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EL IMPERFECTO ATEO
RIUS
Leyendo las memorias de Vargas Llosa (El pez en el agua), me enteré que el buen escritor se había vuelto ateo gracias a que un salesiano o lasallista (no recuerdo) había tratado de meterle mano en la bragueta. A mí no me pasó lo mismo (al menos esa infeliz circunstancia), pero sí me volví ateo gracias a la lectura de la presunta Sagrada Biblia. En el seminario de los salesianos teníamos prácticamente prohibida la lectura de la famosa Biblia, y en su lugar estudiábamos una versión light y holywoodesca llamada Historia Sagrada, donde sólo aparecían las principales anécdotas y narraciones (Adán y Eva, Caín y Abel, el Arca de Noé, los viajes en ballena de Jonás, las aventuras de Moisés y similares historietas).
Pero cuando tuve oportunidad de leer completo el libro (ya expulsado del paraíso salesiano),me quedé horrorizado de que una calaña de libro como ése fuera la base de tres grandes religiones (judía, cristiana e islámica) y que millones de personas la aceptaran a ciegas y se la supieran de memoria (como los de la otra religión que no mencioné, los Testigos de Jehová y similares). No entiendo todavía cómo es que leyendo la Biblia no ven los horrorosos mandatos de Jehová para perpetrar asesinatos a sangre fría de los “enemigos” de la raza judía, vedaderas masacres de niños, mujeres y ancianos culpables de no haber sido designados como su “pueblo favorito”. Ni se enteran con su lectura de las burradas anticientificas como “parar al sol” para que no avance, o dividir las aguas del mar con una varita mágica, o echar abajo murallas de piedra a tromopetazos (ni Louis Armostrong), o meter en un trasatlántico de madera a cientos de animales a los que no les daban nada de de comer o,en el colmo de los colmos, pretender que creamos en muertos resucitados, ciegos curados como por encanto o que el señor Jesús resucitara a los tres días de muerto antes de salir volando hacia otro de esos planetas que están en los cielos. (El mismo vuelo que luego emprendería, con todo y zapatos, su santa madre.) Y así por el estilo: la existencia celestial de angelitos bigotones que nadie ha visto, ángeles a los que habitantes calenturientos de Sodoma y Gomorra querían pasarse por las armas, o una mujer que se vuelve estatua de sal, o señores que con más de cien años de edad siguen embarazando a ancianas de la misma o parecida edad, o el mismo Jesús que camina sobre las aguas, o que vuelve vino al agua, así como Sansón que amarra tranquilamente a un monotón de zorras y les enciende la cola, o ese mismo Sansón que pierde la fuerza por ir a la peluquería de Dalila. ¿Cuántas historietas se pueden hacer leyendo la Biblia?
A ratos leer la Biblia es un disfrute literario por la belleza de los mitos y leyendas que contiene. Simplemente leer el Cantar de los Cantares lo pone a uno inquieto y cachondo, por no decir otras cosas peores.
Y también leyendo el librotegoza uno viendo cómo las hijas de Lob lo emborrachan para acostarse con el pobre anciano y embarazarse de pasadita, o como los otros viejos calietes se masturbaban viendo a la sexy Susana bañarse sin bikini o cómo la mujer de Putifar se ligaba a José sin sus hermanos. Y otra docena de episodios indignos de haber sido dictados o escritos por el mismisimo Dios Todo poderoso y sabiondo que crea el mundo en seis días y él descansa el séptimo sin acordarse de lo Todopoderoso que era.
Es imposible creer que ese mentado libro sea un libro ”sagrado” y el único, además, con que “se demuestra” la existencia de Dios. Desde sus primeras páginas (el Génesis) se da uno cuenta (si quiere) de la enormísima falsedad de la Holy Bible, y hasta surge la pregunta ¿cómo es posible que en las primeras universidades europeas fuera el único libro de texto que se estudiaba? No se extrañe pues el fiel lector que, antes de terminar de leer la Biblia, me hubiera ya declarado ateo convencido y dejara de frecuentar las iglesias y de practicar todas las faramallas rituales de la dizque Santa Madre Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Así fue mi conversión al ateísmo. Amén.
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