martes, 1 de octubre de 2013

La Fortuna del Vaticano



Enrique Maza

La riqueza actual del Vaticano tiene su origen en la generosidad de Benito Mussolini.


El tratado de Letrán, que su gobierno firmó con El Vaticano en 1929, dio a la Iglesia muchas garantias y medidas de protección.
 La Santa Sede fue reconocida como Estado soberano y fue exentada de impuestos a sus propiedades, a sus ciudadanos y a sus importaciones. Le concedió, entre otras cosas, inmunidad diplomática.
 Italia se comprometió a pagar a la Iglesia la suma de 750 millones de liras, más 1,000 millones de liras en acciones al portador garantiazadas por el Estado. Eran 81 millones de dólares de 1929: el equivalente de 500 millones de dólares actuales. Nacía la corporación vaticana.


Pío XI creó, el 7 de junio de 1929, la Administración Especial, para manejar ese dinero. Puso al frente a Bernardino Nogara, hijo de una familia católica devota. Tres de sus hermanos eran sacerdotes. El cuarto fue director del Museo Vaticano.
       Pío XI creó, el 7 de junio de 1929, la Administración Especial, para manejar ese dinero. Puso al frente a Bernardino Nogara,
Desde el año 314 y a través de multiples concilios, la Iglesia había establecido que era pecado contrario a la ley divina, prestar dinero a intereses. Eso era usura y estaba penado con excomunión.
Hacía apenas un siglo y medio, 1830, que la Iglesia había cambiado su enseñanza. Ya no era usura cobrar intreses, sino  cobrar intereses exorbitantes.
Con esta enseñanza y con estos millones Nogera creó el imperio financiero del Vaticano. Le puso condiciones a Pío XI para aceptar el puesto.
          Primera, que sus decisiones sobre inversión fueran total y completamente libres de toda consideración doctrinal o religiosa.
          Segunda, manos libres para invertir los fondos del Vaticano en cualquier parte del mundo.


El Papa accedió y abrió las puertas a la especulación vaticana en todos los mercdos del mundo, sobre todo en los más productivos: bombas, tanques, armas y anticonceptivos.
El Papa predicaba contra esos productos y Nogara llenaba las arcas del Vaticano con ellos.
Entró al mercado del oro. Compró Italgas, una compañía que surtía de gas a muchas ciudades de Italia.
Puso al frente de ella a Francesco Pacelli, hermano del cardenal que sería el siguiente Papa, Pío XII,
Cuando Eugenio Pacelli subió al pontificado, su nepotismo se hizo notorio en toda Italia.
Ademas de su hermano, estaban al frente de compañias o de bancos del Vaticano, entre otros parientes del Papa, los principes Carlos, Marcantonio y Giulio Pacelli, sobrinos de Pío XII.
El Banco de Roma, el Banco di Santo Spirito y la Casa de Risparmio di Roma fueron tres de los bancos que quedaron bajo el control de Nogara.
Mucha de la especulación de Nogara contravenía las leyes canónicas y las leyes civiles. Pero el cliente era el Papa.
Textiles, teléfonos, ferrocarriles, cemento, electricidad, agua, fábricas de armas y de municiones, industrias farmcéuticas.
Nogara estaba en todas partes y compraba compañía tras compañía.
Una vez comprada, ponía al frente a parientes del Papa o a miembros confiables de la curia romana.
Cuando Mussolini necesitó armas para invadir Etiopía, en 1935, las adquirió en una fábrica del Vaticano.
Cuando la Segunda Guerra Mundial estaba por estallar, Nogara empezó a comprar oro. Casi 27 millones de dólares en los Estados Unidos, a 35 dólares la onza. Luego vendió el 20 % de ese oro en el Mercado libre por más de 27 millones de dólares. entre 1945 y 1951 compró 450,000 onzas de oro. En los dos años siguientes vendió 70,000 onzas.
Hoy el Vaticano tiene 500,000 onzas en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York -originalmente compradas a menos de 20 millones- que valen 200 millones de dólares.


Al concordato con Mussolini siguió el concordato con Hitler. Eugenio y Francesco Pacelli fueron los autores. Hitler tuvo visión. Pío XII se rehusó siempre a excomulgar a Hitler y a Mussolini y les habló de  Guerra justa a los episcopados de Alemania y de Francia, que, consecuentemente, apoyaron a sus respectivos gobiernos en la guerra.
El Papa nunca quiso condenar la invasión de Polonia, para no exponer a los católicos polacos.


Una de las ventajas del tratado con Hitler fue el impuesto eclesiastico, cobrado a todos los alemanes por el gobierno -hasta la fecha- y repartido después entre las iglesias católica y protestante: 10% de los ingresos de cada alemán. Por ejemplo, en 1943, el Vaticano recibió 100 millones de dólares por concepto de impuestos alemanes, que Nogara puso a producir con el resto del capital.
En junio de 1942, Pío XII reorganizó su banca. A la Adminstración Especial se añadió el Instituto para Obras Religiosas (IOR). Su función: "La custodia y administración de los dineros (en bonos  y en efectivo) y de las propiedades transferidas  confiadas al Instituto mismo por personas fiscales o legales para fines de obras religiosas y obras de piedad cristiana".
Había nacido el Banco del Vaticano.
En 1942, el ministro de Finanzas de Italia exceptuó de impuesto, incluidos los impuestos sobre dividendos de las acciones y los impuestos a las "corporaciones ecclesiasticas", entre ellas el Banco Vaticano, cuyo presidente era el P. Alberto di Jorino, más tarde cardenal.


Nogara se aplicó al crecimiento del imperio. Estrechó lazos financieros con Rothschilde de Londres y de París, Credit Suisse, Hambros, Morgan Guaranty, Bankers Trust, Wall Street, Chase Manhattan, Continental Illinois, que se convirtieron en socios del Vaticano.
Adquirió el control de compañias de seguros y de finanzas, de harina y espaguetti, de cemento, de la industria metalmecánica y de bienes raíces. Compró el 15 % de Societé Generale Inmoviliara, compañía constructora con intereses y propiedades en Italia, Francia, Canadá, Estados Unidos, México. En Estados Unidos, por ejemplo, compró manzanas de apartamentos en Washington, donde está el edificio Watergate, y un área residencial en Oyster Bay, Nueva York. En México, todo el fraccionamiento Lomas Verdes. Una cadena mundial de hoteles, zonas residenciales, edificios de apartamentos, fraccionamientos, oficinas y tiendas.
Nogara compró también acciones de General Motors, Shell, Gulf Oil, General Electric, Behlchem Stell, IBM y TWA. Todo con dinero del Vaticano y para el Vaticano. El enorme imperio había sido creado.
Cuando Nogara murió, en 1958, el cardenal de Nueva York, Francis Spellman, escribió su epitafio: "Después de Jesucristo, lo más grande que le ha sucedido a la Iglesia Católica es Bernardino Nogara". Había empezado con unos 50 millones y dejaba un imperio que valía unos 2,000 millones de dólares, a base de especulación, transacciones en la bolsa de valores, exención de impuestos, limosnas de los fieles, impuestos a los católicos, transferencias internacionales, producción industrial, Mercado del oro y otras cosas, como Mercado de armas y venta de anticonceptivos.
La administración de este imperio se dividía en tres:
          la Administración Especial controlaba unos 500 millones;
          la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), controlaba 650;
          el Banco del Vaticano, (IOR), cotrolaba 940, con una ganancia anual -sólo el banco- para la Santa Sede de 40 millones de dólares.
El Vicario de Cristo había adquirido un nuevo título: presidente del consejo de administración.
En 1968 diez años después de Nogara, empezaría el desastre: implicaciones con la mafia, pánico financiero, asesinatos.
Desde 1964, el gobierno italiano quería cobrar impuestos al Vaticano.
La Santa Sede amenazó con  vender de golpe todas sus acciones italianas. Con ello toda la economía italiana se habría venido abajo. Aldo Moro y su gobierno capitularon. Pero en 1968 la situación era diferente. El gobierno de Giovanni Leone decidió parar por ver las cartas. El Vaticano se rindió. Para entonces, ya se sabía que la Iglesia de los pobres era multimillonaria. Y ya se sabía a quién reclamarle cuando en muchas casas de muchas ciudades no funcionaba el agua y el gas. 
Empezaron las investigaciones.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Generoso Mussolini?
¿Es que acaso dio algo de su bolsillo?