por desgracia han sido sofocados merced a teorías y doctrinas anárquicas y disolventes". Esta orden, creada originalmente por Agustín de Iturbida, dio lugar a desmesurados absurdos: se implantaron trajes ridículos, mantos sustuosos, sombreros con inmensos plumajes, llegándose al extremo de destituir de sus cargos a quienes se rehusaban a cumplir con el ceremonial de la artíficial realeza.
Unos días después del restablecimiento de la Orden de Guadalupe, en Guadalajara se levanta un acta prorrogando el mandato de Santa Anna por el tiempo que fuera necesario," a cuyo juicio del Excmo. Sr. Presidente de la República". Con esta disposición se confirma la dictadura omnímoda y se le permite a Santa Anna la atribución de señalar sucesor en pliego sellado y cerrado, para los casos de fallecimiento u otro impedimento físico o moral. Simultáneamente, en todo el país se levantan actas semejantes, discrepándose únicamente en el título que habría de otorgarase a Santa Anna: Generalísimo almirante, Alteza Serenisima, Príncipe; algunos llegaron a proponer el título de Emperador. A la par de estas extravagancias, se creó la policía secreta y se expidió la Ley de Conspiradores y el Bando contra los Murmuradores. Estas disposiciones legales se acompañaron de la facultad que tenía el Ministerio de Guerra para dictar órdenes de persecución, confinamiento y destierro en contra de los enemigos de la dictadura. La represión se volvió práctica cotidiana y un grupo de políticos liberales tuvo que marchar al exilio; entre ellos iban Banito Juárez, Guillermo Prieto y Melchor Ocampo.
Asimismo, el apoyo de la dictaduraa los privilegios del clero fue absoluto: se nombró como consejeros de Estado a los arzobispos y obispos; se restableción la coacción civil para el cumplimiento de los votos monásticos, que durante el gobierno reformista de Gómez Farías se había suprimido; se restauró la Orden de los Jesuitas, se dejó en sus manos la instrucción pública oficial y se impuso como obligatorio el catecismo del padre Ripalda. Una de las acciones más censurables de la dictadura fue la celebración del Tratado de La Mesilla, por el cual el gobierno mexicano vendió a los Estados Unidos un amplio territorio situado en los confines de Chihuahua y Sonora, lo que hoy es Nuevo México y Arizona, en una cantidad fijada en 10 millones de pesos. De esta manera, con un acto más expansión territorial, los Estados Unidos obtuvieron la mejor ruta de Texas y California para unir la costa del Atlántico con la del Pacífico. Más pronto de lo imaginado, el dinero de la venta de La Mesilla, se gastó en lujos ostentosos y en la compra de la lealtad de los militares. A ellos también se destinaron los ingresos que se recibían por concepto de alcabalas y de impuestos sobre puertas y ventanas, canales, asientos de los coches, perros, y otros.
Como lo había previsto Lerdo, la dictadura estaba condenada a ser muy transitoria. El malestar era generalizado, y el primero de marzo de 1854, a un año apenas de la nominación de Santa Anna, en Ayutla, Guerrero, se proclamó el Plan Restaurador de la Libertad, firmado, entre otros, por el coronel Florencio Villarreal, y 10 días después de darse a conocer el documento original, Ignacio Comonfort lo reformó en Acapulco agregando que, luego del cese de Santa Anna, el presidente interino debía convocar a un Congreso extraordinario para constituir a la nación bajo la forma de República representativa y popular. Con el Plan de Ayutla como bandera, los pueblos del sur se adhirieron al movimiento liberal encabezado principlamente por Juan Álvarez Hurtado, veterano luchador independientista.
Después de ordenar la movilización de tropas de los departamentos limítrofes de Guerrero para combatir a los rebeldes, Santa Anna tomó la decisión de salir de la capital junto con cinco mil hombres, con el propósito de contrarrestar la subversión. El 19 de abril, sus tropas sitiaron Acapulco defendido por Comonfort, con 500 hombres. En la madrugda del día siguiente, las fuerzas del gobierno quisieron tomar por asalto la plaza, pero después de cuatro horas de combates, fueron rechazadas. Posteriormente, Santa Anna intentó negociar con métodos pacíficos la rendición de los pronunciados. Al no lograr su cometido y con el pretexto de que las tropas rebeldes eran más numerosas que las comandadas por él, decidió regresar a la ciudad de México, prácticamente sin pelear. En su retirada, el ejército de Su Alteza Serenísima fue destruyendo los pueblos y haciendas que encontró en el camino. En mayo, Santa Anna entró a la capital proclamando su "triunfo" sobre los sublevados. La verdad es que después del fracaso de su expedición militar, la oposición creció por todas partes.
Ante el descontento general,
desesperado, Santa Anna optó por una grotesca farsa: convocó al pueblo a un plebiscito, en el que, apoyado con métodos intimidatorios, logró su ratificación. El 2 de noviembre, la crónica oficialista decía:
"Por aplastante mayoría la voluntad nacional dio nueva prueba de confianza a Su Altelza Serenísima y le confirmó el omnímodo poder que antes le había conferido". Aunque en realidad, en varias regiones del país, algunos se atrevieron a desafiarlo, como sucedió en San Luis Potosí, según se desprende del comunicado del ministro de Guerra al gobernador, reclamándole que "con sopresa e indignación ha visto S. A. S. que algunos individuos haciendo alarde de sus ideas anárquicas, e insultando con escandaloso descaro a la suprema autoridad de la nación, han osado votar para presidente de la República... el cabecilla de los rebeldes don Juan Álvarez..."
En Tabasco, mientras tanto, como era usual cuando dominaba el centralismo, Santa Anna nombró a una misma persona para comandante general y gobernador del Departamento. La designación recayó en el coronal de caballería Manuel María Escobar y Rivera, originario de Guatemala, quien tenía como mérito político haber encabezado la comisión que fue en busca de Santa Anna a Colombia. Durante el gobierno de Escobar imperó la mano dura. Siguiendo el modelo santannista, se preocupaba por la solemnidad en la celebración de actos civiles y religiosos. Incluso, cuando se restableció la Orden de Guadalupe, Santa Anna le otorgó el titulo de Gran Comendador. En su mandato hubo represión para todas las edades. El historiador Diógenes López Reyes relata que "se colocaronal frente del Palacio de Gobierno dos cañones, uno grande, El Gallardo, donde montaban a los adultos para azotarlos como disidentes o impíos y el otro cañón más pequeño, La Culebrina, para los menores, corrigiéndolos por encargo de familias infractores al bando de policiá (niños que se bañaban sin permiso en la la guna de la Pólvora; que izaban papalotes con navajas; que reñían en la vía pública o que no iban a la doctrina, etcétera)".
Entre sus proezas destaca la de haber asistido, un sábado de gloria, a la plaza mayor de la ciudad, para presenciar la incineración de los libros en que se criticaba a Santa Anna por su deplorable actuación durante la invasión estadounidense. Desde luego, el comportamiento de Escobar no se limitaba a sus actos de profesión de fe. El principal objetivo de su gobierno era el hostigamiento de los liberales del Estado. Tal fue el caso de la persecución y encarcelamiento que padecieron los dos políticos civiles más destacados, Justo Santa Anna y Victorio Victorino Dueñas, por haberse atrevido a votar, durante el famoso plebiscito, en contra de Su Alteza Serenísima.
Afortunadamente, la dictadura estaba condenada a ser temporal. A pesar del recrudecimiento de la represión, el movimiento liberal cobraba cada vez mayor fuerza en todo el país. En los primeros meses de 1855, Santa Anna realizó sin éxito dos expediciones militares a Iguala y Zamora. A su regreso de Michoacán, en la capital empezó a correr el rumor de su inminente caída, y ante el temor de que los rebeldes le cortaran la retirada, abandonó la Presidencia el 9 de agosto. Con la huida de Santa Anna al extranjero comenzaba una nueva época en la historia de México. Don Justo Sierra escribió:
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Todo un periodo de nuestra historia desaparecía con él... la historia nacida de la militarización del país por la guerra de Independencia y de la anarquía sin tregua a que nuestra educación nos condenaba, manifestaciones morbosas pero fatales, de nuetra actividad, personificadas en Santa Anna, iba a concluir... lenta, pero resuelta y definitivamente; otro periodo histórico, otra generación, otra República, iba a entrar en escena.
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La dictadura de Santa Anna cayó derrotada por la fuerza de la razón y de la opinión pública. Francisco Zarco decía que la Revolución de Ayutla "venció sin soldados, sin armas y sin dinero", porque el pueblo había despertado. La tiranía de una persona o de una clase, como Lerdo había
previsto, fue efimera, o como dijo aquel joven cuicateca de Oaxaca: "Al final, sólo quedaría un vago recuerdo de un mal sueño".
Así creemos que será ahora. Albergamos la esperanza de que el cambio es inevitable. Puede ser que se adelante o se demore, pero estamos en una situación muy parecida a la que se vivió durante la última recaída de Santa Anna. Las similitudes con ese periodo histórico son muchas. Destaco las principales: en primer término, ahora, como entonces, el pueblo está aturdido, prevalece el desaliento y la desorientación y, por lo mismo, también la tentación de equivocarnos. El ir a buscar a Santa Anna, como se decidió en aquellos aciagos momentos, es como caer en la trampa que está poniendo la oligarquía en la actualidad, con Salinas a la cabeza, para hacer creer que la solución está en recurrir de nuevo al PRI. Como si los males se hubiesen producido sólo en los últimos dos sexenios de gobiernos del PAN. Y como si no supiéramos que el origen del problema se inicia, precisamente, en la época del PRI, y en particular durante el gobierno de Salinas, en el cual se diseñó y puso en práctica la política de pillaje que ha conducido a la actual tragedia nacional.
Lo cierto es que al puñado de potentados que manda en el país, les da igual el PAN o el PRI, los dos partidos les pertenecen, y usan a uno u otro, según las circunstancias; lo que no quieren es una opción diferente, un proyecto alternativo de nación, un gobierno democrático que combata el bandidaje de quienes se han dedicado a saquear desgraciando al pueblo, sin perder siquiera su respetabilidad.
Hoy por hoy, sobran evidencias de que la oligarquía dominante, como Santa Anna y la clase más elevada de aquellos tiempos, no está dispueta a llevar a cabo ninguna auténtica reforma. Si entonces se apostó a mantener, a costa de lo que fuese, el régimen de privilegios, ahora sucede lo mismo. Basta ver cómo, a pesar de que la política económica, una y otra vez ha fracasado, se insiste en ella por mezquinos intereses que se colocan por encima de las necesidades "de la gran mayoría del pueblo".
Además, se piensa que así como los conservadores contaban con "los principales periódicos de la capital y de los estados", en la actualidad, con el manejo de la televisión creen que pueden seguir administrando la ignorancia en el país y adormeciendo a la gente. Se les olvida que el pueblo de México terminará por descubrir el truco de la manipulación y buscará liberarse de la opresión y del engaño. Y por último, así como en aquel tramo de la historia, un grupo de mexicanos, desde un remoto lugar, inició un gran movimeinto renovador, en nuestros tiempos, muchas mujeres y muchos hombres de todos los pueblos de México trabajan cotidianamente para lograr la transformación del país.
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La instauración de la nueva República no tiene una fecha definida o fatal. Desde luego nos gustaría, y para eso estamos trabajando, que este histórico acontecimiento se produjera alrededor de las elecciones federales de 2012. Pero no por razones simplemente electorales y menos por ambición personal, sino porque la historia nos enseña que siempre, alrededor de la sucesión presidencial, se presentan las condiciones más propicias para iniciar los cambios que se requieren en el país. Por ejemplo, no es casual que Francisco I. Madero escribiera en 1908, un libro que tituló La sucesión presidencial, en el que llamaba a combatir a la dictadura y sostenía, en la carta que utilizó para darlo a conocer , que el único medio era "hacer el esfuerzo entre todos los buenos mexicanos para organizarnos en partidos políticos, a fin de que la voluntad nacional esté debidamente representada y pueda hacerse respetar en la próxima contienda electoral". Es decir, pensaba dos años antes de los comicios, que la lucha debía darse de manera pacífica en las elecciones de 1910.
Por eso, nosotros creemos que en 2012 se presentarán condiciones favorables, pero no perdemos de vista que todo dependerá de una serie de factores y, básicamente, del despertar del pueblo.. Lo que está muy claro, es que el principal objetivo es la transformación del país, y todo lo demás es secundario o simplemente el medio para alcanzar ese propósito. Está en marcha, pues, la revolución de las conciencias para construir la nueva República. La tarea es sublime, nada en el terreno de lo público puede ser más importante que lograr el renacimiento de México. Ninguna otra actividad produce más stisfacción que la de luchar en bien de otros. Es un timbre de orgullo vivir con arrojo y además tener la dicha de hacer historia.

Ciudad de México, 24 de mayo de 2010
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Nuestra Era

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-¡Oye Emilio!, se que los judíos y los árabes y los chinos, coreanos y japoneses tienen su propio calendario. Pero nosotros, los occidentales, cuando se habla de hechos históricos siempre hablamos que ocurrieron en algún año antes o después de nuestra era. ¿Qué me puedes decir del inicio de nuestro calendario?

-Como todo poder nuevo, la Iglesia cristiana cambia el punto cero de la era, lo establece según su propio orígen y lo logra.

-Y ¿a quíén se le ocurrió eso?

-En el año 532, un monje, Denis Le Petit, propuso el contar los años a partir del nacimiento de Cristo.

-Pero, ¡el nacimiento de Jesucristo fue el 25 de diciembre y no el primero de enero!

-Efectivamente, Jesús nació, como tu bien dices, Marcela, el 25 de diciembre, del año 732 de la era romana, bueno, esto es tema para otra ocasión, pero volviendo al tema, te dire que, la Iglesia adoptó la idea pero desplazando siete días para fijarla en una fecha estable, o sea el primer día del mes de enero.

-Y ¿cómo es que la Iglesia logró convencer a todo mundo del cambio de Calendario?

-Efectivamente, no creas que fue de inmediato que la gente aceptó el nuevo Calendario. Los pueblos de Europa, aunque cristianos no reconocieron rápidamente este calendario. Esos pueblos seguían los ritos ancestrales, y la Iglesia tuvo que tener paciencia con esa resistencia al cambio.
-En el nuevo ritmo impuesto por la Iglesia se impuso primero en los conventos con su secuencia de rezos y de oficios.
-El monasterio se vuelve un inmenso reloj para el uso del mundo; es el que impone una nueva manera de contar las horas y los días, a la vez que las nuevas fechas.
-A la inseguridad del mundo, el monasterio opone la disciplina la previsibilidad.
-A partir del alto medievo, en los conventos se cambia el nombre de las horas; y las veinticuatro horas se dividen en cuatro cuadrantes, cada uno de seis horas; la hora se fracciona en cuatro cuartos.
-Los monjes organizan los meses en semanas de siete días, según la tradición hebraica; el domingo ocupa el lugar del sábado y se vuelve un día consagrado al servicio del Dios cristiano.
-El sistema romano y su calendario caen progresivamente en el olvido.
-Para medir el tiempo, los monjes utilizaron los cuadrantes astronómicos, las clepsidras.
-Era el abad que anunciaba la hora a la comunidad; el control del anuncio del tiempo aparece, así, como un instrumento importante del poder.
-Someterse a esta señal es someterse a la autoridad, es decir al abad y, más allá, a Dios.
-El proceso de generalización del sistema de las horas pasa por el control de la Iglesia sobre la enseñanza; la Iglesia hace de policía, controla las pesas y medidas, administra los días y los años y, por un tiempo, el poder monárquico juega el juego de la Iglesia.
-Pero, con el tiempo, el poder civil, se hace cargo, una vez que se libera de la tutela de la Iglesia.
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martes, 10 de agosto de 2010

Lengua Confusa

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En cuanto a los arabísmos relacionados con otros aspectos de la cultura, destaca algarabía.
Esta palabra, que generalmente usamos con el sentido de 'gritería dinfusa' e incluso alboroto -voz que en México tiene tintes de regocijo y alegría-, proviende del árabe al-arabiyyah, 'la lengua árabe'.
Mucha confusión y enredo habrán percibido los españoles en la lengua de sus invasores, pues tomaron esta voz, cuyo significado en principio sólo pretende nombra una de sus características o al menos la impresión que dejó en los españoles su particular manera de hablar.

Arabismos con aroma
Otro grupo interesante está representado por aquellas palabras que portan un cierto aroma: azahar, albahaca y jazmín, son sólo algunas.
Azahar, por ejemplo, la flor del naranjo, fue tomada del árabe az-zahr, que significa 'la flor' y además hace referencia a su brillo.
Jamín, en cambio, es una palabra árabe que viene del persa yasmin y permanece en el español como un vestigio más del contacto entre culturas.

Insecto y mineral
Carmesí y azul, dos palabras de origen árabe que despiertan otro de nuestros sentidos, llevan en su etimología la materia prima de la cual estos colores, se obtenían.
En carmesí está presente el árabe girmizi que se refiere al insecto parecido a la cochinilla del cual se sacaba el tinte.
Azul proviene del árabe lazaward y del persa lazhuward, 'la pislazúli', mineral con el que se preparaba el azul ultramar.

¿Al implica arabísmo?
Muchas de las voces árabes adoptadas y acogidas por el español empiezan con al- lo cual no significa que todas las palabras del español que comparten este rasgo provengan del árabe.
Alcancia, alfiler y algebra son arabísmos, mientras que alfabeto, algo y álbum no lo son.
Al es el artículo árabe que en repetidos casos quedó inscrito dentro del resto del vocablo
En otros arabísmos el artículo se redujo a la vocal 'a', por lo que alcanzó a dejar una huella más modesta en palabras como arrayán y ajonjoli.


Arabismos
Moros fue el nombre que recibieron en España los invasores que durante 8 siglos (711-1492) convivieron con los cristianos en la Penísula Ibérica.
Aunque la palabra proviene del latín maurus, habitante de Mauritánia (al noroeste de África) a España no solo llegaron los bereberes, auténticos mauritanos, sino también los árabes.
Así, moro en español significó 'infiel', 'musulmán', sin hacer referencia a la región geográfica de la cual provenían.
Los musulmanes introdujeron e nuestra lengua 4,000 arabísmos relacionados con diversos aspectos de su forma de vida y cultura.
Muchos de ellos designan objetros cotidianos, avances tecnológicos e incluos conceptos matemáticos incorporados a Occidente por los árabes.
Abunda, por ejemplo, los arabísmos pertencientes a la jardinería y horticultura (albahaca, azafrán, alhelí, jazmín), la alfarería (como la misma palabra alfarero) o las obras de riego (alberca, aljibe, noria), pues gran parte de su vida giraba en torno a estas actividades.
Sin embargo, el placer es otro aspecto íntimamente vínculado con esta cultura, y por ello encontramos términos referidos al deleite de los sentido: (alfombra, azulejo, almíbar, alfeñique) o colores (añil, carmesí, azul).

Arabísmos matemáticos
Los árabes hicieron importantes contribuciones a la ciencia en ámbitos como las matemáticas y la astronomía.
Además desempeñaron el papel de difusores porque adaptaron y transmitieron el conocimiento de otras culturas con las que tuvieron contacto, como la griega, la india y la persa.
La palabra 'cero' es uno de muchos ejemplos.
Proviene del italiano zero, que a su vez proviene del latín mediveal zephirum.
Este vocablo latino fue tomado del árable sifr, cuya raíz significa "vacio".
Los árabes adoptaron de la India la idea de una 'cantidad nula', aunque sabemos que otras culturas como la maya también hicieron este descubrimiento.
Otras palabras pretenecientes a esta familia son 'decifrar' y 'cirfra'.
El algebra surgió en Egipto y Babilonia, y fue retomado en Grecia; durante el tránsito de la Edad Media en Europa, los árabes continuaron desarrollando esta ciencia que, según el diccionario de la RAE, generaliza las operaciones aritméticas usando números, letras y signos.
Álgebra viene del latín medieval, que en su origen es árabe al yabr significa 'algebra', asi como 'reunificación de huesos rotos'.
Esta última acepción se hace patente en el vocablo algebrista con un signifcado en desuso que hace referencia al 'cirujano dedicado especialmente a la curación de dislocaciones de huesos'.
El algebra, por lo tanto reúne las partes 'rotas' de la ecuación, igual que si se tratara de una colección de huesos dislocados.
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