domingo, 11 de abril de 2010

13 Razones por las que el Papa debe Renunciar

Denise Dresser

1) No es posible eludir el tema de la responsabilidad individual del Papa, más allá de su responsabilidad inlstitucional.
La primera historia, como ha argumentado Christopher Hitchens en The Great Catholic Cover-Up, es fácil de contar y nadie la ha negado.
En 1979, un joven alemán de 11 años fue llevado a las montañas por un sacerdote.
Se le administró alcohol y se abusó sexualmente de él.
Posteriormente el párroco fue transferido por el entonces arzobispo Ratzinger de Essen a Munich para ser sometido a "terapia", pero poco después se le permitió regresar al trabajo pastoral, desde donde continuó abusando de niños.

2) Dado el estilo de administración de Ratzinger y su tendencia a involucrarse minuciosamente en las decisiones de sus subalternos, no es creíble pensar que desconociera el paradero y las actividades del pastor abusador.
Los documentos del episodio llegaron hasta el escritorio del arzobispo, quien en el mejor de los casos fue negligente y, en el peor de ellos, permitió la perpetuación del abuso sexual.

3) Este caso es tan sólo un ejemplo del patrón de encubrimiento a nivel global en que el Papa participó; un patrón ampiamente conocido y padecido por los padres de niños violados en Estados Unidos, Canadá, Irlanda, Australia y Alemania, entre los casos documentados.
Desde que Ratzinger asumió la dirección de la Congregación para la Doctrina de la Fe, fue responsable de un proceso de obstrucción de la justicia a nivel global.
Para Ratzinger, el verdadero crimen nunca ha sido el abuso sexual o la violación de menores, sino la posibilidad de que esos eventos fueran reportados a las autoridades civiles.
Según el arzobispo, las acusaciones sólo podrían ser atendidas dentro de la jurisdicción exclusiva de la Iglesia.
Quien violara la secrecía exigida corría el riesgo de ser excomulgado.

4) Como señala Hitchens, no satisfecho con encubrir actividades criminales de sacerdotes pederastas, Ratzinger elaboró su propio estatuto de prescripción del delito, para limitar su vigencia en número de años, como si fuera posible hacerlo con respecto a un pecado.

5) El caso de Marcial Maciel es especialmente escandaloso, ya que exmiembros prominentes de Los Legionarios de Cristo fueron deliberadamente ignorados por Ratzinger a lo largo de los 90.
La posición de Ratzinger siempre fue de protección a Maciel -siguiendo los pasos de Juan Pablo II-, incluso cuando se le pidió que pasara sus últimos años en retiro y no bajo una investigación seguida de sanción, como debió haber ocurrido.

6) Al caso de Maciel se añaden las recientes revelaciones sobre el padre Lawrence Murphy, quien abusó de 200 niños sordos en Wisconcin, hechos de los cuales fue informado Ratzinger en su momento.
Los abogados estadunidenses que están demandando a la Iglesia han hecho públicos documentos demostrando que, en un inicio, oficiales del Vaticano propusieron un juicio canónigo secreto, pero lo suspendieron después de que el sacerdote apeló directamente al cardenal Ratzinger y obtuvo su clemencia.
El padre murió sin haber sido sancionado.
7) Bajo su tutela, la añeja estructura burocrática del Vaticano simplemente no ha encontrado la manera adecuada de procesar y lidiar con la avalancha de denuncias de abuso sexual.
En 2001, como cardenal, Ratzinger tomó control del tema; sin embargo, creó una pequeña oficina de 10 personas que ha revisado tan sólo 3 mil casos en 10 años.

8) El Vaticano no ha logrado adaptar su comportamiento insular ante las exigecias de una cultura global crecientemente democrática y exigente.
Basta con recordar la torpe reacción de la jerarquía en sus discursos de las últimas semanas, equiparando la crítica a la Iglesia con el antisemitismo.
O escuchar a jerarcas eclesiásticos que se han referido a la ola de escandalo mundial como "chismes baratos".
O leer que en ciertos círculos católicos se habla de la existencia de un "lobby judío" empeñado en desacreditar al Papa.
Tiene razón Leon Wieseltier, editor de The New Republica, cuando reclama airadamente al Vaticano con la pregunta: "Por qué querría la Iglesia católica defenderse aludiendo a otras enormidades (como el antisemitismo) en las que estuvo implicada?
Y además los judíos padecieron mucho más que las criticas de la prensa".

9) Resulta sorprendente que hasta la fecha el Papa no haya encarado la crisis de manera frontal, personal y humana, atendiendo de mejor manera a las víctimas.
Eso en sí revela una falla en su liderazgo como figura política, religiosa y espiritual.
Hace falta más que decir una disculpa de manera genérica.
Se ha vuelto imprescindible investigar, sancionar y reparar el daño.
La resistencia del Papa a hacerlo pone en tela de juicio el papel que debería desempeñar como Sumo Pontífice.
Sus instintos conservadores y la insistencia en la lealtad institucional, la obediencia y la autoridad. absoluta del clero han servido mal a los católicos de todas las latitudes.

10) Las fallas del liderazgo papal se vuelven más obvias en la medida en que el escándalo crece en lugar de disminuir.
Cuando la Iglesia católica en Alemania inauguró recientemente una línea telefónica dedicada a las denuncias de abuso sexual por parte de sacerdores, hubo más de 4000 llamadas el primer día.

11) No hay otra manera de decirlo: ha quedado expuesto, después de años, un periodo negro en el que la jerarquía de la Iglesia católica respondió ante el abuso sistemático con silencio, complicidad, evasión y negligencia criminal.
El Papa carga con una gran dosis de responsabilidad que no puede ser ignorada o negada.
A pesar de que ahora el Vaticano comienza a salir de su mentalidad "búnker" y a promover acciones más vigorosas ante la realidad de la pederastía clerical, la crisis de autoridad está allí.

12) Aunque se han dado pasos hacia la rendición de cuentas de los abusadores, no ha ocurrido lo mismo con obispos que los protegieron durante tanto tiempo.
El Papa no ha limpiado su propia casa de manera suficiente, ni ha demostrado el remordimiento necesario como para despejar la nube que cuelga su liderazgo papal.
En su carta abierta al pueblo irlandés, el Papa no pidió ni especificó acciones disciplinarias contra miembros de la Iglesia que participaron en el encubrimiento de abusos de alcances epidémicos.

13) Finalmente, como pregunta Maureen Dowd, católica y columnista de The New York Times: "¿Cómo mantener la fe cuando nuestros líderes no se la merecen?".
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