martes, 21 de abril de 2009

Racismo o Liderazgo Mundial

Shintaro Ishihara

El prejuicio nortemaericano fue claramente evidente en una discusión que tuve con un oficial superior de la Armada norteamericana. La Armada de Estados Unidos coloca una poderosa unidad de sonar que puede detectar objetos insólitos en las bodegas de los petroleros mercantes y barcos contenedores. LLamada el Sistema Ambar, su propósito es localizar submarinos nucleares. El sonar no puede distinguir entre submarinos norteamericanos y soviéticos, sólo emite un informe al Pentgono. La Armada norteamericana conoce la ubicación de sus propios submarinos y puede determinar si el objeto es amigo o enemigo.
Le sugerí a oficial que se instalara el Sistema Ambar en los barcos mercantes japoness, que navegan todas las rutas de petroleros y barcos de carga, y tienen tripulaciones bien entrenadas y confiables. Japón podría reunir los datos de inteligencia directos para que los analizara la Armada de Estados Unidos. El oficial dijo que no sería necesaria la ayuda de Japón. Insistí en la idea, señalando que los submarinos soviéticos eran más numerosos que la flota submarina norteamericana. Replicó que no podía pedir que participara la marina mercante japonesa. Si Alemania Occidental o Inglaterrra hicieran un ofrecimiento semejante, pregunté, ¿instalarían ustedes el Sistema Ambar en sus barcos mercantes? El oficial contestó que francamente el Pentgono lo haría.
Los norteamericanos sienten que no puden confiar en Japón. No podemos decifrar las señales del sonar, pero aún asi prefieren no pedirnos que reunamos los datos. !Probablemente, los almirantes de Estados Unidos hasta se lo pedirían a los rusos antes que pedírselo a los japoneses! El pueblo japonés debe estar consciente de cun profundamente prejuiciados estn los norteamericanos.
En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, Estados Unidos bombardeó las ciudades alemanas y mató a muchos civiles, pero no usó bombas atómicas contra los alemanes. Los aviones norteamericanso las dejaron caer sobre nosotros porque somos japoneses. Cada norteamericano a quien le menciono esto niega que la razón fuera la raza, pero ahí est el hecho de que las bombas nucleares fueron arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Jamás debemos olvidar esto. El mismo virulento racismo está debajo de las fricciones comerciales con Estados Unidos.
El racismo norteamericano tiene su raíz en el orgullo por la superioridad cultural. Pero como Estados Unidos es un arribista, hay una arrogancia que distorsiona la visión norteamericana de otras culturas, particulamente las de Asia. Sin embargo, dado el estado de la educación norteamericana, los estudiantes no pueden obtener una apropiada perspectiva transcultural. Los norteamericanos deben saber que, tal como escribieron los primeros misioneros portugueses y españoles, Japón tenía una civilización sumamente avanzada a mediados del siglo XVI. En el periodo Tokugawa (1603-1867), más de veinte mil escuelas privadas en todo Japón enseñaban a leer y escribir, un nivel de asistencia a la escuela y de alfabetización sin paralelo en la época Los ciudadanos inclusive podían escribir los silabarios japoneses y hasta dos mil caracteres chinos. Desde Edo (ahora Tokyo) hasta Kyushu se extendía un excelente servicio de correo que entregaba cartas, mercancías y dinero en efectivo. En todo Japón, las bibliotecas locales tienen colecciones de correspondencia y otros materiales de este periodo. Pero si usted trata de hablarles a los norteamericanos sobre los logros pasados del Japón, están tan envanecidos con la civilización occidental que se aburren.
Hoy, la era moderna está en su fase terminal. Una conciencia de su inminente desaparición ha vuelto a los norteamericanos, los caucásicos más poderosos desde la Segunda Guerra Mundial, cada vez más emotivos, casi histéricos, ante Japón. Ambas sociedades están en una fase de transición similar, lo que hace que la rivalidad sea más intensa. El tipo de fricción comercial que existe entre Japón y Estados Unidos no ocurriría si Alemania Occidental, Inglaterra o Australía hubiera alcanzado nuestro poder y posición económica. Cuando se les insiste sobre el racismo, muchos norteamericanos admiten honestamente sus sentimientos. Pero eso no es suficiente. Deben eliminar su intolerancia. Dados el poder y la importancia de Estados Unidos, especialmente los norteamericanos deben entender que el mundo se encuentra en uno de esos momentos de cambio de época. La tecnología, la industria y el poder económico se están desplazando gradualmente del Oesto al Este. Si eso significa que ha amanecido la Era del Pacífico, no lo sé. Pero estoy seguro de que, a pesar de la diversidad étnica y racial de la población de Estados Unidos, la persistente discriminación por parte de la élite de poder blanca, en contra de Japón y de otros países asiticos, socavar el liderazgo nortemaericano del mundo libre.
A medida que la civilización moderna creada por los caucsicos llega a su fin en la última década del siglo veinte, estamos al borde de una nueva génesis. Los japoneses, y también los norteamericanos, están dándole forma a esta era. Los políticos nortemaericanos deben explicarle al pueblo norteamericano que los tiempos han cambiado. Sin embargo, en realidad otros líderes de la opinión norteamericana -los hombre de negocios, por ejemplo- están más conscientes que el liderazgo político de la profunda transición se está llevando a cabo. Los norteamericanos, con sus escasos siglos de historia, jamás han experimentado el desplazamiento de un periodo histórico importante a otro. Emergieron como el primer poder mundial hace sólo unas décadas, hacia el final de la era moderna. Que Japón, un país oriental, esté por suplantarlos en algunas áreas principales, es lo que molesta tanto a los norteamericanos.
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