jueves, 15 de abril de 2021

Radioactividad

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                                           Radioactividad y la Genética

                                                  

        La radioactividad afecta a los seres sin signos clínicos aparentes a los gametos, pueden provocar mutaciones que se manifiestan en la descendencia como son abortos, deformaciones, o a veces incluso a muy largo plazo, por acción acumulativa, en la especie entera.

        También en la salud de un individuo se puede manifestar de las siguientes formas:

a) Disminuyen las defensas inmunitarias del organismo haciéndolo más vulnerable a las enfermedades;
b) Ciertos isótopos radiactivos se fijan en el organismo y lo someten de manera permanente a una radiación que se agrega a la que recibe del exterior.
c) Puede desencadenar múltiples formas de leucemia y cáncer, aunque la dosis de radiación sea débil, sobre todo en ciertos sujetos especialmente sensibles.
        
        La irradiación en el material genético de las células reproductores provoca mutaciones cuyos efectos no comienzan a aparecer sino en los descendientes del sujeto irradiado después de una o varias generaciones.
Se ha comprobado que las radiaciones naturales ejercen efectos nocivos sobre las poblaciones, pero es indiscutible que una exposición suplementaria habrá de aumentar esos efectos.

        Los expertos han tratado de determinar niveles "admisibles" de irradiación artificial.

        Actualmente, el límite oficial de exposición media de la población es de 170 rem por año, lo que representa un total de 5 rem para una generación, considerada es de 30 años.

        Ésta norma se ha fijado a base de estudios estadísticos en los que se considera a la población "homogénea" en cuanto a su sensibilidad a las radiaciones, lo cual es falso.
Por otra parte, no es posible, hoy en día, proceder de otro modo pues todavía no se sabe "localizar" bien a los individuos particularmente sensibles a las radiaciones, pero no debe perderse de vista que una irradiación "aceptable" para una población en su conjunto es de hecho muy peligrosa para una parte de esa población.
Aún no ha transcurrido suficiente tiempo para poder juzgar los efectos a largo plazo de las radiaciones: por ejemplo la tasa de cáncer del pulmón ha presentado aumentos enormes 16 años después de una irradiación.

        Se ha calculado teóricamente, que cuando toda la población de los Estados Unidos llegue a quedar sometida a esa irradiación "admisible", se producirán de 500 a 9,000 casos nuevos por año de enfermedades genéticas graves, así como de 1,100 a 27,000 anomalías congénitas adicionales suplementarias por cáncer cada año.
La dosis establecida casi no tiene fundamentos médicos y se ha fijado en realidad conforme a un criterio político, parangonando los riesgos que corre la salud de la población con las supuestas ventajas del desarrollo atómico.
Los expertos reconocen que no existe una dosis-umbral y que por lo tanto habrá que correrse un riesgo "aceptable" considerando un eventual beneficio derivado de la utilización de la fisión nuclear.

     En consecuencia es evidente que es irresponsable pretender que la industria electronuclear produce muy escasos o ningunos efectos genéticos, puesto que estamos muy lejos de disponer siquiera de una sola generación humana de experiencia con centrales nucleares y esos efectos se manifestarán, en el orden local, después de puersa en servicio la central, sobre los niños que nazcan y sobre su descendencia ulterior; se trata de un problema de responsabilidad que no puede soslayar con el pretexto de que se obtienen ventajas económicas inmediatas.

        En síntesis se sabe con certeza que la irradiación de una población tiene efectos nefastos sobre los individuos y sobre la especie.

        Además, la investigación sobre los efectos de las radiaciones a dosis bajas es demasiado reciente para permitir evaluar la amplitud de los daños que éstos provocan.
En esas condiciones, actualmente no se puede imponer a una población riesgos que no se manifestarán masivamente sino al cabo de varias generaciones, ni emprender la producción de isótopos radiactivos de vida sumamente prolongada cuya peligrosidad no habrá de disminuir, en el transcurso de miles de años.
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