Para
indignación de los puristas la expresión "okey" se ha vuelto de uso
común en medio mundo y en cualquier idioma, especialmente en América Latina.
Lo
que poca gente sabe es que el involuntario culpable de la acuñación de la palabreja
fue el político estadunidense Martín Van Boren -presidente de su país entre
1837 y 1841-, un abogado originario de Kinderhook, poblado cercano a Nueva York.
En
la época en que Van Buren realizaba su campaña electoral, sus partidarios lo
apodaban afectuosamente "Old Kinderhook" (en doble alusión a los 65
años de edad del hombre y al pueblo natal) y un club político neoyorquino fue
bautizado OK por los iniciales del apodo del candidato.
Miembros
del Partido Republicano -que se burlaban de la presunta incultura de los
demócratas en general y de Van Buren en particular- propagaron el rumor de que
OK, en realidad, significaba "All correct" (todo correcto), que sus
adversarios políticos, iletrados como eran, escribían Oll korrect (es decir,
OK)
La
mofa republicana -que en el caso de Van Buren era infundada, amen de que era
abogado, había sido sucesivamente senador, gobernador estatal y vicepresidente
de la república durante la gestión presidencial de Andrew Jackson (1829-1837)-
acabó siendo excelente publicidad para la figura del abogado, que ganó la
primera magistratura tuvo un
periodo sin crisis ni sobresaltos.
A
partir de entonces la expresión OK empezó a usarse para decir que las cosas
marchan bien, sin problemas.
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