La historia que quiero relatar aconteció
hace muchos años y deseo hacer notar que toda similitud con hechos de la vida
actual son simplemente puritita casualidad.
En cierta ocasión, la señora Dutary se
encontraba de mal humor, como muy a menudo le ocurría, especialmente después de
haberse pesado.
-Quiero que me arregles la tarima del
tocador que ya se esta cayendo- le dijo a su consorte.
-Menos mal que aún aguanta un rato más-
repuso el santo señor Dutary, que siempre veía las cosas con optimismo, a
diferencia de su esposa.
La señora Rosa apretó los labios y de
sus ojos a salieron destellos, señal en ella de que se aprestaba al combate
verbal.
-¡Hijo del hule!- le dijo en ese tono
grave que desde hace un millón de años emplean las enemigas de Esther Vilar al
iniciar una bronca.- Es verdad que la tarima aún no se cae, pero ten en cuenta
que tu hijo la puede jalar en cualquier momento.
-No sólo él, sino también mi preciosa
hijita Cattleya -sonrió el santo señor Dutary sin dejar de escribir un artículo
nuevo con una gran pluma de codorniz.
La señora Dutary se quitó la hermosa
peluca de "Black Panther" arrojándola, a la cama, continuó en tono
más agresivo:
-La verdad es que ya me caes gordo con
tus mentados artículos. En lugar de que consigas otros trabajo para traer más
dinero a la casa pues quiero mi casa en Montparnasse.
-Bien sabes que en esta casa tenemos
todo lo necesario, amen del precioso jardín cuyos árboles nos dan limones,
papayas y melones.
-¡Tus malditos artículos!- resopló la
señora -¡Valientes artículos! ¿A estar recopilando datos hasta buena parte de
la noche llamas tú artículos? Mira que tienes desfachatez.
El señor Dutary, sin dejar sus papeles,
se incorporó lentamente y miró a su esposa entre compasivo y desdeñoso.
-Rosa, no sabes de lo que hablas. No
tienes conciencia de lo que se avecina. Nos encontramos en una época crucial,
en la transición del Feudalismo al Capitalismo. Nuestras vidas, y la de
nuestros congéneres y descendientes, cambiaran por completo y yo ayudaré con mi
a obra cumbre, pues mis artículos sólo son pininos que me preparan para mi obra
cumbre.
La señora Dutary puso cara de
resignación. -Bueno, don Premio Nobel de Literatura, y ¿se puede saber cuando
aparecerá tu obra cumbre?
El señor Dutary bajo modestamente la
vista -¡Cómo quieres que lo sepa si aún no la he empezado? solamente intuyo que
será algo morrocotudo, algo que vendrá ayudar a transformar nuestra existencia.
-¡Y todo eso lo conseguirás escribiendo
en esos papeles?- preguntó con mucha sorna la señora Dutary.
-Sí- dijo el señor Dutary con mirada de
iluminado. -Estoy seguro de que lo conseguiré.
La señora Dutary perdió la paciencia y
le atizó una soberana bofetada a su marido.
-¡Haragán! ¿sinvergüenza!- gritó
mientras seguía arreándole al escritor que trataba de esquivar los golpes, pero
sin soltar sus papeles.
-¡Hace falta
tener cara dura! ¡Si ya me lo decía mi mamá! En lugar de hacer algo útil te
pasas la vida con libros y encima tienes la desfachatez de decir que vas a
escribir algo útil. ¡Suelta esos malditos libros y ve a arreglarme la tarima de
encima que me lastima verla cayendo.
-¡No emplees cacofonías! ¡querida mia!-
interrumpió el señor Dutary, que además de científico era purista del idioma.
-¡Qué cacofonía, ni que tus narices, ni
que tu abuela!- rugió la señora Dutary dándole feroz patada.
-¡Aquí estoy yo
luchando en casa con los niños, sin poder ir con mis amigas a tomar un
capuchino ni a mis clases de laúd, por que tú te la pasas ocupado con esas
porquerías. ¡Ya ni al circo romano me llevas! ¡hijo del hule! ¡Ya no te aguanto
ni a ti ni a tu perro! ¿me rompe todo lo que está a su alcance!
-Ten en cuenta que algún día podrá ser
campeón en la Canófila pues tiene muy buena estampa.
Las últimas palabras de su consorte
llevaron a la señora Dutary al paroxismo. Tomando el tejolote del molcajete, de
un certero golpe en mitad de la frente le partió el cráneo en mil fragmentos.
La señora Dutary nunca supo y quizá ni
siguiera llegó a sospecharlo, pero su impulsividad motivó que la transición al
Capitalismo se retrasara unos 350 años, como así fue, pues otro escritor de
nombre Voltaire lo hizo, sólo que él era soltero y así no hubo señora resongona
y beligerante que interrumpiera sus escritos.
----------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario