lunes, 28 de abril de 2008

Modificación de la Conducta

Paulino es un niño que causa problemas, ha dado al traste con el decoro de algunas de sus clases.
Tiene unas calificaciones pésimas.
"Paulino es un niño malo y destructivo en la escuela", es la afirmación que da la profesora Colín.
Los maestros y los educadores han encontrado a este tipo de declaraciones muy útiles debido a que les proporcionan una excusa cuando fallan.
Muchos educadores dicen:
"El niño es así. Yo he tratado de ayudarlo pero algo no funciona bien en él".
Los psicólogos y los médicos siguen los comentarios de los educadores con pruebas y determinan que el niño es hiperactivo, tiene problemas para aprender o bien que es disléxico.
Estos términos aún son de menor ayuda que "malo" o "destructivo" que fueron los que la maestra Colín utilizó.
Y todo termina sin ninguna ayuda para el joven.
Se trata de modificar la conducta de esta clase de chicos, al parecer sin remedio.
Paulino debe poder llegar a tener excelentes calificaciones y terminar sus estudios como los otros muchachos.
Paulino se podría beneficiar mediante una nueva tecnología... la tecnología del control de la conducta o "Conductismo".

¿Pero como es esta tecnología?

Para explicar este sistema podemos referirnos a algunas experiencias:
Una paloma fue entrenada para empujar una llave cada vez que veía la fotografía de un hombre.
Los controladores, que es como se les llama a los psicólogos que practican el conductismo, le mostraron a la paloma muchas fotografías de un hombre y le recompensaban cada vez que apretaba la llave, cuando le presentaban la fotografía de uno.
No conseguía recompensa cuando en la fotografía no aparecía algún hombre.
Sobre esta base y con algunos principios más se edifica la tecnología de la conducta.
Algunos tipos de conducta pueden ser planeados y formados partiendo de cero, y ya una vez introducido algún tipo de conducta al repertorio de una persona, la mantendrá de una manera natural sin necesidad del controlador.
Todas estas operaciones pueden ser aplicados en una persona sin su consentimiento y aún sin su conocimiento.
En una ocasión los conductistas experimentaron con una muchacha retrasada de nombre Teresa.
Era incapaz de hablar formando frases, tampoco podía nombrar objetos, tan sólo podía imitar muy vagamente los sonidos de otras personas.
Le era imposible caminar así como hacer el más simple ejercicio con sus manos.
Se le hicieron unas pruebas para determinar su inteligencia y el resultado obtenido fue nulo.
El futuro de esta muchacha sería pasar el resto de su vida como vegetal en cualquier rincón de una institución mental.
Los conductistas comenzaron con un entrenamiento del lenguaje.
Uno de ellos decía una palabra y si Teresa logra repetirla se le recompensaba con caramelos, unas palmadas en la cabeza y un cumplido.
Gradualmente comenzó a distinguir objetos por su nombre motivada por la recompensa, más tarde logró formar algunas frases cortas también inducidas por el premio.
Pero a pesar de que estaba incrementando su habilidad verbal, seguía sin poder caminar y los músculos de sus piernas eran delgados y estaban atrofiados.
Los conductistas le proporcionaron una bicicleta de ejercicios y comenzaron a recompensar a Teresa tan sólo por sentarse en el asiento de la bicicleta.
Cuando ya lo hacía regularmente, instalaron en su habitación un deposito automático de caramelos.
Cada vez que ella pedaleaba y la rueda daba 5 vueltas, recibía un caramelo.
Cuando logró hacerlo expertamente arreglaron el aparato para que tan sólo reforzara la recompensa cuando ella hubiese pedaleado un número mayor de veces.
Después de unos cuantos meses de práctica, las piernas de Teresa se habían desarrollado considerablemente.
Pasaba varias horas del día pedaleando en la bicicleta y comiendo caramelos.
Los conductistas siguieron modificando su conducta y finalmente consiguieron que pedalease la bicicleta sin ninguna recompensa.
Su habilidad verbal se había desarrollado.
Por último, cuando abandonó la institución, su coeficiente de inteligencia era suficiente para que pudiese asistir a una escuela pública.
Otro ejemplo del conductismo nos los da la noticia que salió en 30 de octubre de 1976:
El secretario general del Partido Comunista de la ex-Unión Soviética, Leonid Brejnev, fumador empedernido durante muchos años, dejo el cigarrillo por orden de sus médicos.
El líder comunista fumaba un cigarrillo tras otro y tuvo dificultades para dejar el vicio; recurrió a recursos como el de una cigarrera con un mecanismo de relojería, que permitía abrirla sólo cada 45 minutos.
Unos viejitos que se estaban recuperando de cirrosis fueron enviados a un centro de rehabilitación para someterlos a terapia física.
Sus cuerpos estaban debilitados por la enfermedad.
Es muy frecuente que los enfermos que deben hacer rehabilitación con frecuencia se nieguen a efectuar sus trabajos y sus ejercicios.
A pesar de que es muy importante para ellos, son incapaces de hacer el esfuerzo que ello representa.
Es como lo que les ocurre a las personas que no pueden dejar de fumar.
Los viejitos pasaban el tiempo en el centro de rehabilitación sentados e intercambiando quejas. Hacían muy poco ejercicio.
La fisioterapeuta era una atractiva mujer. Tenía un carácter muy alegre y jovial. Se acercaba a cualquiera de los ancianos que estaban sentados quejándose diciéndole:
"Vamos, Don Santiago, hagamos un poco de ejercicio en las barras paralelas".
Luego lo cogía por el brazo. Realmente no lo abrazaba, pero había el suficiente contacto físico como para que tuviese un significado erótico para el anciano.
Ella lo acompañaba hasta las barras paralelas.
El hombre no cesaba de quejarse. Ella lo calmaba. Por fin conseguía que el viejo hiciese algunos ejercicios. Cuando la fisioterapeuta lo dejaba para ayudar a otros pacientes, el anciano dejaba de practicar inmediatamente y volvía al lugar donde se encontraba sus compañeros.
Los controladores le pidieron al terapeuta que no estableciese ningún contacto con los ancianos mientras estos se quejaban.
Tan sólo cuando se habían levantado y se dirigían al lugar de trabajo podía acercarse la terapeuta y hablar con ellos.
Más tarde, tan sólo podía hacerlo cuando los viejos estaban haciendo sus ejercicios. Entonces podía hablar, ayudarlos y ofrecerse como consecuencia. Los efectos casi eran milagrosos. Pronto estaban trabajando como locos.
Se había producido un cambio en las recompensas: en vez de recompensar las quejas y la flojera, se recompensó el trabajo.
Los ancianos no tenían que saber que las recompensas habían sufrido cambio, tan sólo temían que reaccionar a las consecuencias presentes.
La atención de la mujer era un refuerzo para los ancianos.
En principio reforzó las quejas y al negarse a trabajar, después reforzó el trabajo en lugar de las quejas.
Un refuerzo es casi el equivalente de una recompensa.
Un refuerzo puede ser positivo o negativo.
Lo que quizá sea una recompensa para una persona, es probable que no lo sea para otro.
Por ejemplo para un niño un helado es un refuerzo positivo y una cerveza o un café es un refuerzo negativo, lo cual es todo lo contrario para un adulto.
Para que el refuerzo sea más electivo, debe ser proporcionado inmediatamente después de la conducta.
Cuanto más separadas están la conducta y las consecuencias, menos efectivas serán dichas consecuencias.
En una clase, Rubén desarrolló el habito de discutir con su maestro sobre las correcciones que ésta hacia de su trabajo.
Cuando el maestro lo corregía, Rubén se negaba a mirar su trabajo, declarando que no se había equivocado en la respuesta.
Una ligera discusión es lo que normalmente seguía.
La temperatura subía en ambas partes.
El maestro intentaba mostrarse paciente, para explicar y para comprender el problema del muchacho.
La paciencia se convirtió en un problema por si misma.
Cuando la situación fue analizada desde un punto de vista de la conducta, primero se estableció una gráfica que a marcaba la frecuencia con que el muchacho discutía con su maestro.
Se producía dos o tres veces cada día.
Seguidamente, se le dijo al maestro que solo corrigiese el trabajo del muchacho una vez.
Si el muchacho ponía en duda la corrección, tenía que ignorarlo, pretendiendo que esta ocupado en otra cosa.
Después de dos sesiones el muchacho dejó de discutir.
El maestro había estado reforzando, sin saberlo, la conducta de Rubén respondiendo a sus contradicciones.
Cuando interrumpió esta refuerzo las discusiones se extinguieron tranquilamente.
La conducta puede ser incrementada o extinguida.
La conducta que se sostiene por medio de continuas recompensas se detendrá bruscamente en el mismo momento en que se dejen de dar recompensas.
El siguiente paso debe ser el sustituir las recompensas continuas por recompensas intermitentes con lo que se seguirá manteniendo la conducta a un alto niel a pesar de la infrecuencia de la recompensa.
Estas técnicas tienen un poder impresionante.
Pueden ser utilizadas con gentileza o con... crueldad como se ha visto la horrorosa terapia descrita en el libro y la película "La Naranja Mecánica".
Trata de un individuo que fue encerrado en una prisión por sus violentos crímenes.
Allí le inyectaron una droga para producirle sensaciones de terror y vómito.
Cuando sus gritos alcanzaron el nivel más alto, lo amarraron con correas, le mantuvieron los párpados abiertos por medio de unas pinzas y la obligaron a observar películas de violencia.
Cuando todo terminó, había sido amansado.
Era incapaz de cometer ningún acto de violencia.
En la realidad, más de 150 presos de dos prisiones estatales de California en Estados Unidos, fueron tratados exactamente, hasta en los más mínimos detalles que en "La Naranja Mecánica".
La droga empleada tiene el nombre de Anectine.
El preso es amarrado y seguidamente se le inyecta la droga.
Este es de efecto lento. Primero, el hombre siente que se le duermen los dedos, pronto no puede mover ni las manos ni los pies, seguidamente se da cuenta de que ha perdido el control de su cuerpo. Sus brazos y sus piernas parecen muertos, seguidamente tiene la sensación de que su pecho está paralizado y su cabeza cae sin control, después su diafragma deja de moverse durante 2 minutos, no puede respirar, sus pulmones no reciben aire y el terror a morir asfixiado domina su cerebro.
En el momento culminante, el doctor no se muestra comprensivo, sino todo lo contrario, autoritario diciéndole lo que puede y lo que no puede hacer.
Normalmente con dos o tres sesiones es si suficiente.
Muy indicado para los pacientes agresivos.
Para condicionar a media docena de hombres contra la bebida se empleó un tratamiento muy similar a la terapia con Anectine.
A los hombres se les inyectaba la droga y al mismo tiempo se les permitía oler su licor favorito.
Una vez terminado la terapia, cada vez que los hombres olían el licor, experimentaban una sensación de miedo, sus pulsos se aceleraban y las palmas de sus manos comenzaban a sudar.
Durante la guerra de Corea y una vez finalizada ésta, la gente se sentía asustada por las muchas historias que circulaban sobre lo que los chinos comunistas les hacían a los prisioneros de guerra norteamericanos.
Estas historias eran totalmente falsas, pero por aquel tiempo parecían la explicación plausible de los grandes cambios de conducta que observaban en los prisioneros que retornaban de los campos de concentración.
Regresaban haciendo propaganda a favor de los comunistas.
Uno de los psiquiatras del ejército que formaba parte del equipo dedicado a reconstruir lo que pasó en los campos de prisioneros en un esfuerzo para saber exactamente lo que los chinos hicieron, describe algunos de sus hipótesis:
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"Mas que cualquier prisionero norteamericano en guerras pasadas, los hombres capturados por los chinos se mostraron muy dóciles a caer bajo su control. Las cosas que decían, las cartas que escribían a sus madres, y a los editores de los periódicos locales suplicándoles que se juntasen con otros miembros progresistas de la gente del pueblo para que se pusiese fin a la matanza sin sentido de inocentes coreanos que sólo serían para aumentar los beneficios de los hombres de Wall Street. Estas ideas procedentes de los campos de prisioneros coreanos, y escritas por norteamericanos con educación secundaria, nos hizo pensar que algo extraño estaba ocurriendo... Esperábamos encontrar evidencias de asesinatos en masa o inanición sistemáticos, bien, la eliminación de grandes cantidades de hombres... pero llegamos a la conclusión de que dichos hombres habían sido sometidos a la acción de un nueva fenómeno, un proceso del que ya habíamos oído hablar, de hecho un invento chino, llamado lavado de cerebro... presumimos que usaban algún tipo de drogas para influenciar a los hombres..."
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Para sorpresa de los psiquiatras del ejército norteamericanos, ninguna de estas teorías fue confirmada.
Los hombres no pasaban hambre, ni eran golpeados, ni drogados, ni les lavaban el cerebro.
No ocurría nada terrible.
De hecho, los hombres recibían un tratamiento bastante bueno.
Simplemente eran obligados a seguir un programa educacional basado en los principios psicológicos del conductismo.
Básicamente era un programa educacional y de hecho, a los prisioneros jamás los clasificaron como tales, sino como estudiantes.
En vez de ser golpeados y escupidos en el momento de la captura, cosas que la mayoría de ellos esperaban, los soldados eran conducidos a puntos de reunión tan pronto como caían en manos enemigas, y allí les presentaban a un joven chino, normalmente de unos 25 ó 30 años de edad, quien hablaba en correcto inglés y que no vestía ningún uniforme, ni portaba arma alguna: reunía a un grupo de estos asustados hombres y les daba un discurso.
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"Esperamos que no nos consideren como a sus enemigos.
Y para probar que no tenemos nada contra ustedes seguiremos un tratamiento muy indulgente, queremos ofrecerles un trato muy simple. Sólo les pediremos una cosa, su cooperación física. No luchen contra nosotros. En compensación por ello les daremos las siguientes cosas: Ningún trabajo. Aquí no tenemos campos de esclavos. También les daremos los mismos alimentos, ropas, alojamientos y cuidados médicos que damos a nuestros soldados, lo mejor que podemos. Sabemos que no es tan bueno como a lo que ustedes están acostumbrados, pero es lo mejor que tenemos".
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Después de un periodo de 6 meses, los comunistas comenzaban un programa educacional.
Les daban conferencias diarias, después de discusión.
Se pedía que cada hombre participase en uno de los grupos y que dijese, con sus propias palabras, el contenido de la conferencia.
Ninguno era castigado si no se mostraba de acuerdo.
Lo único que se exigía era que participase, y si se negaba a ello, el único castigo consistía en que los 10 ó 12 hombres que formaban su grupo no podían cenar hasta que hubiesen convencido al rebelde de la necesidad de tomar parte activa.
Casi todos los cambios de conducta experimentados, fueron producidos por medio de reforzadores en forma de cigarrillos, caramelos o privilegios.
Estos reforzadores eran dados a los soldados que mostraban una conducta deseable.
Actualmente el conductismo esta muy en boga en el mundo entero.
Desde los años sesenta, el gobierno norteamericano, mediante sus diversos organismos, y en particular la CIA, ha desarrollado un programa denominado "Proyecto Camelot".
Inicialmente era un proyecto para predecir las causas de una revolución o una insurrección en las áreas subdesarrolladas del mundo.
Sus metas fueron definidos como: un estudio para facilitar la predicción y para influenciar ciertos aspectos políticos de cambios sociales de las naciones en vías de desarrollo y a beneficio de los Estados Unidos.
En esta última parte es en donde se utiliza la tecnología del conductismo.
Esta tecnología en formidable y el mismo tiempo escalofriante.
Se puede emplear con ideas altruistas, pero también para conseguir poder sobre otras personas.
Debe existir la esperanza de que los seres humanos decidan utilizarla con propósitos morales.
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