domingo, 26 de septiembre de 2010

El Olfato

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El gusto y el olfato comparten funciones.
Si corta usted un trozo de manzana y uno de papa.
Si al masticarlos se tapa con los dedos la nariz, no le resulta fácil distinguir cuál es cuál.
Esto se debe a que el sabor de los alimentos no depende mucho de las papilas gustativas.
El sentido del gusto radica en su mayor parte en los 10 millones de cÉlulas del sentido del olfato.
Percibimos a través de ambos sentidos el sabor del alimento.
Lo que consideramos a sabor proviene casi totalmente de nuestro sentido del olfato.
Con los 10 millones de células olfatorias de la nariz, una persona común identifica rápidamente por lo menos 4 mil olores, pero las mejores "narices" profesionales de la industria de la perfumería reconocen más de 10,000.
El sentido del olfato está conectado con la región más primitiva de nuestro cerebro, el sistema límbico, donde radican las emociones, los deseos instintivos y los impulsos sexuales.
Usted seguramente recuerda muy poco de lo que le decía su abuela cuando tenía usted cinco años, pero, ¿y los olores de la casa donde ella vivía?
Por el olfato a menudo reviven recuerdos y emociones que ningún otro sentido evoca.
El olfto es el más misterioso de nuestros sentidos.
Los científicos no lo saben con certeza pero, según la teória más aceptada, en las células olfatorias de la nariz hay diversos receptores, y en cada uno de ellos encaja determinada sustancia como una llave en una chapa.
Cuando esto sucede se generan señales nerviosas, por la presencia ya sea de una sola sustancia o de varias combinadas.
Nuestro principal sistema olfatorio y sus células se localizan en la parte más alta de las fosas nasales.
Las células olfatorias pertenecientes al sistema de nervio trigémino envían señales al cerebro a través de otro nervio.
Aún se desconoce la función del órgano septal, que está en la parte delantera de la nariz, y la del órgano vomeronasal o de Jacobson apenas quedó confirmada en los adultos.
Por lo que se refiere al olfato, casi se podría afirmar que tenemos cuatro narices.
En algunos animales, los órganos vomeronasales perciben las feromonas, o sea las secreciones por las que se incitan unos a otros a comportarse de diversas maneras: inclusive a aparearse.
No todas las personas perciben las feromonas.
Es casi seguro que esos aromas, salvo en muy raras ocasiones, no determinan conductas, como lo hacen las feromonas en otras especies.
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