domingo, 9 de mayo de 2010

Gripe

Si los ojos del hombre fueran microscopios, el mundo en que vive le parecería muy distinto del que conoce, porque podría ver millones y millones de seres vivientes que ahora le están ocultos
Entre esos seres tan minúsculos se hallan muchos poderosos amigos y muchos mortales enemigos: las bacterias, que son tan pequeñas que 5,000 colocadas en línea, formarían una línea de un centímetro de longitud.
Muchos más pequeños que las bacterias son los virus. Son microorganismos que causan enfermedades tales como la gripe y hasta el resfrío común.
Un virus no sólo se diferencia de una bacteria por su tamaño, sino también porque sólo puede existir dentro de una substancia viva.
Los virus humanos son muy variables, lo cual dificulta mucho los experimentos para descubrir su verdadera naturaleza.
Uno de los más variables es el virus de la gripe.
Logra alojarse en el cuerpo destruyendo el complejo de las moléculas de hidratos de carbono, llamadas mucinas, que se forman en la superficie de las células de los glóbulos rojos.
Cuando pasa esto, el virus se hunde en la propia célula y se multiplica.
A diferencia de las bacterias, los virus no se multiplican haciéndose más grandes y dividiéndose.
Los estudios de los bacteriófagos o sea los virus que devoran las bacterias, los muestran destruyendo las mucinas y penetrado en la célula. Entonces, el virus desaparece.
Se cree que se descompone en numerosas subunidades, que se reúnen en una especie de comunidad, donde se combinan para formar nuevas unidades.
Repentinamente, la sustancia debilitada de la célula bacteriana se derrumba, y se puede ver un centenar de virus nuevos, prontos a empezar su trabajo.
La gripe habitualmente aparece en forma epidémica en todo el mundo y se propaga con asombrosa rapidez durante estas erupciones.
En general la gripe posee limitación propia, es decir, sigue un curso definido dentro de un tiempo específico y de corta duración.
Aunque raramente es grave por sí misma, tiende a predisponer a infecciones pulmonares secundarias que pueden llegar a ser graves.
La gripe es un padecimiento antiguo, la primera referencia de una epidemia de gripe fue descrita por Hipócrates, la segunda nos llega en forma de una descripción de la epidemia europea de brotes contagiosos en varios países, ocurrida en 1510.
Desde entonces se han producido por lo menos ocho que han afectado a grandes masas de población en todo el mundo.
Durante la Primera Guerra Mundial, se desencadenó una que de 1918 a 1920 se extendió a más de la mitad del mundo con resultados desastrosos.
En 1957 brotó otra epidemia en Oriente, que aunque afectó a muchos centenares de miles de personas, no revistió gravedad, ya que la mayoría de los casos fueron leves.
Rasgos característicos de las epidemias de gripe han sido el aspecto explosivo de los brotes, su rápida propagación, el gran número de personas afectadas y la duración relativamente corta de cada ola.
La propagación del padecimiento se acelera por la facilidad y la rapidez con contacto directo y por infección a través de gotitas de saliva expulsadas al hablar, estornudar o toser.
Los padecimientos de la gripe aparecen súbitamente de uno a tres días después del contagio. Consisten en escalofríos y fiebres, dolor de cabeza y espalda, y gran malestar general. Por lo regular se observa más fiebre y debilidad que en el catarro común. Se producen secreciones de garganta, nariz, tráquea y bronquios. La infección disminuye la resistencia del aparato respiratorio y expone al enfermo a la invasión de otros microorganismos que pueden producir infecciones secundarias en las narices, los oídos, los bronquios o los pulmones.
Si no hay complicaciones, la fiebre dura de uno a cinco días y el enfermo entra en convalecencia rápida, aunque acompañada de debilidad y depresión general.
En los casos en que exista recaída, se intensifican los síntomas originales que van acompañados de una bronquitis más o menos grave, o de una sinusitis, o de ambas a la vez así como de tos persistente que continúa durante semanas, con expulsión de mucosidad.
Existe una forma más grave de gripe llamada gripe neumónica, que se caracteriza por debilidad profunda y agotamiento, mucha fiebre, respiración rápida y cambio de tono de la piel, lo que indica que la sangre no toma suficiente oxígeno al pasar por los pulmones.
Es frecuente que los pacientes expulsen sangre al toser. La gripe neumónica conduce a menudo a una lesión permanente de los bronquios y los pulmones.
La gripa da en todas las épocas del año aunque se ha notado que aumentan los casos en enero, febrero y marzo. Aunque si hay cierta relación entre gripe y enfriamiento, se ha demostrado que no da la gripe por "enfriamiento" sino porque en tiempos de frío disminuye la resistencia del organismo. Ahora, si la gripe no se tiene por enfriamiento sino por un virus, lo más sencillo es atacar al virus y con ello se acaba la gripe. En efecto suena fácil pero aún no se conoce cura específica para la gripe.
La técnica usada contra la gripe, infructuosamente hasta ahora, ha sido: altas dosis de vitamina C y preparados antihistamínicos, aspirinas, sulfas y penicilina. Pero ni sulfas, ni penicilina u otro antibiótico, ni aspirinas, ni antihistamínicos, ni vitaminas curan la gripe, por la sencilla razón de que la gripe no es una enfermedad, sino un síntoma de un mal interno.
La gripe es el mal que se trata de salir del organismo en forma de mucosidades acumuladas en el cuerpo, así que impedir esa salida es contraproducente.
Las mucosidades son impurezas que se van acumulando en nuestro organismo por la mala alimentación y por el consumo de substancias tóxicas.
Una de las peores consecuencias de la mala alimentación, es la acumulación de materia putrefacta en el estómago y los intestinos que obstruyen la mucosa que es una membrana que recubre los aparatos digestivo y respiratorio.
La congestión de esas mucosas las debilita, y degenera sus funciones y es cuando viene la gripe, el catarro, la tos.
Cuando las mucosas están congestionadas con mucosidades o porquerías, el cuerpo protesta.
Al tomar un enfermo antihistamínicos, se esta evitando que salgan las impurezas.
Al darle aspirina a un enfermo se está evitando que el cuerpo, por medio de la fiebre saque las impurezas por la piel, y al recetar penicilina, se esta matando al virus y de paso a las células.
El tratamiento correcto consiste en descansar en cama hasta que la convalecencia se encuentra avanzada y no haya peligro de complicaciones. Mientras haya fiebre se recomienda ingerir granes cantidades de líquido.
La habitación del enfermo debe mantenerse caliente.
Puede permitirse el baño diario, siempre que se adopten precauciones para que el paciente no se resfríe.
Para finalizar quiero hacer una petición: si por desgracia es usted víctima de la gripe, por favor, por su bien y por el de sus compañeros, quédese en cama.
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