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SOMOS
INFINITAMENTE MAS FUERTES DE LO QUE CREEMOS
1)
La Salud en Estados Unidos
El principal problema de salud que
existe ahora en Estados Unidos no es ni el SIDA ni el cáncer, sino el hecho de que no saben
cómo actuar ante la salud o la enfermedad. Las reacciones parten del nivel del
terror. Temen lo peor, esperan lo peor y, por consiguiente, propician lo peor.
El resultado es que se están convirtiendo en una nación de apocados e
hipocondríacos, en una sociedad que se autorreceta y que es incapaz de
distinguir entre los síntomas de afecciones comunes y corrientes y aquellos que
requieren atención profesional.
2)
Mensaje de Dolor
En algún punto de nuestra educación
inicial nos habituamos a la idea de que el dolor significa enfermedad. No
aprendimos que el dolor es la manera que tiene el cuerpo de informar a nuestra
mente que estamos haciendo algo mal, y no necesariamente que algo anda mal.
No comprendemos que es posible que el
dolor nos está indicando que comemos demasiado o que comemos cosas que no
debemos comer; o que fumamos o bebemos demasiado; o que hay demasiada
congestión emocional en nuestra vida; o que estamos agotados, porque tenemos
que enfrentarnos a diario con calles y carreteras atiborradas, con el ruido
estridente de los caminos de basura.
Interpretamos equivocadamente el mensaje
del dolor. En lugar de atender a la causa nos llenamos de píldoras con lo cual
el dolor no desaparece sino que se amortigua para volver, luego, con más
fuerza.
Desde muy jóvenes nos dejamos dominar
por la curiosa idea de que estamos constantemente asediados por monstruos
invisibles llamados gérmenes, y que tenemos que estar en constante alerta para
protegernos de ellos. Sin embargo, no hacemos el mismo hincapié en el hecho
predominante de que nuestros cuerpos están soberbiamente equipados para
enfrentarse a esos pequeños demonios, y que la mejor manera de prevenir que nos
ataquen es llevar una vida juiciosa.
3)
Un Maravilloso Sistema Curativo
Casi todas las enfermedades son
autolimitantes, es decir, que el cuerpo humano es capaz de manejarlas sin
intervención externa.
No debemos sentirnos impotentes si la
enfermedad intenta atacarnos y debemos tener ms confianza en la realidad de un
sistema curativo que está maravillosamente diseñado para hacer frente a la mayor parte de los problemas.
Incluso cuando se necesita ayuda externa nuestros propios recursos tienen algo
valioso que ofrecer en una estrategía de tratamiento combinada.
Nadie sale vivo de este mundo y pocos
pasan por él sin tener, al menos, una enfermedad seria. Si nos dan un
diagnóstico grave, es útil esforzarnos por no dejarnos llevar por el pánico y
la depresión. El pánico puede constreñir los vasos sanguíneos e imponer una
carga adicional a nuestro corazón.
La depresión puede allanar el camino
para otras enfermedades o intensificar las que ya existen. No es extraño que
haya tantos pacientes que se
agravan al enterarse de que tienen cáncer, un padecimiento cardiaco o cualquier
otra enfermedad catastrófica: en cuanto pueden poner una etiqueta a sus síntomas,
la enfermedad se intensifica. Todas las cosas terribles que han oído sobre su
mal producen la clase de desesperación que, a su vez, complica el padecimiento.
4)
Confianza: Un Aspecto Clave
Es natural que nos volvamos muy
aprensivos ante un diagnóstico grave, pero una confianza razonabla está
justificada. Por ejemplo, hoy en día el cáncer es, en gran medida, una
enfermedad que puede tratarse. Un corazón muy dañado puede ser reacondicionado.
Incluso un diagnóstico de virus de SIDA positivo no significa que el
padecimiento entre en una fase activa.
El entorno del tratamiento médico puede
mejorar mucho cuando se logra que los enfermos graves no sufran depresión. En
un proyecto que abarcó a 75 enfermos de melanoma maligno, se observó que hay
una relación directa entre el estado mental del enfermo y la capaicidad del
sistema de inmunidad para actuar. En un estado de total devastación emocional,
la función de inmunidad se menoscaba. Por lo contrario, cuando el paciente
logra librarse de la depresión y el pánico, suele haber un aumento de las
interleucinas del cuerpo, substancias cruciales en el sistema de inmunidad que
ayudan a activar las células inmunes que combaten el cáncer.
Las personas que han sufrido infartos
cardíacos son especialmente proclives a la desesperación. Después de haber
pasado por la fase urgente del episodio empiezan a pensar en todas las cosas
que ya no podrán hacer. Se preguntan si podrán seguir trabajando, si podrán
tener relaciones sexuales satisfactorias, o volver a jugar al tenis o al golf.
En pocas palabras, ven su vida futura desprovista de toda utilidad y toda
alegría. Pierden el ánimo y las ganas
de vivir. Esas personas deben saber que además de los milagros que la
medicina moderna puede realizar, el corazón puede hacer su propia derivación de
las arterias ocluidas y que la circulación colateral puede suministrar un buen
abasto de oxígeno.
5)
Hace Falta Educación Adecuada
Necesitamos reeducarnos en materia de
salud. Debemos saber que somos dueños de un mecanismo notablemente poderoso;
debemos perder el miedo a las enfermedades y comprender el concepto de la
relación entre el paciente y el médico, en la que lo mejor que la ciencia
médica puede ofrecer se combina con los magníficos recursos de la mente y el
cuerpo.
Por supuesto, no tenemos que esperar a
sufrir una enfermedad catastrófica para aprender a confiar en nuestra capacidad
para superarla. La confianza es útil en nuestra vida común y corriente: somos
más fuertes de lo que pensamos, infinitamente más fuertes.
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