miércoles, 5 de noviembre de 2014

Sexismo en el Lenguaje


A1704 

SEXISMO EN EL LENGUAJE 

La lucha contra la discriminación puede provocar sorpresas.
El Parlamento Europeo, en un intento por acabar con el lenguaje sexista, ha hecho público un manual de estilo y uso de la lengua -de las 22 lenguas oficiales en las que trabaja la Eurocámara- que pretende acabar con la discriminacióno de la mujer en los textos oficiales de los eurodiputados y funcionoarios de la institución multinacional.



El Grupo de Alto Nivel sobre Igualdad de Género y Diversidad, quiere que se trate escrupulosamente por igual a hombres y mujeres porque el lenguaje puede ser “discriminatorio, degradante e implicar que uno de los sexos es superior al otro”, hasta el punto de que, entre otras recomendaciones, pide que se acabe con apelaciones genéricas como  “los andaluces” -o “los argentinos”- porque al ser una palabra masculina dejaría afuera a las mujeres. Y recomienda que se hable siempre de, en esos casos, “pueblo andaluz”, “pueblo argentino”.
Otros ejemplos parecen, a primera vista, contrarios a las normas básicas del buen uso del lenguaje. En lugar del sencillo, comprensible y corto “los  médicos”, el manual aconseja usar “personas que ejercen la medicina”.
Y que construcciones imperativas como “el candidato debe enviar su currículum a la dirección indicada” se cambien por otras como: ”envíe su currículum a la dirección indicada”. Si se tomara al pie de la letra, se acabará eso de que “los jueces dicten sentencia” y pasaremos a oír expresiones del tipo “se dictará  sentencia judicial”. Además, “los derechos del niño” serán “los derechos de la infancia” y un “hombre de negocios” pasará a ser “la gente de negocios”.
Según los especialistas que han redactado el manual, la “utilización genérica o neutral del género masculino se percibe cada vez más como una discriminación contra las mujeres”. Así, “las azafatas y los pilotos” pasaran a ser “el personal de vuelo” y “las mujeres de la limpieza” pasan a ser “ el personal de la limpieza”.
Otra de las recomendaciones es la de no usar “señorita” porque en varios idiomas, entre ellos el español, se diferencia entre “señora” y “señorita” según el estado civil.
Teniendo en cuenta que el manual podría provocar rechazo, el mismo informe pide que se busquen “alternativas neutrales e inclusivas genuinas en lugar de expresiones que se presten a controversia”. Los consejos llegan hasta el punto de pedir que “fireman” (bombero, en inglés) se cambie por “firefigther” (el que lucha contra el fuego).
Claro que en los países que van un paso atrás de los europeos se podría objetar que hay otras cuestiones más urgentes que resolver: violencia machista, trata de blancas, desigualdad salarial, entre otras. Pero aún así los expertos subrayan la importancia de comenzar a combatir en el plano no materialç
Mabel Burin, directora del Programa de Género y Subjetividad, opinó: “Esta es una batalla en el plano simbólico. Para muchos parecerá una estupidez e intentarán ridiculizarlo, pero hay que pensar que las palabras no son neutras, tienen sexo. Si el mundo está designado en masculino      -pensemos en el ‘hombre’ como raza humana-, las mujeres nos quedamos afuera: somos las ‘no dichas’”.
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¿Es el uso genérico del masculino para agrupar a ambos sexos una práctica machista?

Según algunas universidades, sindicatos y comunidades, sí. Por eso, varios de ellos escribieron nueve guías para el uso del lenguaje no sexista que, sin embargo, no fueron aceptadas por la Real Academia Española, que aprobó un informe del académico Ignacio Bosque que afirmaba que si se pusieran en práctica estrictamente las directrices de dichas guías, “no se podría hablar”.
La lingüista de la Universidad de Zaragoza Carmen Del Horno
impulsa un manifiesto de apoyo al académico Ignacio Bosque
Las críticas en torno al autor y sus opiniones no se hicieron esperar. Para contrarrestarlas, 500 lingüistas han suscrito un manifiesto de apoyo a Bosque en el que aseguran que la gramática no tiene ideología ni puede ser sexista, y que las conclusiones del texto, ‘Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer’, son “inobjetables”.
“Las críticas son feroces, cuando no juicios morales inaceptables”, asegura Carmen del Horno, profesora titular de Lingüística General de la Universidad de Zaragoza y una de las promotoras de esta iniciativa junto a otros tres expertos “comprometidos con la igualdad de género”. 
Se trata de Antonio Fábregas, catedrático de Lengua Española de la Universidad de Tromsø (Noruega); Silvia Gumiel, profesora de Lengua española de la Universidad de Alcalá, y Luisa Martí, profesora de Lingüística e Inglés de la Universidad de Kent (el Reino Unido).
  “El sexismo en el lenguaje existe, pero tiene más que ver con los estereotipos que con el uso del genérico, es algo más profundo que decir alumnos/as, trabajadores/as”, asegura Del Horno. Para ella, es mucho más sexista un eslogan premiado por el Ministerio de Igualdad que rezaba ‘Ellos también pueden’, en referencia a que los hombres son capaces de poner lavadoras y realizar las tareas del hogar. “Ese ‘también’ es absolutamente sexista, porque da a entender que las mujeres, solo por el hecho de serlo, ya saben hacer esas tareas”, explica Del Horno, quien advierte de la necesidad de no poner apellidos ni etiquetas a este tipo de afirmaciones.
Otro ejemplo: 
“La conciliación de la mujer es posible. 

¿Y qué pasa con la del hombre? ¿No sería más sencillo decir solamente ‘la conciliación’”?

La experta dice que es necesario “no marear” a la población con “duplicidades sin sentido que no suenan naturales”.
En menos de una semana ya son 500 los expertos que se han adherido a este documento, titulado ‘Acerca de la discriminación de la mujer y de los lingüistas’
El éxito de la iniciativa puede derivarse de la necesidad de los lingüistas de expresar su punto de vista, según Silvia Gumiel, quien atribuye la avalancha de críticas a que “se intenta hacer política con la lingüística”. “No nos tienen en cuenta, ni siquiera la RAE tiene muchos lingüistas detrás”, añade Del Horno.
Entre los firmantes, figuran catedráticos y profesores de universidades de toda España, desde la UNED a la Complutense, pasando por Alcalá, Zaragoza, Sevilla, Murcia, el País Vasco y Autónoma de Barcelona. Pero también hay docentes universitarios en Alemania, Argentina, Italia o Japón, así como profesores de enseñanza secundaria, algún periodista y algún traductor.
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