martes, 13 de octubre de 2009

Filogenética

-¿Qué es la FILOGENÉTICA?

Todos los organismos están formados por células. El número de tales células y la diferenciación de las mismas así como la estructura y su función son determinadas por la estructura genética. Finalmente, esta estructura genética determina la capacidad del organismo.

Desde el nacimiento, la herencia, el crecimiento físico, la maduración de la estructura y función, y experiencias, todas interactúan para permitir que el individuo funcione en su medio.
Todo ser es producto del medio ambiente lo mismo que de la herencia.
Los genes, al jugar un rol en la duplicación y diferenciación de las células, contribuyen al desarrollo del medio ambiente celular, el cual nuevamente coloca limitaciones en las funciones que siguen.
Los genes también juegan una parte en el desarrollo del saco que envuelve al feto, placenta, y otras estructuras externas.
El fluido en el cual crece el bebé, y la corriente sanguínea de la madre de la cual él obtiene su alimentación y a través del cual segrega productos de desecho, son parte de su medio ambiente externo prenatal.
Estos medios ambientes prenatales son similares en todo ser humano normal, pero, algunas veces, ocurren condiciones inusuales que alteran el comportamiento.
Cuando suceden anormalidades, generalmente se atribuyen a la herencia.
En lo que a la vida psíquica del individuo concierne, la huella mnemónica de las vivencias tempranas siempre se conservan en él, pero en un estado psicológico peculiar.
El individuo jamás deja de conocer los hechos olvidados, a manera del conocimiento que se tiene de lo reprimido. Lo olvidado no está extinguido, sino sólo "reprimido".
No se puede establecer contacto con los demás procesos intelectuales; son inconscientes, inaccesibles a la conciencia.
Puede suceder que ciertos sectores de lo reprimido escapen al proceso de la represión, permaneciendo accesibles al recuerdo y penetrando ocasionalmente en la conciencia, pero aún entonces, aparecen en completo aislamiento, como cuerpos extraños sin conexión con el resto.
Tal cosa es posible, pero no necesaria; la represión también puede ser completa.
Existe una diferenciación, ya no cualitativa, sino TOPOGRáFICA y al mismo tiempo GENÉTICA.
En la vida psíquica, que se concibe como un aparato compuesto de varios sectores se discierne una región denominada YO de otra que se llama ELLO.
El ELLO es la parte más antigua; el YO se desarrolla a partir del ELLO, como si fuera una corteza, por influencia del mundo exterior.
En el ELLO actúan los instintos primitivos, todos los procesos del ELLO transcurren inconscientemente.
El YO coincide con el sector de lo preconsciente; partes del mismo, en condiciones normales, permanecen inconscientes.
En los procesos psíquicos del ELLO rigen leyes de efectuación y de interacción muy distintas de las vigentes en el YO.
Lo reprimido corresponde al ELLO, también está supeditado a sus mecanismos y sólo se diferencia de éste en cuanto a su génesis.
La diferenciación se lleva a cabo en una época temprana, cuando el YO se desarrolla a partir del ELLO.
Una parte de los contenidos del ELLO es incorporada entonces por el YO y elevada al nivel preconsciente, mientras que otra parte escapa a esta traslación, permaneciendo en el ELLO en calidad de "lo inconsciente".
Pero en el curso ulterior de la formación yoica sucede que ciertas impresiones y funciones psíquicas del YO quedan excluidas del mismo por un proceso defensivo, perdiendo su carácter preconsciente, de modo que nuevamente se ven rebajados a elementos integrantes del ELLO.
He aquí, pues, lo "reprimido" que existe en el ELLO.
Por consiguiente, en lo que se refiere al transito entre ambos sectores psíquicos, se acepta, por un lado, que los procesos inconscientes del ELLO pueden ser elevados al nivel preconsciente e incorporados al YO; por otro lado, que los materiales preconscientes del YO pueden seguir el camino inverso, siendo relegados al ELLO.
La diferencia entre una idea consciente y otros preconsciente, y a su vez, entre ésta y una inconsciente, no puede residir sino en una redistribución de la energía psíquica.
Sobre el fenómeno de la consciencia se puede decir que originalmente se adhiere a la percepción. Todas las impresiones derivadas de la percepción de estímulos dolorosos, táctiles, auditivos o visuales son habitualmente conscientes.
Los procesos pensantes y los que en el ELLO puedan corresponderles son de por sí inconscientes, y sólo logran acceso en la consciencia, a través de la función del lenguaje, merced a su vinculación con restos mnemónicos de percepciones visuales o auditivas.
Las impresiones de los traumas precoces no son trasladadas a lo preconsciente, o bien son vueltas rápidamente al ELLO por la represión.
En tal caso, sus restos mnemónicos son inconscientes y actúan contenidos vivenciados por él mismo, sino también otros ya existentes al nacer; es decir, fragmentos de origen filogénicos, una HERENCIA ARCAICA.

-¿En qué consiste esa herencia, qué contiene, cuáles son las pruebas de su existencia?

Esa herencia está formada por determinadas disposiciones, como las que poseen todos los seres vivientes. Consta de la capacidad y la tendencia a seguir determinadas orientaciones evolutivas y a reaccionar de modo particular frente a ciertas excitaciones, impresiones y estímulos.
Dado que la experiencia demuestra que los individuos de la especie humana presentan, al respecto, diferencias entre sí, esa herencia arcaica debe incluir tales diferencias.
Ahora bien, como todos los seres humanos experimentan, por lo menos en su más temprana edad, más o menos las mismas vivencias, también reaccionan frente a éstas de manera uniforme, pudiéndose atribuir estas reacciones, junto con todas sus diferencias individuales, a la mencionada herencia arcaica.
La investigación analítica ofrece algunos resultados que son interesantes.
Ante todo, se cuenta con el carácter universal del simbolismo lingüístico, como ejemplo se tienen dos ademanes:
La inclinación de la cabeza hacia adelante, que es una señal de afirmación, se observa en casi todas las partes del mundo.
Según descubrieron los primeros blancos que entraron en contacto con los aborígenes de Australia así como los indígenas de América inclinaban la cabeza para manifestar asentimiento.
Básicamente, es el comienzo de una venia, en la que el cuerpo se inclina para mostrar sumisión. Este gesto se ha observado hasta en personas que nacieron sordas y ciegas, lo cual indica que la inclinación afirmativa es una acción innata de la especie humana, una norma programada por los genes.
El menear la cabeza hacia ambos lados es una señal de negación.
Cuando un bebé ya no tiene hambre rechaza el pecho volviendo la cabeza vivamente de un lado a otro. De ese comienzo proviene el signo de mover el índice para prevenir que no debe hacerse alguna cosa, se está empleando el dedo en imitación del meneo de la cabeza.
Estos son dos ejemplos indudables de herencia arcaica, procedentes de la época en que se desarrolló el lenguaje.
Cuando se estudian las reacciones frente a los traumas precoces, muchas veces existe sorpresa al comprobar que aquellas no se ajustan a la propia vivencia del sujeto, sino que se apartan de ésta.
La conducta del niño neurótico frente a sus padres, en los complejos de Edipo y de castración, está colmada de tales reacciones, que parecen individualmente injustificadas, y que sólo filogenéticamente se tornan comprensibles, es decir, por medio de su vinculación con vivencias de generaciones anteriores.
Existen cualidades que no son adquiridas, difícilmente captables y que son, huellas mnemónicas de impresiones exteriores, en cierta manera tangibles, pero en el fondo seguramente sucede que no es posible imaginar una de esas herencias sin la otra.
Si los denominados instintos de los animales, que en nuevas condiciones de vida les permiten conducirse desde el principio como si ésta fuese conocida y familiar desde mucho tiempo atrás, si esta vida instintiva de los animales se acepta, en principio, una explicación, entonces sólo puede ser la de que traen a su nueva existencia individual las experiencias de la especie; es decir, que conservan en sí los recuerdos de las vivencias de sus antepasados. En el animal humano sucede fundamentalmente lo mismo.
Su herencia arcaica, aunque de extensión y contenido diferentes, corresponde por completo a los instintos de los animales.
Cada organismo pelea por su propia supervivencia y oportunidad de proyectarse genéticamente. Los genes de un organismo permanecen siempre aislados del mundo exterior, manipulando al "robot" a control remoto.
Se encuentran en todo ser vivo, cuerpo y mente, y su preservación es la razón de su existencia. Los seres humanos son únicamente sus máquinas de supervivencia.
La evolución produce organismos que automáticamente siguen esta lógica matemática como si fueran computadoras.
Los genes de un ser evalúan que tanto beneficio puede existir al ayudar a los parientes que tienen muchos de los mismos genes.
Al ayudar a los parientes se aumentan las oportunidades de proyectar a los genes familiares y programan el organismo al que pertenecen a que se comporte altruísticamente, aún al extremo de dar su vida, como lo haría un padre, por ejemplo, al entrar a una casa en llamas para salvar a su hijo.
El niño muestra un interés egoísta en sí mismo y busca obtener más de lo que le corresponde de la energía y recursos de los padres.
Los padres tienen sólo un interés genético parcial en cada hijo, por lo tanto, se preocupan por la correcta distribución de los recursos existentes.
El resultado es un conflicto eterno entre el niño, que tiende hacia el egoísmo, y los padres que insisten en darle al niño sólo su parte.
Cuando se trata de un hijo único, como todos los recursos son para él, se acostumbra y ya de grande es un problema mayor.
A medida que crece un ser humano se va disminuyendo el comportamiento social impulsado genéticamente hasta que queda en un 10 ó 15%.
No siempre necesitan ser obedecidos los impulsos genéticos, el ser humano tiene un arreglo genético de posibilidades, heredadas durante millones de años, que ponen límites a los impulsos genéticos.
En cambio, en los animales el comportamiento social es fuertemente controlado por los genes.

-¿En qué condiciones se incorporan semejantes conocimientos a la herencia arcaica? y ¿en qué circunstancias puede activarse, es decir, irrumpir de su estado inconscientes en el ELLO, a la consciencia, aunque en forma alterada y distorsionada?

Sucede eso cuando el hecho fue lo bastante importante, cuando se repitió un número suficiente de veces, o en ambas circunstancias.
Por ejemplo, el parricidio se cumple en las dos condiciones.
Es la explicación en muchas neurosis; tiene decisiva importancia la evocación de la huella mnemónica olvidada, por una repetición real y reciente del suceso.
Una tradición que únicamente se basara en al comunicación oral de generación en generación, nunca podría dar lugar al carácter obsesivo.
Sería escuchada, juzgada y eventualmente rechazada, como cualquier otra noticia del exterior, pero jamás alcanzaría el privilegio de circunscribirse al comportamiento de un individuo de manera innata.
Es preciso que haya sufrido antes el destino de la represión, el estado de conservación en lo inconsciente, para que el retornar puede pueda producirse.
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