miércoles, 23 de julio de 2014

Perro Bulldog


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     PERRO BULLDOG



      El perro es la conquista más notable, la más completa y la más útil que el ser humano pudo hacer.
      Un perro pertenece enteramente a su amo, lo conoce, lo defiende y le es fiel hasta la muerte.
      Hay que notar que no es el temor, ni la necesidad lo que lo hace ser como es, sino el amor y el cariño.
      El perro ha seguido al ser humano por toda la superficie de la tierra.
      Se puede decir que casi todos los países tienen su perro nacional.
      Así por ejemplo, México tiene el perro Xoloiscuintli, China tiene el perro Chow-chow, Estados Unidos tiene el perro Boston-Terrier, Afganistán tiene el perro Afgano, etc.
      En esta ocasión quiero relatar la historia del perro más inglés de todos: el Bulldog.



      Este perro es correctamente conocido como Bulldog, sin embargo mucha gente lo llama Bulldog Inglés para evitar confundirlo con su pariente el Bulldog Francés.
      Es una de las pocas razas de perros que han sido utilizadas como emblema de una nación y los amantes de perros de Inglaterra insisten que las cualidades del Bulldog representan verdaderamente el espíritu británico, mejor de lo que podría ser John Bull o el león británico.
      Parece mentira que este perro, uno de los más amables y amigables, de carácter calmado y sociable, fue originalmente desarrollado para ser tan malo y ruin como fuera posible.
      Hoy en día, no obstante, toda la maldad ha sido erradicada y todo lo que ha quedado del salvajismo original es el coraje oculto y una cara reflexiva del pasado desagradable de la raza.

      Aunque obscurecido en los velos del pasado, los antiguos antepasados del Bulldog fueron probablemente los enormes perros Molosos, desplegados en bajorrelieves Asirios y en frisos Romanos y Griegos.
      Se cree que los comerciantes Fenicios llevaron unos perros fieros griegos llamados Molosos a Inglaterra en el siglo VI antes de nuestra era y que de estos se desarrolló otro llamado Alaunt.
      Los historiadores romanos hablan de grandes y feroces perros, que encontraron Julio César y sus legionarios en Inglaterra, los cuales eran empleados como perros de guerra.
      Estos fueron probablemente los primeros Alaunts, los cuales parecen ser que fueron los antecesores del Bulldog y de otro perro: el Mastín.
      No hay duda de que el Bulldog obtuvo su nombre del estúpido y mal llamado deporte de atormentar toros. Por muchos años fue usado para pelear con los toros como una diversión de la gente, de ahí su nombre pues la palabra "bull" en inglés significa toro.
      En la "Revista de Stamford" se encuentra la siguiente referencia:
 "William, Conde de Warren señor de esta villa durante el reinado del Rey Juan (1209), estaba parado sobre las murallas de su castillo de Stamford y vio en el prado del castillo dos toros peleando por una vaca, todos los perros de los carniceros dieron caza a uno de los toros, que estaban enloquecidos por el ruido y el tumulto, hasta que así atravesaron el pueblo. Esto divirtió tanto al conde que hizo donación del prado donde había comenzado el combate, para que fuera potrero comunal de los carniceros de la villa, una vez que se hubiese segado la hierba por primera vez, bajo la condición de que obtuviesen un "toro salvaje", cada año seis semanas antes del día de Navidad, para la continuidad de ese deporte a perpetuidad".
      Poco después otras comunidades siguieron el ejemplo de Stamford.
      Este "deporte", se volvió tan popular que aun la Reina Isabel I asistió a este espectáculo.
      Existe una pradera en un lugar llamado Tutbury, en Staffordshire, donde las peleas de perros con toros persistieron por casi 5 siglos.
      En un libro, escrito por Edward, Segundo Duque de York, alrededor de 1410, que lleva por nombre "Maese de Caza", se da una descripción en la cual reseña que el "Alaunt del carnicero de York servía para atormentar toros".
 Lo más probable es que los Alaunts de esa época se parecieron mucho al perro Gran Danés.
      Eran mucho más grandes que el Bulldog actual.
      La descripción en torno al Bulldog de W. Wulcher, escrita en 1500, en la cual el autor se refiere al Bulldog como Bondogge.
      Posteriormente el doctor Johannes Caius en 1570, se refiere al Bulldog con los nombres de Mastine o Bandogge.
      Otro nombre que se le daba al Bulldog en esa época era el de Butchers Dogge.
      Y no fue sino hasta alrededor de 1630 cuando se utilizó el nombre de Bulldog.
      En aquel tiempo, la única cualidad del Bulldog que les interesaba a sus dueños, era su habilidad para pelear con los toros, aunque también se tenían encuentros entre perros.
      Durante el siglo XVIII, hubo también algunos encuentros entre Bulldogs y hombres.
      Los criadores desarrollaron un perro para pelear. Su nariz estaba bien puesta para que pudiera respirar fácilmente mientras mantenía sostenida a su presa. Incansable e insensible al dolor. Entrenado para atacar a cualquier animal que se le pusiera enfrente sin importarle el tamaño.
      El método de pelea con el toro usualmente tomaba esta forma: el toro era amarrado a una estaca con una cuerda larga. El perro se acercaba al toro tratando de ofrecer el menor blanco posible pegándose lo más posible al suelo y se acercaba lo suficiente para atacar alguna parte de la cabeza de la bestia. El toro pateaba y picaba el suelo cuando el perro le agarraba su blanda nariz.
      Frecuentemente un perro grande agarraba la oreja del toro y lo tiraba al suelo. Cuando el animal bramaba o parecía cerca a la extenuación , el "encuentro" se consideraba terminado y tanto el Bulldog como su adversario eran partidos a la mitad.
      Esta extremada crueldad no fue condonada por las autoridades inglesas porque opinaban que era un buen deporte para mantener a los pobres ocupados y felices.
      Era una buena manera de evitar que pensaran en su miserable existencia.
      Finalmente en 1835, después de un tremendo esfuerzo de algunos individuos y de las sociedades humanitarias, este pasatiempo popular se prohibió por la ley a pesar de que fue continuado subrepticiamente durante algún tiempo, y al cesar, acabó el interés por el Bulldog.
      La raza casi se extinguió puesto que fue necesario que pasaran algunos años para que estos perros perdieran el estigma del "deporte" de atormentar toros.
      El perro Bulldog careció de sentido en el mundo.
      Unos pocos fueron usados para cazar al acecho al venado y al jabalí, pero existían otros perros que podían hacer este trabajo mucho mejor que el Bulldog.
      El carácter tan malo del Bulldog lo hacía un pésimo animal doméstico, y la gente los empezó a considera como perros asociados con maleantes y vagabundos y tan malos como sus amos.
      Y era cierto. Por lo general la gente que poseía Bulldogs eran frecuentadores de tabernas y bajos antros y la maldad de sus dueños era reflejada en sus perros.
      Los criadores de Bulldogs viendo que no era ya negocio dejaron de criarlos, y parecía como si el animal se fuese a extinguir.
      Afortunadamente unos pocos amantes de la raza estaban entristecidos de ver que tan buena línea de perros desapareciera y formaron un club de dueños de Bulldogs.
      Esta fue una de las primeras organizaciones devotas de una sola raza y no obstante que el club duró solo unos pocos meses, atrajo la atención de la sociedad británica.
      Los criadores empezaron nuevamente a interesarse y comenzaron por reemplazar su carácter malvado y ruin por amabilidad y gentileza, trabajo nada fácil después de tantos años en dirección contraria.
      El perro comenzó a cambiar también, en apariencia.
      En ese tiempo el Bulldog se parecía más al Bullterrier de nuestros días, con patas largas, una cola delgada y larga, cuerpo más ligero y menos arrugas.
      Se acepto que la introducción de sangre de la raza Pug fue la que más contribuyó a modelar la cara y a dar amabilidad en el Bulldog.
      El Bulldog de hoy en día es muy diferente al Bulldog que se usaba para pelear con los toros.
      Tiene carácter calmado es devoto a su dueño. En suma el Bulldog contemporáneo es amigo de todo el género humano.
      A pesar de su buen carácter todavía mantiene su coraje indómito y en caso de necesidad fácilmente lo mostrará si un perro mayor lo ataca.
      Raramente el plácido Bulldog peleará, más bien dará a su enemigo un susto terrible, con lo cual evitará el
tener que emplear su limitada agilidad de acción.
      El Bulldog no es tan activo como muchas otras razas, pero es capaz de desarrollar una energía tremenda.
      La proporción masiva de algunos Bulldogs les hace muy difícil el caminar grandes distancias.
      La apariencia del moderno Bulldog es de pelo corto, cuerpo pesado más bien de baja estatura, poderoso y compacto.
      La cabeza es sorprendentemente masiva en proporción con el tamaño del perro.
      Su cara arrugada y con sus belfos colgantes le dan una apariencia severa, se ve suficientemente peligroso como para alejar al más bravo de los intrusos.
      Es mucho mejor tener un animal de apariencia feroz con un interior gentil que un perro de apariencia pacífica con la personalidad de una víbora.
      Como amigo de juegos de un niño, el Bulldog es difícil de vencer.
      Por puro afecto y caballerosidad pocos perros pueden sobrepasarlo. Ya sea un gatito o un bebito que se ponga a su cuidado, el Bulldog parece conocer su responsabilidad y recibirá mucho castigo de las pequeñas y afiladas garras o de las pequeñas manitas.
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