sábado, 5 de enero de 2013

Código da Vinci



       -Emilio, a mi me gusta leer los libros de Isaac Asimov, excepto sus novelas.

-¿Por qué?, Marcela.

      -Porque lo que cuenta parece tan real, que no sé si es o no verdad. Lo mismo pasa con "El Código Da Vinci", Me acabo de enterar que la Iglesia Católica prohibió el libro de Dan Brown, porque, según dice, se mencionan mentiras acerca de la Biblia. ¿Por qué el miedo del Vaticano a la novela de Dan Brown "El Código da Vinci"?

-La declaración del arzobispo de Roma, Tarcisio Bertone, en el sentido de que el best-seller es un “castillo de mentiras”, y que por tal razón no debe ser comprado ni leído, no sólo demuestra el estadio inquisitorial en el que permanece la Iglesia Católica sino su creciente debilidad. Tarcisio Bertone se quejó, en entrevista con el diario milanés Il Giornale, de la gran distribución que ha tenido a nivel internacional el libro y precisó los temores del catolicismo oficial: “Hay un riesgo muy real de que muchas personas que lo lean crean que las fábulas que contiene son ciertas”.

      -¿Qué le disgusta al Vaticano del Código da Vinci?

-La aseveración de que Jesús se casó con María Magdalena y que de ese matriomonio o apareamiento nació una hija. Qué el verdadero sucesor de Jesucristo, como dirigente de la Iglesia, era María Magdalena y no San Pedro. Qué ella también ofició misa en contra de la versión oficial de que las mujeres no pueden hacer carrera sacerdotal. Y que el auténtico mensaje de Cristo ha sido distorsionado por el Vaticano para acomodarlo a su conveniencia.


-"El Código da Vinci", junto con otros trabajos históricos y literarios recientes sobre la vida del hombre que se hizo Dios, es un claro indicador de que el mundo necesita de la Iglesia dos cosas: conocer al verdadero Jesucristo, hasta hoy negado y oculto por la Ley Sagrada, y la adecuación de ese pensamiento o doctrina a las exigencias actuales.

        -Lo que se me ocurre preguntar, sin embargo, es si esas afirmaciones están solamente en El Código da Vinci y si también la versión que nos transmite la Iglesia es una verdad absoluta e incuestionable.

-Existen varios libros, en los cuales se inspiró Dan Brown.

       -¡Recomiendame uno!

-Bueno, te recomiendo uno que me pareció maravilloso: "María Magdalena, la diosa prohibida del Cristianismo" cuya autora es una teologa inglésa de nombre Lynn Picknett.
-La prohibición de un best-seller que ha conmovido conciencias, que ha producido grandes crisis, incluso entre los más fervientes católicos, y convertido a Jesucristo en objeto de investigación, muestra a una Iglesia incapaz de ofrecer argumentos para contrarrestar lo que el cardenal ha calificado como una versión vergonzosa.
-La prohibición inquisitorial a todo lo que no le gusta, a lo que no comparte o conviene, es la única reacción y respuesta que tiene la Iglesia Católica tradicional a un mundo cambiante que ya no admite, como receta única, a los diversos y profundos cuestionamientos actuales.

          -Pero bueno, Emilio, si las novelas son ciertas o falsas importa a lectores, como tú, consciente o inconscientemente, hacen depender lo segundo de lo primero.

-Los inquisidores españoles, por ejemplo, prohibieron que se publicaran o importaran novelas en las colonias hispanoamericanas con el argumento de que esos libros disparatados y absurdos -es decir, mentirosos- podían ser perjudiciales para la salud espiritual de los indios.
-Por esa razón, los hispanoamericanos sólo leyeron ficciones de contrabando durante trescientos años y la primera novela que, con tal nombre, se publicó en América española apareció sólo después de la independencia.
-Al prohibir no unas obras determinadas sino un género literario en abstracto, el Santo Oficio estableció algo que a sus ojos era una ley sin excepciones: que las novelas siempre mienten, que todas ellas ofrecen una visión falaz de la vida.
-Se pensaría que se podría ridiculizar una generalización semejante, sin embargo, creo que los inquisidores españoles fueron acaso los primeros en entender -antes que los críticos y que los propios novelistas- la naturaleza de la ficción y sus propensiones sediciosas.
-Las novelas mienten -no pueden hacer otra cosa- pero ésa es sólo una parte de la historia. La otra es que, mintiendo, expresan una curiosa verdad, que sólo puede expresar, de manera disfrazada, lo que no es. En realidad, se trata de algo muy sencillo: los seres humanos no están contentos con su suerte y casi todos quisieran una vida distinta de la que tienen. Por ello, se escriben y se leen para que los seres humanos tengan las vidas que no se resignan a no vivir. En el embrión de toda novela bulle una inconformidad, late un deseo.
-De una manera menos cruda y explícita, y también menos consciente, todas las novelas rehacen la realidad ya sea embelleciéndola o empeorándola. En esos sutiles agregados a la vida -en los que el novelista materializa sus secretas obsesiones- reside la originalidad de una ficción.
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