Aunque los europeos
quieran ocultarlo, el fascismo es intrinseco a su cultura, y permanece latente,
por no decir vivo.
Desde
la Primera Guerra Mundial, Europa ha ido de crisis en crisis buscando salidas
totalitarias a sus graves problemas.
El racismo y el
nacionalismo extremo nunca han desaparecido y resurgen siempre que hay
crisis.
Ahora, que los
europeos sueñan con una unidad política que no han logrado, se encuentran
doblemente amenazada: por los emigrantes del Este y del Sur y por sus tensiones
nacionalistas. Y, de nuevo, aparecen las viejas tentaciones.
A continuación se da
una entrevista que se le hizo a Zeev Stoszell.
-¿Quién
es Zeev Stoszell?
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-Es un
polaco superviviente de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), catedrático de
Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jersusalén, Stoszell, de 57
años, es el polémico autor del libro Los
Secretos del Fascismo.
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-¿Por qué los europeos parecen más
sorprendidos que preocupados por la xenofobia y el racismo?
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-El nacionalismo extremista, la
xenofobia y el temor a perder la identidad, que se están manifestando de un
modo violento en Alemania, son fenómenos que existen en varios países europeos,
como Francia, Italia y España. Pero no se trata de fenómenos nuevos ni
sorprendentes.
El
nacionalismo radical siempre ha estado identificado con el nazismo y con el
fascismo.
Ambos
movimientos ideologicos son inseparables de la cultura europea y, por tanto, no
deben ser considerados accidentes repentinos, aberraciones o simples fenómenos
coyunturales, como creía el filósofo Benedetto Croce.
-¿Qué tiene que ver la Europa de hoy
con la Revolución Francesa, la de la igualdad, libertad y fraternidad?
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-Al pensar en Europa siempre nos es más
fácil pensar en el contienente de Goethe, Kant, Beethoven y Picasso. Todo lo
que no sea eso nos parece una desviación o una enfermedad circunstancial. Pero
lo que está ocurriendo ahora tiene su propia lógica: son fenómenos que existen
desde el siglo XIX y sólo hacen
explosión en momentos de crisis. Este es el otro rostro de Europa, la
cara que los europeos ocultan.
-En las
épocas de prosperidad y calma pululan bajo la superficie, y si se manifiestan,
es de forma menos dramática.
-¿Por qué le resulta tan difícil a Europa conseguir la unidad
política, a pesar de sentirse amenazada por los conflictos del Este o por la
inmigración?
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-La unidad política es más difícil que
la económica. La gente tiene miedo a perder su identidad nacional. Las dudas
que despierta ratificar el Tratado Mastrique reflejan una resistencia al
cambio, a saltar del Estado nacional, que data de unos 200 años, a una época de
possoberanía.
-El Estado
nacional no es un fenómeno de la naturaleza, sino histórico, y algún día
desaparecerá.
-Los padres
de la Comunidad Económica Europea (CEE) quisieron llegar paulatinamente a un
Estado nacional europeo que cristalizara conforme a pautas similares a las que,
durante siglos, engendraron los tres grandes estados nacionales de Europa
occidental: Gran Bretaña, España y Francia. Pero, a pesar de ser burgueses
liberales, sabían que tenían que valerse de la metodología marxista: crear
intereses comunes, una base económica entre los distintos pueblos de la comunidad
y demostrarles que era vital hacerlo.
-¿Corre peligro Europa?
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-Creo que Europa occidental comprenderá
que, a raíz de lo que está ocurriendo en el Este, corre peligro y que debe
llegar a la unidad política. Las preguntas para las que no tengo respuesta es
si los europeos, con el mayor mercado del mundo, querrán convertirse en una
fortaleza blanca y cristiana, o si estarán dispuestos a ser un continente
pluralista, multinacional y multirreligioso, y a compartir su riqueza con los
pueblos pobres del Este. Yo creo que no aceptarán compartir su riqueza.
-¿El etnocentrismo europeo es el caldo
de cultivo del fascismo?
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-No necesariamente. Hubo movimientos
fascistas, incluido el italiano, que no odiaban a los extranjeros. En este
sentido, el fascismo no es equivalente al nazismo, doctrina en la cual tiene
gran importancia el determinismo biológico.
-No hay
nazismo sin racismo. Yo no incluyo al de Francisco Franco (dictador español
durante 40 años) entre los regímenes fascistas. En mi opinión el de Franco fue
más bien un régimen ultraconservador, clerical, más cercano a una dictadura
militar que al fascismo.
-Tras la
caída del comunismo, y al no quedar casi nada del socialismo, el peligro hoy es
que, en ese vacío, vuelve a prosperar el fascismo, esta vez al amparo de un
posmodernismo de corte neoconservador que recibe a bombo y platillo la teoría
del "fin de la historia" de Francis Fukuyama (teoría que asegura que,
caído el comunismo, frente al capitalismo y el pensamiento liberal sólo quedan
como posibles enemigos los fundamentalismos religiosos y los nacionalimos).
-Los posmodernistas no tienen en usted
a un amigo.
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-El posmodernismo (no incluyo aquí a
hombres como Karl Popper, el de "la sociedad abierta y sus enemigos")
ha destruido la jerarquía de los valores. Renuncia a la utopía, a la búsqueda
de un mundo mejor, a los "sueños de sensatez" que tan bien definió
Octavio Paz al referirse a las utopías de la Revolución Francesa y del siglo
XVIII. Estos son los sueños que nos quitaron los admiradores de Fukuyama,
expresión del conformismo, de los que bajan la guardia porque hemos llegado al
máximo al que podíamos llegar, y no tiene sentido la lucha por el cambio social
porque, según dicen, no hay nada más allá del orden democrático liberal y la
sociedad capitalista. Sin la escala de valores, "todo da lo mismo".
La única alternativa hoy al capitalismo pareciera ser el fascismo, que en la
zozobra del "todo da lo mismo" afirma que "sí a hay una
jerarquía de valores, empezando por que la nación está por encima del
individuo, los hombres no son ni pueden ser iguales y no pueden crear un orden
distinto".
-De modo que Europa es dueña de dos
culturas.
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-De dos culturas políticas: la liberal y
democrática, que arraigó los valores consagrados por la Revolución Francesa y
el modernismo, y otra que ha sido una reacción. Desde el último tercio del
siglo XIX comenzó a desarrollarse una cultura política de recambio por la cual
el hombre no es un fin en sí mismo, sino un simple instrumento del Estado y la
sociedad. En otras palabras, concibe al individuo no como titular de derechos,
sino de deudas (hacia el Estado y la sociedad nacional). El nacionalismo
orgánico, que fue la rebelión contra la democracia liberal, percibe la nación
como una familia a la que no todos pueden pertenecer.
-Para los que piensan así, por ejemplo
en Alemania, esto quiere decir que los turcos que residen en ese país serán
eternamente extranjeros...
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-Según esa cultura política, el
individuo es hijo de la nación y no puede desprenderes de ella. Para sus
seguidores, la nación es un organismo vivo que respira. Esta teoría no
desapareción tras la Segunda Guerra Mundial. En esa guerra cayó el III Reich
alemán de Adolf Hitler. El mensaje de los manifestantes de la Alemania unificada
hacia los extranjeros es: "Nosotros constituimos una familia a la cual no
pertenecéis, y si no queréis iros, os expulasremos por la fuerza". Y no
hay que equivocarse. Este no es sólo el deseo de los neonazis. La gran mayoría
de los alemanes quiere cerrar su país a los extranjeros.
-Otros países, incluida España,
intentan frenar la inmigración.
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-En España, el rechazo hacia los
extranjeros todavía no es tan grave porque la modernización llegó más tarde.
-En Alemania
y Francia comenzó tras la Segunda Guerra y por eso hay más extranjeros.
-Si hoy
llegase a Francia medio millón de gitanos ocurriría lo que en Alemania. En
Italia ahora hay manifestaciones antijudíos como no las hubo en los años 20 y
30.
-¿Qué
nos espera?
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-Los seres humanos no puden vivir sin un
marco de valores. El posmodernismo lo quebró y creó un nuevo nihilismo. En el
mundo no secularizado, este fenómeno ha inflamado el integrismo religioso
porque el mundo laico pierde sus valores. La gente necesita aferrarse a algo.
La revolución del posmodernismo, que fué un fenómeno cultural contra el modernismo que comenzó a fines del
siglo XIX. El fascismo fue su consecuencia política más extrema.
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