sábado, 17 de enero de 2015

Leyenda (Retrato de Moisés)


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RETRATO DE MOISÉS


Fuera de la Biblia, los judíos poseen una rica literatura, en la cual se encuentran las leyendas y los mitos que en el curso de los siglos se formaron alrededor de la grandiosa figura de su primer conductor e institutor de la religión, transfigurándolo y oscureciendolo a la vez.
En este material puede encontrarse diseminados algunos fragmentos de tradiciones fidedignas que no hallaron cabida en los cinco libros bíblicos.
Una de dichas leyendas describe como la ambición de Moisés se expresó ya en su infancia.
En cierta ocasión que el faraón lo tomo en brazos y lo levantó jugando, el rapaz de tres años le arrancó la corona de la cabeza y se la puso a su vez. El faraón  se asustó ante este presagio, apresurándose a interrogar sobre ello a sus sabios o agoreros. 
La misma anécdota, ligeramente modificada, se encuentra también en Josefo.
En otra ocasión se cuentan victoriosas acciones militares que habría cumplido en Etiopía como general egipcio, agregándose que huyó de Egipto para amenazarlo la envidia de un partido cortesano o del propio faraón.
El mismo texto bíblico atribueye a Moisés algunos rasgos que cabe considerar auténticos.
Lo describe como un hombre iracundo y colérico.


Cuando en su furia mata al brutal egipció que maltrataba a un trabajador judío.



Cuando, encolerizado por la apostasía del pueblo, hace añicos las tablas de la Ley que descendiera de la divina montaña; 




Por fin, Dios lo castiga al término de su vida por un acto de impaciencia, sin consignarse la naturaleza de éste.


Dado que semejantes cualidades no tienen finalidad laudatoria, bien podrían corresponder a la verdad histórica.
Además, cabe aceptar la posibilidad de que muchos rasgos del carácter atribuidos por los judíos a la representación primitiva de su dios, calificándolo de celoso, severo implacable, procedan en el fondo del recuerdo de Moisés, pues en realidad no había sido un dios invisible quien los sacó de Egipto, sino el hombre Moisés.
Otro rasgo que se le atribuye merece particular interés. Moisés habría sido “torpe de lengua”, es decir, habría padecido una inhibición o un defecto del lenguaje, de modo que en las pretendidos discusiones necesitó la ayuda de Aaron, el cual se considera hermano suyo. También esto puede ser verdad histórico y contribuiría a dar mayor vida al retrato del gran hombre.
Pero es posible asimismo que tenga una significación distinta y más importante. Podría ser que el texto bíblico aludiera, en ligera perofrasis, al hecho de que Moisés era de lengua extranjera, que no podía comunicarse sin interprete con sus neoegipcios semitas, por lo menos al comienzo de sus relaciones. Es decir, una nueva confirmación de la tesis de que Moisés era egipcio.
No nos dejaremos confundir por el hecho de que nuestro reconstrucción no incluya tantas otras piezas brillantes del relato bíblico, como los díez plagas,el pasaje del mar rojo y la solemne entrega de la Ley en el monte Sinaí.
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