jueves, 27 de febrero de 2014

El Cuento de Ángell


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EL CUENTO DE ÁNGELL

          -¡Cuentame un cuento, Emilio!   

-Había una vez una isla verdaderamente paradisiaca. Los nativos vivían muy felices y tranquilos, no usaban dinero, pero eso sí, tenían una misión donde les enseñaba a leer y a escribir un párroco franciscano con la condición de que asistieran a la doctrina los sábados y a misa los domingos.
-Pues bien, en una ocasión encallaron restos de un barco con maquinaria. Los isleños, ni tardos ni perezosos, luego luego desmantelaron las máquinas, haciéndose de piezas que fueron usadas en toda clase de propósitos inapropiados.
-Poco tiempo después llegó a la isla un naufrago. Se trataba de un ingeniero de la ESIME que se las sabía todas con respecto a cuanta máquina se le pusiera enfrente.


-Este santo señor había logrado salvar del naufragio 2 lingotes de oro: uno con un valor de 10,000 pesos y el otro de 100,000.
-Desafortunadamente, ¡para él!, se le perdió uno de los lingotes…, ¡exacto! ¡el más grande!
-Pues bien, pensando qué hacer por esos nativos amistosos se le ocurrió comprarles las piezas con su oro y con las mismas armar las máquinas y echar a andar industrias (telares, sierras, molinos, etc.) para producir bienes y servicios con los cuales poder elevar el nivel de la vida de los aborígenes, y... ¿por qué no?, ganarse él mismo unos centavitos extras.


-Para hacer esto, él tenía que dividir el oro entre un gran número de isleños, es decir, convertirlo en monedas de valor conocido.
-Como no tenía medios para hacer esto, sugirió al párroco que el bloque se depositara en la misión con el entendimiento que cuando llegara el primer barco del puerto de Mazatlán, que pasaba una vez cada 5 años, el oro fuera enviado a la Casa de Moneda de México para ser acuñado.
-Mientras tanto, con el fin de empezar a trabajar inmediatamente, el párroco dio billetes para pagar al "portador" por monedas en cuando llegaran.
-Habiendo perdido el lingote más grande el ingeniero tuvo que trabajar en base al más pequeño, el de 10,000 pesos.
-Los isleños estaban un poco temerosos, pero también estaban deseosos de cambiar sus piezas de maquinaria por oro.
-La cantidad que obtendría cada uno dependía del número de partes de maquinaria necesarias y de la cantidad de oro existente.
-El ingeniero hizo un cálculo aproximado suponiendo que con 50 piezas de maquinaria podría armar varias máquinas por lo que ofreció 200 pesos por pieza.
-Si hubiera tenido el lingote de oro más grande, habría ofrecido 2,000 pesos, ya que el compromiso general era "oro a cambio de piezas de maquinaria".
-Las cosas no iban bien. Los isleños le llevaron piezas que no eran compatibles. Con ellas el ingeniero no pudo armar ninguna máquina.
-El párroco llegó en auxilio del ingeniero sugiriendo que si los isleños podían llevar piezas que pertenecieran a la misma máquina recibieran más por las mismas.
-El ingeniero encontró que necesitaba mucho más de 10,000 pesos para obtener todas las piezas necesarias, por lo que trató de obtenerlas "a crédito", es decir, obtener las piezas prometiendo pagar en bienes que él esperaba obtener posteriormente.
-Estas promesas de pagar tomaron la forma de billetes para entregar bienes. Al final de cuentas logró hacer que trabajara una sierra, con la cual logró entregar tablas y duelas a las personas que tenían billetes con promesa de madera.
-Pero la gente que tenía billetes de promesa de harina o ropa quedaron inconformes ya que ni el molino de harina ni los telares habían logrado trabajar.
-Al mismo tiempo, los isleños que tenían "certificados de oro" empezaron a preguntarse si es que verdaderamente sus billetes eran comparables con los de los demás.
-Más aún, pronto el ingeniero se hizo el dueño absoluto de la sierra, habiendo pagado con madera a los poseedores de "billetes de madera".
-El párroco, como representante de los isleños, se dio cuenta que si el ingeniero pudiera hacer lo mismo con las otras empresas se convertiría en un peligroso monopolista.
-Para evitar el descontento el párroco sugirió un plan:
"Los billetes dados por el ingeniero no únicamente constituyen un derecho de propiedad sobre el oro, sino que también representan un primer cobro en todas sus empresas, dado que: éstas forman una sociedad de responsabilidad limitada, el capital se ha distribuido en acciones pequeñas mismas que han sido aceptadas en condición de moneda.
"Su valor dependerá de la relación que guarde su número y la cantidad de bienes producidos, la solidez de los 'negocios' del ingeniero y, en caso que las industrias quiebren, de la cantidad de oro, con que se cuente en reserva".
-Los isleños quedaron felices con el acuerdo. El ingeniero ansioso de tener más empresas trabajando, siempre urgía que se emitieran más billetes para poder obtener más partes de maquinaria.
-El párroco estaba renuente a la emisión de más billetes, pero el ingeniero hacia ver que al producirse más bienes, al tiempo que aumentaba el número de billetes, los billetes no disminuían de valor.
-El párroco se preguntaba ¿Cómo pueden estar seguros los isleños de que una emisión desproporcionada de billetes no resultará en un experimento absurdo y como consecuencia en una producción inadecuada de bienes?
-Finalmente, tras múltiples alegatos, se decidió que los isleños irían al mercado todos los miércoles. En caso de que encontraran que tenían más billetes respaldados por el oro del ingeniero, más las acciones en empresas productivas valuadas de cierta manera, ellos podían declararlo en bancarrota, y el Comité Isleño podría hacerse cargo de la empresa.
De otra manera se le daría al ingeniero la posibilidad de continuar.
-Con el tiempo, el ingeniero logró hacer que trabajaran más empresas, ya hubo harina, telas, madera, etc., con ello los isleños lograron tener mejor vida, con más productos, y todo gracias al ingeniero.
-Todo iba bien hasta que algunos isleños encontraron el otro lingote de oro. Y como el ingeniero, decidieron depositarlo con el párroco para que se emitieran billetes sobre el oro.
-Así lo hicieron, pero con una pequeña diferencia: NO CREARON EMPRESAS QUE PRODUJERAN BIENES.
-Es más, dejaron de trabajar, ¿por qué debían trabajar cuando tenían tanto dinero?
-Al dejar de trabajar en las empresas del ingeniero cada vez se produjeron menos bienes, mientras que la cantidad de dinero circulante en la isla creció grandemente.
-El ingeniero siguió vendiendo bienes pero en subasta todos los miércoles. Teniendo ya los isleños tanto dinero, pujaban unos contra otros haciendo que los bienes subieran rápidamente de precio.
-Llegó el día en que el ingeniero anunció que, a cambio de bienes, había obtenido todos los nuevos billetes emitidos por el lingote más grande de oro, por lo tanto lo reclamó, y después de romper los nuevos billetes escondió en algún lugar secreto de la isla el lingote de 100,000 pesos.
-Después de lo cual les dijo a los isleños que regresaran a trabajar a las empresas para que los precios volvieran nuevamente a su antiguo nivel.
-Después de estarse 20 años y de haber cooperado a que la isla progresara, el ingeniero decidió que ya era tiempo de regresar a su México querido; extrañaba los taquitos de nopalitos, las enchiladas potosinas, la cochinita pibil, los tamalitos de Chaya, la tortilla española del "Perro Andaluz", en la zona rosa, y los helados de Coyoacán, por lo tanto regresó con su polinesia esposa quien no se opuso.
-Arregló sus asuntos dejó a sus hijos a cargo de las empresas que él formó y colorín colorado este cuento se ha acabado.



       -¿Cuál es el nombre de la isla?        

-Antes se llamaba "La Isla de la Pasión", y ahora se le conoce como Clipperton. Perteneció a México y ahora le pertenece a Francia.

-¡Oye, Emilio! ¿por qué se llama "El Cuento de Ángell"?     

-Esto se debe a que este cuento lo inventó un inglés de nombre Ángell para tratar de explicar lo que es el dinero.
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