martes, 12 de julio de 2016

Biografía (Mahoma)


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BIOGRAFÍA DE MAHOMA

Mahoma, el varón inspirado, fundador del Islam, nació hacia el año 570 de nuestra era, en el seno de una tribu de árabes idólatras. 

Huérfano desde la cuna, se mostró siempre particularmente solicito para con los pobres y los desamparados, las viudas y los   huérfanos, los esclavos y los oprimidos.

A la edad de 20 años era ya afortunado mercader; a poco se encargó de administrar las caravanas de una acaudalada viuda.

Había cumplido 25 años cuando la viuda, que admiraba el mérito del joven administrador, le propuso matrimonio. Aunque ella le llevaba 15 años, Mahoma la tomó por esposa, y fue mientras ella vivió un marido afectuoso.

A los 40 años de edad, este hijo del desierto había conquistado una posición satisfactoria: tenía una esposa amante, hijos gallardos, abundante caudal. 

Sobrevino una serie de dramáticos y terribles acontecimientos en el curso de los cuales recibió, según se sabe, por mediación del arcángel Gabriel, la palabra de Dios.



Como casi todos los grandes profetas que le antecedieron, sostuvo Mahoma recias luchas interiores: se consideraba inadecuado para servir de  intermediario entre Dios y los hombres. 

Aunque escasamente sabía leer y escribir, empezó a dictar las palabras inspiradas que trajeron en breve profundos cambios en considerable porcion de la humanidad: 

“Hay un solo Dios”.

Las doctrinas de Mahoma enfurecieron a los árabes ricos cuyas creencias se fundaban en la idolatría. 

Él y sus pocos adeptos hubieron de huir de la Meca, donde residía. 

Obligado a luchar en defensa de la libertad de conciencia, que era una de los principios que proclamaba, no tardó en desplegar cumplidas dotes de caudillo. 

No obstante haber tenido que combatir en repetidas ocasiones contra fuerzas superiores en hombres y en armas -a veces en la proporción de ciinco a uno- alcalnzó señaladas victorias.

Más adelante, convertido en jefe de Estado, gobernó sabiamente, según testimonio aun de sus mismos enemigos. 

Juzgó los casos más complicados con sabiduría que sirvió de base a los preceptos religiosos por los cuales se rige hoy día el Islam. 

A las instancias de quienes, llegado ya él a sus últimos años, querían declararlo dictador o elevarlo a la categoría de santo, respondió mostrándose superior a ambas tentaciones al afirmar que él era tan sólo un hombre como los demás, del cual se había valido Dios para enviar al mundo uno de sus periódicos mensajes.

  Al influjo de la extraordinaria     personalidad de Mahoma, la Arabia y el Oriente mismo experimentaron radical transformación. Con sus propias manos  derribó él los antiguos idolos y afianzó la religión fundada en la creencia en un solo Dios. Libertó a la mujer de la servidumbre a que la sometían las costumbres del desierto; predicó la justicia social para todos.

A los musulmanes los parece por demás irónico que algunos escritos occidentales acusen a Mahoma de haber fundado una religión voluptuosa. Antes bien, para acabar con la embriaguez, vedó las bebidas alcoholicas, precepto éste que todos los buenos musulmanes acatan hoy en día.

  Para combatir la pereza, estableció la oracióon que todo individuo ha de hacer cinco veces al día. 

En una nación dada a las comilonas, instituyó el más riguroso de los ayunos, que ha de observarse diariamente por todo un mes, de la salida a la puesta del sol.

La acusación de voluptuosidad reconoce por principal fundamento lo relacionado con la mujer; pero es lo cierto que, en tanto que en tiempos anteriores a Mahoma se animaba a los hombres a tener innumerables esposas, él limitó a cuatro el número de éstas; y el Corán preceptúa explicitamente que el varón cuyas circunstancias le impidan mantener en absoluto pie de igualdad dos o más mujeres le está vedado tener más de una esposa. 

El paraíso prometido por Mahoma ha dado origen a muy extendidas cuanto erróneas interpretaciones. 

En un país de abrasadoras sequías y de tempestades de arena, anunció él que los malos padecerían los tormentos del fuego en el infierno y los buenos se verían transportados a un paraíso perpetuo de amenas brasas, refrescantes ríos y hermosas huríes.

       -¿Qué es una hurí?
-En el Islam, una hurí es una de las jóvenes perpetuamente vírgenes que esperan a sus prometidos para tener relaciones sexuales.



        Mal enterados de la significación de esta última palabra, los hombres de Occidente le atribuyenron sentido análogo al de uno de los vocablos más torpes del idioma: y dejándose llevar de tal fantasia dieron en la conclusión de que el paraíso prometido por Mahoma era lugar de sensual desenfreno. 

          Muy errados anduvieron en esto. La hurí, formada de mujer y de especias aromáticas, es creatura de alabastrina piel, de ojos negros, incríblemente hermosa y perpetuamente virgen.

Uno de los máximos filósofos del Islam dijo las siguiente palabras: 

“Mucho empeño ponen en nuestros días en demostrar que el paraíso prometido por Mahoma es apenas un símbolo. Los sabios hallan explicación para todo. He pasado la vida en este desierto abrasador, tratando de serle fiel a Dios. He rechazado una tras otra las tentaciones del mundo, con la esperanza de ganar el paraíso. Si al llegar allá no encuentro ríos refrescantes, ni datiletras, ni hermosas y castas mujeres formadas de musgo y especies, que me hagan compañía, me sentiré muy defraudado”.
Tuvo Mahoma un gran sentido práctico, y lo demostró en todas las ocasiones. 

La muerte de su amado hijo Ibrahim coincidió con un eclipse de sol.

  En breve corrió la voz de que Dios tomaba parte en el duelo de Mahoma. Es fama que Mahoma le salió al paso a este rumor, diciendo: 

“Un eclipse es un fenómeno natural. Es tontería atribuir cosas como ésta al nacimiento o a la muerte de un ser humano”.

Muerto Mahoma hubo quiénes pretendieron divinizarlo; pero su sucesor en el gobierno puso fin a este fanático extravío con uno de los discursos más nobles de que hay recuerdo en la historia de las religiones: 

“Si hay entre vosotros quiénes hayan adorado a Mahoma, sabed que él ha muerto. Mas si adorásties a Dios, sabed que Él vive eternamente”.

Mahoma, el hombre mortal, fue amortajado en un sudario y recibió sepultura como cualquier otro ser humano en un lugar de todos conocido. La fábula de que su ataúd de plomo flota suspendido en el aire tuvo su origen en Europa, siglos después.

Lo anterior explica por qué los que profesan la religión de Mahoma rechazan la denominación de “mahometanos”. 

El filósofo dijo a este propósito:

“Cristiano es aquél que cree que Cristo era consustancial con Dios, y ve en ello la verdad fundamental de su  religión. Mahometano debiera ser, por analogía, aquel que creyese que Mahoma fue de una misma sustancia con Dios, y viese en ello la verdad fundamental de su religión. Pero Mahoma fue un hombre como todos nosotros. Se casó, tuvo hijos, trabajó para  ganarse la vida, murió y fue sepultado. Ninguna persona ilustrada adora a Mahoma. Es a Dios a quien adoramos. en consecuencia, llámennos musulmanes, o sea, los que viven conforme a la voluntad de Dios”.
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