viernes, 10 de febrero de 2012

Biografía y cita de Heródoto

( -484 a - 425)
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1. BIOGRAFÍA
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Se le considera el padre de la historiografía (la primera vez que se le cita de esta forma es por Cicerón en su De legibus) por su famosa obra (historíe), literalmente «investigaciones, exploraciones» «saber, conocer»), escrita hacia el año 444 a. C. en Panhellen (colonia turia que ayudó a fundar).
Historiae o Los nueve libros de historia es considerada una fuente importantísima por los historiadores por ser la primera descripción del mundo antiguo a gran escala y ser a su vez la primera en prosa griega.
El primer párrafo anuncia:
El conjunto está dividido en nueve libros, al parecer por obra de un editor alejandrino del siglo III o el II a. C., y están dedicados a las nueve musas (Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato, Polimnia, Urania y Calíope).
En ellos se narran con precisión las Guerras Médicas entre Grecia y Persia a principios del s. V a. C., haciendo especial énfasis en aspectos curiosos de los pueblos y los personajes tanto de los griegos como de los bárbaros, al tiempo que describe la historia, etnografía y geografía de su tiempo.
Para sus obras históricas recurrió a fuentes orales y escritas. Cuando menciona las primeras, las más de las veces alude a sus informadores indeterminadamente ("según los persas...", "a decir de los griegos..."; "unos dicen... otros, en cambio, sostienen..."). Del carácter parcial y poco fiable de sus fuentes era consciente el propio autor, que escribió:
«Si yo me veo en el deber de referir lo que se cuenta, no me veo obligado a creérmelo todo a rajatabla; y que esta afirmación se aplique a la totalidad de mi obra» (VII, 151, 3).
Entre las segundas pueden hacerse tres grandes grupos: los datos obtenidos de los poetas, que conocía bien; las inscripciones, listas oficiales y administrativas de los distintos estados y oráculos y, finalmente, las informaciones que provenían de los logógrafos y la literatura de su época.
Entre los poetas cita a Homero, Museo, Bacis, Olén, Aristeas, Arquíloco, Esopo, Solón, Alceo, Safo, Laso, Simónides de Ceos, Frínico, Esquilo, Píndaro y Anacreonte.
Pese a esta inspiración poética de Heródoto, que le venia acaso de su tío Paniasis y le hizo asumir la idea de un hombre impotente ante la divinidad que castiga sus faltas y su orgullo o hibris, se muestra algunas veces crítico con los datos transmitidos a través de estas fuentes.
En cuanto al segundo tipo de fuentes, realiza algunas interpretaciones ingenuas de textos escritos en lenguas que no conoce, como por ejemplo en el caso de los jeroglíficos. Lo mismo ocurre con las listas en otras lenguas, en que se encuentra a merced del testimonio no siempre fiable de los intérpretes o los personajes consultados al respecto.
Por otra parte, los oráculos, con frecuencia comentados post eventum, ofrecen problemas de datación importantes.
El tercer tipo de fuentes está representado por el milesio Hecateo, por otros logógrafos y, en general, por la literatura de su época, sobre todo los filósofos presocráticos, algunas de cuyas ideas son citadas en sus obras directa o indirectamente.
Como Hecateo, se muestra crítico, racionalizador o escéptico con las tradiciones míticas.
En general, se inclina por obras de la literatura jonia.
Su metodología histórica se vale ampliamente del cálculo de lo verosímil apelando al sentido común, fundamentalmente en el análisis de tradiciones legendarias o controvertidas.
Además utiliza la interpretatio graeca, helenizando costumbres y culturas extrañas de pueblos que no conoce desde dentro, y narra al razonar usando falacias del tipo post hoc ergo propter hoc, concluyendo de evidencias inadecuadas o insuficientes relaciones causales: por ejemplo, de la escasez de leones comparados con otros animales infiere que las leonas paren un solo cachorro y una sola vez en su vida.
Es patente, además, su enorme ignorancia en cuanto a las más elementales nociones de táctica y estrategia militar.
Este poco rigor analítico indica que estamos, sin duda, en los albores del género histórico, pese a lo cual nadie ha dudado en llamar con todo merecimiento a Heródoto "Padre de la Historia".
Su sucesor, Tucídides, incluiría el proceso de la causalidad y el examen riguroso de las fuentes frente al mero acopio indiscriminado de todo tipo de tradiciones. Tucídides sustituyó el tratamiento anecdótico y cuasinovelesco del pasado por el análisis metódico del presente verificable.
Mientras Heródoto afirma que su obra es el fruto y resultado de sus investigaciones, Tucídides nunca llama así a su obra; el primero era heredero de la logografía jonia (también escribe en jonio), mientras que el segundo era heredero de los sofistas, de la escuela sofística ateniense (y por ello también escribe en ático).
Desde el punto de vista geográfico, Heródoto dejó constancia de una ecúmene que se extendía desde Sudán a la Europa central y desde la India, en su límite oriental, hasta Iberia en el occidental.
Durante el siglo VI a. C. el control que los cartagineses tenían de sus rutas comerciales por el Mar Mediterráneo occidental y el estrecho de Gibraltar le impidió conocer fielmente esta parte del mundo y las costas atlánticas de Europa de primera mano, por lo que muchas de sus observaciones proceden de otras fuentes.
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2. CITA
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• Ningún hombre es tan tonto como para desear la guerra y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba.
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