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AJEDREZ
-¡Emilio!, para mi el ajedrez es un juego, un pasatiempo, una diversión, pero veo que para otras personas es nocivo porque lo toman con mucha injundia. Me gustaría saber que opinas tú, ya que se que a tí te facina el ajedrez.
-Me parece que tiene mucha razón, doña Felicia. El ajedrez es algo más que un simple juego, es un forjador del cáracter como en ningún otro juego intervienen la constancia, el don de cambiar, la vivacidad intelectual, la tenacidad y el pensamiento táctico.
-También enseña a tomar en cuenta las jugadas del adversario y por ello a calcular los planes propios. en fin, coadyuva a forjar el carácter metódico para alcanzar, con obstinación y máxima eficacia, una meta, no sólo en el juego sino en la vida misma, probablemente por eso es muy estimado por los rusos. Se ha formentado tanto el juego regio que los ahora 15 países cuentan con seis millones de jugadores.
Ha llegado a ser un deporte tan popular que las repúblicas que formaban la Unión Soviética actualmente pueden presentar, cada una de ellas, un equipo de jugadores formidable.
-Bueno, ¿para qué sirve el ajedrez? ¿Qué tanto le ven a ese jueguito? No se cómo se pasan las horas jugándolo... o, a ver Emilio... ¿cómo me explicas el interés que tanto tú como Javis tienen en el juego?
-¡Mire doña Felicia!, el ajedrez es un juego por medio del cual el ser humano aprende a pensar, a razonar con la más pura de las lógicas, aprende a ser paciente, previsor, calmado, tiene que saber administrar sus recursos, equipar sus fuerzas, valorar a sus enemigos, utilizando en la practica la inducción, la analogía, la relación causal, la comparación, la clasificación, en fin, necesita la comprensión y la asimilación de conceptos. El que juega ajedrez aprende a perder y la necesidad de superarse para poder triunfar y todo esto jugando.
-¡Debe ser! Porque sé que hasta campeonatos mundiales de ajedrez hacen ¿no es cierto Emilio?
-Cierto doña Felicia, el mundo está dividido en zonas ajedrecíticas. Los máximos ajedrecistas contienden por zonas para seleccinar de entre ellos al que habrá de ser el retador del campeón mundial en turno.
-Me imagino que todos esos campeones mundiales deben ser genios inaccesibles, encerrados en su mundo, aislados en su intelecutalidad. ¿No es así, Emilio?
-Por lo general, son personas normales que han llegado a ser grandes maestros internacionales gracias a la dedicación y al trabajo arduo, son también el resultado de las condiciones propicias que sus sociedades han creado. No es coincidencia el hecho de que los países más adelantados culturalmente hayan producido a los grandes ajedrecistas de la historia.
-Tío -me llama Javis- ¡Vente a jugar, ya acomodé las piezas!...-con su permiso, doña Felicia, el deber me llama.
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