jueves, 9 de octubre de 2014

Zurdo y Siniestro


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ZURDO Y SINIESTRO
  
Eric Hodgins

Hay en el mundo una minoría perseguida que -hasta donde se me alcanza- jamás ha alzado la voz en su propia defensa.
Yo vengo a hacerlo ahora por ella.
Para el hombre, ser zurdo es un inconveniete.
Para la mujer, puede ser una tortura.
Durante muchos siglos los "derechos" les han ganado siempre de mano a los zurdos, y esto se refleja en nuestro lenguaje.


Lo izquierdo, lo siniestro, es lo avieso, malintencionado, infeliz y funesto: izquierdear es apartarse de lo que dictan la razón y el juicio; y hacer las cosas a zurdas es hacerlas al contrario de como se debían hacer.
En cambio, derecho equivale a
justo, razonable y legítimo; diestro (del latín dexter, derecho) se llama al que es hábil y experto en su oficio; y destreza es sinónimo de maestría, arte y primor para ejecutar una cosa.
Hasta hace poco tiempo, al descubrir que alguno de sus niños había nacido zurdo, los padres removían el cielo y la tierra para hacerle cambiar de inclinación.
Suponíase que lo de zurdo iba por lo general acompañado de poca inteligencia, mala suerte y quizá instintos criminales. 
La sicología moderna advierte hoy a padres y maestros que deben dejar que el niño zurdo se desarrolle de acuerdo con sus inclinaciones naturales.
Se ha insistido mucho en que si se fuerza al zurdo a utilizar la mano derecha, se vuelve tartamudo; pero a mí n... n... no me vengan con semajante argumento, porque pertenezco al número de los que han sido obligados a utilizar la mano diestra, y ello n... n... no me ha efectado en nada.
Pero hay algo positivamente cierto: al tratar de enseñar al niño que nació zurdo a que escriba con la derecha, se le somete a un esfuerzo excesivo.
El que no lo crea, que haga la prueba de escribir con la mano que menos utiliza.
El puño del zurdo, aunque éste haya aprendido a escribir muy bien, correrá siempre tras de la pluma emborronando el papel y recogiendo manchas de tinta en las coyunturas de los dedos.
El zurdo es capaz de recorrer un kilómetro para evitar usar las plumas de la oficina de correos.

¿Por qué?

Porque los picos de esas plumas suelen estar sesgados por el uso de los que escriben con la diestra; y cuando el zurdo aplica la pluma, lo corriente es que se desprenda de ella una gruesa gota de tinta al hacer el primer trazo sobre el papel.
Por la misma razón el zurdo no se siente feliz en los bancos, a menos que encuentre allí boligrafos; y aun en este caso confronta otra dificultad, que es la del talón de la libreta de cheques, colocado en el lado contrario al de la mano que utiliza.
Hace algunos años un banco tuvo la feliz idea de poner a disposición de sus parroquianos zurdos talonarios adaptados a esa necesidad, pero ejemplo tan humanitario ha tenido pocos seguidores.
El altivo desdén de los derechos hacen que los zurdos suden y chapuceen durante todos los días del año al tratar de hacer cosas que aquéllos hacen de continuo con naturalidad.
Los cortalápices, los saxófones, el disco del téléfono, son todas cosas hechas por los derechos para los derechos, en la cruel, orgullosa y ridícula presunción de que todo el mundo es así, cuando la verdad es que hay alrededor de 200 millones de zurdos en el mundo para quienes esas cosas no tienen acomodo, aunque no todos son aficionados al saxófon, a Dios gracias.
Ahora bien, aunque no existe una lleve inglesa para uso exclusivo de los zurdos, sí existen (¡asómbrense ustedes!) sartenes cuyo uso está reservado a los derechos.
Ya casi no se encuentran sartenes sino para esta clase de gente.
El mango de estos utensilios solía ser un simple pedazo de madea negra. ahora, gracias a esa especilista del siglo XX -el diseñador industrial, que todo lo está volviendo aerodinámico, desde pisapapeles hasta despertadores- esos mangos se fabrican adaptados a la forma de la mano... derecha.
La dama zurda se encuentra hoy en mayores aprietos que antes.
No sólo tiene que habérselas con sartenes adaptadas a la mano derecha, sino que ni siquiera puede tejer en paz. Cuando se casa y llega el momento de preparar la canastilla para el futuro hijo, se ve obligada a leer al revés todas las instrucciones que dan los folletos para enseñar a tejer.
Se han registrado casos de señoras que han llegado a tener seis hijos antes de acabar el primer par de escarpines para su primer vástago.
Hay oficios cuyos útiles y herramientas son tan difíciles de manejar que los zurdos no pueden dedicarse a ellos.
El violín se toca con la mano derecha o no se toca. (Generalmente es preferible lo último.)
Los dentistas zurdos pueden adquirir aparatos y útiles especiales, pero éstos les resultan mucho más caros, naturalmente, y el dentista tiene que explicar a sus pacientes por qué se sienten como vueltos del revés.
Para alivio y consuelo de los zurdos más o menos desalentados que existen en el mundo y que están para siempre condenados a hacer las cosas al revés de como las hacen los demás, la historia registra en sus páginas unos cuantos ejemplos reconfortantes.
Leonardo de Vince, por ejemplo, a quien muchos consideran la personalidad más grande que haya producido la raza humana, era zurdo.
Quizá el mayor acto de consideración para con el zurdo consiste en tener en cuenta su circunstancia cuando se le invita a comer.
Póngasele al final de la mesa, si ello es posible, o si no, resérvesele espacio suficiente.
El zurdo por lo general cambia la posición del cuchillo y el tenedor, y vive en un estado de indigestión nerviosa por miedo de que la dama que le quede al lado le tropiece, codo con codo, y el puré vaya a aterrizar en algún lugar distinto de la boca.
Casos se han visto... y no pocos.
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