domingo, 21 de diciembre de 2008

La Biblia

¿En que consiste la Biblia?

La Biblia consiste en una colección de sesenta y seis libros separados. Estos libros fueron escogidos, después de algunos altercados, por el Concilio Católico de Cartago en el 397 d.C., a más de trescientos años después de la época de Jesús.
Esta colección se divide en dos grandes secciones: El Antiguo Testamento que consiste en treinta y nueve libros y el Nuevo Testamento que consiste en veintisiete libros.
(Las Biblias católicas incluyen doce libros adicionales conocidos como apócrifos).
El Antiguo Testamento trata del Dios hebreo, Yahvé, e intenta ser una historia de los antiguos israelitas.
El Nuevo Testamento es la obra de los primeros cristianos y refleja sus creencias sobre Jesús; pretende para ser una historia de lo que Jesús enseñó e hizo.
La composición de los libros empezó aproximadamente en el 1000 a.C. y continuó por más de mil años.
Mucho material oral fue incluido. Fue repetido de padre a hijo, revisado una y otra vez y finalmente puesto en forma escrita por varios redactores. Estos redactores trabajaron a menudo en sitios y periodos de tiempo diferentes y eran normalmente desconocidos unos de otros. Su trabajo se pensó principalmente para uso local y es improbable que algún autor previera que su trabajo sería incluido en una "Biblia".
No existe ningún manuscrito original. Probablemente no hay un solo libro que sobreviva en su forma original. Hay centenares de diferencias entre los manuscritos más viejos de cualquiera de los libros. Estas diferencias indican que numerosas adiciones y alteraciones fueron hechas a los originales por diferentes copistas y redactores.
Muchos autores bíblicos son desconocidos.
Cuando un autor se nombra, los creyentes píos le asignan su nombre al libro aunque el autor no lo haya titulado así.
Los cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan, son ejemplos de libros que no llevan los nombres de sus autores reales.
Los nombres actuales se asignaron mucho tiempo después de que estos cuatro libros se escribieran.
A pesar de lo relatado por los autores de los evangelios, los estudiosos bíblicos están ahora casi unánimemente de acuerdo en que ninguno de los autores de los evangelios fue o discípulo de Jesús o testigo ocular de su ministerio.
Aunque algunos libros de la Biblia tradicionalmente se le atribuyen a un solo autor, muchos en realidad son el trabajo de autores múltiples.
Génesis y Juan son dos ejemplos de paternidad literaria múltiple.
Muchos libros bíblicos tienen las características de ficción.
Por ejemplo, las conversaciones privadas a menudo se relatan cuando ningún reportero estaba presente.
Se registran conversaciones entre Dios y varios individuos.
Acontecimientos prehistóricos son presentados en gran detalle.
Cuando una historia se cuenta por más de un autor normalmente hay diferencias significativas.
Muchas historias, que en su contexto original son consideradas ficticias incluso por cristianos, fueron tomadas prestadas por los autores bíblicos, adaptadas a sus propios propósitos, dándoles un escenario histórico y así declarados verdad.
La historia de Diluvio es un ejemplo de este tipo de adaptación.
Su migración desde el más temprano incidente conocido en Sumeria, alrededor de 1600 a.C., y de ahí a otros lugares y finalmente a la Biblia, puede rastrearse históricamente.
Cada vez que la historia se usaba de nuevo era alterada para hablar de dioses y héroes locales.

Pero, ¿es la Biblia, a pesar de eso, la obra de Dios? ¿Es una guía válida? ¿Cómo podemos saberlo?

Si la Biblia realmente fuera el trabajo de un Dios perfecto y amoroso, sería evidentemente superlativo en todo aspecto de cualquier escrito concebido exclusivamente por el intelecto humano. Sería exacto, claro, conciso y consistente en todo su contenido.
Los fundamentalistas, de hecho, sostienen que esto es verdad. Usando un argumento circular dicen que porque la Biblia no tiene error o inconsistencia debe ser la obra de Dios y porque es la obra de Dios no debe tener error o inconsistencia. No parece importar que propuesta es primero, la otra le sigue.
A pesar del punto de vista fundamentalista, la Biblia contiene varios problemas reales. Y algunos de estos problemas son completamente fatales para su credibilidad.
Muchos pasajes relatan las atrocidades ordenadas por Dios, tales pasajes son indignos del Dios cristiano.
Algunos mandatos bíblicos son irrazonables e improbables puesto que están en discordancia obvia con el sentido común así como las cualidades de carácter atribuidas a Dios.
Algunas declaraciones bíblicas son absurdas al representar creencias muy primitivas.
La credibilidad de muchas historias bíblicas, historias cruciales para la cristiandad, son desacreditadas por numerosas inconsistencias.
El cuadro se complica mucho más por muchas interpretaciones diferentes y conflictivas que a menudo se dan a un pasaje específico por creyentes sinceros y bien intencionados.
Mientras que los biblicistas sean capaces de ofrecer alguna clase de explicación a casi cualquier problema bíblico que pueda descubrirse, tales explicaciones debiéran ser innecesarias.
El punto no es si alguna explicación puede concebirse, sino que un Dios perfecto y amoroso ciertamente pudo y debió hacer un trabajo mucho mejor para que no tuvieran algo que ver con la escritura de un libro.
La evidencia de la propia Biblia, no es sino una pequeña porción de lo que existe. Esta evidencia demuestra que la Biblia no puede ser una obra literal, completa, inerrante y perfecta de un Dios perfecto y amoroso.
También demuestra que la Biblia no es específicamente útil como guía.
Además, debido a que la Biblia refleja cada creencia importante de la cristiandad tradicional, los cimientos de la cristiandad se apoyan en tierra insegura.
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