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LA PRECOCIDAD
EN LOS NIÑOS
-Marcela,
en la historia del Ajedrez se han dado casos de niños prodigios. Son niños que juegan objetivamente bien y
obtienen fama y éxitos, pero, entre éstos existen algunos que resultan falsos
prodigios, demasiado abundantes, que por el mero hecho de saber mover las
piezas a la edad de 4 o 5 años, han sido exhibidos en público con afán de
publicidad o de dinero. ¿A qué crees que se deba que existan niños precoces
y, que a veces, ya de grandes dejen de serlo?
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-La inmensa
mayoría de los niños prodigios se opacan cuando se convierten en adolescentes.
John Stuart Mill leía los clásicos griegos a la edad de 6 años y después fue
notable economista y famoso filósofo. Mozart tocaba el piano a los 4 años y componía
música a los 5. Llegó a ser famoso compositor.
-Pero
¿qué sucedió con Andrew Nastell, instrumentista a los 2 años de edad o de
June Masters que dirigió una orquesta sinfónica a los 5? Se han perdido en el
enorme mar de las anónimas multitudes. Así vemos que con frecuencia la
precocidad se convierte con el tiempo en sencilla mediocridad.
|
-Aquí se observa nuevamente que el desarrollo de la mente tiende a eclipsar los
fulgores del genio porque corta la comunicación entre el dios interior y el
alma humana, donde radica la inteligencia.
-Para
captar claramente la voz de tu dios interior, debes aprender a apaciguar la
mente para que no piense, detener la memoria para que no recuerde, paralizar
los músculos para que no se muevan y suspender la voluntad para que no actúe.
En estas condiciones el alma humana se encuentra en calidad de receptor de los
mensajes de su dios interior. Así en este estado de inocencia e ignorancia
voluntarias, serás párvulo nuevamente, pues si no te conviertes en niño, no podrás
entrar en el reino de los cielos.
-Después,
cuando ya desarrolles la facultad de escuchar la voz interior, podrás oírla y
entenderla fácilmente aún en el torbellino y trajín de la más intensa
actividad. En cualquier momento de tu vida tu dios interior podrá interrumpir
tus labores para comunicarte un mensaje importante, alguna advertencia de
peligro o el recuerdo de un olvidado deber.
-Genio
es, pues, la persona que logra ponerse en contacto con su dios interior y
personal, para así manifestar su grandeza en la obra fecunda y creadora. Así el alma humana se convierte en
cinematográfico lente a través del cual se proyectan las maravillas que los
seres humanos atesoran en lo más recóndito de su sér.
-¡No
entiendo eso del dios interior! ¡Dame una idea para que te entienda!
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-Sócrates,
famoso filósofo griego, podía señalar el deber moral y distinguir claramente
entre la conducta buena y mala, porque su “Daimon” (así llamaba a su dios
interior) estaba siempre con él para aconsejarle.
-Robert
Louis Stevenson, novelista escocés, decía:
“¡Mis duendes! (así llamaba a su dios interior) ¡Dios los
bendiga! Ellos hacen la mitad de mi trabajo mientras estoy dormido, y lo más
probable es que también hagan mi trabajo cuando estoy despierto y neciamente
creo que yo mismo lo hago".
-Rudyard
Kipling, escritor inglés, acostumbraba recostarse en espera de su
"Demiurgo" (así llamaba a su dios interior) para que le dijera lo que
debía escribir.
-Los
psicólogos hablan de la superconsciencia (así llaman ellos al dios interior)
como la parte más elevada del ser humano, asiento de la conciencia y de los
impulsos y afanes desinteresados e idealistas.
-A
través del tiempo el ser humano ha sentido la benévola presencia de su dios
interior y lo ha llamado de diversas maneras: ángel de la guarda, espíritu
protector, voz interior, etc. El desarrollo de la mente tiende a desaparecer
los resplandores de genialidad porque interrumpe la comunicación entre el dios
interior y el alma que es donde radica la inteligencia.
-Pero,
ya que estamos hablando de este tema ¿me podrías contar de Raúl Capablanca?
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-Si,
como no, Emilio. Un caso
extraordinario fue el de José Raúl Capablanca y Graupera. En su libro Mi
carrera en ajedrez nos da una amena relación de su introducción al juego:
"Nací en La Habana, capital de la isla de Cuba, el 19 de
noviembre de 1888. Todavía no tenía cinco años y entre por accidente a la
oficina privada de mi padre, lo encontré jugando con otro caballero. Nunca
había visto antes un juego de ajedrez; las piezas me interesaron y fui al día
siguiente a verlos jugar; al tercer día, mientras observaba, mi padre
-principiante reglar-, hizo un movimiento equivocado, jugó un caballo de una
casilla blanca a otra casilla blanca, su oponente, que en apariencia no era
mejor jugador, no lo notó. Mi padre ganó, me reí y lo llamé tramposo, después
de la confusión, durante la cual estuve a punto de ser arrojado de la oficina,
mostré a mi padre lo que había hecho. Me preguntó cómo y qué sabía yo de
ajedrez. Contesté que podia derrotarlo; repuso que era imposible, considerando
que ni siquiera podia yo colocar las piezas en forma correcta. Jugamos y le
gané, ese fue mi principio. Días después mi padre me llevó al club de ajedrez
de La Habana, en donde los más fuertes jugadores no quisieron darme la dama.
Más o menos en aquella época el maestro ruso, Taubenhaus, visitó La Habana y
declaró que estaba más allá de él darme tal ventaja. Después, en París, en
1911, el señor Taubenhaus diría con frecuencia: "Soy el único maestro que
vive que ha dado al señor Capablanca una dama de ventaja."
-El padre no cabía en sí de orgullo, paseó a su hijo en señal de
triunfo por La Habana, lo llevó al club de ajedrez, en donde los ajedrecistas
acogieron con burlona sonrisa al ufano papá y al chiquillo. Para no herir la
vanidad del caballero, uno de los ajedrecistas destacados de la capital quiso
jugar una partida con el niño, concediéndole la ventaja anticipada de la dama
para compensar la superioridad. Aun cuando una partida en donde las blancas juegan
sin dama no tiene interés en su mérito, asume un valor enorme cuando nos
enteramos de que el pequeño José Raúl la jugó a la edad de cuatro años y 10
meses.
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Emilio Carrillo
Alonso (aka vampiro erudito)
Tomado de
EL MARAVILLOSO
MUNDO DEL AJEDREZ
Editorial Trillas
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