jueves, 11 de julio de 2013

Mantras




        Escoge un cuarto apartado, al que no lleguen, en lo posible, los ruidos del exterior. En él no deben haber otros muebles que una mesa y un sillón. Encima de la mesa habrá una lámpara.


        La hora más propicia para la concentración es por la noche. Penetra en la estancia, asegurándote de que no serás interrupido. En estas condiciones puedes empezar tus ejercicios para llegar a la concentración de la mente.
        Enciende la lámpara y siéntate cómodamente. Haz una aspiración lenta y espira el aire largamente. Luego cierra los ojos por un momento y procura borrar de la mente toda idea extraña a tu objeto.
        Declara en términos muy categóricos, imperativamente, como por ejempo:


        ¡Quiero bajar de peso! ¡Debo bajar de peso! ¡No debo tener tanto peso! ¡Bajaré de peso!, etc., etc.
        Como se ve, se ha de principiar exponiendo los deseos que anima al operador, y lo que debe hacerse en forma decisiva, resuelta y perentoria, y se concluye expresando la convicción de haber conseguido lo que se pide.
        Esta es la misma forma empleada por los hipnotizadores cuando quieren sugerir una idea al sujeto en el sueño hipnótico. El mentalista puede repetir, si quiere, hasta cien veces una misma frase.
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        Como ejemplo de la bondad de las mantras platicaré el siguiente caso:
        Un hombre de 84 años, al cruzar la calle fue atropellado y muerto por un camión.
        La autopsia reveló numerosas cicatrices tuberculosas en los pulmones del muerto, así como abundantes úlceras.
Tanto el corazón como los riñones estaban sumamente deteriorados.
        El médico forense telefoneó a la viuda para preguntarle:
        -¿Cuántos años ha dicho usted que tenía su marido?
        -84 -contestó la viuda.
        -Con todos los males que le aquejaban  -repuso el médico- ha vivido treinta años más de los que le correspondían. ¿Cómo se explica usted tanta vitalidad y energía con tan deplorable historia clínica?
       -Pues no sé -repuso la viuda-. Lo único que se me ocurre es que mi marido no se acostaba nunca sin decir: "Mañana estaré mejor."
        Esta anécdota es clarísimo ejempo de cómo el poder mental creador y dinámico que engendra la salud puede aliviar considerablemente incluso las perturbaciones fisiológicas, simplemente por la manera de enfocarlas.
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