sábado, 13 de julio de 2013

Xenofobia Latente



            Aunque los europeos quieran ocultarlo, el fascismo es intrinseco a su cultura, y permanece latente, por no decir vivo.
       Desde la Primera Guerra Mundial, Europa ha ido de crisis en crisis buscando salidas totalitarias a sus graves problemas.                           
            El racismo y el nacionalismo extremo nunca han desaparecido y resurgen siempre que hay crisis.          
            Ahora, que los europeos sueñan con una unidad política que no han logrado, se encuentran doblemente amenazada: por los emigrantes del Este y del Sur y por sus tensiones nacionalistas. Y, de nuevo, aparecen las viejas tentaciones.                                       
            A continuación se da una entrevista que se le hizo a Zeev Stoszell.                                       
                                 
            -¿Quién es Zeev Stoszell?

           -Es un polaco superviviente de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jersusalén, Stoszell, de 57
años, es el polémico autor del libro Los Secretos del Fascismo.                                              
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          -¿Por qué los europeos parecen más sorprendidos que preocupados por la xenofobia y el racismo?

        -El nacionalismo extremista, la xenofobia y el temor a perder la identidad, que se están manifestando de un modo violento en Alemania, son fenómenos que existen en varios países europeos, como Francia, Italia y España. Pero no se trata de fenómenos nuevos ni sorprendentes.
El nacionalismo radical siempre ha estado identificado con el nazismo y con el fascismo.
Ambos movimientos ideologicos son inseparables de la cultura europea y, por tanto, no deben ser considerados accidentes repentinos, aberraciones o simples fenómenos coyunturales, como creía el filósofo Benedetto Croce.

          -¿Qué tiene que ver la Europa de hoy con la Revolución Francesa, la de la igualdad, libertad y fraternidad?

        -Al pensar en Europa siempre nos es más fácil pensar en el contienente de Goethe, Kant, Beethoven y Picasso. Todo lo que no sea eso nos parece una desviación o una enfermedad circunstancial. Pero lo que está ocurriendo ahora tiene su propia lógica: son fenómenos que existen desde el siglo XIX y sólo hacen  explosión en momentos de crisis. Este es el otro rostro de Europa, la cara que los europeos ocultan.
-En las épocas de prosperidad y calma pululan bajo la superficie, y si se manifiestan, es de forma menos dramática.

             -¿Por qué le resulta tan difícil a Europa conseguir la unidad política, a pesar de sentirse amenazada por los conflictos del Este o por la inmigración?
        
        -La unidad política es más difícil que la económica. La gente tiene miedo a perder su identidad nacional. Las dudas que despierta ratificar el Tratado Mastrique reflejan una resistencia al cambio, a saltar del Estado nacional, que data de unos 200 años, a una época de possoberanía.
-El Estado nacional no es un fenómeno de la naturaleza, sino histórico, y algún día desaparecerá.
-Los padres de la Comunidad Económica Europea (CEE) quisieron llegar paulatinamente a un Estado nacional europeo que cristalizara conforme a pautas similares a las que, durante siglos, engendraron los tres grandes estados nacionales de Europa occidental: Gran Bretaña, España y Francia. Pero, a pesar de ser burgueses liberales, sabían que tenían que valerse de la metodología marxista: crear intereses comunes, una base económica entre los distintos pueblos de la comunidad y demostrarles que era vital hacerlo.

          -¿Corre peligro Europa?

        -Creo que Europa occidental comprenderá que, a raíz de lo que está ocurriendo en el Este, corre peligro y que debe llegar a la unidad política. Las preguntas para las que no tengo respuesta es si los europeos, con el mayor mercado del mundo, querrán convertirse en una fortaleza blanca y cristiana, o si estarán dispuestos a ser un continente pluralista, multinacional y multirreligioso, y a compartir su riqueza con los pueblos pobres del Este. Yo creo que no aceptarán compartir su riqueza.

          -¿El etnocentrismo europeo es el caldo de cultivo del fascismo?

        -No necesariamente. Hubo movimientos fascistas, incluido el italiano, que no odiaban a los extranjeros. En este sentido, el fascismo no es equivalente al nazismo, doctrina en la cual tiene gran importancia el determinismo biológico.
-No hay nazismo sin racismo. Yo no incluyo al de Francisco Franco (dictador español durante 40 años) entre los regímenes fascistas. En mi opinión el de Franco fue más bien un régimen ultraconservador, clerical, más cercano a una dictadura militar que al fascismo.
-Tras la caída del comunismo, y al no quedar casi nada del socialismo, el peligro hoy es que, en ese vacío, vuelve a prosperar el fascismo, esta vez al amparo de un posmodernismo de corte neoconservador que recibe a bombo y platillo la teoría del "fin de la historia" de Francis Fukuyama (teoría que asegura que, caído el comunismo, frente al capitalismo y el pensamiento liberal sólo quedan como posibles enemigos los fundamentalismos religiosos y los nacionalimos).

          -Los posmodernistas no tienen en usted a un amigo.

        -El posmodernismo (no incluyo aquí a hombres como Karl Popper, el de "la sociedad abierta y sus enemigos") ha destruido la jerarquía de los valores. Renuncia a la utopía, a la búsqueda de un mundo mejor, a los "sueños de sensatez" que tan bien definió Octavio Paz al referirse a las utopías de la Revolución Francesa y del siglo XVIII. Estos son los sueños que nos quitaron los admiradores de Fukuyama, expresión del conformismo, de los que bajan la guardia porque hemos llegado al máximo al que podíamos llegar, y no tiene sentido la lucha por el cambio social porque, según dicen, no hay nada más allá del orden democrático liberal y la sociedad capitalista. Sin la escala de valores, "todo da lo mismo". La única alternativa hoy al capitalismo pareciera ser el fascismo, que en la zozobra del "todo da lo mismo" afirma que "sí a hay una jerarquía de valores, empezando por que la nación está por encima del individuo, los hombres no son ni pueden ser iguales y no pueden crear un orden distinto".

          -De modo que Europa es dueña de dos culturas.

        -De dos culturas políticas: la liberal y democrática, que arraigó los valores consagrados por la Revolución Francesa y el modernismo, y otra que ha sido una reacción. Desde el último tercio del siglo XIX comenzó a desarrollarse una cultura política de recambio por la cual el hombre no es un fin en sí mismo, sino un simple instrumento del Estado y la sociedad. En otras palabras, concibe al individuo no como titular de derechos, sino de deudas (hacia el Estado y la sociedad nacional). El nacionalismo orgánico, que fue la rebelión contra la democracia liberal, percibe la nación como una familia a la que no todos pueden pertenecer.

          -Para los que piensan así, por ejemplo en Alemania, esto quiere decir que los turcos que residen en ese país serán eternamente extranjeros...

        -Según esa cultura política, el individuo es hijo de la nación y no puede desprenderes de ella. Para sus seguidores, la nación es un organismo vivo que respira. Esta teoría no desapareción tras la Segunda Guerra Mundial. En esa guerra cayó el III Reich alemán de Adolf Hitler. El mensaje de los manifestantes de la Alemania unificada hacia los extranjeros es: "Nosotros constituimos una familia a la cual no pertenecéis, y si no queréis iros, os expulasremos por la fuerza". Y no hay que equivocarse. Este no es sólo el deseo de los neonazis. La gran mayoría de los alemanes quiere cerrar su país a los extranjeros.


          -Otros países, incluida España, intentan frenar la inmigración.

        -En España, el rechazo hacia los extranjeros todavía no es tan grave porque la modernización llegó más tarde.
-En Alemania y Francia comenzó tras la Segunda Guerra y por eso hay más extranjeros.
-Si hoy llegase a Francia medio millón de gitanos ocurriría lo que en Alemania. En Italia ahora hay manifestaciones antijudíos como no las hubo en los años 20 y 30.

         -¿Qué nos espera?

        -Los seres humanos no puden vivir sin un marco de valores. El posmodernismo lo quebró y creó un nuevo nihilismo. En el mundo no secularizado, este fenómeno ha inflamado el integrismo religioso porque el mundo laico pierde sus valores. La gente necesita aferrarse a algo. La revolución del posmodernismo, que fué un fenómeno cultural contra  el modernismo que comenzó a fines del siglo XIX. El fascismo fue su consecuencia política más extrema.
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