Mi
amigo Benjamín Alvarez y yo nos encontramos en Estocolmo por razones de trabajo. Él me contó dos pesadillas que ha tenido.
En
la primera soñó que Virginia, su esposa, allá en México, se quedó dormida en la
cama y el cigarrillo que estaba fumando se le cayó de sus labios al tiempo que
resbaló la revista de sus manos y cuando despertó estaban a punto de morir ella
con sus 3 hijos.
Mi amigo
despertó sobresaltado y pensando que pudiera tratarse de alguna premonición
habló de ipso facto a
su casa.
El
marcadorcito que le ponene al teléfono empezó a avanzar rápidamente.
No fue sino
hasta que Benjamín habló con
Virginia que se tranquilizó.
En
el segundo sueño, nuevamente Virginia, en compañia de sus tres hijos varones,
lo venían a alcanzar a Suecia.
Encontrándose
en vuelo, su esposa tuvo necesidad de ir al lavabo donde se puso a fumar.
Poco
después ocurrió un tremendo accidente en el gigantesco avión muriendo todos
asfixiados por el humo producido por los materiales plásticos incendiados por
un cigarrillo olvidado en el lavabo.
Nuevamente
mi amigo Benjamín despertó sobresaltado de esa segunda pesadilla.
Y ya,
recapacitando con calma, se dió cuenta que su esposa e hijos no tenian por que
venir a Suecia ya que él sólo había venido por cuatro semanas.
Sin
ser psícologo encuentro que la razón de los sueños de mi amigo Benjamín
significa que vive con el constante temor de que pueda pasar alguna desgacia
por la manera que tiene Virginia de dejar cigarrillos prendidos por todos lados.
Entre
los peligros del fumar, sin tomar en cuenta el temible cáncer, en los EU se
tiene un obsesionante temor al fuego. El vicio de fumar acasiona más incendios
que cualquier otra causa.
Se calcula,
según un artículo aparecido en el "New York Times", que no menos de
2,500 personas mueren cada año en incendios provocados por cigarrillos, y unas 25,000 resultan
lesionadas en incndios del mismo origen en los que se registran pérdidas por
más de 300 millones de dólares.
Quienes
dirigen las campañas contra el tabaquismo no debían ser los médicos, que
después de todo no logran convencer a casi nadie, sino que debería de ser una
atribución más de los bomberos.
Más vale
prevenir que lamentar; mejor que apaguen los fuegos antes de que ocurran.
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