viernes, 29 de junio de 2018

la Elección y la escatología


   0723 168 29

LA ELECCIÓN Y LA ESCATOLOGÍA



Lorenzo Meyer
28 Jun. 2018

Quienes dieron forma, contenido y uso al concepto de "mesías tropical" hoy claman al cielo -o al fraude- para que se impida el triunfo del personaje así caricaturizado.

Los que optaron por introducir referencias bíblicas en las campañas electorales lo hicieron acuñando y difundiendo con gran entusiasmo -celebrando lo ingenioso de su idea- lo de "mesías tropical" para definir y descalificar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un personaje al que vieron, y con razón, no como un actor político más, sino como el enemigo mortal de un statu quo que les beneficiaba. 

Se trató de una definición cargada de menosprecio y clasismo. Supusieron que con un par de palabras se podía sintetizar y deslegitimar el estilo, el liderazgo, el proyecto y todo el largo esfuerzo de alguien que proponía reconstruir el sistema de poder que emergió del agotamiento de la Revolución Mexicana, especialmente en su fase neoliberal.

Si ya definir a AMLO como mesías -el anunciado por los profetas y al que Dios enviaba a liberar a su pueblo y traerle la paz, según el Antiguo Testamento- era una burla, el añadirle el calificativo de "tropical" remachaba el desdén. 

Imaginar un mesías en el Medio Oriente era posible, pero ¡en el trópico! absurdo. Ya lo había asegurado Montesquieu: en el trópico la sangre se adelgaza y todo -plantas, animales y hombres- es de menor calidad. Así que "mesías tropical" fue una doble descalificación que dejaba al personaje en cuestión como una excentricidad que podría ser un distractor, pero de ninguna manera un actor a tomar en cuenta en el drama político de un México encaminado a consolidarse como nación moderna.

Sin embargo, y contra todas las expectativas y pronósticos de esos personajes e intereses, AMLO logró construir un partido político y un movimiento social de oposición que hoy puede alcanzar la Presidencia por la vía pacífica, institucional, pese a la propia historia de México, país refractario a la práctica genuina de la democracia política.

En esta coyuntura, quienes le colgaron a AMLO el sambenito de mesías o de "peligro para México", como una forma de anularlo políticamente, hoy ven con horror cómo parte importante de la sociedad ha desoído sus sabias opiniones y una mayoría -relativa o absoluta- puede darle un mandato a él y su partido para que redefinan el rumbo del país mediante una modificación de su régimen político. 

Entendiendo el concepto de régimen no en un sentido formal sino sustantivo: el de las reglas efectivas, reales, del juego del poder, de ese que afecta la distribución de las cargas y de los beneficios de la actividad social.

En vísperas de la elección y con una mezcla de angustia y de esperanza de influir en el ánimo de los electores indecisos, quienes descalificaron a AMLO se han visto obligados a asumir el papel de profetas, de nuevos Jeremías -¿también tropicales?-, que anuncian grandes males si el pueblo no enmienda en el último momento sus preferencias. 

Recordemos que, en nuestra cultura, el profeta es también un enviado de Dios que trae un mensaje. 

Jeremías destacó por pronosticar que su pueblo sería castigado por negarse a escuchar la palabra de Dios. 

Bueno, estos nuevos Jeremías aseguran que AMLO significaría el regreso del abominable priismo clásico, del autoritarismo puro, del que cerrará y arruinará a la economía -acabará con el TLC, expropiará y reestatizará empresas, subsidiará lo incosteable e indebido, detendrá la construcción de infraestructura indispensable (el nuevo aeropuerto)-, hará un pacto de impunidad con el crimen organizado y con el Presidente saliente, echará por la borda la reforma educativa, pondrá a Morena en manos de sus hijos, aceptará en su partido a corruptos, no entenderá la complejidad del sistema internacional y propiciará movilizaciones constantes. 

En una palabra, AMLO presidente asegurará la ruina del país y la pérdida del futuro.

Estos profetas tropicales del desastre piden a los seducidos por el populismo y la demagogia amlobiana que, al menos, voten diferenciado, que no se entreguen de lleno al mal y que lo limiten apoyando en el Congreso a los partidos tradicionales.

Ni duda que los temores de los profe-tas del desastre ante un posible triunfo de AMLO tienen base, pero se explican menos por los argumentos que esgrimen y más porque, de tomar el poder, el tabasqueño va a afectar sus intereses particulares, que van desde la posible pérdida de los escandalosos privilegios fiscales de grandes grupos empresariales -miles de millones de pesos- hasta la pérdida de los beneficios y el status que dan los privilegios del poder o del acceso a los corredores de ese poder. 

Sin embargo, es mucho pedir que un reacomodo o reestructuración de la estructura del poder sea rechazado por las víctimas de un sistema oligárquico, corrupto hasta la médula, brutalmente extractivo, que ha congelado la movilidad social y cuyo modus operandi significa para la mayoría tener como horizonte la grisura y angustia permanentes, a la injusticia y a la indignidad de ser tratados como súbditos y no como ciudadanos.

Lo dicho al inicio: los elementos de la coyuntura política actual fueron puestos en su lugar y desde hace tiempo por los que hoy claman al cielo, o al fraude, que los salve del "mesías tropical".
————————————————————
agenda_ciudadana@hotmail.com
————————————————————



jueves, 28 de junio de 2018

Nacionalismo Desaforado


0722 168 29

EL NACIONALISMO DESAFORADO 
DE LOS ESTADOUNIDENCES


Russell Banks
Actuar en el escenario mundial con espiritu de igualdad ha sido un problema perene para Estados Unidos. 

La aceptación de la participación, la paridad o la igualdad con otros países en cualquier organización internacional, por ejemplo, es algo que siempre nos ha resultado díficil en grado sumo. 

Ello se debe en parte a nuestro nacionalismo desaforado, así como a la creencia de que no existen más prioridades que las nuestras. Pero también tiene que ver con la sensación histórica de ser distintos y vivir separados de Europa y otras partes del mundo, y de comsiderar sus disputas como algo local, en lo que no queremos vernos implicados en modo alguno. 

Ciertamente por una parte existe esa sensación que nos hace sentirnos especiales y distintos, y por otra la reticencia a implicarnos en disputas que interpretamos como específicamente europeas, africanas o asiáticas.

Pero, en mi opinión, más importante aún es nuestra negativa a permitir que lo que asumimos como nuestro destino nacional se vea afectado, moldeado o controlado por otras naciones, por cualquier nación individualmente o por cualquier organización de naciones. 

Cuando se tiene una sen-sación poderosa de destino nacional, éste se convierte prácticamente en misón religiosa, en una secuencia o narración de inspiración divina que no admite revisión. Nadie va a permitir interferencias.
————————————————————



miércoles, 27 de junio de 2018

Votar


   0714 168 27


POR QUIÉNES VOTARÉ


La Jornada
26/06/2018
Pedro Miguel

Por mis abuelos, desde luego. Ellos no habrían entendido mucho esto que entonces era futuro, pero habrían sabido de qué lado estar, porque aunque unos eran gente del común y otros, hidalgos muy venidos a menos, tenían parejos principios éticos. Y por mi nana, Cruz, que se me perdió en las nieblas de la vida, y por el indio Rosalío, que bajaba del monte una vez a la semana a vendernos verduras y carbón, y a quien le ofrecíamos cama pero siempre la rechazaba porque pensaba que los de su condición no la merecían y dormía en el suelo. Y por las varias madres y los varios padres que tuve y que creían en la fraternidad, la libertad, la paz y la verdad.

Este domingo, en camino a la urna, recordaré a Hilario Moreno, el viejo profesor comunista con quien estoy en deuda porque me reconfortó y me serenó en la cárcel clandestina de la Dirección Federal de Seguridad de la que él no salió vivo. 

Al formarme en la fila tendré muy presentes a José Zapata Vela, que era estalinista; a Vlady, que odiaba el estalinismo; a José Revueltas, quien me toleró de buen grado un par de impertinencias de adolescente; a los priístas de izquierda, generosos y extrañamente congruentes; a los que decidieron tomar las armas y a los abogados panistas que antepusieron la rectitud a las diferencias ideológicas y asesoraron gratuitamente a familiares de desaparecidos y encarcelados.

Al identificarme y recibir mis boletas tendré en la cabeza las mujeres a las que amé y me amaron y a las que me unieron, además del hervor de las hormonas, la urgencia por cambiar el mundo y algunas certezas que compartí también con amigas y amigos de juventud: que ese cambio es necesario y posible, que la autenticidad es indispensable para vivir y que el cerebro y el amor separados no llegan a ninguna parte. 

Cuando me encamine a la casilla pensaré en Eduardo Montes, en Rodolfo Peña, en Daniel Cazés, en José Emilio Pacheco, en Rius, en Naranjo, en Monsi, en Carlos Fuentes, en José María Pérez Gay, en Sergio Pitol, en Arnaldo Córdova y en tantos otros grandes de México que habrían estado felices –aunque también, de seguro, precavidos y críticos– con lo que pasará este domingo: que la mayoría de la sociedad va a sublevarse en paz en contra de esta noche larga, sangrienta y nauseabunda que ha durado muchas décadas y consumido demasiadas vidas.

        Y cuando cruce, boleta tras boleta, el logotipo de Morena, estaré pensando en los trabajadores esclavizados de las agroindustrias, en las mujeres traficadas, en las niñas y niños vueltos mercancía por los pederastas siempre incrustados en el poder, en las chavas de Panotla y en los chavos de Ayotzinapa y Tiripetío, en los albañiles capturados y torturados para que se confiesen culpables de delitos ficticios, en los expulsados del país por la economía y la violencia, en los maestros democráticos, en las sociedades insurrectas de Ixmiquilpan y Mexicali, en las comunidades en resistencia contra la voracidad devastadora de funcionarios públicos y corporaciones privadas, en los damnificados del terremoto a los que les han robado los recursos de la reconstrucción, en las acosadas, golpeadas, violadas y asesinadas, en los muertos de Aguas Blancas, Acteal y otras masacres, en los médicos sin trabajo y en los enfermos sin hospital, en las familias clasemedieras con una vida de deudas por delante, en los jóvenes sin universidad y en las víctimas de muchas otras desgracias.

Sé, desde luego, que Andrés Manuel López Obrador y sus colaboradores no van a solucionar desde la Presidencia todos los males del país. 

Votaré por su triunfo porque es impostergable que un gobierno honrado, respetuoso de las leyes y con sentido de nación –atributos de los que el ejercicio del poder público ha estado del todo huérfano desde tiempos de Salinas– establezca el entorno propicio para la satisfacción de las reivindicaciones justas, la solución real de múltiples conflictos, la recuperación de la soberanía, la reactivación económica, la justicia verdadera, la reconciliación nacional y la construcción de un nuevo país en el que quepan todos sus habitantes. 

Por supuesto, el trabajo principal le corresponde a la sociedad, y de su determinación y su energía dependerán el ritmo y la envergadura de las transformaciones. Ya se verá.

Uno es eslabón entre los que ya partieron y los que aún no han llegado. Saldré de la casilla con la satisfacción de haber saldado una pequeña parte de mi deuda con los difuntos devorados por la tierra y con los nonatos que en algún sitio de la nada esperan la hora de su advenimiento. Por unos y por otros y por mis contemporáneos vivos iré a votar.

Y además el próximo domingo me levantaré temprano para participar en una sublevación. Pero no voy a matar ni a lastimar a nadie ni a causar destrozos y ningún presidente, secretario de gobernación, jefe de gobierno o comandante policial podrá darse el gusto de ordenar que me rompan la cabeza.
————————————————————
Twitter: @Navegaciones

————————————————————

lunes, 25 de junio de 2018

La Presidencia de Estados Unidos


   0491 168 25

LA PRESIDENCIA DE ESTADOS UNIDOS


Russell Banks

La presidencia de Estados Unidos es una institución muy peculiar. 

No es una persona sino un personaje, esto es, un “papel” representado por una persona. 

Y nuestro presidente -en ciertos aspectos más aun que un monarca- representa personalmente el imaginario y los mitos de quienes lo han elegido. 
Nosotros elegimos presidentes, pero no basandonos en su experiencia,  ni siquiera en sus opiniones políticas. 

Los elegimos según conecten mejor o peor con nuestras creencias básicas, según expresen en mayor o menor medida nuestros más profundos mitos nacionales.

Woodrow Wilson, John F. Kennedy, Richard Nixon, Jimmy Carter, Ronald Reagan, Bill Clinton y George Bush, tanto el padre como el hijo, comparten, a cierto nivel, esa característica: conectan y son expresión de nuestros mitos americanos más profundos. 

Y los mitos no tienen por qué ser ni muy elevados ni muy inteligentes. 

En realidad, son elementales, casi primarios. 

Uno puede conectar con ellos desde cuaquier punto del espectro educativo o intelectual. 

La presidencia es la única instancia de gobierno en la que el poder recide en una persona, y también trata de un símbolo del culto americano a la persona, y del poder americano, tanto real como abstracto, tanto fáctico como simbólico. 

George W. Bush no habría sido elegido si no hubiera logrado convencer a un número suficiente de ciudadanos -no a la mayoría, como ya sabemos, pero sí a un número suficiente, en  suficientes lugares del país- de que él era el exponente de sus deseos comunes más profundos.

Lo mismo puede decirse de Wilson, de modo que no debería sorprendernos constatar que tanto él como Bush se parezcan, aunque uno se expresara con mayor elocuencia que el otro. Y también sucede que John Kennedy. No ha de causarnos asombro que algunas de las justificaciones aducidas por Bush nos recuerden de pronto algo que Wilson o Kennedy dijeron para justificar, por ejemplo, la fracasada invasión de Cuba. Éste ondenó la invasión de Bahía de Cochinos sólo en términos pragmáticos; la fuerza invasora no estaba lo bastante preparada. O salió al paso del asesinato de los Diem en Vietnam y del incremento de la presencia militar norteamericana en ese país.

Y no olvidemos que se trataba de John F. Kennedy, en teoría nuestro presidente más ilustrado de los tiempos modernos. Sin embargo, no ha de sorprendernos que un presidente acaba pareciendose mucho a otro, por distinto que sea su nivel intelectual y de formación, pues en ambos casos han sido elegidos por el pueblo americano después de que éste los considerase la encarnación viva de nuestros ideales y deseos más profundos por contradictorios que sean.

Ningún presidente, primer ministro o rey desempeña el mismo papel que el presidente de Estados Unidos. Él es en parte papa, en parte jefe de estado y en parte monarca, pero no únicamente cualquiera de las tres cosas. En el presidente se proyectan una serie de creencias religiosas o espirituales, así como la idea de que posee unos poderes heredados, de origen divino, como los de los monarcas. Pero también se confía y se cree en él como jefe de Estado pragmático, que trabaja y soluciona problemas. Todos esos requisitos los depositamos no en una sola persona: el presidente. 

Otros países reparten las atribuciones. Por un lado tienen un rey y, por otro, cuentan con un primer ministro. O bien optan por un presidente de la república y por un primer ministro, como sucede en Francia, distinguen los papeles simbólico de los ejecutivos. 

Desde el principio nosotros, los norteamerianos, los hemos unido. Creo que es algo que se remonta a nuestra guerra revolucionaria de Independencia, momento en que existían pocos modelos de democracia parlamentaria en otros lugares, y tuvimos la tentación -una tentación poderosa- de reemplazar al rey Jorge por otro rey Jorge, George Washington. 

Éste se vio obligado a declarar: ‘Yo no seré vuestro rey’. Está bien, de acuerdo, pero nosotros te convertiremos en un presidente con muchísimo poder.

   Proporcionamos a Washington un mandato de cuatro años. Y hasta después de Franklin Roosevelt, momento en que la constitución se modificó para limitar el número de mandatos a dos, esos cuatro años podían extenderse legalmente hasta los doce, dieciseis o veinte. Dejamos abierta la posiblidad de una presidencia monárquica. 

El papel del presidente se creó para ser un papel extraordinario, y en una época caracterizada por el imperio, el presidente tiene la capacidad de hacerse imperial, de convertirse en emperador. A ello asistimos en la actualidad en el conflicto entre el Congreso y el presidente Bush a causa del entusiasmo de éste por suspender los derechos de privacidad, entre otros, así como de su insistencia en actuar de manera unilateral. Nos hemos convertido en un imperio, y en los imperios los presidentes tienden a convertirse en emperadores. Es algo que asusta. 

Tal vez sea ésta una visión oscura de la historia americana, pero en la visión de la historia que potencia la gente a que me refiero, la que hoy ostenta el poder en el mundo.

——————————————————

Parentesco Conflictivo


0500 128 25

PARENTESCO CONFLICTIVO (2)


 -Ser suegra es un parentesco conflictivo.

-Bueno, ¿cómo son las suegros?

-Según sea la relación con el matrimonio, existen más o menos 10 tipos de suegras:

   intrigantes;
    metiches;
   sobreprotectoras;
    frías;
   indiferentes;
    agresivas;
    dominantes;
    hipócritas;
   las que se hacen las víctimas;
   las que se hacen las enfermizas y 
   las perfectas.

       -La relación familiar es de dos tipos:

a)   entre el yerno y su suegra y
b)   entre la nuera y su suegra.

-A la primera corresponde la suegra mostrada en las tiras cómicas, los cuentos, la TV y las películas.

-Famosa es la suegra de Pomponio que es presentada como una mujer fea, desaliñada, gorda, antipática, que siempre le está haciendo la vida imposible al yerno.

-Por lo general, la mujer que debe enfrentarse a un yerno juega un papel difícil.

-Casi todas esas mujeres tratan de ayudar y, con esa actitud, entorpecen la vida de la pareja.

-Intervienen en problemas domésticos más allá de lo que les toca: intervienen en asuntos tales cómo, cómo llevar mejor la casa, cómo distribuir el dinero, la vida social y hasta se permiten criticar algunas actitudes del yerno, en un afán de dirigir todo para que "las cosas salgan mejor".
       
-A veces sucede que la suegra se hace indispensable, especialmente cuando es viuda:

   hace la limpieza; 
   la comida; 
   atiende a sus nietos.

-Todo le parece maravilloso a la hija.

-Tiene plena conciencia de que ella sola no podría con la casa.

-El marido, por su parte, está hastiado de su suegra, disgustado por su constante presencia y por lo que él considera como "interferencia en los asuntos de familia".

-Todos los días debe soportar que le estén imponiendo un modo de vida extraño para él, hasta el grado de sentirse como un arrimado en su propia casa.

-La suegra pasa de la simple insinuación a la crítica abierta de la forma en 

   que se administra el dinero, 
   el trato que se le da a los hijos, 
   las relaciones de amistad que mantiene y, en varias ocasiones, 
   le ha reprendido "de buena manera" por el tratado que le da a su hija, "a pesar de lo buena y trabajadora que es ella".

-Lo primero que piensa el marido es en cambiarse de casa, para que la suegra no tenga la facilidad de vivir cerca y así no se entrometa a diario.

-La esposa se opone definitivamente. Ella está convencida de que su madre es una suegra perfecta y, no capta por que su marido no comprende todo lo que su madre hace por el bien de ambos.
       
-Suele suceder que una suegra, cuando joven se casó enamorada y que durante su vida de matrimonio tuvo carencias y dificultades, quiere para su hija, un buen partido, para que no le pase lo que a ella le pasó, un marido con dinero, considerando que el amor no es lo conveniente.

-Sin querer, si la hija se deja, la madre la empuja a una vida que no va a ser de felicidad. Pues como dice el dicho y con mucha razón, "el dinero no es la dicha".
       
-Ahora con respecto a la segunda clase de suegras se puede decir lo siguiente: Debido a la íntima relación que existe entre la madre y el hijo, y peor si es hijo único, la suegra es parte importante en la vida de la nuera.

-Desde el punto de vista de una madre, la nuera nunca será lo suficientemente buena para su "hijito". 

        -Partiendo de esta base la suegra puede fácilmente convertirse en un ser siniestro y sus actitudes influirán, en el peor de los casos, en la disolución del matrimonio.
       
-Cuando el joven lleva a su casa a la novia y la presenta a su madre, comienza la guerra: 

-Si la novia es, aparentemente, inobjetable, la suegra no se opondrá, pero puede iniciar una ofensiva bastante inocente, para que, a veces, resulta. 

   "Me vas a dejar sola”...
       "¿Quién te hará tus espaguetis”...
       "¿Ya no me quieres?”
       "¿Qué haré si me da un nuevo infarto?”

-Estará jugando al papel de víctima. Y si el joven decide casarse de todas maneras, a pesar de las advertencias de su madre que "las hace por su bien", la táctica será diferente: 

-La suegra estudiará cuidadosamente la situación y tomará su tiempo antes de comenzar la ofensiva. 

-Al principio será a base de insinuaciones "sin importancia": 

   "Fui a ver a tu mujer el miércoles, pero no la encontré”...
       "En realidad, casi nunca la encuentro en casa". 

-Es una clara indirecta para hacerle ver a su hijo que la esposa pase todo el día sin hacer nada mientras él trabaja. 

   "¡Cómo se las arregla para estar siempre tan bien maquillada  tan bien peinada...! 
   “Siempre está a la última moda". 

-Esto quiere decir que la esposa está despilfarrando el dinero en arreglarse y descuida sus obligaciones domésticas. O bien, 

   "¡Qué desaliñada es, nunca se arregla teniendo todo el tiempo del mundo!”. 

-En fin, se trata de decir algo en contra de la pobre nuera. 

-Cuando la suegra da por terminada la etapa de las insinuaciones inocentes, inicia una campaña entre los parientes, los amigos e intriga un poco en contra de la familia de su nuera, aduciendo que no sabe la razón por la cual "no quieren a mi hijo".
       
-Existe otra suegra que no tiene el fin de hostilizar al matrimonio, sino de ayudarlo. 

-Se convierte en ser dominante. Ella acompaña a la nuera a comprar todo lo que hace falta en el nuevo hogar y su gusto se impone en la decoración del departamento de la nueva pareja.
       
-Algunas madres, aterrorizadas por no convertirse en suegras disociadoras y metiches, cortan por lo sano y no se inmiscuyen en nada. 

   "Qué vivan su vida”

-Es su principio, y permanecen frías e indiferentes con respecto al nuevo matrimonio, o incluso llegan al otro extremo, el de darle la razón a la nuera, aunque no la tenga, sabiendo que el hijo de todos modos esta clavado por el parentesco, no así la nuera que es, en cierta forma, una extraña.
       
-Por lo general, la suegra no se propone hostilizar a la nuera o al yerno, sin embargo esa relación se torna complicada, tensa, y, a veces, insoportable. 

-Ninguno de ellos es intrínsecamente malo, pero son relaciones que suceden de generación en generación. 

-Con el tiempo, las nueras de víctimas se tornarán en suegras (verdugas). Tal parece que es el sino del ser humano. 

-Quizás, la raíz de todo radica en razones genéticas: los instintos maternales, escritos en los genes y reforzados filogenéticamente durante generaciones, hacen que toda mujer quiera sobre proteger a sus hijos, que constituyen su herencia, su proyección de sí misma hacia el futuro. 

-El proteger a sus hijos en la madre es un impulso natural mucho más fuerte que el instinto de conservación. 

-Pero, ¿por qué no pasa lo mismo con los suegros?

-A los suegros les pasa lo mismo, pero no con tan gran intensidad, razón por la que son más tolerantes no constituyendo un pariente conflictivo.
       
-¿Cuál es la solución? 

-Quizás, la solución es que las suegras se mueran (¡perdón!) para que a su vez las nueras se constituyan en suegras y así sigan las cosas "per saecula saeculorum".
————————————————————