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CANAS
Aba-Suwaid
Llegué hasta un huerto para adquirir fruta.
A la sombra de un albaricoque, había una mujer que se peinaba.
Al aproximarme, me di cuenta que ella era vieja y tenía la cabeza llena de canas, aunque su cara era juvenil y tenía la piel muy tersa.
Mientras me aproximaba, la mujer no hizo ningún ademán para cubrirse como es de uso.
Y continuó peinándose.
Con una leve sonrisa en los labios.
Le dije:
"¡Oh, mi dueña, pese a que eres anciana de edad, eres joven de faz!
¡Deberías teñirte para que aparentes menos edad y semejar una joven! ¿Por qué no lo haces?"
Y dijo ella:
"Antes, mis cabellos tuvieron un color. Después ese color se fue y sólo se quedó el color que dan los años. ¡Pero no me importa! ¿Por qué voy a teñirlos si de todos modos me basta con mover las nalgas para conseguir quién me lo meta por atrás o por adelante?"
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