lunes, 29 de julio de 2013

Cada Quien su Madonna



        Malu Huacuja del Toro

        Acaso los representantes de la Asociación de Padres de Familia que luchan por la cancelación de los conciertos de Madonna en México habrían podido evitarse penosas comparecencias si hubieran arrojado más datos al momento de especificar qué clase de familias son las que gobiernan los padres asociados.


        Ello, porque dada la relevancia que tiene en las vidas de los mexicanos la familia a la cual pertenecen, no sólo no es ocioso precisar, sino que, en muchos casos, resulta indispensable.
        En las airadas protestas, los perplejos voceros de la dicha asociación no hicieron más que defender a las familias "mexicanas" y "cristianas".
        Pero, como se sabe, tales calificativos albergan una vasta gama de posibilidades. Como también se sabe, pensar, por ejemplo, en una familia típicamente "mexicana" equivale a hablar de una familia de padre alcohólico, madre coalcohólica e hijos mitómanos y/o prealcohólicos, maltratados física o emocionalmente, o de padre o madre conversos a la religión de Alcohólicos Anónimos que por ende detestan a los herejes borrachos y cuyo odio los convierte en amenazas, aún mayores para los niños a los que intentan educar.
        Todo lo cual es mucho peor que un espectáculo de Madonna, que al fin y al cabo dura una sola noche y no la vida entera.
        Del mismo modo, hablar de una familia "cristiana" no en cualquier caso implica elogios.
        Tal como se proponen ignorar los miembros de las familias más respetuosas de la Cólera Divina y de los preceptos bíblicos, las relaciones incestuosas imperan en los núcleos donde se sufre una mayor privación sexual. Y, aunque los integrantes agredidos sexualmente durante su infancia tienden a morirse sin jamás revelar ni a sí mismos el secreto, el incesto es más común de lo que quisiéramos creer.
(Por cierto que, en la escuelita de monjas donde estudié tuve una amiga que no sólo fue acosada sexualmente por su padre -un español católico apostólico romano y franquista-, sino violada por "el padre",  que es como nos obligaban a decirle al cura que nos daba la comunión). De tal manera que una familia "cristiana" no es necesariamente un modelo de amor a seguir, aunque sí puede ser un ejemplo de traiciones (a los ideales que los creyentes obviamente no a cualquier hora del día pueden seguir, a la palabra y, por supuesto, a la confianza en los adultos, por no hablar del ultraje físico).
        Y todo esto, de nuevo, es inconmensurablemente más dañino que una coreografía de la rubia oxigenada, por ello, si la Asociación de Padres de Familia precisara con detalles las asombrosas cualidades que deben tener los progenitores a los que representan (porque no son ni típicamente mexicanos ni rigurosamente respetuosos de la represión sexual a la que sus creencias obligan), también habría hablado con una incuestionable autoridad moral. En tales circunstancias, el riesgo equivalía a revelar que no hablaban en representación de una mayoría aplastante, sino, por el contrario, de una digna minoría constituida pro familias perfectas, donde reina la congruencia. No lo hicieron así y el resultado les fue desfavorable. Lo sorprendente es que, para estas familias perfectas, Madonna siga siendo la representación misma del demonio y no una cantante insaciable de publicidad, y una niña mimada que también es.
        Pero cada quién su Madonna. Mientras continúen otorgándole poderes descomunales al considerarla como una enviada de Satán o como una amenaza a las buenas costumbres o como el ejemplo a seguir de la mujer moderna o como la artista más exitosa que "por algo será", las mentes seguirán encumbrándola y eso es lo importante.
        Yo también tengo mi Madonna. Personalmente no la imagino muy interesada en la sexualidad ni en las perversiones sexuales ni en el arte erótico. La veo haciendo cuentas tras un escritorio, contestando llamadas telefónicas, cerrando negocios, sumando, multiplicando y hablando con asesores financiero para encontrar la mejor forma de pago menos impuestos.
La veo comparando sus ingresos con los de Michael Jackson y diseñando espectáculos más llamativos para superarlos.
No sé por qué nunca la imagino haciendole un regalo a nadie; mucho menos el de su sexualidad.
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        Es difícil creer en una religión que premia la castidad y la virginidad.
Madonna Louise Veronica Ciccone, actriz estadounidense
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