Anne Marie Mergier
-¿Son religiosos los
japoneses?
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Dificil contestar. Desde hace años la
pregunta hunde a sociólogos y antropólogos nipones en interminables debates...
Las dos principales corrientes
religiosas del país son el sintoísmo y el budismo. Pero el taoísmo, el
shugendo, el confucionismo y el cristianismo tienen también su importancia.
Algunas religiones se dividen en sectas:
hay 151 sectas sintoístas, 171 budistas y 66 cristianas. Existen, además,
182,928 comunidades religiosas independientes.
Ocurre a menudo que una persona
pertenezca a varias sectas al mismo tiempo: se casa con un rito sintoísta y
honra a sus muertos en ceremonias budistas.
En las calles, las casas, los comercios,
los talleres e inclusive en las grandes compañías, se instalan altares, se
quema incienso, se prenden velas para pedir a los "kami" (dioses)
prosperidad y seguridad.
La divinidad celebrada en el santuario
Mimeguri protege a la compañía Mitsubishi; la del santuario Kumano, al grupo
Hitachi.
Algunas sociedades importantes envian a
sus empleados a retiros en monasterios budistas en el marco de su formación
profesional.
Hace unos años la prensa japonesa habló
mucho de una empresa de Osaka en la que los trabajadores recitan de mañana y
tarde sutras budistas.
El fenómeno más impactante, sin embargo,
es el auge masivo de las "nuevas religiones" entre la juventud
nipona.
En la década de los 80 se calcula que
surgieron unas 10,000 nuevas sectas. Se habla de millones de adeptos, pero
hasta ahora no se han dado a conocer estadísticas precisas.
Las encuestas realizadas entre los
nuevos "convertidos" revelan que en su gran mayoría creen en el
ocultismo, los espíritus, los poderes extrasensoriales, la astrología. Se
apasionan por la telepatía, la parapsicología. Practican las medicinas
paralelas, llevan talismanes y rezan en templos.
-¿Por qué les atrae todo eso?
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Según el 80% de los entrevistados les
ayuda a "defenderse contra una sociedad demasiado competitiva y
materialista".
-¿Por qué no acuden a las religiones
tradicionales?
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Las nuevas sectas profesan doctrinas
sencillas, valoran el "Ki" (energía vital), y "enseñan el camino
de la realización personal".
Nuevas o antiguas, las religiones
japonesas tienen un poder económico cada vez más fuerte.
Los ritos del año nuevo, de los
aniversarios y de las bodas son las principales fuentes de ingreso del
sintoísmo. Los ritos de la fiesta de los muertos y las ceremonias funerarias
llenan las cajas del budismo.
El 81% de los japoneses (el 54%
regularmente, el 27% irregularmente) visitan un templo en los primeros días del
año nuevo y dejan limosnas importantes a los monjes. Sin hablar de la venta de
amuletos, y exvotos que el 34% de los población compra en múltiples
oportunidades.
El rito de purificación de los
automóviles, asegura una vida cómoda a los monjes del templo. Heigen-ji de la
ciudad de Kawasaki. Según el diario Asahi, en 1980 la ceremonia les proprcionó
167 millones de yenes.
Las nuevas religiones no se quedan
atras. Durante la fiesta de las estrellas de la secta Agon-shu, que se celebra
cada año en Kioto, un promedio de 500,000 fieles queman entre 15 y 18 millones
de exvotos.
Dones y legados proveen otros ingresos
importantes. Uno de los templos más prósperos de Kioto es el Fushimi Inari,
dedicado a las divinidades protectoras de las "actividades
mercantiles". Cada año grandes compañías comerciales de la región
"agradecen" a los dioses que favorecieron sus negocias.
Los fondos que mueven algunas religiones
son tan importantes que tienen que acudir a sociedades especializadas,
totalmente laicas, para administrarlos.
Grandes sectas sintoístas, budistas y
nuevas religiones se han convertido en poderosas y modernas empresas
financieras y de bienes raíces.
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