lunes, 8 de diciembre de 2008

Chino

-¡Tengo ganas de aprender Chino!

-¡No te lo recomiendo! el Chino es un idioma sumamente difícil. Ya el hecho de interpretar extraños signos de patas de araña, sin ninguna relación con idiomas como el español, inglés o francés, resulta toda una hazaña.
-Ahora que, la pronunciación... es de lo más difícil. Porque el chino tiene cuatro tonos.
-Una palabra, CHUAN, por ejemplo, significa cuatro cosas diferentes: USAR, BOTE, PANTALONES y CUERDA, según el tono que se le dé a la palabra. Y por supuesto, se escriben de manera diferente, con endemoniados signos que resultan incomprensibles.
-Y aún hay más. Existen 19 palabras para seda, por ejemplo, y 8 para arroz.

-¿Por qué?

-Bien, gao se refiere a una seda blanca y burda, qi a una seda con dibujo, qian es un tejido de seda azul-rojo, kuang es el hilo de seda no peinado, si es un hilo de seda normal, chou también hace referencia al tejido de seda, etc.
-Por lo que respecta al arroz, fan se refiere al alimento ya cocinado; dao es el arroz en sembradío; mi, es el arroz con cáscara, y en algunos dialectos, gu significa el grano sin cáscara.
-Como los chinos cuidan de sus familias más que del arroz o de la seda, hay una profusión de palabras para expresar relaciones familiares. Por ejemplo, el chino tiene cinco palabras para "tío", según sea el hermano mayor o menor del padre o el hermano de la madre o el marido de la hermana del padre o el marido de la hermana de la madre.
-Cuando nosotros los mexicanos insultamos, solemos meter en el asunto a las madres; pero los chinos denuncian a la familia completa, hay un insulto común que calumnia las 18 generaciones anteriores de la persona a la que se insulta.
-Hasta comienzos del siglo pasado no era raro que las mujeres campesinas no tuvieran nombre alguno. Al crecer se las designaba por números: la segunda hermana, la cuarta hermana, etc.
"Hasta donde sé, mi madre no tenía nombre", decía un octagenario que se crió en el campo.
-Se le preguntó que cómo llamaba su padre a su madre y frunció el ceño, luego, su rostro se iluminó:
"Hey; la llamaba ¡hey!".
-Un investigador sexual en Shanghai está desconcertado por el reto lingüístico que supone encuestar a los chinos sobre sus prácticas sexuales.
-No hay expresiones comunes para "juego erótico" u "orgasmo", de manera que los investigadores han de recurrir a expresiones más vagas que la gente pueda entender. En vez de preguntar sobre la frecuencia de la "culminación de la excitación sexual" o sea, el clímax, los encuestadores se han de contentar con preguntar a las mujeres con cuánta frecuencia tienen una "sensación placentera".
-Ahora bien, según me dijeron, hoy es algo más fácil aprender Chino, ya que el idioma ha sufrido reformas y se ha simplificado.

-¿Sabes que, Emilio? ¡Mejor voy a aprender Francés!
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